Capítulo 09
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CAPÍTULO 09
La voz del silencio
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Ji Ho mete el pie dentro del agua helada, y una vez limpia la herida, ni siquiera la protege con algo o le preocupa que necesite puntadas. Se arroja a la cama de espaldas y ahí se queda.
Fueron dos lesiones en un solo día. Las tragedias lo persiguen.
—¿La esfera de cristal en el baño era tuya? —pregunta—. Pude verme en su interior. Creí que serías una especie de ente maligno. Pero debieron enviarte a cuidarme, de otro modo, en el baño y en la azotea, tú no... No hubieras intervenido.
Después de llegar a tales conclusiones, puedo deducir que es un chico listo.
—Buenas noches —dice. Da media vuelta hasta quedar sobre su hombro, y al cabo de poco tiempo su respiración se vuelve lenta y profunda.
La noche anterior parecía tener dificultades para dormir, y a mi causa también decidió pasar en el restaurante. Sin embargo, ahora luce en completa calma, incluso me habla con naturalidad.
Saco la esfera de mi bolsillo con temor a de pronto ver algo escrito en ella, pero no hay nada nuevo en el vaho, de momento.
Me gustaría poder dormir. Tal vez eso ayude a mejorar el malestar en general de mi cuerpo, pero aunque tomo asiento en la silla de su escritorio y cierro los ojos, no lo consigo.
Sigo tratando durante varios minutos, hasta que me doy por vencido.
Cambio de posición, de modo que ahora apoyo los brazos y el mentón sobre el espaldar.
Durante el transcurso de los minutos, una sensación extraña se apodera de mí. Es casi adictiva la de observarlo de esta manera, como si estuviera espiándolo en secreto.
Mi corazón late más rápido cada vez, profesando una emoción profunda en mi interior que no logro entender.
La forma en que sus dedos se mueven con pequeños espasmos, y la manera en la que frunce el ceño, son detalles que en cuestión de dos horas acabo por memorizar. Es como si cada uno de sus gestos y movimientos tuviera un significado especial. Una sensación agridulce, algo que, por un lado, es fascinante de ver, pero que por el otro, duele.
Con el tiempo me dejo envolver por la emoción de mirarlo y sentir cosas extrañas. Aunque nunca podamos hablar, creo que siempre guardaré la esperanza de que un día pueda verlo sonreír.
Un poco más tarde, su hermano entra con un botiquín de primeros auxilios. Cuando lo ve dormir duda, pero no puede dejarlo estar. Cerca de la cama se acomoda de rodillas en el suelo, hurga en el contenido y empieza a tratar la herida. Al primer roce del hisopo, Ji Ho se queja entre sueños y hace una mueca, pero pronto vuelve a relajarse y Kim MinJoon puede terminar el trabajo de forma limpia. Incluso le echa un ojo a la que tiene en la mano.
—Hoy es el aniversario de sus muertes —susurra mientras se pone de pie, y poco después de mirarlo por un rato, sale por la puerta. Ya que decide dejarla medio abierta, como si quisiera estar al tanto de cualquier sonido, lo sigo.
Con el restaurante cerrado para el acceso al público, Kim MinJoon ha preparado un pequeño altar. Su finalidad es brindar homenaje a dos adultos fallecidos: una mujer y un hombre. Ambos lucen bastante jóvenes.
Sobre la mesita, también descansan los platillos que debieron ser sus favoritos, un poco de fruta, flores y licor.
Kim MinJoon enciende un par de velas junto a los retratos, y procede a realizar una reverencia. Todavía de rodillas en el suelo, se limpia las manos en los muslos y le tiembla la voz al hablar.
—Hoy se cumplen doce años. Mamá... Papá... —Hace una pausa, en la que contempla los retratos de ambos—. Nunca me resultó fácil mantener mi carácter bajo control, o expresarme, pero estoy preocupado de verdad. —Se le quiebra la voz, y de pronto también ha perdido la valentía para mirarlos.
—Ji Ho... ¿Qué hago con él? Desde su partida, construyó un muro entre nosotros, y ya no sé lo que piensa o siente. Supongo que ambos tenemos problemas de comunicación, pero estoy llegando al límite. —Toma aire con dificultad.
Desplazo la mirada de sus manos convertidas en puños, hasta las gruesas lágrimas que ruedan sobre sus mejillas.
Es difícil ver a un hombre quebrarse, en especial, si todo el tiempo lo has visto con otros ojos.
Kim MinJoon cae sobre sus brazos, y con la frente pegada al suelo se deshace en llanto. Su dolor se proyecta en mí como si fuera un espejo. Hasta ahora, no tomé en cuenta la posibilidad de que también pudiera tener una vida complicada.
—Dios, tiene una marca en el cuello... Es demasiado... No sé qué hacer con eso. ¿Qué hago?
Mientras él aguarda, en busca de una respuesta a su desesperada solicitud, lo miro desde la oscuridad. La habitación está en silencio total, pero mis pensamientos resuenan con fuerza, y el eco de su tristeza es capaz de romperme el alma.
También me gustaría que ellos pudieran manifestarse, pero no lo hacen.
Conforme pasa el tiempo, la desilusión va tomando forma en su rostro hasta tragarse todas y cada una de sus lágrimas. De pronto se levanta y apaga las velas.
Debe haber asimilado que sus padres ya no están para responder con palabras dulces o un cálido abrazo. La frialdad implantada en su rostro me lleva a suponerlo. Es como una capa protectora. Provoca que sus sentimientos sean inalcanzables, y oculta las emociones que trata de no sentir.
Si supiera cuánto daño se hacen. Están tan perdidos en su dolor, que no pueden ver la verdad. Antes de que sea demasiado tarde, deben saber que aún se tienen el uno al otro, y de esta forma cuidar lo que todavía les queda, porque pueden perderlo todo en su descuido.
Paso junto a él. Mi idea es prender las velas, y no consigo despegar el encendedor de la mesa. Es como si ambos se hubieran fusionado con el suelo. No logro levantarlo.
Intento tomar el siguiente objeto. No es más que un plato con fideos combinados con una salsa negra, pero mi mano lo traspasa. Me quedo de piedra ante la sensación que me produce, como miles de agujas atravesándome la piel.
Es la primera vez que sucede. Me recuerda que ya no pertenezco al mundo terrenal, y que tampoco debería intervenir en asuntos de los vivos. Pero si estoy aquí para salvar a Ji Ho, también haré cualquier cosa por su felicidad, sin importar los sacrificios que puedan implicar.
Cuando Kim MinJoon da media vuelta, me cruzo en su camino, de modo que chocamos. Él tropieza con la mesa de ofrendas y varios platos caen a sus pies.
Antes de que disfrace lo ocurrido con algún hecho que esté dentro de su razón, me pongo de rodillas y empiezo a guiar el líquido compuesto por varias salsas. Con mi dedo conduzco un río que, a su vez, forma palabras; la voz de mi silencio.
—Habla con él —lee en voz alta, y de inmediato contempla los retratos de sus padres con un nuevo deseo integrado por lágrimas. Creo que todo ha tomado el rumbo adecuado cuando percibo un brillo renovado de ilusión en sus ojos.
Me pongo de pie y la habitación comienza a girar rápidamente, como si estuviera dentro de un carrusel. Mi corazón de pronto late con fuerza, mi respiración se hace más pesada cada vez, las manos me tiemblan y un sudor frío me recorre la espalda.
Todo mi cuerpo se siente débil y mi mente se nubla de forma gradual. Intento aferrarme de algo para no caer, pero aunque una de las mesas está a mi alcance, mi mano nunca alcanza la superficie. Mi cuerpo a plenitud la traspasa, y la sensación de agujas pinchando está por todos lados, convertidas en un dolor que me atraviesa como una flecha y me paraliza, dejándome inmóvil y sin fuerzas. Por suerte, pierdo el conocimiento antes de alcanzar el suelo.
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¿Qué opinan de la relación entre hermanos después de leer este capítulo?
Independientemente de si esta historia gane o pierda en el ONS2023, le estoy tomando cariño porque me está ayudando mucho a sanar, y a salir de un bloqueo que tengo desde hace ya varios meses, así que gracias si estás leyendo esto, significa mucho para mí 🥹
Palabras en el capítulo: 1338.
Palabras totales: 12039.
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