Capítulo 01
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CAPÍTULO 01
Bienvenidos lejos del mundo terrenal
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Estoy muerto, es lo único que sé.
No tengo idea de cómo acabó mi vida, ni quién soy, pero esto es real. El dolor es genuino.
Mi piel arde al igual que la brasa, tengo el estómago revuelto, y me late la cabeza al tiempo en el que intento aclarar la mente.
Otro par de sensaciones escarban en cada partícula de mi ser, sin embargo, hay un vacío que tiene más peso sobre todo lo demás.
Resulta que la única información que tengo presente, es que aparecí aquí, desnudo, con un sabor acre en la boca, y un malestar del que todavía me cuesta reponerme.
Todo a la redonda es de color negro, tan oscuro que, por el esfuerzo que hago al tratar de mirar poco más de diez metros, me arden los ojos como si hubiera llorado un mar.
«Bienvenidos lejos del mundo terrenal». Eso fue lo primero que escuché, y vuelve a repetirse, al igual que un bucle durante cada cierto tiempo. En esta ocasión, me parece que es la tercera.
Hay un anciano, en alguna parte por delante de mí, que no deja de reír de forma histérica mientras grita: «¡Lo sabía, esto es el más allá! ¡Se los dije y nadie me creyó! Llámenme loco ahora, escépticos. Bienvenidos lejos del mundo terrenal, bienvenidos...».
Respiro rápido y entrecortado. Mi cuerpo parece de plomo por la pesadez, y a pesar de todo, me concentro en recordar lo que sea. Pero vuelvo a tropezar con el vacío abismal en mi cabeza.
Pienso que ni siquiera me hace falta respirar, de todas formas, es algo tan habitual en mí, que cada vez que inhalo con fuerza, duele un infierno. La debilidad me hace temblar, y la piel febril ocasiona que esté cubierto de repugnante sudor.
En frente de mí, consigo definir una parte de la fila de personas, también desnudas, que mantienen algo en común: la misma expresión desorientada.
Es evidente que nadie comprende qué demonios es este lugar, o por qué cada vez que intentamos caminar, una voz grita: «¡No se salga de la fila!»
Volteo hacia la persona que hace poco apareció a mis espaldas. Está mojado de la cabeza a los pies. De su cuerpo escurre tal cantidad de agua, que me lleva a replantearme: Si esto es el más allá, ¿qué final habrá tenido él? Aparenta no más de 15 años.
Si cabe la posibilidad de que la gente llegara de la misma manera en la que se fue, entonces, ¿qué tipo de final tuve yo?
Echo un vistazo sobre mi cuerpo, pero no hay rastros de quemaduras, sangre o golpes. Todo parece estar bien. Estoy entero.
Por otro lado, la cara del chico a mis espaldas es como un lienzo en blanco, hasta que parpadea, y lo primero que contempla es a mí. Sus ojos verdes se expanden, volviéndose tan grandes como los de una libélula.
—¿En dónde estoy? —pregunta sin aliento, pero antes de abrir la boca para responder que no tengo ni puñetera idea, la fila por delante se mueve de nuevo.
Avanzo. No me queda de otra. ¿Qué más puedo hacer? No parece haber ningún otro lugar al que ir. Solo sigo el río de gente que se mueve deprisa, como si tuviera algún apuro de llegar a... ¿Dónde?
—Park Jun Seo. —Alguien pronuncia cuando alcanzo el comienzo de la fila.
Hay un orbe de luz detrás de un escritorio viejo de madera, del que cuelga un letrero con la palabra: «Humanos». Y de repente cambia con «Corea del Sur».
Me pongo nervioso cuando esa forma de energía se agita. Es lo único que resplandece, aun así, la oscuridad es poderosa.
—Vaya manera de morir, Jun Seo. —La voz proviene de ese... ser.
—¿Hablas de mí?
—Tu número. —Una esfera de cristal rueda sobre la mesa hasta mis manos. Observo el vaho oscuro en su interior que forma el número 77. ¿Acaso pertenece al orden de llegada?
—Estoy muerto... ¿En verdad? —pregunto y me tiembla la voz.
—¡El que sigue!
El muchacho detrás de mí me empuja, sacándome de la fila. Con desesperación se precipita sobre el escritorio para aclarar sus dudas acerca de este lugar, pero la luz, imperturbable, sigue con el mismo protocolo de pronunciar un nombre y asignar un nuevo número. Él tiene el 1001, y se llama Do Jun.
Entonces no parece tener relación con el orden de llegada.
Persigo a los que ya disponen de una esfera y caminan por delante, hacia la infinita y profunda oscuridad.
Intento acercarme a una mujer, sin embargo, cuando estoy a punto de alcanzarla, desaparece. Como si la negrura la hubiese devorado.
Trastabillo antes de llegar al suelo. Me enderezo justo a tiempo, y cuando parpadeo, me encuentro sobre una especie de escenario, en donde el piso parece estar conformado de agua, pues ondea con cada paso que doy. Pero no es ninguna clase de líquido. Es más como una ilusión. ¿Cabe la posibilidad de que me haya vuelto loco?
Levanto la cabeza para estudiar el entorno.
Más de la misma oscuridad. No obstante, es un silencio sepulcral el que envuelve las filas kilométricas de orbes de luz que ahora me rodean.
De pronto me siento diminuto, insignificante. Y si no me cago en los pantalones, es porque me dolería más el culo.
«Adelante, Jun Seo». Una voz de entre todas ellas parece estarme animando. Al fin y al cabo, soy el único con cuerpo de humano que yace de pie en el estrambótico escenario.
No es difícil descifrar a qué se refiere; a lo que aguardan todos esos millones de orbes.
Junto a mi lado derecho descansa una mesa con tres objetos, y un cartel que dice: «Uno por persona».
Algo me dicta que mi destino depende de lo que decida ahora.
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Hola, espero que disfruten mucho de esta historia corta. Tengo la idea de lo que quiero hacer. Es algo nuevo para mí la temática gay. Ahora, veamos qué tal me va con el desarrollo. El concurso también es una buena motivación, pues ha sido mucho tiempo el que estuve sin ganas de escribir 🥲
Me emociona mostrarles esta idea que nació gracias al ONC2023.
Palabras en el capítulo: 962.
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