Capítulo 6

Después de aquella cita entre Taylor y Liz Ambos se dirigieron a sus casas

Elizabeth cerró la puerta de su apartamento y se dirigió hacia la cocina para prepararse un té. Mientras esperaba que el agua hirviera, no pudo evitar pensar en Taylor. La forma en que sonreía, la manera en que se reía, la forma en que la miraba... Todo parecía haberse grabado en su memoria como si fuera una fotografía.

Una vez que el té estuvo listo, Elizabeth se sentó en su escritorio y comenzó a hojear su diario. Había escrito sobre Taylor en varias ocasiones, pero nunca había sido capaz de expresar exactamente lo que sentía por él. Hoy, sin embargo, se sentía inspirada.

Comenzó a escribir, dejando que las palabras fluyeran libremente.

"Taylor es como un rayo de sol en un día nublado. Ilumina todo a su alrededor y hace que la vida parezca más brillante. Me siento atraída hacia él como si fuera un imán, y no puedo evitar preguntarme si él siente lo mismo por mí."

Mientras escribía, Elizabeth se sentía como si estuviera desnudando su alma. Era una sensación extraña, pero también liberadora.

En cambio, Taylor estaba sentado en su estudio, rodeado de lienzos y pinceles. Había estado pensando en Elizabeth todo el día, y finalmente había decidido que necesitaba pintarla.

Comenzó a trabajar en un lienzo en blanco, dejando que sus pinceles bailaran sobre la tela. La imagen de Elizabeth comenzó a tomar forma, y Taylor se sintió como si estuviera reviviendo el momento en que la había visto por primera vez.

Pintó su cabello oscuro y su sonrisa radiante, su forma de mirar el mundo con una mezcla de curiosidad y vulnerabilidad. Pintó la forma en que su rostro se iluminaba cuando reía, y la forma en que sus ojos se entristecían cuando estaba triste.

Mientras trabajaba, Taylor se sintió como si todo en Elizabeth valiera la pena. Eso hacía que su amor por ella creciera. Sentía una inmediata conexión con Elizabeth, como si nada más que ella se convirtiera en el centro de su universo, un universo que estaría dispuesto a proteger.

La conexión que sentía con Elizabeth era intensa y profunda. Se sentía como si pudiera ver dentro de su corazón, y ella podía ver dentro del suyo. Era una sensación que nunca había experimentado antes, y no sabía cómo manejarla.

Pero sabía que no quería dejarla ir. Quería estar cerca de ella, quería protegerla, quería amarla.

"Elizabeth", susurró Taylor, como si estuviera hablando con ella en persona. "Te amo".

Finalmente, después de horas de trabajo, Taylor se detuvo y se alejó del lienzo. La imagen de Elizabeth lo miraba desde la tela, y Taylor se sintió como si estuviera viéndola por primera vez.

Sonrió, sintiendo una sensación de satisfacción y felicidad. Sabía que había capturado la esencia de Elizabeth en su pintura, y eso era todo lo que importaba.

Elizabeth salió a comprar algo de comer, disfrutando del sol de la tarde y del aire fresco. Sin embargo, al regresar a casa, se percató de que alguien la estaba siguiendo. Un escalofrío recorrió su espalda y se sintió un poco asustada y nerviosa.

— Hay alguien ahí murmuró -para sí misma, intentando mantener la calma.

Se detuvo en seco y escuchó atentamente. Un ruido leve provenía de detrás de las bolsas de basura que se encontraban en el callejón. Elizabeth se acercó lentamente, su corazón latiendo con fuerza en su pecho.

—¿Quién hay ahí?—preguntó con voz firme, intentando ocultar su miedo.

No hubo respuesta, pero el ruido se hizo más fuerte. Elizabeth se agachó para investigar y vio una caja de cartón abandonada en el suelo.

—¿Qué es esto? —se preguntó a sí misma, abriendo la caja con cuidado.

Al abrir la caja, se sorprendió al encontrar un gatito bebé dentro. El pequeño animal parecía haber sido abandonado y miraba a Elizabeth con ojos grandes y suplicantes.

— Pobrecito,—dijo Elizabeth, acunando al gatito en sus brazos. "¿Cómo te han abandonado así?"

El gatito maulló débilmente y Elizabeth se sintió conmovida por la situación.

— No te preocupes, pequeño, te sacare de aquí —beso la cabeza del gatito. "Te voy a cuidar y encontraré un hogar seguro para ti".

Elizabeth sonrió mientras acunaba al gatito en sus brazos, sintiendo una sensación de calma y felicidad que no había sentido en mucho tiempo.

Querido lector, por más miedo que tengas siempre habrá algo más indefenso que necesite tu ayuda.

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