Capítulo XXVI
—¿Estás segura de esto? —le preguntó Fate por enésima vez, mientras trenzaba su cabello. Camille vio su reflejo en el espejo con una ceja arqueada, su mirada estaba concentrada en el laborioso trabajo, que implicaba peinar su largo cabello. En toda su estadía en el monasterio, solo habían hecho esto como dos o tres veces.
Camille odiaba que le hiciera peinados laboriosos, sin embargo, la insistencia de Fate a veces podía más, que su renuencia.
—Bastante segura, todo estará bien.
—Si Ajax se da cuenta de lo que vamos a hacer...
—No se dará cuenta, mi tía quizás sí. Para cuando lo noté ya estaremos de nuevo en nuestras habitaciones como si nada hubiera pasado —Fate se encontró con su mirada en el espejo, no parecía muy segura de sus planes— ¿Alina y Alfie?
—Se encargarán de los cojines y las mantas. Gael también ya tiene todo preparado, esperan nuestra señal —Fate observó su trabajo olvidando sus preocupaciones por un momento—. Adoro tu cabello, deberíamos hacer esto más seguido —Camille ocultó una mueca que por suerte Fate pasó inadvertida.
—Creo que ya es hora —Camille se incorporó de un salto al ver que las luces del pasillo finalmente se apagaban, eran las nueve de la noche en punto y en ese momento, Ajax estaría dirigiéndose a su oficina al menos hasta las once, si no es que decidía pasar la noche allí.
—De verdad espero que tengas razón, de lo contrario tendremos grandes problemas —susurró Fate, mientras jugueteaba nerviosa con las mangas de su pijama afelpada azul. No podía haber elfa más miedosa que ella cuando se trataba de romper las reglas.
Camille ignoró sus comentarios y respiró profundo para evitar que su energía la doblegara, ya todos estaban al tanto de su plan y era muy tarde para arrepentimientos. Se sentó en su cama en posición de loto y cerró los ojos. En la oscuridad, tras sus párpados pequeñas luces comenzaron a aparecer, puntos vibrantes que representaban la mente de cada uno de los soldados que vivían junto a ellas en el complejo.
Cada punto era diferente, ya fuera en forma, tamaño, color o intensidad, características sutiles de cada personalidad. Noah era rojo brillante, titilaba con fuerza como una orgullosa estrella. Nate estaba a su lado, bastante cerca considerando que eran vecinos, su luz era borgoña con pintas rojas y un poco asimétrica; Camille no sabía que significaba eso por los momentos ya que era primera vez que veía su mente de esta forma, le pareció encantadora y un misterio que tendría que resolver en otra ocasión.
Sin perder tiempo, se concentró en hallar a Ajax, quien debería estar a varias habitaciones de la suya. Su luz era naranja intensa, su brillo no encandilaba como la de Noah, pero aun así se hacía notar.
—Tengo a Ajax —susurró para hacérselo saber a Fate. «Duerme» su orden simulaba ser una caricia, un consejo sutil en su subconsciente. La luz ignoró su sugerencia, era más fuerte de lo que Camille pensaba—. Duerme —murmuró.
La luz por un momento se puso alerta, pero no lo suficiente como para haber notado su presencia. «Duerme» volvió a acariciar sus pensamientos y esta vez, la luz se atenuó y cayó en un sueño profundo.
—Listo —al abrir los ojos, Camille se encontró con la mirada ansiosa de Fate—. No sé cuánto tiempo tenemos, su mente es bastante activa —la pelirroja se incorporó de un salto de la cama y corrió a la puerta, asomó una de sus delicadas manos por la pequeña apertura y con su caos, creó una pequeña ventolera que inhabilitó la cámara del pasillo.
—Cámara uno, muerta —susurró viendo a Camille sobre su hombro—. Dudo que crean que una ventisca la dañó —su ansiedad hizo presencia de nuevo.
—Lo creerán porque así les sucederá a cinco cámaras más afuera, ¿lista? —asintió con pesar antes de salir de la habitación. Camille fue tras ella viendo cómo iba en puntitas hasta la salida frente la oficina de Ajax, cuando la puerta metalizada se abrió y cerró con un chirrido molesto, tragó en seco esperando que la bestia se despertara.
Al no escuchar movimientos de la oficina, Camille subió al segundo piso igual en puntas, mejor prevenir que lamentar. Se asomó con sumo cuidado al pasillo evitando que la cámara la viera, no fue necesario encender su mano para desconectarla con su telequinesis.
«Cámaras apagadas» le dijo mentalmente a Noah, la puerta de su habitación se abrió y su rostro emergió de ella viendo para ambos lados del pasillo, cuando se aseguró que no habría nadie salió escurriéndose en la oscuridad.
—Fate va en camino, vigila la salida. No hagas mucho ruido porque no sé cuánto tiempo Ajax pueda durar dormido —asintió con un guiño, antes de bajar las escaleras tan silencioso como un gato.
Siguiendo con el plan, Camille se dirigió a la habitación de Nate, tenía la puerta cerrada con seguro, sin embargo, no fue difícil abrirla con sus habilidades. La alcoba estaba completamente a oscuras, incluso un poco más que el pasillo así que tuvo que encender una de sus manos para evitar chocar con algo.
Subió a la cama con mucho cuidado; Nate dormía a pierna suelta, su cabello estaba recogido con una liga y su expresión se veía tan serena, que, por un momento dudó en despertarlo. Acarició su rostro lo más delicadamente que pudo, ahora que lo pensaba estaba completamente asolas con él, en la oscuridad, en su cuarto, en su cama..., Ajax no los vigilaba, nadie podría detenerlos en caso de..., no..., no podía hacerlo, no, hasta que su alter ego estuviera bajo control, si Nate volvía a perder la cabeza y en esta ocasión era por su culpa no lo soportaría. Besó su espalda o más bien, la rozó con sus labios y él gimió entre sueños.
—¿Nate? —susurró, pero no obtuvo respuesta. Volvió a besar su espalda y esta vez rozó su cuello con su nariz, inhalando aquella fragancia amaderada y masculina que tanto le agradaba. Volvió a gemir y una sonrisa apareció en su rostro—. ¿Nate?
—Cam... —murmuró sonriendo como un niño pequeño, aún seguía dormido, no había duda. La aludida hizo un camino de besos que la guió desde su espalda hasta sus labios, su sonrisa se ampliaba más y más—. ¿Qué intentas...? —susurró hasta que su cuerpo se tensó por completo, finalmente estaba despierto—. ¡¿Camille?! —dio un salto hacia la mesita de noche y encendió la lámpara.
—Por Gaia, sí que tienes el sueño pesado, tengo media hora intentando despertarte —Nate se restregó el rostro con ambas manos sin poder creer lo que veía sobre su cama.
—¿Qué haces aquí?, ¿de verdad estás aquí? Ya va, si Ajax se entera... —Camille acortó la distancia entre ambos y lo silenció con un beso, cuando sus lenguas se entrelazaron por un momento tuvo la intención de cancelar el plan y quedarse en su habitación.
—No se va a enterar, me encargué de eso —susurró muy cerca de su rostro, sus ojos gritaban deseo, su caos la envolvía con aquella nube intoxicante que tanto la excitaba y supo, que si no se alejaba en ese instante no saldrían de la habitación hasta el día siguiente—. Vístete con algo abrigado, vamos no tenemos mucho tiempo —de alguna forma, logró suprimir el deseo de saltar sobre él a medida que corría a su closet en busca de ropa.
—Pero ¿qué...?, ¿a dónde vamos?, ¿está todo bien? —le arrojó lo más abrigado que encontró a su rostro.
—Nate vístete de una buena vez, te explico cuando salgamos —sabía que volver a su cama era una mala idea, pero aun así lo hizo. Nate gateó lentamente hacia ella como lo haría un gato cazando a su presa.
—Si te encargaste de Ajax, supongo que estamos solos en mi habitación al menos por un rato —insinuó en medio de rápidos y sutiles movimientos que consiguieron colocarla bajo suyo y hacerle sentir la presión de su entrepierna en el vientre. De pronto hacía mucho calor como para usar su pijama de ositos favorita; el maldito sonrió de aquella forma tan peculiar, que lograba hacerle olvidar como respirar, sabía lo excitada que la ponía con solo tocarla y lo estaba disfrutando en grande—. Hey... —jadeó, cuando con un movimiento rápido Camille le arrebató la liga que sujetaba su cabello, este cayó en ondas salvajes sobre su rostro—. Sabes que no soporto mi cabello, estoy a punto de cortarlo con cualquier tijera que encuentre —gruñó irguiéndose y quitándoselo del rostro de un manotazo.
Camille se acercó a él, peinándolo con una sonrisa y satisfecha de cortar la tensión, un poco más y no hubiera podido contenerse.
—A mí me gusta y sabes que no importa cuánto lo cortes volverá a crecer pronto —le dijo, recordando que Noah se lo cortaba casi cada tres o cuatro días para mantener su peinado. Era la maldición de los elfos poderosos—. Vamos, por favor..., o ¿necesito echarte un balde de agua fría? —Nate puso los ojos en blanco, colocándose de mala gana la camisa que le había arrojado.
—Espero que valga la pena lo que sea que estas planeando —Camille no pudo evitar reír.
—Te gustará, ya verás —hizo una mueca al cambiarse los pantalones y sin duda, ella disfrutó admirando la vista indiscretamente. Cuando estuvo listo, ambos salieron de la habitación en puntitas.
La oscuridad del pasillo los recibió y como sus ojos no estaban muy acostumbrados a la oscuridad, Camille tuvo que guiarlo para que no chocara con alguna de las plantas que Fate, tanto se había esmerado en posicionar en el corredor. Al llegar al primer piso, Noah estaba allí con la mitad de su cuerpo dentro y la otra mitad fuera en la puerta de salida, al verlos les hizo ceñas con la mano.
—Despejado —gesticuló con los labios antes de desaparecer por completo en el exterior.
—¿Qué diablos están tramando? —preguntó Nate en un susurro casi inaudible. Camille se limitó a responderle con un shhh y gestos.
Al salir del complejo una suave aguanieve los recibió, fuera del domo, una terrible tormenta invernal estaba en todo su auge. Camille tomó la mano de Nate que estaba cálida como si hubiera salido de alguna chimenea, por un momento envidió la habilidad de los elfos de fuego. Se escabulleron entre las sombras en medio del campo de entrenamiento, los guardias patrullaban la muralla a su alrededor con más frecuencia de lo usual.
—¿Son nuevos? —preguntó Nate señalando a los guardias, luego que pasaron el punto de control.
—Ajax convenció a mi tía de pedir apoyo, solo en caso de que Miqueas decida mostrar sus cartas —respondió Camille en un hilo de voz al mismo tiempo que señalaba la torre más alta—. Esa es la meta —en la oscuridad pudo ver a Noah deslizándose dentro de la torre, como si de una sombra se tratase.
Se las arreglamos para esquivar las pocas luces del campo y las miradas vigilantes de los guardias sobre el muro, era inevitable no darse cuenta de la cantidad de soldados nuevos que patrullaban. La mayoría tenía más de treinta y cinco años y sus rostros estaban cubiertos de cicatrices que solo contaban historias y experiencias.
A pesar de lo experimentados que podrían ser, no fueron capaces de verlos entre las sombras, incluso cuando el cabello de Camille y su pijama rosa eran realmente imposibles de camuflar.
—Aurora está en la torre de Hope por esta noche, Ajax dormirá profundamente, no sé hasta cuando, pero quizás no sea un problema. Esta noche la terraza es nuestra, claro, si todos lograron llegar sin ser descubiertos —dijo cuando entraron a la torre a medida que comenzaba a arrastrarlo por las escaleras, subiendo los escalones de dos en dos; no podía permitirse ir lento si quería llegar a la terraza, sin pensar en devorarlo en las escaleras.
—¿Qué están planeando? —Nate preguntó escéptico y ella no pudo evitar reír.
—Ya verás —respondió sin aminorar el paso. Cuando al fin llegaron a la terraza, todos estaban allí excepto Gael. En el centro había cojines, mantas y pufs regados alrededor de una fogata que Noah estaba encendiendo con su palma mientras que Alina y Alfie creaban la cúpula que los protegería de la aguanieve.
—Pensamos que los habían cachado —chilló Fate sin un gramo de preocupación, corrió a los brazos de Nate y se guindó de su cuello efusivamente. Camille sabía que eran muy buenos amigos, pero verlos tan cerca lograba hervirle la sangre de una manera que no podía controlar.
—Al que quizás atraparon fue a Gael, no lo vi mientras veníamos —replicó Camille, fulminando a Fate con la mirada y su típica sonrisa psicópata. La chica palideció al ver su expresión y dio dos pasos atrás un poco nerviosa, Nate le pasó un brazo sobre los hombros y la atrajo hacía él, besándole la frente, de reojo, Camille se percató de cuando disfrutaba sus celos y no pudo evitar propinarle un fuerte codazo en las costillas, el cual recibió con una sonrisa.
—El día que me atrapen escabulléndome entre las sombras caerá nieve en verano —la voz de Gael a sus espaldas la trajo de nuevo al mundo de la cordura. El recién llegado traía en mano 0las dos botellas grandes de vidrio que le había encargado; Noah corrió a arrebatarle una en cuanto lo vio—. Ya veo que su preocupación era por la bebida más que por mi ausencia.
—De acuerdo alguien me puede explicar, ¿qué estamos haciendo aquí? —Camille lo arrastró lejos de Fate hacia uno de los pufs y lo obligó a sentarse.
—Anualmente el monasterio hace una reunión de fin de año en estas fechas. Por el tema de Miqueas, mi tía decidió suspenderla —acomodó sus piernas para sentarse entre ellas mientras le explicaba; apoyó su cabeza contra su pecho disfrutando de su calor y sonrío cuando su masculinidad empezó a tensarse contra su espalda, «así es, eres mío y de nadie más» pensó complacida—. Así que decidimos hacer una reunión nosotros, además tenemos que celebrar que ya tienes marca —tomó sus brazos y se envolvió en ellos, notando como la tensión crecía en todo su cuerpo y su caos la envolvía.
—Y que sería de una fiesta sin alcohol —Noah levantó la botella, como si de un trofeo se tratara.
—Entonces, ¿también toman alcohol como los humanos? —Noah comenzó a servir la bebida con una sonrisa, si había algo que él amara más que usar el caos sería el licor.
—Por supuesto, solo que, gracias a nuestro rápido metabolismo, casi no sentimos los efectos del alcohol que ellos consumen. Este es hecho por elfos para elfos, Gael lo compró cuando fuimos la última vez al pueblo. Te va a gustar —les entregó dos vasos llenos hasta el tope, Nate le dio un gran sorbo y no pudo evitar toser descontroladamente—. Despacio tigre, es tu primer trago y la noche apenas empieza —Camille sonrió mientras que Noah le recargaba el vaso de nuevo. Bebió despacio, acostumbrada a la sensación abrasadora que dejaba el líquido en su garganta y el calorcito que se esparcía por su pecho.
La noche siguió su curso en medio de conversaciones y bromas, hasta que la segunda botella comenzaba a verse más vacía que llena y el alcohol, decidió hacer estragos en cada uno de ellos.
—Nate debería intentar acabar con la aguanieve al menos en esta zona —exclamó Alina arrastrando la lengua después de algunos tragos.
—Aurora se daría cuenta de su caos y despertaría a Ajax —Camille intentó no poner los ojos en blanco, pero la verdad es que estaba tan ebria que no le importaba un pepino lo que pensara Alina.
—No se da cuenta de nuestro caos —la chica tuvo la valentía de refutar sus palabras, y, de no ser porque estaba tan cómoda entre las piernas de Nate, con sus manos acariciándole con dulzura los brazos, podría haberse parado y hacerla tragar sus palabras.
—Oh, por favor, Alina deja de quejarte y refuerza el maldito domo —chilló Fate con movimientos exagerados botando parte de la bebida en el suelo.
—Uh casi se me olvidaba —susurró Camille en medio de la algarabía, sacó de su bolsillo algo que había guardado hace algún tiempo. Nate apoyó su cabeza sobre su hombro con curiosidad. Todos estaban muy pendientes de los intercambios de palabras, entre las dos ebrias chicas como para prestarles atención.
—¿Qué es eso? —Nate arrastró sus palabras de una manera tan seductora, que Camille no pudo evitar por un momento olvidar lo que estaba haciendo; cuando lo recordó, retomó su labor hasta que el brazalete quedo bien ajustado en su muñeca—. ¿Ese fue el que compraste en el pueblo? —no era una chica de mostrar mucho sus emociones, solo pensar en ello la ponía un poco nerviosa. Así que asintió contra su pecho sintiendo sus mejillas arder.
—¿Te gusta? —Nate alzó su brazo y lo evaluó más de cerca, dándose un largo tiempo para responder. Camille le dio un codazo en las costillas por hacerla sentir tan ansiosa—. No me importa, así no te guste si veo que te lo quitas, aunque sea una vez te lo incrustaré en la piel —soltó una carcajada, que hizo vibrar su pecho.
—Me encanta —susurró en su oído, dándole un beso en el cuello. Camille agradeció que no pudiera detallar lo sonrojada que estaba.
—Hey tortolitos, creo que debemos irnos —gruñó Alfie mientras luchaba con Alina sobre su hombro, Gael contenía a Fate por la cintura y Noah solo veía el espectáculo con una sonrisa de oreja a oreja y ojos adormecidos—. Si las soltamos se van a matar, por suerte no pueden usar bien sus poderes porque si no estaríamos en problemas.
—¡¿Qué no puedo usar mis poderes?, ¡suéltame y verás! —chilló Alina dándole golpes y patadas a Alfie, quien las recibía como un campeón.
—¡Por favor!, ¡ni siquiera pudiste reforzar el domo!, ¡estas completamente borracha! —respondió Fate zafándose de Gael—. ¡Ya!, ¡estoy bien! —chilló cuando intentó volver a agarrarla.
—¡Primito!, ¡eres el festejado!, ¡termínate la botella! —Noah se puso de pie con poco equilibrio, para pasarle lo que quedaba.
—¿Si puedes con eso? —le preguntó Camille incorporándose y fingiendo tener equilibrio. Nate vio la botella y la vio a ella, hizo una mueca y bebió todo el contenido de un trago—. Muy bien, vamos —lo ayudó a pararse y por poco, se caen sobre los restos de la fogata que Noah ya había apagado—. ¿Todo bien? —él asintió, con una linda sonrisa borracha en su rostro.
—Creo que..., por primera vez estoy ebrio —Noah dejó escapar un alarido emocionado, sacudiéndolo por los hombros—. No creo que podamos salir de aquí sin ser descubiertos.
—Déjanos eso a nosotros —le contestó Gael.
Comenzaron a bajar las escaleras paso a paso, Alina había dejado de forcejear y se encontraba adormilada sobre el hombro de Alfie. Fate apenas podía caminar y Gael se ofreció como su apoyo. Noah bajaba dando saltitos y de vez en cuando erraba un escalón y caía de nalgas en medio de carcajadas.
—¿Siempre es así? —preguntó Nate, señalando a Noah mientras se apoyaba de ambas paredes para mantener el equilibro
—Ujum, solo bebe una vez al año y lo intenta disfrutar al máximo —de alguna manera lograron llegar abajo en una pieza, Gael dejó ir a Fate quien aparentemente ya podía caminar por su propia cuenta—. ¿Están listos? —todos asintieron—. ¿Saben qué hacer si las cosas se ponen feas? —otro asentimiento.
Alfie fue el primero en partir con Alina, luego Noah y Gael, por último, les siguió Fate, dejando solos a Nate y a Camille.
—Saldremos en un rato, está listo —susurró Camille, asomándose por la puerta.
—Esto es..., interesante —Camille vio a Nate sobre su hombro, estaba sentado en un escalón viendo sus manos.
—¿Qué?
—Estoy al control, pero no tengo poderes —la rubia se agachó a su lado y al ver sus ojos, vio la oscuridad en todo su auge.
—¿Nate? —todos los efectos del alcohol la abandonaron.
—El pelele se quedó dormido, creo..., que raro —parpadeó varias veces, viendo su rostro con la sonrisa borracha; la expresión amenazante que tenía en la playa brillaba por su ausencia—. Tu sí que eres hermosa, ¿lo sabías? —Camille puso los ojos en blanco.
—Estás ebrio, tenemos que irnos —intentó levantarlo, pero apenas pudo moverlo.
—¿Y mis poderes?, ¿dónde está mi fuerza? —se preguntaba a sí mismo en voz alta, y fue entonces cuando Camille no lo soportó más, lo zarandeó un poco por los hombros y abofeteó su rostro.
—Nathanael, colabora conmigo, ¿quieres? —parpadeó varias veces y sus ojos, volvieron a su color verde normal—. ¿Estás bien? —asintió confundido.
—¿Me dormí?
—Algo así, vamos —cuando estaban por salir escucharon unos alaridos eufóricos en medio del campo—. Oh, Gaia —Camille llevó sus manos a la cabeza cuando frente a ellos pasaron Gael y Noah corriendo sin camisa, gritando tonterías y siendo perseguidos por varios guardias—. Maldita sea, vamos mientras estén distraídos —corrió con a Nate a sus espaldas entre las sombras, hasta que una voz gutural los detuvo con un ¡Hey!—. Ve al complejo, lo entretendré y te vere allá. No dejes que te atrapen —la mirada de Nate se debatía entre el complejo y el guardia que les gritó—. Estaré bien, ¡vete! —asintió y se fue después de darle un beso rápido, para cuando el guardia llegó, Camille ya estaba sola.
—¿Camille Byers? —preguntó el soldado mientras la encandilaba con una linterna.
—¿Algún problema..., Wyatt? —con dificultad pudo leer la etiqueta sobre su hombro a pesar de la luz, era uno de los soldados nuevos del imperio; Camille no los conocía a todos, pero todos la reconocían a ella, no muchas elfas tenían su color de cabello y ojos turquesa—. ¿Podrías? —le hizo una seña a la linterna, el soldado con poco cabello sobre su cabeza alejó la luz de su rostro.
—Está prohibido que deambulen fuera del castillo a estas horas.
—¿Le dirías eso a cualquier miembro del consejo o solo a mí? —los ojos de Wyatt dudaron un poco—. Escuché unos gritos y salí a ver qué pasaba, si me conoces sabes que no solo pertenezco al consejo, sino que también soy un soldado de alto rango en el monasterio —el soldado tragó en seco.
—De acuerdo, todo está bien por aquí solo fueron unos jóvenes pasados de tragos. ¿Puede volver a su habitación? —Camille asintió, fingiendo estar satisfecha con la respuesta, se dio media vuelta y fue directo al complejo.
Al entrar la luz de la oficina de Ajax estaba apagada, debió despertar en algún momento e irse a su habitación. Fate estaba frente a la puerta de su alcoba bastante lúcida para como estaba cuando se separaron.
—¿Dónde está Nate?, pensé que venía contigo —le dijo frotando sus manos y soplando en ellas para calentarse un poco.
—Nos separamos, ya debe estar en su cuarto —Fate hizo una mueca.
—¿Hace cuánto? Llegué hace bastante rato y nadie más que tú entró por esa puerta —una punzada de preocupación atravesó el corazón de Camille. Corrió al segundo piso seguida por Fate en dirección a su habitación y cuando abrió la puerta, la luz de la mesita seguía prendida y la alcoba estaba vacía.
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