Capítulo XXIV

—Después de un día tan movido, necesitas recuperar calorías. No dudes en avisarme si quieres algo más —frente a Nate, reposaba su cena sobre el escritorio de Byers, a sus espaldas estaba Ajax, que por más silencioso que estuviera era inevitable no sentir su presencia. Aghata tomaba un té, con sus ojos clavados en la taza—. Lamento todo esto Nate, no debió ocurrir así —añadió.

—Yo soy el que debe disculparse, no debí perder el control.

—También es mi culpa, verás..., Ajax me advirtió que no estabas listo para hablar con el mestizo, me dijo que teníamos que ir más lento y no lo quise escuchar. En cuanto al juicio..., si dependiera de mí no hubiese habido ninguno, pero como directora, tengo que rendirle cuentas al consejo. Si Camille no hubiera intervenido iba a buscar la manera de sacarte de este aprieto, no era de nuestro interés que se supiera quien es tu padre, al menos no aún, pero creo que Camille consiguió más de lo que yo pude haber conseguido —Nate se encogió de hombros, incapaz de tener alguna respuesta a esa declaración. Para él, el único culpable de todo no era más nadie que él mismo y debía obtener un castigo más fuerte del que le habían otorgado.

—Me imagino que tienes preguntas sobre tu padre o, ¿ya te han instruido en historia ese tema? —Nate jugueteó con la comida frente a él, por más hambriento que estuviera, algo no le permitía ingerir ningún alimento.

—Aun voy por la parte donde se crearon los primeros monasterios, así que creo que falta bastante hasta llegar a mi padre —la directora asintió, tomó otro sorbo de su té con una mueca, acomodándose en su gran silla de cuero, le dirigió una mirada intensa a Ajax que duró un poco más de unos segundos—, pero al juzgar por el golem y los mestizos, supongo que solo su nombre significa problemas.

—Miqueas... —susurró Aghata, después de una larga pausa—. Tu padre fue un excelente hombre —comenzó a menear su té con la cucharilla, sin verle a los ojos—. Hasta que fue consumido por el caos... —sus labios se volvieron una línea tensa, mientras que inhalaba profundo.

Nate terminó de jugar con la comida por completo, para concentrar toda su atención en sus palabras, Ajax se acercó a él y coloco una mano sobre su hombro.

—Desde que llegaste, habíamos tenido la sospecha de quien era tu padre, tu parecido con Noah Firestorm es indiscutible y Ajax... —sus miradas se cruzaron por un momento, el aludido arrugaba el ceño un poco más, con cada segundo que pasaba, entre ellos se disputaba una conversación inaudible.

—Ajax, ¿qué? —Nate exigió que continuara, mientras intercambiaba miradas entre ambos.

—Miqueas fue el hermano que nunca tuve, nos criamos juntos, estudiamos juntos y antes de que nos uniéramos con nuestras parejas, incluso vivimos juntos —susurró Ajax—. Cuando llegaste, algo me dijo que te conocía, sin embargo, pasaron semanas hasta que me diera cuenta de que eras su hijo. No solo eres igual a él por tu apariencia, sino también por la marca de tu caos —Nate se había incorporado sin darse cuenta mientras Ajax hablaba.

—¿Conociste a mi madre?, ¿quién es?, ¿dónde está? —miles de preguntas que no sabía que tenía hasta los momentos, bombardearon su mente. Ajax soltó una larga exhalación antes de responder.

—Tu madre pertenecía a la casa de los Luke. La última vez que la vi, estaba con tu padre, un poco antes de la guerra donde Miqueas supuestamente había muerto —Ajax movió la silla donde hace un rato estaba sentado, indicándole que tomara asiento de nuevo, Nate obedeció de mala gana—. No la conocí muy bien, ambos nos emparejamos casi al mismo tiempo y comenzamos a distanciarnos. Después de eso, todo se fue al carajo con Miqueas.

—Nateshka era una mujer dulce, de ojos verdes y cabello rubio. Quizás muy dulce para la personalidad fuerte de tu padre —susurró la directora—, era una mujer cálida y amable. Pertenecía al clan de la tierra y era una de las mejores en ello, como casi todos los de su clase odiaba las guerras, ser soldado no era lo suyo, así que después de graduarse vivió una época en el imperio, donde conoció a Miqueas y lo único que quiso, fue ser ama de casa y vivir para él.

—Suena a que la conocía muy bien —Byers se encogió de hombros, con un rubor fugaz.

—Gracias a ella, conocí a Ajax —intercambió miradas con el aludido—. No éramos amigas tan intimas como lo eran ellos, solo compartimos apartamento después de graduarnos.

—Miqueas era un excelente pirómano, uno de los mejores de nuestra generación, pero siempre se obsesionó con el conocimiento alquímico, a pesar de que no contaba con esos dones —agregó Ajax, mientras arrimaba una silla para sentarse a su lado.

—Incluso su amplio conocimiento en todas las materias, lo hicieron un excelente candidato para dirigir un monasterio, de hecho, lo postularon para Caledonia —dijo la directora, con una sonrisa amarga.

—Eso no fue suficiente para él por supuesto, tu padre no era de los que se conformaran, siempre quería más —Ajax clavó su mirada en el escritorio, como si los recuerdos viajaran frente a él—. Después de rechazar el cargo, abrió una especie de club selecto para elfos como él, hambrientos de conocimiento. Se enfrascaron en experimentos, que eventualmente lograron enloquecerlo... El imperio se dio cuenta de ello cuando ya era demasiado tarde y tu padre, había comenzado a crear mestizos como deporte —Ajax le acercó el plato de comida sutilmente.

»Daremos por terminada la conversación a menos que comas y te calmes —Nate no se había percatado de que sus manos estaban clavadas en el apoyabrazos del sillón, con tanta fuerza que sus nudillos se pusieron blancos. Asintió y respiró profundo, mientras intentaba darle un bocado a la comida.

—¿Qué tipos de experimentos? —inquirió.

—Lo único que deseaba era ser un elemental o algo más. Quería ser el elfo más poderoso de todos, quería dominar todo tipo de Caos. Se alió con alquímicos, un Psi y maestros importantes de distintos elementos que buscaban lo mismo que él..., el imperio se percató de lo que estaba ocurriendo bajo sus narices, cuando niños empezaron a desaparecer —Byers dejó su té—. Veras Nate, varios de los experimentos de tu padre consistían en arrebatarle el don a niños pequeños —Nate estuvo a punto de atragantarse con la comida al escuchar eso.

—Eso..., ¿eso no los mataría? —durante su semana libre, donde solo leyó libros de historia, había encontrado algo de información sobre ello. Quitarle el don a alguien podría matarlo en el acto, sobre todo si era débil, aunque para hacerlo se requería cierto ritual y mucha colaboración.

—En efecto. Las primeras víctimas no satisficieron la sed de poder de Miqueas, se convenció de que solo niños poderosos podrían darle fuerza, muchas familias se vieron afectadas por esto... En resumen, su cruzada se convirtió en una época muy oscura para nuestro pueblo, pensábamos que lo habíamos destruido, pero al parecer solo estaba muy bien escondido.

—Y aun así..., ¿mi madre no lo abandonó?, ¿seguía con él después de convertirse en un monstruo?, ¿eso no la hace igual o peor que él? —Byers se removió en el asiento y Ajax carraspeó, Nate volvió a inhalar profundo para calmar sus emociones, sentía que estallaría en llamas en cualquier momento si no se controlaba, por suerte la Voz se había recluido a lo más profundo de su mente después de su última aparición, y no había tenido ni el más mínimo comentario de su parte durante toda la conversación.

—Niño, no es tan fácil como crees..., así tu madre hubiese querido dejarlo, el lazo entre ellos no se lo habría permitido.

—¿El lazo te hace ciego?, ¿idiota?, o ¿qué demonios?

—El emparejamiento es algo difícil de explicar, se trata más de sentir. Puedes enojarte con tu pareja, no estar de acuerdo con él o ella e incluso llegar a odiarlo, pero el lazo siempre estará allí —la directora soltó un largo suspiro—, está claro que tu madre no estuvo de acuerdo con las inclinaciones de tu padre, tú eres prueba de ello.

—¿Por? —intentaba no dejarse llevar por el mal humor, pero la directora se lo estaba poniendo difícil.

—Nateshka es la única que pudo abandonarte con los humanos, debió hacerlo para esconderte de él.

—¿Por qué me escondería de mi propio padre?

—Solo una madre puede conocer el verdadero poder de su hijo, incluso cuando aún no ha nacido. Nateshka conocía a tu padre mejor que nadie, lo más probable es que sabía que tu poder sería muy atractivo para él y prefirió esconderte antes que dejar que tu padre te pusiera las manos encima.

—Y que mejor lugar que con los humanos, ¿no? —Nate puso los ojos en blanco.

—No juzgues las acciones de tu madre, niño, solo por eso estas vivo hoy, quien sabe que te hubiera hecho Miqueas de haber conocido de tu existencia antes —Ajax le propinó un manotazo en la cabeza en reprimenda, a lo que Nate tuvo que contener un gruñido de respuesta.

—¿Cómo nadie se enteró del embarazo de mi madre?, ¿cómo pudo ocultarme de todos?

—Tus padres desaparecieron de la faz de la tierra mucho antes de que siquiera nacieras, pensábamos que habían fallecido en nuestro último enfrentamiento. Casi nada sobrevivió a esa guerra y la tienda de campaña que les pertenecía estaba quemada hasta los cimientos, encontramos algunos cadáveres, pero era imposible reconocerlos —un pensamiento revoloteó en su mente de repente.

—¿Gracias a los experimentos de mi padre soy un elfo de sangre? —Byers se encogió ante el sonido muerto de su voz, Ajax solo le apretó el hombro con suavidad.

—No lo creo, si es cierto que el manejo del caos es algo que se hereda en la sangre..., pero, si vemos tú línea sanguínea, toda tu familia ha sido mucho más que sobresaliente. Incluso tu tío abuelo es un guardián, William Dicksson —Nate retiró el plato del escritorio con cuidado y apoyó sus codos sobre este, hundió su cabeza entre sus manos, restregándose el cabello para sacudirse toda la ansiedad que lo estaba sobrecargando.

Intentó asimilar toda la información, conforme se iba repitiendo en su mente. Hace unas horas no tenía familia y ahora conocía a un primo, un tío abuelo y a un padre maniaco sediento de poder, todo era fabuloso.

—Dudo que el poder que adquirió tu padre sea transferible, hasta donde supe sus experimentos solo ampliaron su rango pirómano y no le ayudaron a dominar otros elementos —agregó la directora.

—Miqueas debe tener muchos aliados, incontables para tener tal ejército —masculló sin erguir la cabeza.

—En todo este tiempo es posible que Miqueas haya creado por sí solo un ejército de miles de mestizos, la gestación de un mestizo no son los típicos nueve meses, basta un mes para que llegue a término...

—No solo tiene mestizos, tiene suficientes golems y otras criaturas como para aplastar Caledonia en un día —interrumpió a la directora.

—¿Cómo podrías saber eso? —preguntó.

—Lo vi, es parte de la visión que me mostró el caos en mi segundo día en Caledonia. Y si Miqueas es como dicen que es, no descansará hasta tenerme en su poder —«para convertirme en aquel monstruo de ojos negros» pensó a medida que todas las piezas comenzaban a encajar en su mente.

—No dejaremos que lo logre, sea lo que sea que el caos te haya mostrado ahora eres uno de nosotros, Nathanael y te protegeremos hasta el final —susurró Byers incorporándose—. Esta conversación no puede salir de estas paredes, convocaré a los consejos y autoridades del imperio para informarle las nuevas noticias sobre Miqueas, mientras tanto, debes cumplir con las condiciones que estipulamos —Ajax se puso de pie y Nate no tuvo más remedio que imitarlo—. William ya conoce de tu existencia, de hecho, creo que lo sabe desde el primer momento que te vio. Noah, pues te aconsejo prudencia con él.

—¿Por qué? —la directora hizo una mueca.

—La casa Dicksson se había catalogado siempre por excelencia y poder hasta que Miqueas llegó, digamos de después de ello, Amaya, madre de Noah se ha vuelto bastante..., estricta, en cuanto a su familia se refiere. No sabemos de qué sería capaz si sabe que su hermano tuvo descendencia, Noah podrá mostrarse muy amable, pero desconocemos que tanto hay de su madre en él.

—No parecía muy afectado cuando se enteró, de hecho, se veía más feliz que de costumbre con mi presencia.

—Solo no te confíes, niño, igual estaré contigo veinticuatro siete, yo te cubro.

—¿Algún otro familiar que conozca que viva en Caledonia? —la directora pensó por un momento sin reconocer su sarcasmo a medida que caminaban a la puerta.

—Ethan es primo de tu madre, pero no pertenece a la casa Luke, podrían decirse familiares lejanos.

—Necesito aire —Byers dejó salir una risita incómoda.

—Tendrás suficiente aire durante la reparación de las puertas que destruiste —Ajax le colocó las manos sobre los hombros dándole un pequeño jamaqueo.

—¿Sabías qué soy tan bueno en la carpintería como lo soy con el arco y flecha? —una de sus carcajadas guturales lo envolvió al salir de la oficina.

—Entonces pasaré una noche bastante entretenida.

La directora los detuvo un momento, antes de salir de la recepción que por suerte estaba vacía.

—Sé que has pasado por mucho Nate, pero recuerda que la noche, es más oscura cuando se acerca el amanecer —el aludido pensaba que no era posible encogerse más de hombros por un día, pero aun así lo logró. Su vida se estaba convirtiendo en una serie de sucesos inesperados que llevaban a un solo final..., aquella batalla ensangrentada que vio en el futuro.

Su único objetivo a partir de ese momento era evitar que eso ocurriera, no podía permitirse volver a perder el control, muchas vidas dependían de él como para dejarse vencer.

—Así que ahora serás mi sombra, ¿eh? —le dijo a Ajax, cuando salieron del recinto en medio de miradas curiosas y algunas temerosas.

—Correcto, veinticuatro siete, no te meterás en problemas bajo mi guardia, niño —al divisar la pila de escombros, resultado de su arrebato y Nate tragó en seco.

—Esto nos va a tomar más de una noche —pensó en voz alta.

—Quizás toda la noche, pero no más. Te sorprendería lo rápido que se puede trabajar cuando usamos el caos —al llegar a la puerta, se encontraron con varios elfos con uniformes de seguridad y construcción, Ajax silbó con fuerza logrando que varios de los trabajadores voltearan—. Aquí les traigo una víctima, pueden explotarlo todo lo que quieran, al fin y al cabo, están trabajando a estas horas por su culpa —los elfos lo vieron con cara de pocos amigos y Nate no dudó en maldecir a su niñero en sus adentros—. Vamos, niño a trabajar, después de aquí tenemos que ir a la enfermería para que te disculpes —puso los ojos en blanco y siguió las indicaciones del capataz. 

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