• Veneno •

—¿Por qué será que no me sorprende? Ya lo veía venir—soltó Fabián.

—Lleva a Luna a la casa inmediatamente.

—No, ninguno de nosotros te va a dejar solo—le dije.

—No seas necia. La policía llegará en cualquier momento.

—No nos iremos y punto.

Darek sacó su teléfono y le marcó a su hermano, dándole detalles de lo sucedido y pidiendo que el contacto que tienen en común tomara cartas en el asunto para que lo sucedido no escale a mayores, pero creo que es demasiado tarde. Alguien debió haber visto a esas dos allá arriba y eso puede ser un problema.

Ellas bajaron, encontrándose con nosotros de frente y tenían planeado seguir caminando, como si no nos conocieran, pero fue Darek quien las siguió y nosotros nos fuimos detrás.

—Aléjate de nosotras. No quiero que te involucren, papá— le dijo Valery.

—¿Qué fue lo que sucedió ahí arriba?

Entre ellas dos, la más que se veía preocupada y alterada era Amanda, que no dejaba de mirar hacia el auto y la escena de su madre.

—Papá, yo… —las palabras de Amanda fueron arrebatadas por Valery.

—Yo lo hice. ¿No era ella un problema para ustedes?

¿Acaso la está defendiendo? Su actitud nerviosa denota que tenía algo que ver, pero Darek no insistió más con preguntas.

—Por favor, lleva a tus hermanas y a Luna a la casa. Yo me encargo del resto— le pidió a Fabián.

—Yo no quiero dejarte solo—le dije.

—Por favor, cuida de ellas. Necesitan estar en un lugar seguro ahora.

No pude insistirle más, pues sé que estaba preocupado con todo lo que había sucedido y con la seguridad de sus hijas. No era para menos.

Darek le pasó las llaves del auto a Fabián y él nos trajo escoltadas a las tres. Quizá era por estar en un lugar pequeño, que un olor a sangre en el aire se hizo presente. No sé si es por lo sensible que está mi sentido del olfato, pero nadie más parecía haberse dado cuenta.

Las miré de reojo y, mientras Amanda miraba por la ventana, Valery se veía sudorosa y pensativa. Por la mano que presionaba su costado, me dio la impresión de que estaba herida. No dije nada, pues si ella no había dicho nada, fue por algo. Probablemente no quiere preocupar a Darek y a su hermano.

Estando en la casa, no paraba de dar vueltas en un mismo sitio. Estaba inquieta al no tener noticias de Darek. Cada vez observaba a Valery, pues ella cruzaba mirada conmigo cada cierto tiempo. En ese juego de miradas no iba a perder. No quiso dar detalles a Fabián sobre lo ocurrido, por más que él me insistió.

Me pareció que Amanda y Valery discutieron, pues Amanda desapareció de la vista de todos.

—¿Por qué me miras con esa expresión de lástima? —Valery cortó el silencio.

—Podría sentir cualquier cosa por ti, pero lástima no sería una de ellas. Más que lástima, es curiosidad. ¿Fue tu mamá quien te lastimó?

—Ah, ¿mi cuñada y madrastra, está preocupada por mí?

—A mí me da lo mismo lo que te pase, después de todo, cualquier cosa que te suceda, bien merecido lo tienes.

En sus labios se dibujó una sonrisa.

—Me gusta lo honesta que te has vuelto— se acercó y la respiración se me acortó en el momento que acarició mi barriga con su mano libre—. Mi hermano debe estar tan cómodo ahí dentro. Tiene suficiente espacio para moverse a su antojo.

¿Me está diciendo gorda?

¿Así que ella sabe que este bebé es de su papá, más no de su hermano?

—Deberías atenderte. Estás herida.

—¿Te parezco débil?

—Por más fuerte que seas, batallar sola con una pérdida de sangre no es algo inteligente de tu parte, señorita genio.

—Entonces, si tan preocupada estás, ¿por qué no me atiendes tú? Ese veneno que segrega tu lengua, bajo el odio que me tienes, debe sentirse increíble, tanto en la herida, como entre mis piernas.

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