• ¿Sueño? •
Luna
Era fiel amante de sus embestidas. Me deleitaba verlo entre mis piernas, arremetiendo contra mí sin contemplaciones. Mi cuerpo dejaba de ser mío para convertirse en suyo.
Pero Darek no era el único que aparecía en esa fantasía creada por mi subconsciente. No estábamos solos en la habitación como creí. Ese hombre que por tanto tiempo había anhelado tener, era el mismo que me envolvía con sus apasionados y húmedos besos.
Esa rivalidad entre los dos había desaparecido. En sus ojos solo yo me veía reflejada. Era la única para ellos; hecho que hacía rebosar de gozo mi corazón.
El fuego consumía mis entrañas, por el inmenso y descabellado placer que me generaba besarlos a los dos al mismo tiempo.
Desperté acalorada, bañada en sudor y con ese sentimiento de suciedad y culpa, al haber tenido una fantasía tan inmoral con dos hombres que tienen un lazo inquebrantable entre ellos; padre e hijo.
La alarma de mi teléfono sonaba de fondo, haciendo que volviera a mí.
—Luna, ¿estás bien? — cuestionó Fabián.
Miré a ambos extremos y mis ojos no me cabían en la cara.
«¿Eh? ¿Q-qué está ocurriendo aquí? ¿P-por qué estamos los tres en la misma cama? ¿En qué momento ocurrió esto?».
Jamás me había levantado tan rápido de la cama, llevándome arrastrada la sábana conmigo.
—Yo… no sé qué está pasando aquí. Tengo que ir a trabajar. Iré a bañarme— desaparecí de su campo de visión como si fuera un mago.
No supe cómo reaccionar al verlos a ambos ahí. Debe haber una explicación, pero me rehusaba a recibirla en este momento, luego de haber soñado algo tan enfermo con los dos.
Esa viva imagen atormentaba mi cabeza. Algo que me hacía cuestionarme a mí misma si había perdido por completo la razón.
Por fortuna, cuando regresé a la habitación, ninguno de los dos estaba. Pude vestirme con el uniforme del trabajo y asegurarme de que tuviera todo en orden en mi bolso, antes de bajar las escaleras. Otra vez me topé con ellos. Me dio la impresión de que estaban esperándome.
—Veo que estás mejor—le dije a Fabián, tras ver que no tenía el suero puesto—. Has adquirido color.
—Sí. Ya me siento mejor. Rodni me liberó de esa máquina tan incómoda.
—Que bueno que ya estés mejor.
«Significa que podré irme a casa pronto…».
—¿Cómo pasaste la noche? — cuestionó Darek—. ¿Descansaste?
—Sí— me limité a responder.
—Lo notamos. Bueno, sospechamos que tuviste una buena noche— comentó Fabián.
«¿Qué hay con esa sonrisa de los dos?».
—¿Por qué lo dices?
—Tenemos el presentimiento de que ambos estuvimos presente en tus sueños—soltó Darek.
Mis ojos se engrandecieron.
«¿Qué? ¿Cómo lo saben?».
—No dejabas de decir nuestros nombres.
Abrí la boca como un cascanueces.
—Yo… me voy.
—No puedes irte sin desayunar— Fabián se detuvo en medio.
—No se preocupen. No tengo hambre.
—Debes cuidar de ti misma y de tu salud. ¿Cómo vas a mantener el trabajo si no te cuidas? Si tus defensas bajan, corres el riesgo de enfermarte a menudo. Y no quieres seguir faltando, ¿cierto? —agregó Darek.
Sé que tenía razón, pero me siento tan avergonzada que podría morir.
[...]
Y ahí estaba yo, comiendo con la mirada de esos dos encima.
«¿Qué sucedió tan de repente con ellos? ¿Por qué están actuando tan distinto?».
Este ambiente tan pacífico es raro. No es normal. No logro descifrar qué está sucediendo aquí.
Cuando terminé el desayuno, me puse de pie con intenciones de despedirme rápido e irme, pero ellos me acompañaron hasta la puerta, cada uno en un extremo.
«¿Por qué se están comportando como si fueran mis guardaespaldas?».
Teniendo esos locos pensamientos, sentí el calor de sus labios en ambas mejillas. La repentina acción de ambos me dejaron sin habla y fuera de base.
—Ten un buen día— dijeron al unísono.
«Aún no me he despertado, ¿verdad? Aún sigo soñando disparates».
—Ustedes dos me van a volver loca. No les basta con confundirme cuando estoy despierta, ahora también aparecen en mis sueños para hacerme sentir como una tonta depravada de la peor calaña. Padre e hijo, solo teniendo ojos para mí. ¿En qué mierda estoy pensando? ¿Qué tipo de sueño ridículo, incoherente y enfermizo es este? ¿Y por qué me emociona tanto?
—Luna… estás consciente de que podemos oírte, ¿verdad?
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top