• Reproche •
Oí los pasos de Fabián aproximándose hacia la puerta del baño y tecleé varias veces en el celular para borrar el mensaje antes de que fuera a verlo. Intenté ocultar mis manos temblorosas, pero fue inevitable.
—¿Qué hacías? — se veía muy curioso al respecto y su actitud fue muy sospechosa, es como si hubiera aparecido para hacer esa pregunta.
—Bañándome.
—¿Qué hacías en el teléfono?
—Nada, solo leyendo unos mensajes de mis compañeras de trabajo.
—Me pareció que estuvieras borrando algo. Pásame tu teléfono.
—N-no estaba borrando nada— negué con la cabeza.
—¿Crees que no te conozco lo suficiente como para saber que estás nerviosa? ¿Una conversación con amigas te pone así?
—No entiendo tu pregunta.
—Te estás viendo con alguien, ¿cierto?
En mis adentros supe inmediatamente que ya debía saber algo, aunque no estaba segura si sabía absolutamente todo con detalles.
—Por supuesto que no. ¿En qué momento lo haría?
—Tal parece que has olvidado lo que le ocurrió a tu amiguito.
Sus palabras despertaron cierta incomodidad y trajeron una ola de malos recuerdos a mi mente. Su actitud se volvió extremadamente hostil.
—¿Cómo te atreves a mencionar eso?
—¿Y tú cómo te atreves a querer verme la cara de idiota? Te he estado observando todos estos días. Llegas nerviosa del trabajo. Has estado distante y actuando raro. Ahora estás borrando conversaciones en tu teléfono. ¿Qué me estás ocultando, Luna?
Su actitud da tanto miedo. No creo que sea el momento de contarle. Pareciera que va a explotar en cualquier momento.
—No te estoy ocultando nada. ¿Por qué te cuesta tanto confiar en mi palabra?
—Oí a tus compañeras hablando de que un hombre te estaba llevando almuerzo al trabajo. También recuerdo la conversación que tuvimos, donde hablaste de algo similar. ¿Quién es ese hombre del que tanto hablaban esas mujeres? Porque está bastante claro que no soy yo. ¿Con quién te estás viendo a mis espaldas? ¡Contesta! — levantó la voz y mi corazón saltó un latido del susto.
—Al menos no me grites. Yo… —realmente dudé en responderle, pues las palabras no salían de mi boca por temor a su reacción.
—Por lo visto, no vas a hablar al respecto. Cambias demasiado rápido de hombres. Hasta hace poco tiempo decías que te gustaba, luego ahí fuiste, a buscarte a aquel muerto. Te hiciste la víctima y la afectada por lo sucedido, pero veo que ya lo superaste muy rápido, y claro, por la ayuda de este imbécil. Estuve ahí, dándote la mano, ayudándote durante todo el proceso porque te tuve lástima. Aun así, ¿qué obtuve a cambio de todo lo que pasé? Que ahora vayas detrás de otro.
Sus palabras me hirieron, porque sabía que no era cierto lo que estaba diciendo.
—Me duele que me saques en cara todo lo que hiciste por mí. Pensé que lo hacías de buena fe, porque realmente te importaba, no porque estuvieras esperando algo de mi a cambio.
—Ahí vas de nuevo con la cara de víctima y las lágrimas de cocodrilo. Dime, con quién te estás viendo y no me hagas perder la poca paciencia que tengo, Luna.
—Ya te dije que no me estoy viendo con nadie. ¿De qué otra forma quieres que te lo diga?
—Última vez que te pregunto— me agarró el antebrazo y fue tan fuerte que me estaba lastimando su apretón—. ¿Con quién te estás viendo? — sus ojos destellaban electricidad, pero no la de buena, todo lo contrario, me sentía intimidada y aterrada.
Decirle que es su padre, hará que todo se complique. Probablemente ni me deje explicarle la situación encontrándose así de enojado.
—Te voy a explicar, pero suéltame, me estás lastimando.
—No me interesa una explicación de ti, solo quiero un nombre. Quiero saber quién es el tipo con el que te estás viendo a mis espaldas y por el que tienes el descaro de mentirme y negarlo mirándome a los ojos.
Para poder decirle el nombre, necesito contarle todo primero, pero el miedo que sentía y las punzadas que aparecieron de repente en mi vientre, no permitía que pudiese articular palabra alguna.
Con la mano libre presioné mi vientre y me quejé, pues el dolor como que se estaba esparciendo a varios lugares, sobre todo, en la espalda baja. Era una sensación y dolor extremadamente raro, jamás había sentido algo igual.
—¿Qué? ¿Ahora vas a fingir que estás mal de nuevo para que este idiota vuelva a caer? —su otra mano se posó en mi cuello, haciendo algo de fuerza y, aunque podía respirar un poco, me vi presionada a girar el rostro y apretó un poco más, acortándome en el aire.
Subí mi otra mano y apreté su muñeca, mientras con la otra que llevaba el teléfono intentaba empujarlo por el centro del pecho. Mi celular cayó al piso. Intenté retroceder para buscar aire, pero su mano vino arrastrada conmigo.
—Te di la oportunidad de que estuvieras con ese tal Ramiro. No intervine en tu relación y dejé que te manifestaras, pero en esta ocasión, no pienso quedarme de brazos cruzados. No me importa quién sea ese alguien, no pienso entregarte a él. Así me toque acabarlo.
Dejó ir mi cuello y la tos no pude controlarla. Al fin podía respirar, pero mis piernas se sintieron tan débiles de repente que caí casi de rodillas frente al lavamanos. Sus brazos intentaron apaciguar el golpe, cuando me sostuvieron por la cintura.
Me sentía muy mal. Las punzadas trajeron consigo una especie de calor y presión en el vientre, similar a esos primeros días del periodo. Esa sensación de humedad y calor corrió por mi entrepierna, haciendo que mi mano levantara parte de la toalla, y fue ahí donde vi sangre. Esa sustancia se ha convertido en el pan de cada día. Me sigue hasta en mis peores pesadillas, como si fuera una maldición y un círculo vicioso de nunca acabar.
Lo último que pude ver en mi delirio y con los fuertes mareos, fue la expresión preocupada de Fabián al ver en mis manos residuos de la sangre. Ajeno a eso, solo recuerdo ese punzante y desesperante dolor que recorría apresuradamente mi vientre y espalda baja, haciendo de la oscuridad que me arropó una inmensa agonía.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top