• Bromas •

Cinco gratificantes meses han transcurrido, meses que se han sentido como años. Este trayecto ha estado lleno de grandes cambios, experiencias y lecciones aprendidas. Me encuentro en una etapa de mi vida, donde mi prioridad se ha vuelto superarme en todos los aspectos. 

Aunque todavía me falta mucho por atravesar, me siento realizada. No hay mejor satisfacción que poder costear tus propias cosas, que cumplir esos sueños que tan lejos de alcanzar veías, de tener un lugar al que llamar mi hogar; mío y solamente mío.

Cada vez estoy más cerca de retomar mis estudios. Ahora que estoy mejor parada económicamente, mi idea es estudiar desde la comodidad de mi hogar.

No es la casa más grande y ostentosa del mundo, pero tiene todo lo que necesito y más de lo que en realidad esperaba. Es cómoda, tiene dos cuartos, tres baños y una piscina.

El carro que elegí no es un auto de último modelo, pero me lleva y me trae; eso es suficiente para mí.

Darek ha sido mi guía en esta larga travesía. Es como si hubiera estado por mucho tiempo encerrada en una gigante burbuja, desconectada del mundo exterior. Si no hubiera sido por él, nada de esto sería posible.

Siento que nos hemos acercado bastante en este tiempo. Es algo irónico que nos hayamos hecho amigos, luego de la manera tan peculiar en que nos conocimos.

En realidad, ha sido demasiado bueno conmigo. Es tan amable, me escucha, me aconseja, me busca, siempre está al pendiente de que todo esté bien y que no necesite nada.

No sé si ha sido por eso que, algunas veces, mi corazón late apresuradamente cuando lo tengo cerca.

No he sabido nada de Fabián. Después de aquel mensaje tan tajante, decidí cambiar de número. 

Nuevo número, nueva vida, nuevas experiencias. Esto era todo lo que necesitaba para sentirme bien y encontrarme a mí misma. Me siento como una persona totalmente diferente. Alguien útil, funcional, y sobre todo, completa. 

Esta felicidad que he venido experimentando, a veces me cuesta creer que sea real. Quizá porque por mucho tiempo no me creí merecedora de todo esto. Ojalá esto que siento sea para siempre. No me gustaría regresar atrás, luego de haber conocido lo que es la libertad, la independencia y el éxito.

—Hoy me llegaron estos nuevos paquetes— le dije emocionada, poniendo el teléfono sobre la encimera para mostrarle en la cámara lo que iba desenvolviendo—. Fui a recogerlos después de que salí. Estaba loca por abrirlos. Me siento como un niño en navidad abriendo los regalos.

—Pues ya estamos próximos a navidad. ¿No has pensado en qué vas pedir de regalo?

—Me he portado bien, así que Santa debe regalarme muchas cosas.

—¿No tienes nada en particular? No lo sé, algo que siempre hayas querido tener y nunca tuviste.

—Pues no me viene nada a la mente. ¿Y tú? ¿Qué vas a pedirle a Santa?

—Son demasiadas cosas, pero todas se resumen en una.

—Ah, ¿sí?

—Que me envíe una elfa.

—¿Qué estás diciendo, loco? — me carcajee. 

—¿Qué? No le cuesta nada.

—Tú siempre estás pensando en ese tipo de cosas.

Me pregunto si arregló las cosas con su mujer. Él no me ha hablado de ella. Aunque, si me dejo llevar por las veces que hemos hablado por cámara durante la noche, él ha estado solo en la misma habitación de siempre. Supongo que su ruptura va en serio.

Por fortuna, ni esa mujer ni su hija se han aparecido delante de mí. Le he dado las gracias a Dios de que se han mantenido lejos.

—Este dice frágil. Creo que son las lámparas colgantes de aquí de la cocina— abrí el paquete, encontrándome con ambas lámparas modernas, que sin duda alguna, le darán un toque más elegante y acogedor a la cocina.

Fui en busca de la banqueta y saqué una de las lámparas con sumo cuidado. No pesa tanto, pero me da miedo que se vaya a caer y se rompa. Solo quería probar cómo se vería, si el tamaño era el adecuado y en dónde exactamente iba a ubicarla luego.

—¿No crees que quedan demasiado bajitas? — le pregunté.

—Eres tú quien debe subirse un poco más.

—Siento que tendremos que devolverlas.

—Creo que tienes razón. ¿Por qué no pruebas moviéndola un poco más para el centro? 

—¿Más para el centro? Pero si este es el centro.

—Te sienta bien el Mickey Mouse. Tiene tremenda forma.

Oí su risita traviesa y fue cuando caí en cuenta de la razón. Había olvidado que llevaba un pantalón corto de estar en la casa, con un diseño bastante infantil de Mickey Mouse. Es demasiado cómodo y fresco, por eso lo uso.

—Tienes tanta suerte de no estar aquí o te habría dado un puñetazo, degenerado.

—¿Quieres que te muestre la Mouskerramienta misteriosa? —es la primera vez que le oía reír tanto.

«Es un atrevido sin remedio». Creo que hasta esa parte suya me ha comenzado a atraer.

—Sí, ¿por qué no la muestras y así quedamos a mano? — me bajé de la banqueta, colocando la lámpara dentro de la caja. 

Su risa se pasmó, mientras que elevó su ceja derecha, como si estuviera poniendo en duda mi petición.

—Siempre haces ese tipo de comentarios, ya no sé si los haces en modo broma o porque realmente estás esperando que te contraataque—puse los codos sobre la encimera, observando fijamente la cámara y su reacción—. No estás hablando con una niña, aunque te lo parezca. A mí háblame de frente y dime qué es lo que quieres, porque para mí está bastante claro que algo quieres. Eso de bromas déjaselo a otra, porque conmigo no van. No me hagas perder más tiempo del que ya he perdido. O vas en serio con tus comentarios o mejor te callas.

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