AL ATARDECER [ONE-SHOT]
La vida apesta, así de simple, era lo que yo pensaba hace muchos años atrás. Cuando eres niño piensas que todo a tu alrededor es de color rosa, que nunca en tu vida habrán problemas, que de lo que único que tienes que preocuparte es de tu diversión y nada más que eso.
Sin embargo, cuando vas creciendo, te das cuenta de muchas cosas. Cuando creces te das cuenta, que la vida no es como tú pensabas, te das cuenta, que en realidad la vida puede ser tan cruel como dura y difícil; y más aún simestás solo, o te sientes solo, sin nadie que te ayude a salir adelante.
Así es la vida, difícil.
Siempre decía que vivir era algo que nosotros los mortales no deseamos, siempre pensé que la vida del ser humano es efímera, un fugaz paso por el tiempo. Nacemos, crecemos, nos reproducimos y... morimos.
Nosotros los humanos solo... venimos al mundo, así de sencillo.
Puede ser que tú nacimiento haya sido planeado por tus padres, y ahora vives en una gran casa, rodeado de mucho amor.
Puede ser que tú no hayas sido planeado, y ahora estás viviendo debajo de un puente, o durmiendo en la calle y tú cobija es el cruel frío que azota con fuerza cada noche, así como cientas y cientas de personas en este mundo, tú puedes ser una de esas personas. Fuiste un error... acéptalo.
Puede ser que tú existencia se basó en una violación, y ese secreto nunca te lo van a decir por respeto a tú persona o respeto a tú integridad física y mental; pero siempre ten en mente está pregunta...
¿En realidad mi nacimiento fué planeado? ¿o fué un error?.
Dejé la niñez a un lado y llegué a la adolescencia, una etapa de la vida muy difícil para muchas personas; pero para mí, me dió lo mismo. Nadie lograba cambiar mi forma de pensar, nadie absolutamente nadie lo hacía.
A veces en realidad me sentía muy sola, demasiado sola, me encerraba en el baño de habitación a llorar amargamente, también a cortarme los brazos, las piernas, las muñecas porque el dolor físico ayuda a olvidar el dolor mental.
Desde que comencé a cortarme, usaba ropa que cubría mis brazos, y piernas. No quería que nadie sepa lo que por mi cabeza pasaba.
Ni siquiera a mí mejor amiga Lucy le contaba lo que me pasaba, ella era o mejor dicho es mi amiga; mas sin embargo, nunca le conté lo que me pasaba. Es difícil fingir una sonrisa cuando sientes que todo a tu alrededor está hecho pedazos, ¿saben?.
En la secundaria, las cosas eran muy difíciles para mí, no porque las tareas eran algo del otro mundo, sino que a mí se me hacía muy difícil conversar con alguien y conocerlo.
Las cosas en esa etapa de mí vida fueron complicadas, y yo nunca se los conté a mis padres, esas personas que decían que me amaban porque era su hija.
¿Pero si ellos hubieran tenido a otra me habrían seguido amando como lo hacen ahora?. Lo sé, tenía varios problemas en mi cabeza, mi mundo era algo que hasta el día de hoy no puedo explicar.
Las lágrimas eran algo que solo lo sabía mi almohada, y mi espejo, no dejaba que nadie sepa que lloraba; porque las lágrimas son símbolo de debilidad, las lágrimas al igual que la vida, son solo un fugaz paso por el tiempo, un ciclo sin fin.
Hubo un punto en mi adolescencia que ya no podía aguantar más, las cortadas ya no resultaban, ya no eran nada para mí y cada vez me arrinconaban a tomar una decisión tan dolorosa como absurda. Vuelvo y repito, en esos días no sabía que pasaba por mí mente.
Cerca de mí casa había un puente que yo siempre usaba para ir más rápido a mi secundaria, y su vez regresar de la misma; sin embargo, ese día yo lo quería usar para otra cosa.
Ya me imagino que ustedes debieron de haberse imaginado para que lo iba a usar ¿cierto?. Pues están en lo correcto, era alguien cobarde.
No puedo decir con claridad cuánto tiempo me quedé de pie en el puente, mirando el vacío y como los autos pasaban por debajo del mismo. Puedo decir que habrán sido minutos, largos minutos, a cómo puedo decir también que habrán sido varias horas las que me quedé de pie en ese puente.
Pero de algo si estoy segura, el sol ya estaba poniéndose en el horizonte y podía ver mi sombra con claridad. Observé hacia todas partes para asegurarme que nadie me estaba observando, así que, solté una lágrima que recorrió toda mi mejilla y, sin perder tiempo, puse mis manos en el barandal del puente.
¿Qué pasó después de eso?, muy sencillo, apareció... él, aquel chico que salvó mi vida esa tarde, aquel chico que me observó lo quería hacer y me detuvo, aquel hermoso caballero de cabellos blancos que fué mi salvador esa tarde.
Nunca descubrí como fué que él apareció y me detuvo, solo recuerdo que él evitó mi muerte ese día; sin embargo nunca lo culpé, estaba tan cegada que no pensé bien las cosas.
Recuerdo que él me abrazó con tanta fuerza, que yo no pude evitar llorar encima de su hombro, recuerdo que él me acarició los cabellos y me alejó lentamente del barandal del puente y me llevó lejos de ahí, recuerdo que él me salvó... él me salvó la vida, misma vida que yo quería quitarme.
Recuerdo que él me empezó a hablar con delicadeza, y su voz era muy reconfortante, una voz que ni siquiera mi propia madre poseía. Solo él, con unas pocas palabras logró ayudarme esa tarde y me hizo olvidarme de tomar esa estúpida decisión.
Su rostro, con el ocaso, parecía el de un ángel. No estoy exagerando, sí el destino lo mandó esa tarde para evitar que yo me quite la vida, fué por algo, aunque siempre me voy a preguntar ¿cómo apareció él si yo observé todo el puente y no había nadie pasando cerca de ahí?.
Quizás, la respuesta de esa pregunta es algo que yo no deba saber, y lo único que debo saber es que, a pesar de los problemas que tenemos, siempre habrá alguien que nos va ayudar a salir adelante siempre.
Ahora escribo este recuerdo dentro de mí habitación, ahora soy una mujer de veintiocho años y a mí lado, cubierto con sábana después de haber hecho el amor conmigo, se encuentra profundamente dormido aquél caballero de cabellos blancos que salvó mi vida.
Me enamoré de él, de la persona que salvó mi vida esa tarde, de la persona que cambió mi forma de pensar, de la persona que me enseñó a volorarme como soy, y que siempre estará a mi lado para ayudarme a salir adelante, juntos
Yo siempre le estaré eternamente agradecida por lo que hizo esa tarde conmigo, ahora lo amo demasiado y siempre doy lo mejor de mí para que él sea felíz conmigo.
Porque siempre habrá alguien que nos va ayudar, siempre lo habrá, y tal vez, esa persona será la que nos ayude...
A salir adelante.
Fin...
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