🔺Tristeza🔺
—Tienen que sedarla, será la única manera de lidiar con este episodio — sugirió el doctor Davis, entregándole a Dereck una jeringa que había sacado del bolsillo de su bata.
—Está asustada — aseguré.
—Lo sabemos, pero en el estado que se encuentra, puede herir a alguien más.
—Todos ustedes, salgan de aquí — les dije.
—No hagan ningún movimiento brusco. Saquen de aquí al Dr. Davis ahora.
Los Preston se fueron al frente de las enfermeras y del doctor para cubrirlos mientras retrocedían con cautela. Blair ladeó la cabeza, sin perderlos de vista.
—Blair — le llamé, queriendo llamar su atención.
Ella me miró de vuelta, entrecerrando los ojos y profundizando su mirada.
—Baja de ahí. Aquí nadie te hará daño — me acerqué lentamente, a pesar de sentir que mi cuerpo estaba enviando señales de advertencia.
A pesar de mostrarme serena, por dentro moría de miedo, porque no podía descifrar lo que estaba pasando por su mente en ese momento.
Guardaba la esperanza de tener control sobre la situación y evitar una tragedia, pero es que ella no reaccionaba de otra forma que no fuera enterrando más sus uñas hasta emitir crujidos con ellas.
Pensaba que al acercarme, ella podría reconocerme y reaccionar favorablemente, y así evitar que la sedaran, pero solo pude confirmar que Ian tuvo razón cuando dijo que no me acercara a ella.
Su salto no lo vi venir, pero todo ocurrió como en cámara lenta. Mi cuerpo golpeó el suelo y todo su peso cayó sobre mí. Todavía en estas circunstancias, no podía creer que realmente ella hubiera sido capaz de, no solo sorprenderme, sino más bien levantar sus filosas uñas con el objetivo de intentar arañarme con ellas.
No sé por qué me veía como una amenaza, si en ningún momento le hice nada. La desconocía, una parte de mí se sintió herida y traicionada porque, tal vez en el fondo, no la creí capaz de hacerme algo malo. Y ahí fallé yo. Ese fue mi gran error; confiarme.
De un salto, Ian se la llevó enredada, haciendo que su espalda golpeara la columna. Me levanté de prisa, tratando de reponerme, a pesar de sentir una inmensa tristeza por dentro, por lo que estuvo a punto de ocurrir y por lo que estaba presenciando.
Los Preston tuvieron que intervenir y neutralizarla entre los dos. Ian se encargó de presionar su cuerpo contra la columna, haciendo tanta presión cómo pudo en su cuello y Dereck le inyectó el sedante.
Ella no los observaba a ellos, eso era lo más extraño porque, a pesar de haber intentado soltarse de ellos, su mirada estaba hacia mí, hasta que el cansancio fue intolerable y su debilidad la llevó a dejarse caer.
Una lágrima se deslizó por mi mejilla, fui incapaz de contenerla, el dolor que estaba experimentando en el pecho era más fuerte que yo y me hacía difícil poder respirar. Ella, pese a haber cerrado los ojos, pude notar que en su mejilla también había rastros de una lágrima y por eso me acerqué, hasta ponerme de rodillas al lado de su cuerpo.
—Tranquila, ella se pondrá bien. Esperemos que cuando despierte, sus niveles de estrés y nerviosismo estén bajos — dijo Dereck.
—¿Estás bien? — Ian levantó gentilmente mi rostro y me examinó con la mirada—. Logró cortarte, pero fue leve. Tratemos esa cortada. No queremos que te quede una cicatriz— miró a Blair y volvió a mirarme—. Ella estará bien. Despertará en unas horas y cuando lo haga, espero le confieses que estabas llorando como una Magdalena por ella, así se acabará la rivalidad que hay entre las dos.
—La situación no está para bromas de mal gusto— le dijo Dereck.
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