Tan pronto Adeline salió del estudio, esperé a que Siux soltara toda la información que traía. Me he estado sintiendo impaciente últimamente. Todo lo que tenga que ver con ese corderito me pone así.

Puso sobre la mesa varias fotos de ella en pleno operativo y tomé dos para verlas más de cerca. Ha crecido de todas partes.  Físicamente no ha cambiado mucho, aunque en su mirada se nota a leguas el odio que corroe su alma. Tanta seriedad en un paquete tan pequeño.

Mis ritmos cardíacos se volvieron irregulares de nuevo. Cada vez que ese corderito se cruza por mi cabeza, vuelve mis sentidos sensibles y acalora mi intimidad.

—Leonor Regil; 31 años y divorciada. Lleva trabajando ocho años como agente de la DEA. Ella fue la mujer más joven que ha ingresado a la DEA y superado los obstáculos exitosamente. Posee una reputación intachable. Fue ascendida para trabajar en conjunto con el Agt. Delgado Salvatierra. Carga una lista bastante amplia de criminales. Esta mujer fue quien apresó recientemente a Barbosa. Incautó un cargamento de metanfetaminas con un valor de 1,000 millones. 

Hace tiempo había perdido rastro de ella, pero al parecer, el destino nos ha vuelto a juntar, aunque no de una manera muy grata que digamos.

—Ese corderito es una cosa bárbara. Se ha vuelto una mujer muy astuta, correcta y un hueso difícil de roer, justo como me gustan.

¿Quién diría que esa mujer, es la misma que hace tantos años se orinó encima al tenerme frente a frente?

—Te noto muy interesada en esa mujer. Involucrarse con una agente de la DEA no considero que sea inteligente. Peor aún, con una mujer a quien le arrebataste a toda su familia en una misma noche. Estarías entregándote en bandeja de plata.

—La vida es un riesgo, y estoy dispuesta a jugármela por esa mujer.

—¿Puedo preguntar la razón por la cual tienes tanto interés en ella? ¿Es para añadirla a tu extensa lista de conquistas?

—Ese corderito se ha vuelto salvaje, pero ella y yo tenemos un asunto pendiente.

—¿Y cómo planeas acercarte a ella?

—Tengo mis métodos. No cuestiones nada más.

Desperté temprano como todos los días; luego de asearme bajé a la mesa del comedor, donde se encontraba mi adorada hermanastra para hacerme compañía. Adeline trajo a la mesa el desayuno y humedecí mis labios con el pequeño sorbo que le di a la copa de sangre fresca. Es tan exquisito el aroma que emana de ella, especialmente el sabor dulce que atrapa mi paladar y quebranta el deseo por más. 

—¿Por qué me haces esto, Blair? — mi hermanastra rompió en llanto.

Estaba atada de piernas y manos a la silla, mientras que su cabello despeinado caía dentro del plato.

—¿Podrías dejarme disfrutar de mi desayuno en paz y armonía?

—¡Mamá no te va a perdonar esto nunca!

—Tampoco es que le esté pidiendo perdón a esa vieja.

—Mi madre va a acabar contigo cuando se entere de que eres tú quien me tiene secuestrada.

—¿Qué tal si disfrutas de tu desayuno mientras tanto? No sabes si es el último que tengas y debes tener mucha hambre, ¿cierto?

—No te hagas la graciosa. ¿Cómo se supone que lo haga?

—Muñeca, ¿podrías ayudarle, por favor?

Adeline restregó su cabeza dentro del plato y volvió a levantarla.

—¡Qué te aproveche, señorita! — su tono amable es divertido.

—¿Hace cuánto no disfrutamos de un desayuno en familia, hermanita?

—¡Eres una zorra, debí matarte cuando pude! — sangre se deslizaba de su nariz, haciendo que luciera más horrorosa de lo que ya es.

—Creo que es muy tarde para arrepentirte, ¿no lo crees? ¿Qué tal si comienzas a hablar y me dices quiénes ayudaron a tu madre a encerrarme en aquel lugar por tanto tiempo? ¿Y qué pretendían al momento de hacerlo?

—Eres una perra resentida que todavía hoy te cuesta aceptar lo basura y egoísta que eres. No te ha importado arrastrar a tu propia familia al borde del precipicio con tus malas andanzas. Has manchado nuestra reputación, el apellido que debía estar por lo alto. Pasamos de ser la familia perfecta, a ser vinculadas con una criminal como tú. Nos cerraron todas las puertas por tu culpa.

—¿Por mi culpa? Quienes se empeñaron en desgraciarme la vida fueron ustedes, porque no les fue suficiente con haberme desligado y descartarme de ese núcleo familiar, de esa familia ejemplar y perfecta que aparentan ser frente a la gente, cuando tú y yo conocemos la realidad, sino que también me entregaron a la policía y a esa gente que hicieron de mis mejores años, una maldita pesadilla. Es irónico y hasta ridículo que todavía a estas alturas estén buscando repartir la culpa, cuando todos sabemos que esto que soy, es gracias a todas ustedes, así que no sé por qué se quejan. Iré por la cabeza de tu madre y de cada una de tus hermanas, y las pondré de trofeo en mi cuarto, no sin antes hacerles vivir el mismo infierno al que me condenaron. Lástima que la tuya no podré colgarla, pues serás el regalo especial de tu madre en su cumpleaños.