Salimos con éxito de la cloaca, con un olor bastante nauseabundo encima, que si Maya o mis hijos logran olfatearlo, no me querrán cerca.

Vinimos sin parada al laboratorio. Las enfermeras atendieron con urgencia a Benjamín. Leonor no quiso apartarse ni un segundo de él. Las heridas no fueron muy profundas, al menos lograran sanar, aunque es muy probable que se queden cicatrices.

No he visto a Blair desde que llegamos. No sé si la están atendiendo, pero ella también debe ser atendida. En estos momentos todos necesitamos estar unidos.

Nadie supo darme razones de Blair. Según ellas, ni siquiera la vieron cuando llegamos. ¿Será que se fue? Después de lo que pasó, no puedo culparla, pero no puede separarse de nosotros y menos en ese estado donde por cualquier cosa se transforma.

Examinamos el cuerpo de Benjamín. Parece una máquina. El entrenamiento al que ha sido sometido es brutal. En lo más que debíamos centrarnos era en su cola, no tanto en su aparatosa musculatura. Esa cola es parte de su piel también. Tiene la misma textura y forma que una cola de un roedor. Todo esto confirma mis sospechas. Tal parece que eso es lo que nos hace diferentes. Ellos tres son una mezcla de roedores y murciélagos. Será difícil descifrar qué tipo de especie, pero usando nuestra situación como base, nosotros aún no sabemos tampoco qué somos en realidad. 

Benjamín y Blair están mutando. No sabemos cuándo se detenga ese crecimiento anormal, pero esto puede terminar muy mal si no encontramos una forma de mantenerlos controlados.

—¿Qué sugieres, papá? A estas alturas, este secreto saldrá a la luz muy pronto.

—No podemos permitir que eso suceda. Estaríamos poniendo en peligro a nuestras esposas y mis nietos.

—¿Qué propones?

—No lo sé. No quisiera que tuvieran que vivir en las sombras como nosotros, pero es inevitable. Tu abuelo le desgració la vida a muchas personas. Me he visto reflejado en ellos, en mi yo del pasado, y siento tanta impotencia, porque quisiera hacer más de lo que puedo, remediar todo lo que él hizo, pero no puedo.

—Encontraremos una solución, papá. No podemos devolverles la vida que tenían, pero está en nuestras manos hacer la diferencia, ayudarles a acoplarse a esta nueva vida, de la misma manera que mi mamá y tú pudieron hacerlo conmigo en sus brazos, y como lo hemos hecho todos nosotros hasta ahora. Ellos tienen miedo, porque se están enfrentando a lo desconocido, por eso tenemos que ayudarles. Sé que con nuestra ayuda, ellos tendrán una mejor calidad de vida.

—Tienes razón. No es momento de perder las esperanzas. Debemos darle la mano al caído — me dio un abrazo y le di varias palmadas en la espalda—. Gracias por alumbrar mi camino y darme la fuerza que necesito. Te amo tanto — hace tiempo no lo oía tan afligido.

—Y yo a ti, papá.

—Lamento interrumpir — escuchamos la voz de Leonor y nos separamos—. ¿Alguno de ustedes dos ha visto a Blair?

—No, no la hemos visto, aunque creo que se fue — le respondí.

—Su gente está ahí abajo. No creo que se haya ido. Debe estar ocultándose como una cobarde, es lo único que sabe hacer.

—Ayúdanos a entenderlas. Todo detalle es importante para ayudarlas — insistí.

—¿Otra vez andas de curioso?

—Quiero entender el porqué hay tanta rivalidad entre las dos.

—Ella mató a mis padres con el pretexto de que eran supuestamente ayudantes y colegas de tu difunto abuelo. ¿Se supone que me siente con ella a tomarme un delicioso café y tener una agradable charla de grandes amigas? Pues no, por nada del mundo pienso perdonarle lo que me hizo. La paz con esa mujer jamás será una opción. ¿Eso responde tus malditas dudas?

No tenía idea de que era algo tan difícil de procesar.

—Ah, ya... — no sabía qué decir—. Lo sentimos, no teníamos forma de saber que eso había ocurrido entre ustedes.

—Iré a buscarla — sin permitir que añadieramos algo más, simplemente abandonó el cuarto.