VII

Quince minutos después, estábamos arribando el distrito de Vinchos. Lo primero que observe, al salir de la limusina fueron los rayos solares que hicieron que cubra con mi mano derecha mis ojos . Con Suri y Ricardo me había despedido antes, pero este último apareció en mi campo de visión, cuando al dar unos cuantos pasos un montón de personas estaba a mi alrededor. Eran seguramente parte del pueblo, por su clásica vestimenta, que rompieron la valla de seguridad. Ricardo estaba como una barra protectora y a la misma trataba de disolver al pequeño grupo.

-Ricardo, déjalos. No son periodistas.

-Su majestad, ¿Esta segura? -volvió a su profesionalismo.

-Si, necesito contactarme un poco con la gente del pueblo.

Hizo una serie de señalizaciones, con los otros agentes que ya habían llegado y pudieron dejar que me comunicara un poco con ellos.

Al instante varias manos estaban tratando de tocarme, recibí algunos jalones de mi ropa. Algunos trataban tomarse alguna foto, y otros de entablar alguna conversación. Entre el ajetreo, sentí que una mano pequeña jalaba mi pantalón, tuve que bajar la mirada para encontrarme con una pequeña niña que pedía que la cargara. Busque por todos los lados, si existía una madre o padre desorientado que la buscara. Todos estaban más encimados que les prestara un poco de atención. Decidí cargar a la pequeña, que me abrazo al estar en mis brazos. Era extraño recibir afecto de una persona desconocida y más de una niña. No tenia sobrinos, y menos hijos. Mi contacto con los niños, era con algunos que tenía el comportamiento como uno y los actores infantes de las series. Las personas al ver este acto, retrocedieron un poco, dándome espacio. Se escucharon varios flashes, que hicieron que oculte en mi pecho el rostro de la pequeña. Busque con la mirada a Ricardo o algún agente, para que actúen rápidamente. Parecieron que entendieron mi mensaje, ya que no tuve que señalar a nadie. Se escucho el pedido de refuerzos, que aparecieron de los autos que acompañaban y poco a poco pudieron controlar a la multitud.

La niña, seguía en mis brazos. Eso solo hacía que me ponga mas ansiosa y quisiera no haber hecho esto. No tuve que cargarla mucho, pues dos personas aparecieron, llamando a la pequeña.

- ¡Killi!, ¡Killi!, ¡Killi! – seguramente era su nombre. Lo confirme, cuando ella se desprendió de mis brazos he exigió que les cargaran los que seguramente eran sus padres. Les tendí rápidamente, para evitar que se cayera. Ellos lo acurrucaron, como a un bebe. Me era incomodo estar estorbando un encuentro familiar. Me recordaba a lo que perdí. A la fría familia para los medios, y la más gozosa y dichosa cuando estábamos solos.

Iba a retirarme, cuando sentí que sujetaban mi antebrazo, en mi huida. Al voltear observe a la mujer, más atrás estaba el que seguramente era su pareja cargando a su hija. Esto no era mi entorno, no podía con tanto contacto. Iba a pedir que me soltara, cuando de improviso me abrazo.

- Sullpay -me agradecía en quechua, mientras lloraba. Le correspondí el abrazo. Pude entender, que a pesar de ser solo algunos segundos que la pequeña se le perdió. Ella se asusto demasiado. Siempre supe que la perdida de un hijo era algo difícil de superar, la mujer que abrazaba se había descompuesto por perder a su hija por unos minutos. ¿Y qué hubiera sido si la perdía para siempre? Mi mente trajo el recuerdo de papá y el abuelo, ellos perdieron a sus hijos, por un momento entendí cuan grande era su dolor.

-Akllasisa, ¿Qué te paso por la cabeza? -las lágrimas salían de mis ojos y no creía que mi mejor amigo, me empezara a juzgar, cuando yo también estoy buscando una respuesta decente a mis acciones.

-Eso es lo que también me pregunto, Enrique. -agradecía que no me podía mirarme al realizar la llamada. -los verdaderos amigos no recriminan, ellos entienden.

-Tienes razón, pero tampoco ellos apoyan las acciones de las personas que quieren, con el objetivo de "entenderlos" -eso ultimo lo dijo con ironía.

- ¡¿Qué querías?! -grite exaltada. -Acaso creías que iba a nacer mi "instinto" materno al cargar una niña.

-No, eso seria creer que la tierra se va a abrir.

-Tu mismo tienes la respuesta Enrique. -alce un poco la voz. -Recuerda, soy una mujer sin sentimientos. No me exijas algo que no tengo.

-No quería decir eso Sisa, tú eres de esas personas que muestras sus emociones abiertamente.

-Entonces, porque tú y todos me piden algo imposible. Yo no tengo la culpa de estar parada acá. -dije un poco mas calmada.

-Tienes razón, pero decidiste estar ahí sabiendo las consecuencias, y tus actitudes solo nos expones a todos. -Hubo un pequeño silencio, que siempre lo realizaba cuando pensaba un poco de sus siguientes acciones.

-Hoy le hicieron una emboscada a Matilda, unos reporteros. Y le preguntaron si así era el comportamiento de su futura gobernante.

- ¿Qué le dijo?

-Que no te conocía bien, y solo compartían un amigo en común.

-Hizo bien.

-Si, y espero que entiendas y reflexiones un poco Akllasisa.

-Para mi también, esto es difícil.

-No voy a decir que te entiendo, cuando de solo crear en mi cabeza la idea de estar en tu lugar se me pone la piel de gallina.

-Eres un exagerado.

El sonido de la puerta tocando, hizo que me fijara en ella. Grite un simple adelante, mientras separe un poco el teléfono de mi oído. Observe, que entraba a una mujer, que no le había visto desde que tome vuelo en el jet.

- ¿Miriam?

- ¿Quién? -había olvidado que Enrique todavía estaba en línea.

-Luego hablamos, agradécele a Matilda. -no es espere que contestara, le corte inmediatamente. 

Miriam entraba al cuarto con dos maletas en cada uno de la mano. Dejé el teléfono en el sofá, y fui a ayudarla. Ella se negó y me señalo la puerta. Fui directamente a ella, y encontré mi equipaje, en el pasadizo. Lo sujete bien, y entre a la sala con ellas.

- ¿Trajiste todo sola? -pregunte, ella estaba más entretenida mirando el cuarto que me designaron. No iba a negar, que el cuarto era precioso y no solo era por el estilo que solo existía en la casa del abuelo. Sino por la vista, que hacía ver la flora del lugar. Donde los eucaliptos, y ichus eran protagonistas junto con el cielo azul, que solo se observa en el territorio andino y amazónico.

-Miriam, ¿trajiste todo esto, sola? -pregunte nuevamente.

-No, no, no -tartamudeo un poco. -No, me ayudo un joven, señorita -respondió más claramente.

-Si, ya sospechaba. ¿Pero para que todas estas bolsas?

-Ahhh, bueno dame un segundo. -saco algo de su bolso que llevaba colgado su brazo. Era un papel, que lo desdoblo.

-Son vestidos que realizo su prima Killari, libros y algunas cosas que envió su padre. -

No le creí nada. Por lo que decidí, agarrar mi equipaje e irme. Ella todavía tenía la mira fija en el papel, que lo alzo al sentir que me retiraba de la sala.

-El evento de bienvenida va a comenzar a las tres, en un momento le traerán su almuerzo.

Tenia dos horas libres aproximadamente, si no me equivocaba. Y era para mi misma.  

El par de horas se esfumo en arreglar mi escritorio donde iba a enseñar mis clases de la universidad virtualmente y rellenando el librero vacío. Mi renuncia nunca fue aceptada y se me propuso terminar el ciclo, para luego dejar mi carrera como docente. Una parte mía se alegró con ese pronunciamiento, al tener algo que aferrarme de mi vida antigua. La otra creía que era masoquista.

Se me brindo las facilidades, para poder trabajar de esta manera con mis estudiantes y mi padre no puso objeciones que me pasara las tardes en mi cuarto y no realizando mi trabajo, como hija de la familia mas importante del país.

Estaba arreglando los libros que habían traído en las maletas, Miriam. Todos eran alusivos, para un estudiante de Ciencias Políticas. Kuntor los tenia y sabia que papá había jugado un papel en la llegada de estos.

El Príncipe de Nicolás Maquiavelo, fue el primero que coloque en el librero. Curiosamente, ya lo había leído hace varios años. Releerlo, iba a ser menos tedioso. La carrera de arqueología también consistía en la lectura de demasiados libros. Pero existía una diferencia bien grande, yo leía porque en verdad me llamaba la atención y ahora, en parte por obligación.

Terminé de ordenar, y me fui al otro maletín, donde existía otros tomos. Al abrirlo, me encontré con la sorpresa de solo encontrar una libreta cubierta de cuero, que resaltaba a los libros que había adentro, por estar viejo.

Si, era viejo. Tenía ese olor a antiguo libro. Le di una rápida repasada, todo estaba escrito a mano con letra corrida.

Leí lo que encabezaba en una página.

El Perú nace como una nación libre de las manos realistas a tener un gobierno monárquico parlamentario, iniciado desde las primeras rebeliones de los hatun runas, indígenas y criollos, el cual tuvo uno de sus momentos cumbres en la declaración de la independencia nacional el 28 de julio de 1821 en la plaza de armas por el General Don José De San Martín.

En otro párrafo, de una página decía.

Tenemos claro que la población peruana, no está apta para elegir un gobernante (Sin ofender a nadie). Lo vivimos al elegir a las personas partes del parlamento que utilizaron el poder a su favor y no del pueblo. El inca Antay Capac, se volvió el rey de una partida de ajedrez, al estar sujetado a la constitución. Y a pesar que suene absurdo, fue unas de las mejores decisiones que tomaron los del parlamento por las guerras civiles inexistente en nuestro país; algo frecuente en los países recién independizados que limitamos. Ahora tenemos otra clase de guerra, una con los colores de piel.

Era admirable, observar estos escritos que fueron escrito a tinta hace doscientos años aproximadamente. No sabía, como esto había llegado a este maletín, pero si que tenia ganas de leerlo. Seguí leyendo y pude darme cuenta, que todos eran firmados con un seudónimo de ¨Su servidor¨. Deje de leer y mire el techo.

Primeramente, tenía que saber su origen y sabía quién podía darme respuestas. 


Capítulo nuevo:)

En el siguiente, se va ha profundizar la vida de una persona importante para Akllasisa.


....

Capítulo dedicado a AlondraChanez8

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