Una oportunidad
Cassy y yo visitamos la tumba de nuestros padres todos los domingos. Un acto sagrado e impostergable para las dos. No olvidar a Patrick y Amber Cole, nuestros padres. Una hora sentadas alrededor de sus tumbas, haciendo un recuento de nuestras anécdotas como si estuvieran allí y pudieran escucharnos.
Abrigábamos la esperanza que así fuera. En vida, hacíamos lo mismo al final del día, cuando ambas llegábamos al local, yo narraba lo sucedido en la escuela y mi hermana en la universidad. De vez en cuando, Amber Cole, lanzaba algún comentario divertido y todos reíamos.
Cassy, había sacado su lado protector, buen humor y diversión. Yo era más de Patrick Cole, introvertido, de pocas palabras y respetuoso. Durante los primeros años, el pequeño Patrick, era el único que podía vincularse a ese encuentro.
Cuando la familia creció y ya no eran solo Patrick, sino Sergio, Amber y Mika. Decidimos hacerlo sola y dejar a los niños con Sergio. Los fines de semana eran sagrados para él, apagaba los móviles y no recibía visita de trabajo. Sus hijos, esposa, madre y hermano eran su prioridad.
Los Wells Cole, contaban con su propia rutina el domingo, luego de que su madre acudiera al cementerio. Algunas veces, lograban convencerme y nos mezclaban en su rutina. Sergio, esperaba su esposa a la salida del campo santo con toda la tribu, nombre dado sus tres hijos y mujer.
Se iban de camping, pasando todo el domingo lejos del ruido y los compromisos. Eran dueños de una cabaña frente a un lago, alejados del ruido y rodeada de naturaleza. Las distracciones iban desde Pesca, juegos de mesa, exploración y escapada, entre otras muchas actividades. Todas ellas grupales. Las veces que lo hacíamos mi bebé disfrutaba de estar con sus primos.
Menos hoy.
Está sentado desde hace dos horas una enorme roca, con vista al lago. Sin moverse o hacer contacto con sus primos, que han insistido en mezclarle a sus juegos, pero sin éxito.
—¿Has visto algo más raro? —Cassy señala a mi bebé y su voz adquiere un tinte de preocupación.
Una que comparto con ella, Mika ha estado mostrado extraño desde su salida con su padre y esa niña. No ha dado detalles de lo sucedido ese día, no he querido forzar las cosas. El miedo a descubrir que fue rechazado por su padre o sentirse desplazado me hace no hacerlo.
—En estos momentos me hace mucha falta Dan —manifiesto a mi hermana que solo suspira.
—¿Le hará falta? Dan es lo más cercano a un padre que ha estado, ni Sergio logró tanto —mi hermana me mira un instante y suspira fijando sus ojos negros en mí —No piensas igual —señala —tienes tu propia teoría.
Cassy era dueña de un sexto sentido, que rara vez fallaba, sobre todo si se refería a mí o a mi hijo. La muerte de nuestros padres la hizo aumentar su protección y mi embarazo me llevó a tener el título de la menor de sus hijos. Era así como me veía ella y su esposo.
—¿Lissa? —me gruñe, fastidiada —de todas maneras, lo voy a averiguar. ¿Tiene que ver como ese imbécil?
Medito antes de responder, no deseo caer en el mismo error de Akim y buscar culpables. Sin embargo, por más que intente buscar otra explicación, la realidad era esa.
— Es posible que sea coincidencia. —un brillo de peligro se asoma en el rostro de mi hermana, si yo soy casi su hija, mi bebé es su nieto. —Se comporta extraño desde que su padre le presentó a su hermana.
—¿Define extraño Lissa? —Cassy se posa frente a mí, manos en jarras y preocupada. —Lissa —aprieta los dientes y sonrío nerviosa.
—Asi —le señalo a Mika —no es mi bebé, no hay risas, travesuras, escapadas —sollozo y Cassy toma mis manos que sostiene entre las suyas con fuerza —todo este tiempo, le pedí a Dios que mi bebé fuera más calmado —niego, angustiada e impotente por no poder quebrar su caparazón —no sabía lo que pedía Cassy.
Ese día llegó y se lanzó a mi cuello, lugar en el que permaneció hasta quedarse dormido. Su padre, aseguró no saber lo que había pasado, se negó a socializar con la niña y exigió de forma violenta regresar a casa.
—No esperes que esos miserables entiendan de emociones —habla basándonos en los hombres de su esposo —esas cosas para ellos no existen. Son buenos con las armas, pero de sentimientos, cero.
—Tengo miedo de saber los detalles de lo sucedido ese día. —suspiro...
—¿Lo revisaste al llegar? —afirmo y mira a Mika.
Lo hice, al quedarse dormido y de forma exhaustiva para no generar pánico. Al otro día hice preguntas sobre a dónde fue y cuantas personas estaban, pero no hubo mayor diálogo en él. Salir con esa niña causó conflictos en mi hijo, que no me ha querido decir.
—No me gusta. —habla tras escucharme — Es una niña. Sí, pero que creció en un entorno tóxico, maltratador, lleno de vicios —describe afectada —lo que para ella puede ser normal, para Mika no. —niega—no dudo en la buena intención del tal Akim, pero la pequeña necesita de manos expertas.
—Está en psicólogo...
—No es suficiente Lissa, —me interrumpe —¿Has hablado con él? —cuestiona —con el bastardo de su padre —corrige.
—En un par de ocasiones, que han acabado en discusiones...
Me culpa a mí de meter cizaña y fundar enemistades, entre sus hijos. Akim insiste en señalarme del comportamiento de Mika con su hermana. Desde la última salida, se negó a salir con él, por mi intervención acepta recibirlo en casa, siendo él quien le lee cuentos, hacen actividades juntos, pero no ha logrado quebrar la voluntad de su hijo.
—No se lo merece —advierte Cassy —no lo obligues a aceptarlo, no sabemos lo que sucede.
No lo hago y por esa razón soy vista como la mala del cuento. Akim desea que hable con nuestro hijo y le oriente sobre aceptar a Ava. No estoy educando a un hipócrita, confío en mi bebé y si no le gusta la niña es por algo.
—Sergio tiene a la pequeña como hija de ese infeliz —Cassy no disimula el desprecio que le tiene a Akim, siendo sincera no se lo ha ganado —y no seremos nosotros quienes le digamos la verdad.
A Sergio no le gustan los engaños. Sin importar el motivo que te lleve a mentir, Sergio Wells no se lleva bien con las mentiras. Cassy, me ha pedido mantener al margen de lo que sucede entre Akim y Sergio. La misma recomendación la recibí de Dan, en él era más el ambiente de peligro que rodeaba al padre de mi hijo y a Sergio.
—¿Hago mal en enojarme? —mi voz se quiebra en unos puntos y respiro hondo buscando valor —una extraña tiene todo lo que mi hijo necesita y no por dinero. Se escucha mal, lo sé, pero es como lo veo. Ahora esa niña puede estar dañándolo —le aclaro y ella sonríe comprensiva —quizás si sea yo la que le he puesto ese gusano sin darme cuenta.
—No digas tonterías —palmea mis manos y sonríe —nuestro deber es protegerlos, no hay egoísmo en tus acciones. —retira de mi rostro las marcas de llanto y sonríe —conoces a tu hijo, sabes lo que le hiere y lo proteges. Son demasiadas cosas para él ¿Qué tipo de madre serías si no lo cuidas?
Yo he decidido vencer el miedo y acercarme a mi hijo. De camino a la roca, limpio mis manos con la parte trasera de mi pantalón. Aleja la mirada del lago al verme llegar y sonríe al regresar la vista a las aguas calmadas.
—¿Te molesta si te acompaño? —niega haciéndose a un lado. —tus primos van a nadar —señalo el grupo que corre de la mano de sus padres —¿No quieres ir?
—No. —comenta apoyando su cuerpo contra el mio —quiero estar aquí.
—¿Me dejas acompañarte?
—Si —se abraza a mí —puedes.
*****
Se abrió un poco más, pero no fue el mismo Mika de siempre. Mi pequeño se notaba triste y tuve que pedirle a Akim no llegara esa noche. Me hizo miles de preguntas sobre si estaba bien de salud, si lo llevé al médico y volvió a acusarme de ser yo quien creaba su molestia.
—Listo —le digo calzando la pijama y me observa serio —¿Qué sucede?
—Puedo dormir contigo.
—Puedes —respondo en su mismo idioma y sonríe —necesito de un caballero que cuide mis sueños.
Tomo sus manos y le ayudo a dar un salto al suelo firme, que logra mostrar atisbo de lo que era mi hijo. Avanzamos por el pasillo en silencio y con nostalgia noto que regresa a su rostro serio. Al llegar a la cama, retiro la cobija y se instala debajo de ellas.
—¿Mamá?
—¿Sí?
Le cubro con la manta hasta el mentón y antes de retirarme dejo un beso en su frente, pero me abraza contra él impidiéndome alejarme.
—¿Por qué no llevo su apellido?
Alejo mi rostro unos centímetros para poder verlo a los ojos, viendo en ellos miedo. Me siento en la cama de un golpe y me preparo para saber los motivos del comportamiento extraño de mi hijo.
—¿El de tu padre? —me animo a preguntar y sus manos se aferran a las cobijas —¿Mika? —le llamo y alza el rostro —¿Lo preguntas por algo en particular?
—¿Soy su hijo? —mi piel jamás ha ardido tanto como en ese instante.
—¡Por supuesto que eres su hijo! —mi voz sale más brusca de lo normal y él se sobresalta —lo siento cielo —me excuso tomándolo en brazos y dejándolo en mis piernas.
—Soy Cole y Ella es Ava Borch—señala y sus ojos se humedecen. —Ella... —susurra y aprieto su cuerpo contra mí con fuerza —me dijo ... Yo era Mika Cole y ella Ava Borch...
Pequeña arpía... Lo aprieto contra mí sintiéndolo temblar entre mis brazos.
—Tu papá y yo estamos haciendo los documentos para que seas su hijo legal. —le digo tomando su rostro entre mis manos y dejando un beso en su nariz —no necesitas de un apellido para ser un Borch. Eres idéntico a tu padre.
—¿Él me quiere?
—¿Por qué no le preguntas? —lo veo tan indefenso y perdido que duele. —pero estoy segura de que lo hace como yo... más que a su vida.
—Si mueres... ¿Con quién viviré con él?
He logrado quebrar su escudo y lo que sale de allí puedo manejarlo. Es mi hijo, el mismo de siempre, tan o más curioso.
—¿De dónde sacas qué voy a morir?
Medita en una respuesta bajando el rostro y disfrutando de mis brazos. Siempre hemos sido él y yo, contra toda tribulación. La presencia de su padre no cambiará ese vínculo, ni lo dañará.
Todo lo contrario, planeo fortalecer mi relación con mi hijo. Necesito que me tenga confianza ahora que visita a otro lugar, con personas desconocidas para él.
—Estás enferma y los enfermos mueren.
—¿Otra vez Susy? —enarco una ceja intrigada, pero no responde—si tienes una duda, busca a personas que te quieran, a Dan, Sergio, Cassy —le pido.
—Estás enferma, se te caerá el cabello, perderás peso. —describe. —luego morirás, como la abuela de George.
Sus ojos negros lucen perdidos al verme. Centra la mirada en mí y espera por respuesta impaciente. Pensé que había sido discreta al hacer esa llamada, Mika estaba dormido e imaginé no había riesgo.
—No todos los enfermos mueren —le digo y afirma sosteniendo mi mirada. —Yo no estoy enferma, escuchaste mal.
—¿No vas a morir? —insiste con el rostro cada vez más calmado.
—No. —el nudo en mi garganta me obliga a aclararla —Me tendrás por mucho tiempo.
Tengo la certeza que así será y si la vida me tiene otra cosa, hijo no crecerá en un ambiente donde no lo quieran. Dejaré dispuesto el futuro de mi hijo, no deseo que pase lo mismo que con Ava o lo que era peor.
Exponerlo a que viva con ella.
—Yo voy a cuidarte y aportarme bien. No te cansaré y haré todo lo que el tío Sergio me diga —su rostro se ilumina al verme —lo prometo.
—Siempre te portas bien—le aclaro —¿Por eso estás actuando así? —ante su silencio y mirada triste sigo —no quiero que te sientas triste por eso.
—No quiero estar lejos de ti —baja el rostro apenado. —me portaré bien.
Lo aprieto contra mi pecho, mientras le digo que ver a su padre no debe convertirse en un acto doloroso, ni castigo. Mi deseo era que compartiera con su padre y hermana.
—Ella no es mi hermana —responde seguro —no quiero ir más con ellos mami.
—No volverás —le calmo dejando un beso en su frente y aparentándolo contra mí —lo prometo.
Abro los ojos en algún momento de la noche y me encuentro con el cuerpo de mi hijo abrazado a mí, lo dejo con cuidado en la cama y bajo en búsqueda de las medicinas. Sonrío ante la imagen suya abrazando a la almohada y su cabello negro dispersado por la almohada.
Al llegar a las escaleras y empezar a bajarlas, la figura en traje oscuro sentada en el sillón me paraliza en mitad de ellas. Akim tiene entre sus manos una foto de Mika y yo juntos.
— Es solo una niña asustada, no es capaz de dañar a nadie, menos a quien sabe amo...
—Es tu hija y entiendo que la defiendas —le interrumpo —pero resulta que Mika es mi hijo y aquí es donde te toca entenderme.
—Es mi hija—recalca —hermana de Mika y acabará por aceptarlo.
—Busca ayuda Akim —recomiendo —tú solo no serás suficiente. Ava ha sufrido mucho y puede que vea el dolor como normal...
—Ella no es capaz de dañar a nadie, menos a su hermano —resalta levantándose —solo siente temor, imagina que la haré a un lado ahora que estás de regreso...
—No puedo con esto.
Camino a la entrada y abro la puerta sosteniéndola con fuerza. Avanza hacia mí y la cierra apoyando nuestros cuerpos en ella. No puedo corresponder a su abrazo, mi hijo está sufriendo por causa de la pequeña que insiste en proteger.
—¿Estás enferma? —me pregunta cerca a mi rostro —es la segunda vez que Mika pregunta por tu muerte.
—Estoy bien —le enfrento.
—Si lo estás voy a averiguarlo.
—Eres la última persona a quien recurriría de estar muriéndome.
Sonríe al escuchar aquello y acaricia mi rostro con el dorso de su mano, por un instante no dice nada y delinea cada parte de él.
—No me alejes de sus vidas —me pide —por favor Lissa. —busca mi rostro y por un instante es como estar de frente a mi hijo, la misma confusión que vi en él está ahora en su padre. — No tienes idea de cuanto los amo, no deseo perderlos —evado la acaricia mi rostro y siento sus labios en mi cuello.
—Aléjate de nosotros Akim —le ruego.
—No puedo —responde desesperado —tampoco me pidas dejarla sola a su suerte, prometí cuidar de ella hasta que su madre despierte. No me alejes de él...
—¿Escuchaste? —le pregunto empujándolo y se hace a un lado —ella lo ha estado asustando ¿Qué tienes que decir?
—Es mi culpa, le dije que no podía casarme con su madre como lo deseaba, porque amaba a alguien más. —la excusa y retrocedo cuando intenta acercarse. —dame una oportunidad de demostrarles cuan importantes son —pide.
Lo pienso un poco mientras disfruto de su vista fija en mí, por un instante me permito creer que todo se puede entre los dos. Inspiro y suelto el aire buscando una solución a este caos y hallo solo una.
—Solo puedes verlo en esta casa Akim, no te dejaré salir con hijo y esa niña —doy un paso atrás al verle sonreír e intentar abrazarme —no te emociones. —le advierto — Si hago esto es por Mika. Si dependiera de mí, solo muerta volverías a entrar a su vida.
—No digas cosas de las que puedas arrepentirte...
—De lo único que me arrepiento es del padre que busqué para mi hijo —le interrumpo y él solo sonríe por mi enojo. —tomas como travesura lo de tu hija, no ves el peligro...
—Es solo una niña de doce, asustada —insiste.
—Akim tiene cinco —le recuerdo —son siete años y mi hijo viene de un núcleo normal.
—Como si Sergio Wells fuera un ángel...
—Es mejor padre que tú —espeto, hastiada —todos los valores que verás en Mika, son impuestos por los Wells.
—Me gusta lo que veo —entorno los ojos y pasa por mi lado deteniéndose a pocos centímetros de mí —Voy a demostrarte que valgo más que la pena...
—Como digas —refuto —por ahora vete.
Cierro la puerta y paso seguro una vez abandona mi casa. Apoyo mi cuerpo en la puerta, pasando revista por todos lados, buscando el lugar por donde pudo ingresar y al no hallarlo entiendo que necesito la ayuda de un experto.
—Nikolái —susurro al recordar que me dio una tarjeta y se brindó a ayudarme con la seguridad de la casa.
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