Tu apoyo
Mika quiso dormir con su madre, no hubo manera de hacerle cambiar de parecer. Cada día que pasaba, se hacía imprescindible decirle la verdad. Lissa estuvo todo el día con mareos y vómitos, eso lo alarmó a tal punto que la siguió a todos lados. Como era de esperarse, lo intentamos disimular, por momentos fue difícil.
Tuve que recurrir a la ayuda de Nikolái, no podía irme y dejarla en ese estado. Se negaba a molestar a su hermana y yo no era tan miserable. No fue sino al narrar la situación de Lissa, se ofreció a cuidar de Ava y estar al pendiente de lo que James necesitara. Lo único que solicitó fue hablar con Ava sobre lo que estaba sucediendo y vendría en adelante.
Tengo claro que debo hacerlo, pero, antes de cometer alguna estupidez, en necesario buscar ayuda legal. No cuento con más opciones, sino buscar al cuñado de Lissa. Debo hacerlo antes que Stan se dé cuenta de que no le he buscado ayuda y he mentido al decir, tengo todo controlado.
Él volvería a la ciudad mañana, día que darían salida a Emma Frederick y quería estar allí para saludarle. Aprovecharía el momento para acudir a la casa y retirar todo. No hemos podido hablar de lo que hará en adelante, pero ha insinuado que se irá del país.
Nikolái y yo sabemos lo difícil que le resulta todo lo sucedido. Estaba enamorado de Mía e imaginó que era recíproco. Todos lo creímos, la chica se comportaba como si estuviera enamorada, sus ojos brillaban al verlo o cuando cruzaban miradas. Me resultaba increíble que nos hubiera engañado hasta ese punto.
Al llegar a la habitación de Lissa, la imagen me saca una sonrisa. Apoyo los hombros en la puerta y cruzo los brazos. Mika tiene abrazada a su madre por la cintura, ella por su parte una mano en la espalda.
Es un dúo perfecto, al que lo único que le falta es que se una este servidor. Con ese pensamiento regreso sobre mis pies y bajo a la primera planta. Limpio los excesos de la noche anterior y lo lanzo a la cesta de la basura que se muestra repleto, a ella le será difícil sacarlo.
Con basura por fuera, césped cortado y todo controlado en la cocina, regreso a la sala y verifico lo demás. Lissa no está yendo a trabajar, Sergio le ha prohibido hacerlo, sus clientes han sido pasados a otro abogado en tanto ella se recupera. La idea es que al irme, su trabajo sea lo menos posible y descanse.
—Te falta aprender a cocinar. —me reprendo —ganaríamos puntos si le subes el desayuno.
Por desgracia, este tipejo no sabe ni usar la hornilla, sé de culinaria, lo mismo que Nikolái de discreción. De regreso a la habitación, la encuentro despierta e intentando zafarse del abrazo de Mika.
—¿Dormiste bien? —le digo ingresando en la habitación.
—Dormí, y es un logro. —se mofa, me es difícil congeniar con esa broma. —hay que aceptar la realidad.
—¿Necesitas ayuda? —le cambio la conservación, por no querer una discusión tan temprano —¿No debería estar en el jardín? —señalo a nuestro hijo a quien ve sonriente.
Su mirada es tierna hacia él por momentos, en otras tristes o cargada de dolor. No debe ser fácil por lo que está pasando, me resulta increíble que quiera darse por vencida con tantas personas brindándole apoyo.
—¿Lissa? —le llamo al verla retraída y me ve un instante sin responder —¿No hay que llevarlo al jardín? —insisto.
—Hoy no —responde intentando acomodarse, pero el peso de Mika se lo impide. —están haciendo adecuaciones en su piso y los directivos convinieron en que lo mejor era mantenerlos lejos.
—¡Qué sabios! —afirma divertida por su fracaso número dos en salir del abrazo de Mika —Te ayudo.
Lo tomo en brazos y no se mueve en lo absoluto. Por un instante, es como alzar a un muñeco, no había descubierto el sueño tan pesado de mi hijo hasta este instante. Su madre sonríe ante su cuerpo suspendido en total relajación, su cabello ya largo cae sin problemas en el aire. Sus labios están curvados en una sonrisa, aquellos ojos curiosos los cubre largas pestañas y mejillas sonrojadas. ¿Existe algo más bello? Sí, su madre.
—¿Siempre es así?
—Es producto de tantas correrías. —le excusa su madre. —puede tener una orquesta en la habitación y no se despertará. Mika es capaz de dormir encima de piedra caliente.
Al igual que yo cuando estaba en las calles, aquella virtud me sirvió en muchas ocasiones. Fue mi llegada a los Borch Romer, después a los cincuenta la que me quitó aquella virtud Hoy, hasta el ruido de una abeja me despierta.
—Hace falta conocerlo más —ella afirma y se levanta empezando a avanzar, pero un mareo se lo impide.
La atrapo a medio camino del suelo y le brindo el apoyo para llegar al baño. Me permite ayudarle, no hacía rabietas por su falta de fuerzas o enfermedad, aunque si se deprimía. Las veces que se mostraba fuerte era delante de nuestro hijo, a mí me resultaba imposible mantener la compostura o fingir que todo estaba bien.
Su entereza al mostrarse fuerte delante de él era de admirar.
—Te diré todo lo que necesites saber.
Le cuesta caminar, pero se hace a toda su fuerza para hacerlo. Le permito ese gesto, no deseo que se sienta impedida de ninguna manera.
—Por el momento sé que duerme mucho y sus gustos en la comida es casi que los míos.
—No tuve que ver —se defiende y ambos reímos al vernos—su negativa en un comienzo a acercarse a ti o tomar tus manos viene de Sergio —se detiene a centímetros de la puerta y miramos hacia la cama —Patrick, Amber, el pequeño Sergio y Mika, tienen prohibido acercarse a los escoltas, o a cualquiera de su especie.
—¿Asocia tatuajes con ellos? —su madre afirma mordiéndose los labios y viéndome apenada —no tienes que sentir vergüenza, es normal que desees protegerlo. Me encantaría encerrarlo y soltarlo cuando tenga la edad para defenderse.
—Conozco ese sentimiento —habla entre jadeos, producto del esfuerzo que ha hecho —lo he vivido todos estos cinco años.
Llegamos al lavamanos y nos detenemos frente a él, observando nuestros reflejos a través del espejo. Detallo su imagen, ella hace lo mismo y solloza por lo que ve. Sus ojos siempre vivaces, lucían tristes, desprotegidos, su apetito ha bajado y eso le ha hecho perder peso.
—Alguna vez fui hermosa —susurra —joven y bella.
En silencio y pendiente a sus movimientos la veo tomar un peine y verlo. La mano que sostiene la pieza tiembla ligera, le alza y pasa por su cabello. El primer movimiento arrastra pequeños hilos de su melena, que aumenta por cada pasada hasta convertirse en un montículo oscuro que contrasta con el blancuzco del lavado.
Apoya su cuerpo en mi pecho y su llanto empieza silencioso y va aumentando con cada sollozo. En estos momentos tengo claro que lo único que necesita es mi compañía y no sentirse sola, no estoy dispuesto a dejarla caer en el lodo y permanezca allí sin luchar. Puedo darles ambas, el tiempo que lo requiera y si es su deseo para siempre.
—Para mí siempre fuiste, eres y serás hermosa...
—Mientes fatal —solloza tomando el cabello del lavado y empuñándolo entre sus manos —a papá no le gustaba que nos contratáramos el cabello. Decía que era la corona de la mujer.
—Volverá a crecer, más hermoso que nunca—le calmo abrazándola contra mí y lanza un sollozo desgarrador. —eres más fuerte que esto, cielo. No puedes quebrarte ahora que tienes tanto por lo que luchar.
Siento sus arcadas llegar y la llevo al váter en dónde la dejó de rodillas. Recojo su cabello en la nuca y lo sostengo allí, al tiempo que acaricio su cabeza. Musitándole frases esperanzadoras que no logra el objetivo, sino todo lo contrario.
Su cabello de pega a la frente, producto del sudor, su piel palidece y se torna fría. La primera vez que la vi en ese estado, me asusté. Hoy puedo decir que cuento con cierta experiencia, no la suficiente, pero cada día es una aventura.
Voy por una toalla pequeña que humedezco y regreso a ella. Hago esa labor por varios minutos, hasta que logra estabilizarse y me pide ayudarle a levantar. Es un alivio que Mika siga dormido y tenga ese sueño tan pesado. De lo contrario, el bombardeo de preguntas sería del tamaño de su curiosidad.
En esta ocasión no le permito caminar y ni hace el intento, la tomo en brazos y la dejo con cuidado al lado de nuestro hijo. Su piel está tan pálida, que se mimetiza con las cobijas. Mi intento por alejarme es interrumpido por una mano suya sosteniendo la mía.
—No tengo como pagarte.—comenta con la mirada fija en mí y sus labios tiemblan —no hay nada que supere lo que estás haciendo. Sobre todo, con todos tus problemas legales.
—¿Bromeas? —miro a nuestro hijo y sonrió —no importa cuánto haga, siempre te quedaré debiendo. Nuestro hijo es perfecto y todo gracias a ti.
—Las locuras, curiosidad e inagotable son de su padre, de mí heredó la belleza —habla con voz débil.
¡Es perfecto! Grita mi mente al verlo y el orgullo de saberme su padre no lo he podido superar. Permanezco a su lado hasta que vuelve a quedarse dormida, una vez lo hace regreso al primer piso.
****
La llegada de Stan al país vino de la mano de la visita de Carlo y Vladímir. Ambos habían solicitado la dirección de Stan, de quien aseguraron necesitar sus servicios. Irrumpieron temprano en la mañana y se largaron media hora más tarde. Desde entonces, no hemos tenido noticias de los tres e imaginamos están bebiendo todo lo que se le encuentre.
Nikolái y yo, esperamos noticias de los tres, de preferencia una invitación de su parte, sentados en la oficina. Salí a buscar a Ava y siguiendo los consejos de mi hermano, la traje a la oficina. En este instante hace sus deberes en mi escritorio ajeno a la mirada molesta de su tío.
—Logró acceder a las cámaras de vigilancia de Lissa —habla luego de estar lejos de su ella—ha estado vigilando todos tus pasos — su voz es cada vez más fuerte —pobre de ti si llega a enterarse de que vas a casarte con Lissa o planeas vivir con ella en la misma casa... sus celos no son normales.
—¿De qué estás hablando? —lo enfrento y ese gesto le divierte.
—Estás alimentando a un judas ....
El sonido del móvil de Nikolái le obliga a callar y agradezco a quien sea mantenga su boca callada. ¿Es posible que haya estado tan equivocado?
—¿Dónde? —la voz de Nikolái es aguda y un golpe en mi pecho me hace verlo. —Encontraron a Bruna en la casa —me dice al colgar.
—¿Quieres decir...?
—Mía nunca se fue, ha estado secuestrada todo este tiempo.—sigue — ¡James! —el llamado viene acompañado de un trote hacia su oficina, pero este sale antes que logremos llegar a ella —¿Puedes quedártela? —señala a Ava y James alza una ceja, intrigado por el pedido.
—La llevaré con la niñera —corrige —cambié lo que me pediste —intercambian miradas cómplices, al tiempo que yo intento contactar a Stan fracasando en cada intento.
—Si la lanzas al váter y tiras la manija, nos vendría bien. —menciona Nikolái serio.
—Estoy aquí... —se queja ella y Nikolái rueda los ojos.
—Ya quisiera yo que seas un holograma...
No tengo tiempo a discutir con él, de momento nos interesa encontrar a Mía y que Stan se encuentre bien. Más, esto último, debe sentirse fatal...
Me acerco a ella y dejo un beso en su cabeza, que corresponde con una sonrisa.
—Tú y yo tenemos que hablar —le digo tomando su rostro entre mis manos.
—¿El niño y ella…? —comenta molesta.—siempre es ella y él.
—Sobre tu hermano Lissa —le corrijo en tono firme y sosteniendo su mirada.
—Tengo la ubicación, Vryzas va en camino… —me advierte Nikolái detrás de mí —me iré con o sin ti Akim…
Yo tengo una lucha silenciosa con ella, no es posible que después de tanto tiempo no haya aprendido nada. Me niego a permitir que dañe a Mika, solo por celos estúpidos y sin fundamento.
—Lo llamarás Mika y Lissa … —Le advierto — más te vale que aprendas a comportarte… No voy a permitirte un insulto a ellos nunca más…— finalizo dando media vuelta caminando hacia las escaleras en donde Nikolái me espera.
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