Remembranzas
Dejé el auto en el garaje de la casa, con ese gesto quise reafirmar la promesa de volver. Él no confiaba en que lo haría, soy consciente, di motivos para hacerlo. Mi visita en casa de Mika y su madre acabo al llevarlo al jardín.
Recuerdo su pequeña figura caminar por el sendero tomado de la mano de una de las asistentes. Su morral de Superman en sus hombros y una lonchera en una mano, la otra de la mano de la mujer. Se detenía a mitad un instante solo para decir adiós y avanzaba.
Me quedé al lado de su madre hasta que llegó al encuentro con una pequeña de cabello rubio y dos coletas. Una de sus compañeras que me señaló como Susy, la que solía ayudarle con las investigaciones y dudas. Intercambiaron palabras y ambos miraron hacia nosotros, contagió a la pequeña de la misma energía y empezaron a abanicar sus manos en el aire.
Debí estar presente en cada uno de los momentos de su vida.
¿Quién tiene la culpa? ¿Acaso Kai Kanoe al buscar venganza, Aydey Vryzas por querer su libertad o Xen por tapar su desfalco?
¿Qué importa quién fue? Si al final estamos en este punto. Ella enferma, aterrada, nuestro hijo presintiendo que algo le ocultan y yo sin saber cómo lograr que acepte mi apoyo o mi amor.
Lo que primero resulte.
Fue Lissa la que me trajo a la mansión y me dejó en la parte trasera. Observó todo mis movimientos, desde lanzar mi maletín y hasta después hacerlo yo. Suspendido en la pared por un instante, le dije adiós, que correspondió con un movimiento de dedos para finalmente arrancar.
Ingresé a la mansión sin problemas, atravesé el jardín hasta la puerta del servicio que a esa hora estaría vacía para que yo llegara a mi objetivo. Stan y un colaborador, había escrito un mapa que debí memorizar y me sirvió de gran ayuda para encontrar el ático.
Suelto el maletín en un costado del ático y reviso todo el lugar. No hay un dato específico de cuanto dudaré aquí. La idea es que sea solo días, Stan ha estado forzando las cosas para lograr que la mujer salga de su escondite.
Asi lo espero, Lissa y Mika precisan mi compañía, debo buscar ayuda para Ava. La que está recibiendo no es la adecuada y no deseo que salga más herida.
—Aquí vamos.
Una vieja y polvorienta banca de esas que usan los directores de cine llama mi atención. No tengo idea de para qué pudo ser utilizada, de momento, sirve para mi trabajo. Luego de limpiarla lo mejor que puedo, la ubico frente a la ventana, instaló el fusil a un lado y me siento a esperar.
El ático es dos veces nuestro apartamento en Moscú, siendo este sitio más lujoso, cómodo y espacioso. Pese a la utilidad del sito en esta casa, sería una vergüenza comparar hasta los baños. Incluso la cama abandonada en un rincón, sin cobijas y siendo hogar de las arañas, es más decorosa que la nuestra.
Una zona repleta de cajas, con juguetes, ropas, otras con álbumes de fotos y adornos navideños, en todos lados. Parece un cementerio de cosas olvidadas, el tipo de zona en que dejas los objetos para usar un día de tantos y nunca regresas.
Los mientras tantos de toda casa, el de nosotros solía estar en la cocina y repletos de basura.
La vibración del móvil en mi bolsillo me hace detener el arreglo de mi zona y sacarlo. La pantalla se ilumina con el nombre de Vryzas e imagino de quien puede tratarse.
—Papá, no llegaste a dormir anoche —me recuerda en tono de reclamo —te esperé.
—Buenos días —el tono de voz indica reproche y su reacción es soltar una risilla —Te advertí que no lo haría.
—Leí el mensaje —suspira —pero pensé que podías llegar a dormir. ¿Dónde estuviste?
—¿Necesitaba autorización para salir?
—No. —gruñe molesta lo que me hace sonreír —igual lo sé, Nikolái me lo dijo.
Me imagino el tono empleado y el contexto de toda la conversación. Si me dejo guiar por el tono de voz, es posible que le restregara en cara con quien estaba y porque.
—Debo colgar, pero antes de hacerlo deseo que entiendas una cosa —escucho su respiración pesada como respuesta, no le gusta lo que voy a decirle, pero debo hacerlo —Mika tiene tanto derecho como tú a estar a mi lado, a ti te veo todos los días y siempre que pueda, a él no.
—Lo sé —susurra —te voy a extrañar.
—Yo también. Pórtate bien y no des problemas.
—Si papá —cuelgo la llamada viendo las ventanas del lugar.
Camino a cada una y miro el panorama a frente a mí, busco un sitio desde donde pueda ver toda la mansión o gran parte de ella. Y, la encuentro en la esquina norte de la casa. Desde este punto tengo la vista de más de la mitad de la edificación y casi todo el verde que la rodeaba.
En esta esquina, con la imponente mansión a frente de a mí, recuerdo mi paso por Escocia. La mansión Duncan, territorio de los Doyle-Turner, mi primera misión y casi que mi graduación. Ese verde me recuerda a los terrenos de aquel castillo lleno de historia y a lo que tuve la dicha de vigilar.
Cuando conocí a Jazmín Kelly, la hoy esposa de Noah. El hombre que fue mi mentor y a quien le debo en gran medida lo que soy hoy día dentro del grupo.
Flashback.
El ruido de la manija de la puerta me dice que mi compañero de habitación ha llegado. Alejo la vista de la TV y mis ojos chocan con una chica. Cabello de un rubio tan claro que parecen canas, ojos grises, remera blanca, zapatos deportivos y vaqueros. Se sostiene en pie, pero su cuerpo se balancea en zigzag y por instantes parece que va a caerse.
Detrás de ella Noah, que la sostiene por la cintura. No está tan mareado como ella, pero si hay rastros de alcohol en él.
Ingreso la mano a la bolsa de frituras y contemplo la escena, con curiosidad. No es la primera vez que veo mujeres en los lugares en donde dormidos. Del apartamento solían lanzarme a la calle con dinero para ir a comer.
Las que conozco hasta el día de hoy, eran rameras. Una mirada a la mujer frente a mí me dice que no es de esas. Es la primera vez que Noah anda con una dama y eso incrementa mi curiosidad por saber más sobre la chica.
—¿Tú que haces aquí? —pregunta con desdén.
—¿A dónde se supone que iré? —reclamo ingresando una gran cantidad de frituras en la boca —soy tu compañero. —le recuerdo viendo a la chica que me sonríe —soy Akim...
Doy un par de pasos y estiro la mano hacia ella que me la recibe sin problemas. El alcohol es evidente en su cuerpo y por un instante dudo entre auxiliarla o largarme. Misma que se resuelve cuando ella habla.
—¿Cuánto por dejarnos solos?
—No soy una puta —respondo con diversión y Noah me lanza una mirada de advertencia. —no puedes comprarme con dinero.
—¡Largo!
Un consejo que arrastra consigo una amenaza, pero he estado en peores condiciones. Soy visto de forma asesina mientras disfruto de varios bocados de mi improvisada cena. No tengo planeado irme, sin antes haber ganado algunas libras.
—Me encantaría, pero resulta que no tengo efectivo —paso por la garganta gran parte de la comida y voy por más —es mi primer día de trabajo. —le digo a la mujer.
—¡Largo! ...
Retrocedo al ver sus intenciones, me quedo en la puerta sin el propósito de salir. Es ella la que acaba por rescatarme de la furia de Noah, apoyando una mano en su antebrazo. Se detiene ante ese gesto, una reacción anormal para ese miserable que no tiene límites cuando está enojado.
—Gracias... —le digo a la mujer —por no dejarme morir de frío.
—Te acompañaré a la salida...
—No es necesario...
Soy interrumpido y sostenido en el aire por el cuello de mi camisa y arrastrado hasta la puerta del hotel. Ya en los pasillos, saca un par varios billetes de la cartera, los deja en mis manos y aprieta con fuerza.
—Te quiero aquí a primera hora.
Tira de mí hasta que nuestros rostros están cerca y su cercanía ocasiona la claustrofobia de siempre acompañada de un sudor en mi piel y un dolor visceral. Las ganas de vomitar vienen de la mano con un sudor frío que recorre mi espina dorsal.
"—Es noah, tu compañero y casi hermano." Intento decirle a mi mente, que no conoce razonamientos cuando se trata de estos casos.
—No la dejes ir —afirmo en silencio y retiro las manos alejándome de ese espacio tóxico—¡Fuera!
Me alejo a pasos rápidos de él, cada metro de lejanía es aire que regresa a mis pulmones. Llego hasta la azotea del hotel y caigo de rodillas al sentir la brisa fresca nocturna.
—Soy más fuerte de lo que imaginaron, estoy vivo y ustedes muertos. No hay manera que puedan dañarme, todo está en mi cabeza. —repito varias veces. —todo está en mi cabeza, es pasado, está muerto.
Me quedo de rodillas, con las manos en el piso de la azotea y las imágenes de ese día en mi cabeza. Sus risas y bromas, apelativos despectivos, el dolor mezclado con asco.
—No es posible que sigan allí —susurro.
No he logrado, por más que lo intento, retirar esos recuerdos. Hablar con alguien sobre ellos, resultaría incómodo. Además, ¿Quién podría ayudarme y de qué forma?
Una vez tengo el control de mi cuerpo y luego de aspirar una gran bocanada de aire me levanto del piso. Retiro el exceso de tierra y polvo, avanzando hacia un extremo del lugar, para ver la ciudad dormir. A lo lejos puedo ver el Doyle-Turner y me lamento de no traer binoculares.
A la mañana siguiente, fui a la mansión Duncan, me aseguré de que el cuarto que haría de cuidado intensivo estuviera funcional. Hablé con los especialistas y le dieron el visto bueno, hice todo lo que Vryzas me ordenó y regresé al hotel.
A cumplir la misión dada por Noah.
Llegué en el instante exacto en que ella salía, cabello revuelto, ojos brillantes y el rostro de alguien que ha hecho algo malo, pero que no se arrepiente. Por más que lo intenté, me fue imposible hacerla quedarse.
Lo único a rescatar es que le quité dinero, acto que no agradó a Noah, pero no me importó. Sacar provecho de cualquier situación, era una de sus máximas ¿Cómo enojarse de algo que él me enseñó?
A pesar de aquella accidentada noche, Noah fue mi mentor, mi guía y profesor. Pulió mis actos, enseñó trucos y dado que no podíamos salir de la mansión Duncan, se ofreció a ayudarme a afinar mi puntería.
—En este sitio debes ser diestro en algo, mejor que todos —me dijo en cierta ocasión, mientras disimulaba que no veía a la rubia pavonearse con su novio doctor —escalar paredes es bueno, pero tener buena puntería es casi un acto de coquetería que todos amaran en ti.
—¿Seguimos hablando de armas? —pregunto inquieto y su reacción es sonreír, mientras besa el fusil.
—Este es un SVLK-14S, en la actualidad el de mejor alcance —inicia —si logras controlar este, podrás con las demás. Comenzaremos por lo alto e iremos bajando.
Fin del flashback
Lo que siguió fue la primera clase de las muchas que me dio en ese lugar. Esas horas eran la mejor distracción para no pensar en la mujer que a esa hora tenía sexo con el brasilero.
Me aproveché de su dolor y aburrimiento, absorbí toda la información que pude. Al final y luego de un par de años salí graduado gracias a su visto bueno y listo para ir a mi segundo trabajo.
Allí conocería a las dos mujeres que cambiarían el rumbo de mi vida. Con una conocería la mieles del sexo y la otra me enseñaría que era posible acercarme a una persona sin que todo pareciera destruirse dentro mi.
Sin mencionar que me haría padre y hoy día, resultara increíble que alguien tan perfecto e inocente fuera mi hijo. Alejo los binoculares de mi rostro y contemplo la pantalla de mi móvil con una sonrisa.
La imagen de Lissa y Akim dormir adornan mi fondo de pantalla, mi mejor manera de mantenerlos a mi lado y atraer la buena fortuna que su compañía me traerían.
Si de algo estoy seguro es que sería el hombre más rico del mundo con ellos a mi lado.
Y no hablo de dinero.
Dos días después...
Narrador
Cuando Jack Callaghan agonizaba en su casa en Beverly Hills, Jones, su hijo menor, le hizo una promesa. Rescatar a Ava Callaghan Cohen, de las garras de su padre alcohólico y madre prostituta.
Jack Callaghan era propietario de una empresa de transporte (siendo la de navíos su especialidad) y que dejó a manos de su hijo menor ante la inutilidad del primogénito. Jones, recuerda los cientos de veces en que tocaron a su puerta personas que al saber su lazo con Roberth, exigían el pago de lo adeudado.
La diversidad de las deudas iban casi de la mano de su vicio, siendo Zafiro Cohen, quien más gastos le generaba. Una chiquilla de la que se obsesionó y que no hubo poder humano que lograra sacar de la cabeza.
Le triplicaba en edad a la chica, aun así, eso no fue impedimento para qué se declaran enamorados y hasta osaran empezar una relación. Su época de estudiante universitario vino acompañada de los escándalos cuando tras dejarla en gestación la regresó a su padre.
Jim Cohen Cole, un imbécil sin escrúpulos propietario de varios clubes nocturnos que al saber el dinero detrás de Roberth, resolvió todo con un cheque en blanco que su padre firmó sin chistar.
En adelante, fueron muchas las veces que pagó por las tonterías de Roberth e impidió a Jim hacerse a la custodia de la niña. Su padre aseguraba que el sitio correcto para un niño sería siempre en manos de su madre.
Jones lo dudaba, conocía la perra de Zafiro y a los genes que transitaban por sus venas. Fue él quien aconsejó a su padre no ayudar más a Roberth y esperar que la bola de nieve les explotara en la cara.
En su poder reposaba el porcentaje que le correspondía a Ava de la empresa que con esfuerzo ha levantado y la fortuna dejada por Jim Cohen. Recibió gustoso la promesa de ayudar a la pequeña y confiado en lo imbécil que podía llegar a ser su hermano mayor, decidió esperar.
Era un hombre de principios, pero también de palabra y él había dado ambas a los abuelos de la pequeña. Que uno de ellos fuera el hombre a quien le debía todo, hacía de esa promesa un acto especial.
No llegó a intuir que la maldita pelota de nieve lo agarraría al otro lado del mundo, iniciando un negocio con la destilería más importante del reino unido.
El Doyle-Turner.
Llevado por el deseo de prosperar, pero con la promesa intacta, dejó en manos de Jim los arreglos del cuidado de Ava hasta su regreso. La última vez que habló con el abuelo de su sobrina fue para decirle que tenía a la persona perfecta para eso.
La sacaría del hogar por medios legales y cuidaría de ella bajo la fachada de hogar de paso, hasta su regreso. Después de lo cual, comenzaría el proceso legal para la adopción. Jones solo debía enviar una cuantiosa suma para su manutención, que salía de las arcas de Jim.
La muerte de Jim en extraños hechos no lo alarmó, el hombre era complicado y con negocios turbios. Él y su familia decidieron esperar que el contrato estuviera en marcha para regresar. La niña estaba en manos de quien de su cuidador y su esposa e hijos estuvieron de acuerdo, amaban la idea de tener una niña al fin.
Jones se llenó de varones en búsqueda de la anhelada hija que nunca llegó. Después del quinto embarazo y con la llegada de Philips entendió que Dios no le había dado esa dicha.
Su regreso a América fue lleno de sorpresas.
Correspondencia de servicio social que nadie se interesó en reenviar. Varios llamados de la policía por la muerte de Jim, al que no pareció interesar a sus empleados. Lo más delicado de todo....
No hay rastros de quien debía entregarle su sobrina y menos el que tenía a cargo el proceso de adopción. Se sentía el mayor de los imbéciles por dejar en manos de terceros algo que debía solucionar él.
—Esto no puede empeorar —espeta —me han robado de la manera más estúpida y todo por confiar en el infeliz de Jim.
Ahora debe iniciar una correría por todos los apestosos hogares de paso y orar porque su sobrina siga ilesa. Un sitio de esos no es acto para una niña que ha sufrido tanto ¿Por qué no bajó en búsqueda de ella? Perdería un par de días y se la llevaría a Edimburgo.
No. Él puso el dinero como prioridad y hoy lo lamenta.
—En realidad, sí —comenta uno su abogado lanzando a la mesa varios documentos —Ava Callaghan es ahora Ava Borch Romer, hija de Akim Borch. Y aquí es donde necesito que tengas todos tus sentidos receptivos.
—Te escucho —inclina su cuerpo hacia delante, apoya ambas manos en su escritorio y espera datos.
—Mi investigación arroja que llegó al hogar y se hizo pasar por un trabajador social. A la mujer no le dieron el nombre de quien llegaría, solo que era extranjero —suspira y Jones sonríe, un extranjero es fácil de derrotar—Es soltero, tu sobrina vive con él y un hermano. Apellido alemán, rasgos asiáticos, pero su ciudad de origen es de Finlandia.
Jones enarca una ceja, por lo que escucha y está a punto de decir que el retiro de la adopción es como quitarle un dulce a un niño. El tipo se apropió de una identidad falsa para retirar a Ava del lugar y Dios sabe cómo consiguió la adopción de una niña con problemas siendo solteros.
—Sergio Wells es su abogado —la sonrisa en los labios de Jones se esfuma y su abogado afirma —Asi casi lo estás pensando. Lo peor está por venir...
Jones solo atina a apoyar sus manos en la sien al tiempo que se levanta de la silla de un salto. La adopción sería hasta que la madre despertara, en cuyo caso, él seguiría siendo su padre y Zafiro su madre.
—La imaginé muerta —confiesa soltando el aire —merece estar muerta —lo reafirma con fiereza soltando el nudo de su corbata —ella pudo entregarme a la niña, hice varios contactos y siempre se negó. —niega —hasta Jim quiso hacer algo por Ava y nunca quiso.
—¿Qué crees hacer? —le pregunta y se queda en silencio creyendo el próximo movimiento.
Es su sobrina, su sangre que está en manos de extraños, seguro no ha tenido los cuidados que requiere. Cientos de empleados y lujo no mitiga el daño que causaron sus padres.
Abre uno de los cajones de su escritorio y contempla el revolver en su interior. Saca el revolver de la gaveta, la pluma de su saco y deja ambas cosas frente a su abogado, qué aterrado contempla la escena.
—Primero, agotar recursos. Iré por la vía del diálogo y le expondré, lo que se enfrenta si no desiste de la adopción —explica a su abogado que solo tiene ojos para el arma frente a él —ellos tienen las armas, pero yo cuento con esto —alza la pluma y sonríe a su acompañante.
—¿Una pluma? —pregunta incrédulo —no son tipos de diálogo Jones.
— Ellos pueden ser diestros en las armas y demás, pero yo poseo inteligencia. —insiste y el abogado niega —busca empleados despedidos, personal maltratado o retirado—explica.
—¿Exigirás la custodia hasta que su madre muera?
—No.
Desconectará a Zafiro y la enviará al infierno que se merece, le dará a su sobrina el hogar que siempre debió tener y se asegurará esté en óptimas condiciones. Es una Callaghan, su lugar es a su lado y cuando tenga la edad que corresponde estará al frente de la mesa directiva.
—Junto a mí —señala firme.
—Es su hija Jones y ya tienes ese dinero —intenta hacerle entrar en razón —déjala en ese sitio, total, su madre está por morir en cualquier momento. No van a entregarla, olvídate de razonar con esos tipos.
—Allí entra en funcionamiento esto —alza la pluma —el método en que sacó a mi sobrina, la manera insana en la que convivió con dos hombres desconocidos y extranjeros.
—Bien —suspira derrotado abriendo el maletín —lo primero debes demostrar que eres familia, exiges tiempo con ella, pediremos la asistencia de un psicólogo. Si ella fue dañada, lo sabrás. En realidad, lo dudo... —Al ver la resolución en su rostro, su abogado no tiene de otra, más que colaborar.
—Espero cualquier cosa de tipos—comenta preocupado —por ahora, necesito su teléfono. Intentaré un trato justo por la vía del diálogo...
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