¡Estoy vivo!
Después de ver el estado en que salió de la estación, no pude dejarlo solo, tampoco quería estarlo. Lo supe cuando sostuvo mi mano y no la soltó. Nikolái tenía razón al decir que en lo afectado que se encontraba. Intentaba disimularlo, pero su estado de ánimo era evidente. Salimos de la estación a la casa de Akim. Me pidió ir a verla y darle el visto bueno, en vista que no la conocía me ganó la curiosidad, las ganas de apoyarle y acepté. Hermosa era un título que la definía, de dos pisos, seis habitaciones, salón de juegos, estudio, jardines amplios rodeándola, mucho verde y piscina que Nikolái aseguraba no han estrenado.
Bello, acogedor y sobrio, eran palabras que quedaban cortas. Lo extenso de sus jardines fue aprovechado por Mika, que corría de un lado a otro jugando con Dante y Bruna, las mascotas de Nikolái y de Stan. A pocos pasos le seguían los tres cachorros igual de jadeantes que él.
Nikolái, Stan, y Mía, hablan con Jazmín Kelly, la esposa de Noah, con quien parecen llevarse bien. Sentados alrededor de una piscina, disfrutan de un trago, al tiempo que comentan la mala suerte de Akim. Supongo es el tema de conversación, lo era hace una hora.
Minutos atrás, todos estábamos en ese mismo lugar, Noah se llevó el pequeño Terek que se había quedado dormido a una de las habitaciones. Akim lo hizo cuando empezaron a hablar sobre su testarudez y yo busqué la excusa de vigilar a mi hijo para huir.
Si fue o no inocente, no viene al caso. Lo que importa en esta historia es que ella mintió, muy a pesar de todo cuanto hicieron por ella y que él sufre. Akim tiene todo el derecho de sentirse herido y afectado por la acusación. No hizo otra cosa más que ayudarle y el pago recibido, fue letal.
Vigilo la entrada a la casa con el mismo ahínco e interés que a mi hijo. Hace unos cuarenta minutos que ingresó por esa puerta y no ha salido. Desconozco la casa o si es correcto buscarle y ver si necesita ayuda. Gastó bromas con todos, pero se notaba la tristeza.
Una mano se asoma en mi campo de visión sosteniendo un vaso con zumo de frutas. Recojo la bebida sin dejar de ver al último de los hermanos de Akim que me faltaba por conocer. No lleva el mismo apellido, pero todos fueron enfáticos en asegurar que lo era.
—Gracias —inclina la cabeza en silencio y su mirada cae en Mika que se ha lanzado al césped exhausto.
Noah Tarasov, un hombre de pocas palabras, buenos modales y sonrisas limitadas. Se llevará bien con Mika le suma puntos, su adorable esposa y el ángel que tenía por hijo ayudaban a disminuir mis reservas.
—Energía inagotable, igual que la de su padre —aleja la vista de él y se fija en mí —lamento no conocerla antes, puedo asegurar sin temor que es el sentimiento de todos.
—Nadie tiene la culpa.
—Hay un culpable —murmura —es una lástima que ya no esté en este mundo para cobrárselas.
—Todo en este mundo tiene una razón de ser, algunas veces nos resulta imposible de entender.
Tuerce los labios en una mueca divertida y escudriñan mi rostro. Contrario a Stan y pese a tener el mismo comportamiento brusco, sus rasgos son más accesibles. El hermano mayor de Akim, ha tejido en torno a él una capa invisible de difícil acceso.
Noah Tarasov, logra tener un diálogo común, aunque, Nikolái argumenta, su esposa le domesticó y yo le creo.
—Yo sigo sin entender algunos momentos, hay heridas demasiadas profundas y sin sentido. —sigue y afirmo viéndolo sonreír.
—También lo conoció a los siete años ¿En la panadería?
Nikolái asegura que fue en una panadería en donde habían llegado a comer luego de una larga jornada. No tiene claro el día, salvo que fue en un din de año. Con todo estaba cerrado, el único sitio abierto fue una panadería de barrio, con un producto pésimo, pero el hambre que cargaban desconocía de sentido común.
El pequeño chico raquítico que inicialmente confundieron con una niña se les acercó a pedirle comida. El enojo por decirle "Toma princesa", dio paso a la indignación y le lanzó a Stan lo que consideró su mejor golpe. Después de lo cual huyó, no sin antes advertirles que era un varón.
—¿Akim? —me pregunta viéndome un instante afirmar y sacándome de mis recuerdos —Por desgracia lo hice muy tarde.
—¿A qué se refiere? —aleja la vista de mi hijo y me observa en silencio con rostro sombrío.
—Llevaba un par de años conociéndolos a ellos, cuando me conoció a mí. —frunce sus cejas antes de seguir —cinco minutos y le aseguro todo sería diferente para él.
No me molesto en entenderle, me distrae el recuerdo que Nikolái y su relato sobre el primer día en que lo conocieron, la forma en que se hicieron amigos de quien en adelante bautizaron "Lagartija".
Tres calles más adelante lograron atraparlo, lo llevaron a comer y le dieron ropa caliente. Le llevaron hasta donde vivían y le insistieron en que, de necesitar algo, le buscaran. Por varios días se debatieron entre llevarlo a un sitio seguro o dejarlo en las calles. Ambos sitios eran demasiado peligrosos para alguien tan pequeño como él.
—¿Qué tan delicado es lo que tiene? —me pregunta dándole la espalda a mi hijo y me convierto en el centro de su atención y sacándome de mis pensamientos.
—Del uno al diez... Le pondría un ocho —finalizo tras pensarlo.
—Esos dos puntos para el diez, son valiosos doctora Cole —comenta y en sus labios se asoma una sonrisa —está preocupada por él, al igual que sus hermanos.
—Puedo manejarlo—Menciono, positiva y él afirma — ¿Usted no está preocupado por él? —niega y esta vez sí que se asoma una sonrisa.
—Desde mi perspectiva ha ganado más que todos nosotros juntos...
Sin poder entender de nuevo y comprendiendo es un hombre más enigmático de lo que aparenta, decido responder.
—Le recuerdo que sobre él recae una denuncia por abuso. —afirma tomando mi brazo y pidiéndome en silencio avanzar hacia una de las mesas del jardín.
—Que no le considere capaz de ese acto—dice una vez hemos llegado al lugar que desea y me ayuda a sentar—lo buscara en cuanto Nikolái le contó y exigiera los registros del caso, es un lujo que no todos poseen.
El grupo deja de hablar y nos observa un instante al sentarnos lejos de ellos antes de seguir con su plática.
—No entendí la mitad del esfuerzo empleado sobre Ava—confieso— y, acepto, tuve celos en un par de ocasiones. —le confieso y afirma con solemnidad — no lo creo capaz de hacerle daño, adora a esa niña.
—¿Sabe por qué? —mi negativa le hace seguir —se vio reflejado en ella, ayudarle fue como hacerlo así mismo cuando tenía su edad. Siente que le defraudaron, pero también que defraudó a quienes ama. No hay peor enemigo que la mente doctora Cole.
Asegura que al igual que ellos, Akim tuvo una infancia dura y cruel. A ellos la calle nos forjó y endureció, su carácter fue moldeado con los daños. Akim fue rescatado y adoptado como un hermano menor, Stan siempre lo ha visto como un hijo.
Fue el único en ir a la escuela, los idiomas que maneja no fueron enseñados por la calle. Akim asistió a varios institutos en donde se los enseñaron, junto con sus buenos modales. Stan quería hacer con Akim, todo lo que la vida no le brindó. No obstante, siempre adoró ser parte de ellos y tuvo que aceptarlo. Trabajó duro por ello.
—Ve la vida de una manera distinta, intenta ver lo bueno en las personas. —mueve sus manos como desechando un insecto invisible— Stan lo protege desde siempre. No hay nada que Akim no le pida que no se lo dé sin importar que esté o no a su alcance —continúa —Ava Callaghan, fue una de ellas. En este instante, se siente defraudado con ella, pero también con él por no escuchar consejos. Stan no hizo un trabajo gratis solo para recibir una ayuda, que en este instante puede destruirlos a todos.
Entiendo a donde quiere llegar, su comentario lejos de calmarme me aterra. Miro en dirección a Mika que sigue en el césped rodeado de perros y feliz. Busco el sitio por donde debería llegar, pero no lo hace y la voz de Stan me obliga a verle.
—Segundo piso, tercera puerta —sostiene mi mirada y afirma en silencio como si con ese gesto me diera su aceptación —yo me encargo del niño.
—A veces no necesitamos más que una mano para no sentir las nuestras vacías —me dice Noah y es todo lo que necesito para entrar. Una vez dentro escucho los ruidos y percibo el miedo en todos.
Varios empleados van y vienen, la gran mayoría miran hacia las escaleras, asustados por el estruendo. Percibo el ruido de cosas siendo arrojadas al suelo, siendo destrozadas. Acelero los pasos cada que el alboroto se hace más fuerte y llego hasta la habitación que Stan me indicó.
—Akim —le llamo cuando apoya las manos en la pared y destroza el decorado con sus manos. —Esto no es necesario, te haces daño —le ruego dando un paso hacia él.
Es una habitación pintada de rosa y blanco, varias figuras de princesas en sus paredes. En medio de ella una cama en el mismo color, las cobijas, al igual que casi todo el decorado, está destrozado a un costado. Osos, muñecas, libros, adornos y diversos accesorios han sido lanzados allí.
—Lo decoré yo —habla con voz llena de odio —todo lo que merecía mi hijo se lo hice a una desconocida ¿Para qué?
Cegado por la ira camina de un lado a otro destrozando cada cosa que ve en pie. Mis intentos por detenerle son en vano, es como si yo no estuviera allí. Solo él y su dolor. En algún instante lo veo como si lo que está sucediendo va más allá de la acusación de Ava. Es algo distinto, lo que lo tiene fue de control y al borde de las lágrimas.
Me recuerda cuando mis padres murieron, por largo tiempo me negué a hablar sobre ello, pensando que solo estaban de viaje. Llegó el día en que entendí lo sucedido y lloré hasta quedarme sin voz y me negué a salir de casa.
—Por favor, me estás asustando —le ruego apoyando una mano sobre la suya cuando la suya viaja a una de las figuras de las princesas en la pared — estás aquí conmigo.... Akim. —le llamo.
Su mano tiembla cuando las entrelaza con la mía y gira todo su cuerpo apoyándose sobre mí. ¿Cuántas veces no hizo esto conmigo?, abrazarme y consolarme, cuantas de ellas no lo haría con el alma rota y nunca lo supe.
—¿Qué tengo ahora Lissa? —pregunta con voz rota.
—A nosotros, Mika y Lissa —le recuerdo.
Cassy solía mezclarme en su hogar cuando tenía una de esas crisis. Aseguraba que una mente ocupada, era excelente terapia, para mí era más la certeza de ser importante para ella o alguien. Y, por Dios, que ese hombre era fundamental para mi hijo y para mí.
—No me necesitas —habla viéndome a los ojos, derrotado —Stan tiene razón, solo fui el donante, tú tienes todo el logro...
—Tu hermano-padre es un necio que no sabe nada —le reprendo molesta y mi exabrupto le sorprende — Hay muchas cosas que debemos hacer por él, que te exijo hacer —intento que mi voz salga segura —necesitamos buscarle una escuela, me dijeron que está listo para una. Me recomendaron, Trinity School, pero necesito de tú buenos oficios como detective.
Y se queda en silencio escuchando mi repertorio, en el jardín me han recomendado un buen lugar. Sergio y Cassy, se han encargado de todo por ser sus tíos y padrinos.
—Ya tiene un papá que reconoce como tal y es hora de recuperar ese tiempo.
Unos pasos correr y ladridos nos hacen ver hacia la puerta. Mika se detiene en la entrada y contempla todo el sitio con rostro espantado, por un momento duda entre ingresar o no.
—Estábamos limpiando tu habitación —me apresuro a decir —es rosa y el rosa es para niñas ¿No crees?
Ambos nos quedamos en silencio alertas por lo que hará. Al final es Dante el que nos ayuda, Mika ingresa cuando él lo hace, ambos caminan hacia los destrozos. Dante olfateando, Mika recogiendo la cabeza de un oso que toma entre sus manos y observa con curiosidad.
—¿Viviremos aquí? —alza el rostro hacia ambos jugando con la cabeza entre sus manos y le retiro el objeto ante lo perturbador que me resulta.
—Todavía no —me apresuro a decir.
—¿Por qué no? —insiste viéndome confundido.
Carraspeo buscando apoyo en Akim, pero no encuentro ayuda. Le cuesta ocultar sus emociones y observo el esfuerzo que hace para evitar que Mika se dé cuenta de su estado. Por el momento a mi hijo le interesa más los restos de juguetes que la respuesta.
—El tío Sergio y la tía Cassy duermen juntos, eso hacen los papás... viven juntos.
Le divierte la curiosidad en su hijo, sigue en él rastros del dolor que noté antes, pero nuestro hijo logra sacarle de ese ambiente.
—Lo que tu madre quiere decir es que debemos estar casados como lo están tus tíos —se digna a hablar al fin, aunque lo que diga no me ayude.
—En una iglesia —él parece razonar y recordar, cuando hizo llevó los anillos en la renovación de votos. —¿Cuándo?
—Pronto —aprieto los labios y lanzo mi mejor golpe que él evade de forma magistral y me abraza fuerte.
—Se vale soñar Borch.
—El que no sueña está muerto... ustedes acaban de demostrarme que estoy vivo.
Narrador
La idea de contratar a una niñera para Ava era bueno idea, tanto él como su esposa estaban la mayor parte del tiempo por fuera. Aunque, se habían prometido, él y todos, en que sacarían tiempo para integrarla al grupo. Existían instantes en que era necesario una persona que le cuidara y no se sintiera sola.
Lo que le disgustaba era contratar a alguien que trabajó con los Borch, por muy amiga que fuera de la niña o el cariño que según aseguraba se tenían. Hasta el día de hoy y por más que le cueste admitirlo, ese ruso la cuidó bien y si la mujer fue despedida debió existir sus razones.
—¿Por qué dice que fue despedida? —le pregunta viendo su currículo.
—Al señor Nikolái no le agradaba Ava, así que nada que ella quisiera era de su agrado —el comentario no tiene peso, pero no ha hallado algo raro en los registros de la mujer.
—Es necesario alguien que la conozca Jones, estamos ciegos con ella —recomienda su esposa y suspira —no la perderemos de vista, por si tu miedo es que sea una espía o algo por el estilo —susurra en su odio de tal forma que sea solo el quién le escuche y Jones sonríe.
Están sentados en uno de los salones de la casa, no se lo han dicho, pero la permanencia en ese país es solo hasta que logren la custodia y aclaren lo de abuso.
—Si me permiten un consejo, lo mejor sería cambiarla de escuela —habla la mujer manteniendo siempre el rostro bajo —lo digo por el chico griego, su padre y el señor Akim son amigos.
—No lo había pensado —reconoce Jones —la psicóloga recomendó un cambio de ambiente para ella.
El cambio de país le ayudaría, pero no es algo pronto, deberán pasar un par de meses más, mientras ella necesita ir a la escuela, distraerse, tener amigos.
—Su sueño fue siempre ir al Trinity School —sigue diciendo la mujer —pero, su padre nunca quiso, por considerarla a ella poca cosa.
—Trinity School —repite viendo a la pequeña ingresar de la mano de la trabajadora social.
Su rostro bajo y mirada decaída, aún no le permiten que viva con ellos. Primero debe demostrar que es su sobrina y Borch firmar unos documentos. Sostiene en sus manos lo único que trajo de su hogar, un móvil que no suelta en ningún momento, eso y los audífonos.
Lo que sea ve y escucha allí debe ser de vital importancia para ella, por lo que nadie se ha atrevido a quitárselo. Su rostro cambia al notar a la mujer en pie que la observa con una sonrisa.
—¡Llegaste! —grita feliz al verle y ella abre los brazos.
—Te prometí que volvería y aquí estoy.
Él y su esposa observan como todo su comportamiento cambia ante la presencia femenina. A su esposa le agrada el vínculo, a Jones no tanto. La psicóloga le advirtió en tener cuidado con los apegos que Ava pudiera tener.
—¿Ustedes han estado en contacto? —le pregunta.
La niña guarda silencio, la mujer niega asegurando que la última vez que la vio fue cuando fue lanzada a la calle por Nikolái Borch.
Es necesario, buscar al tal Nikolái y corroborar los motivos del despido, también investigar a la mujer que tiene frente a él. De momento, es mejor tenerla cerca y vigilada.
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