Acercamientos

Lo primero que hacía mi bebé al llegar casa, era verificar que el auto estuviera allí, luego de lo cual, se negaba a subir al segundo piso. Permaneciendo asomado en la ventana a la espera de la llegada de su padre. La ternura que producía ver su rostro reclinado en el balcón y alzarse ante cualquier auto que pasaba, era inmensa.

El mismo nivel me producía que su padre no cumpliera.

Día tras día, la llegada a cara era acompañada de un ruego silencioso. Oraba porque el auto estuviera allí o en su defecto, Akim cumpliera. La experiencia y el poco conocimiento a su persona me hacían pensar siempre lo peor.

—¡No está! —Mi temor se materializa frente a mí al escuchar aquellas palabras.

En efecto, el auto de Akim no yace en el sitio en que lo dejó. Mi bebé me mira un instante confundido, acto seguido ve al sitio en que solía estar el auto. No espera que le abra la puerta y el mismo se zafa de las correas saliendo al jardín.

—¿Dónde está? —pregunta instalándose en mitad del jardín manos abiertas—¿Tú sabes mami?

—Tal vez en la empresa lo necesitaban y él le dijo donde estaba—por su rostro pasa la duda y mi corazón se estruja por mentirle.

Afirma caminando hacia la entrada, hombros caídos y arrastre de pies. Está apenas empezando a confiar y adaptarse a la idea de que tiene un padre. Mika no es un niño fácil en cuanto al perdón, tarda en aceptar disculpas. Es posible que sea por su forma de tratar a los demás, él siempre tiene una sonrisa para todos.

Antes, el de ahora no ha logrado superar lo sucedido con Ava, ni la sospecha de que algo sucedía a su madre. Su comportamiento empeoró, volviéndolo un niño nervioso, evasivo y solitario.

—O... —sigo al ver su tristeza —Te tiene una sorpresa —me observa un instante y niega viendo en dirección a la puerta.

En mutismo y sin mover un músculo se mantiene hasta que se abre y cruza la estancia yendo directo a las escaleras. En esta ocasión no se queda conmigo y sube a su habitación, ascendiendo cada peldaño de forma brusca. Mi respiración es densa al verle subir enfadado y derrotado al mismo tiempo.

Akim, debe estar solucionando el problema que tiene con Ava. Estaba allí ese día, Sergio estaba de viaje y me pidió pasar a retirar una documentación. Mi visita coincidió con los abogados. El trato fue amistoso, siendo su presencia informática y no bélica. Esas fueron las palabras que emplearon. Esperaban llegar a un acuerdo con la entrega de la niña. No querían ir a juicio, pero estaban dispuestos a acudir a todas las instancias judiciales para ganar.

Lo peor de todo, es que tenían como hacerlo. Contaban con todo el material disponible y las leyes a su favor, sin mencionar un conjunto de errores por parte de Akim. En lo que no los acompañaba era en querer desconectar a la mujer. Han sido una mujer con tanto sufrimiento que merece una buena y nueva vida.

La niña necesita a su madre, nadie mejor que ella en ayudarle a sanar.

—¿Por qué tuviste que volver a mi vida?

Me deshago de mi bolsa y camino igual de desanimada que mi bebé a la cocina. Suele cambiar el humor con la comida, un omelette con rostro enfadado, sería una solución. También ensalada de frutas con ojos locos. Los ojos son dos cerezas, la nariz un trozo de melón ¿La boca? Con mermelada de fresa.

Las peleas con Susy o cualquier otro de su compañero no se compara con que su padre no cumpliera. Pero, bien vale la pena, intentarlo. Concentrada en subirle los ánimos a me distraigo sacando de la despensa la mermelada, voy por las frutas al refri y al cerrar la puerta...

—¡Cristo! —salto ante la presencia frente a mí. —¡Akim! —protesto.

—No logro calmarlo —señala a nuestro hijo que está colgado a su cuello —lo tomé por sorpresa, no pensé que fuera a reaccionar así.

El Mika que conozco se hubiera repuesto en minutos. Después del susto reiría hasta el cansancio y he intentaría devolver el susto. El de ahora no logro controlarlo. Apoyo una mano en la espalda al percibir un temblor en su cuerpo.

—Fue una broma cariño, de esas que tú haces —le calmo

—No volveré a hacer ese tipo de bromas —se excusa su padre besando su mejilla —lo siento.

—Te dije que podía sorprenderte —comento acariciando su espalda. —y ya vez, te sorprendió mucho. Estás en casa, el tío Nikolái prometió que ningún monstruo entraría con los sensores y cámaras que le ayudaste a instalar.

Saca su rostro del cuello de su padre y lo muestra hacia mí. Poco a poco empieza a calmarse y una sonrisa se vislumbra en sus labios. Soy atraída a ellos por la cintura, gesto que me toma por sorpresa y mi rostro causa una sonrisa en mi hijo.

—No me gusta que sus emociones dependan de tu cercanía —comento en voz baja.

—¿Celos Cole? —alzo el rostro encontrándome con su sonrisa, pero también con la de mi hijo curiosa.

—Miedo, Borch —corrijo zafándome de su agarre, pero sigo cerca a mi hijo.—no eres un hombre que cumpla promesas.

Afirma con rostro solemne y mira nuestro hijo que observa la escena, curioso. Le sonríe y le lanza un guiño, lo que logra sacarle una sonrisa más amplia. Esta vez no se molesta en imitarle y solo ríe.

—Me estás comparando con un hombre que no existe.

Argumenta correspondiéndole la sonrisa a Mika. El enorme parecido entre él y su hijo es tanto, que permanezco en silencio examinando sus similitudes.

—El de este instante, es posible que no sea el más maduro o perfecto. —lo que sigue lo dice en un susurro —pero sí un hombre enamorado de su familia, que está dispuesto a rescatarla. Y pagar el precio que desees.

No pido mucho, lo único que deseo de él es que cumpla lo que le promete, logre estabilizar las emociones en su hija y la pequeña sea vista por expertos.

Me alejo de ambos cuando mi hijo se ha repuesto del susto y exige ser dejado en el suelo. Después de lo cual se lanza escaleras arriba sin decir nada.

—¿Es normal que se asuste? —niego y suspira —¿Desde cuándo? —pregunta cuando se ha perdido de nuestra vista.

—Desde lo de Ava y empeoró con mi enfermedad. —confieso dándole la espalda y dirigiéndome al lavaplatos con las frutas —tienes razón, lo mejor es que lo trate con mi familia.

Cierro los ojos al sentir su abrazo por la espalda. No hace comentarios, lo que le agradezco. Se limita a abrazarme fuerte por largos minutos, hasta que un ruido nos aleja y vemos a Mika con el morral de la tienda de campaña bajar con dificultad.

—¿Qué se supone haces? —le reprendo y sonríe viendo a su padre —No busques abogado, jovencito.

—No es ningún problema para mí...

—Lo mejor es que no se acostumbre Akim —le interrumpo y él baja los hombros —no estarás aquí al despertar, será doble engaño...

—Esta vez vine preparado —señala un rincón de la sala y todos seguimos el camino de su mano —No necesitamos esa, la mía es más grande.

Lo observamos correr en esa dirección, mientras él intenta calmarme. Desea conquistar el corazón de su hijo y lo entiendo, pero no puede mimarlo o darle todo lo que desea. Y se lo hago saber.

—Será una noche de hombres y tú no estarás incluida —aprieto los labios y se encoge de hombros —Por cierto, —saca un sobre de su americana y me lo entrega —Mika Borch Cole, es oficial.

Ajeno a la importancia de ese documento, nuestro hijo abre el enorme morral y se entierra de cabeza en su interior. Solo sus manos se alcanzan a mostrarse sacando cosas cada vez más profundas. Sonríe extasiado como si lo que saca fueran juguetes y no cosas de escalar o acampar.

—Un problema menos —dice cruzado de brazos y apoyándose a mi lado en el buró.

—Lamento lo de Ava y su madre, es horrible pensar en la idea de quererla desconectar. —es todo lo que puedo decir por el momento.

Afirma diciendo que le hizo dos promesas cuando empezó el trámite de adopción. Cuidar de su madre haciéndose cargo a los gastos médicos y protegerla hasta que la mujer despertara. La adopción empezó cuando supo que la niña estaría en lista de adopción y la anotarían para padres extranjeros. No deseaba que madre e hija se perdieran rastros.

Escuchar lo desgarrador que ha sido su pequeña existencia les dan una explicación a sus acciones. Akim solo ha tenido la ayuda de una trabajadora social, la que ha estado al pendiente del caso. No obstante, al ser muchos, es poco lo que la mujer logra hacer y le ha tocado por su cuenta.

—¿Quieres decir que nadie se interesó en ella?

—Hasta donde sé, no. Está bajo tratamiento psicológico, pero pagado por mí.

Entiendo cada vez más el lazo que se ha forjado entre ambos. No da detalles, se limita a asegurar que tienen muchas cosas en común y no fue capaz de dejarla a su suerte.

—¿Qué harías de ser yo? —me mira y niego en silencio —¿Por qué no?

—Buscas a quien echarle la culpa en caso de que las cosas no se den —confieso y sonríe, aunque sin humor —te apoyaré en la decisión que tomes, pero no planeo intervenir.

Mika ha logrado sacar todo el contenido del maletín. Está sentado en medio de arnés, carpa, metales, plásticos y hasta barras de comidas.

—No esperaba menos de ti —habla acercándose a mí y dejando un beso en la frente —¿Cuándo es la próxima cita?

—En cinco días...

—Allí estaré. —promete alejándose de mí y caminando hacia su hijo. —ahora debes ingresar todo eso en el morral. —le riñe y la reacción es intentar escapar —no, no, no.

Lo atrapa en el aire, al pretender correr hacia mí y lo lanza al maletín vacío. Me quedo allí contemplando la escena de ambos reír a carcajadas, Mika saca la cabeza y su padre lo ingresa de nuevo.

En algún instante de sus juegos me arrastran a mí y no sé cómo, ni porque, pero soy víctima de sus cosquillas y besos.

****

—¿Los sabías? —Sergio irrumpe en mi oficina con todo su cuerpo tenso.

—Si me dices que se trata, te puedo dar una respuesta.

Dejo a un lado los documentos que tengo en mis manos y me centro en mi cuñado. Acabo de ver en la oficina a Estanislav Borch, el hermano mayor de Akim. Un hombre al que le temo por el gesto de peligro que lo envuelve. Me imagino su enojo, va por ese lado.

—Ava no es su hija. —el tono que emplea es agudo, se nota que ejerce un gran esfuerzo para contenerse. —¿Lo sabías? —insiste y bufo.

—También que apareció un tío de la niña que intenta desconectar a su madre —se sienta en la silla, desajusta su corbata y retira el botón de su saco.

—Su hermano me pidió que le ayudara.

—Es normal, Akim es la oveja rebelde del rebaño y ellos hermanos sobre protectores. —bromeo, pero no hay respuestas en él.

—Le pedí tiempo para aceptar, necesitaba tu opinión al respecto —juega con la llave del auto distraído antes de seguir —Si no es tu deseo, le recomiendo a otro abogado.

—Es tu cliente Sergio, somos profesionales —le calmo —Eres el mejor —mi comentario le saca una sonrisa y suspiro —Akim quiere a la niña, es apenas lógico que desee cuidar sus intereses y su padre es todo lo que tiene. Lo que insinúa ese hombre con la mujer es una locura.

—Si es lo que deseas y no genera complicaciones, lo haré. —le agradezco inclinando la cabeza— Supe de las cámaras de seguridad — el cambio de conversación es sorpresivo, pero nada raro en él. —¿Puedes confiar en ese rufián?

—Es tu cliente —enarco una ceja, divertida.

—Por eso lo digo —insiste —que ese hombre, sea el tío de Mika de verdad o mentiras, tenga acceso a las cámaras de tu casa, no me agrada.

—Si tu temor es que me vea desnuda, por consejo de él solo la habitación de Mika tiene cámaras —le advierto y sonríe.

—Si eres de las que crees solo se tiene sexo en la cama, te falta mundo —bromea y ruedo los ojos —hablo en serio.

—¿Lo de sexo en la cama o lo de mi privacidad? —pregunto inocente y vuelve a sonreír. —no te preocupes, no ha pasado nada fuera del trato padre e hijo.

—Eso espero y que la clave no caiga en manos de la niña —aconseja —si lo trató de esa forma solo con saber era su hijo, no me imagino de lo que es capaz si los ve socializar.

—No había pensado en eso, la pequeña tiene acceso a todo según entiendo—afirma suspirando. —Cambiaré las claves...

—Es lo mejor.

Durante un largo tiempo guarda silencio y se queda viéndome. Se incorpora, rodea el escritorio, apoya su cuerpo en él cerca de mí y cruza sus brazos.

—Tengo planeado una reunión en casa este fin de semana —habla al fin.

—El cumpleaños de Patrick—recuerdo —¿Por qué reunión y no una fiesta?

—Por qué es muy grande para una fiesta con torta y payasos —rueda los ojos, divertido —pero sigue siendo un niño a la hora de leer cuentos o dormir con nosotros.

—Parece que fue ayer cuando te veías a escondidas con Cassy y yo les ayudaba —el recuerdo nos hace reír a ambos. —te comiste la torta antes de la fiesta.

—Tu padre por poco me lleva a prisión. —guarda silencio un instante y se nota preocupado.

—¿Qué sucede?

—Yo debería hacerte esa pregunta —refuta —es un buen momento para que hables sobre tu enfermedad y tu futuro.

—Sergio...

Sonríe ante mi rostro de pánico y acaricia mi rostro. Y pensar que imaginé estaba haciendo un excelente trabajo en cuanto ocultar lo que tenía. Hasta mi hijo se ha dado cuenta de que algo malo ocurre.

—¿Creíste que podías engañarme? —chasquea la lengua mientras hace un guiño limpiado la lágrima que se negó a ocultarse —eres un libro abierto cielo...

—No fue intencional...

—Imagino que deseabas espacio para aceptarlo y te lo concedí. Has tenido suficiente y no planeo darte un día más. Cassy está preocupada y yo también —niega un instante y lanza un suspiro alejando la mano de su rostro. —Eres lo más cercano a una hija, Lissa, me duele lo que te ocurra. Por eso entiendo que ese desdichado desee cuidar de la pequeña.

—Se ha portado bien con Mika y hasta el momento ha respetado promesas —confieso —es solo el padre de mi hijo, nada más.

—¿Estás segura? —enarca una ceja y bajo el rostro al sentirme expuesta por su sonrisa —si no es así, tampoco importa... Estamos ahí para ti, pase lo que pase.

—Gracias. —le digo tomando su mano que entrelaza con la suya.

Narrador

El reporte de Ava Callaghan, era doloroso, lleno de errores por parte de trabajadores sociales, maltratos, abusos y abandono. Con desnutrición severa, esa condición le hizo tener problemas con el crecimiento y el abuso de su padre, la lleno de temores.

La secuela de ese temor la hizo víctima de Bullying en la escuela. Conociendo a Anker Vryzas, tiempo después y gracias a esa amistad, a Akim Borch.

Su sobrina había estado por siete años siendo víctima de atropello y ofensa por parte de sus padres y familia. Menciona en ese grupo a Zafiro, ella pudo buscar ayuda para su hija en cualquier momento.

¿No pasaba la noche en las calles? Incluso en los primeros días llegó a escaparse del sitio en que la dejaba Robert ¿Por qué no fue hasta donde su padre y le pidió recuperarla? Entiende que no lo buscara, por el odio que ambos se tenían ¿Pero a su padre?

Jones se siente igual de culpable, por esperar a una solución trágica cuando pudo tomar cartas en el asunto antes de tiempo. Su sobrina, esa tragedia la obligó a quedar en manos de un hogar, llena de varones.

Una casa hogar que solo recibía niños, nunca niñas, pero ante la ausencia de un sitio acorde, Ava fue puesta allí. Quiso saber por qué se recibían chicos y los destalles le espantaron. La mujer a cargo del hogar exigía fueran hombres y el rumor que se corría era que su esposo tenía debilidad por las niñas.

—¿Cómo es posible? —se queja al llegar su abogado ese punto —Una bestia así no debe estar a cargo de niños...

—Me encargué de eso —le calma su abogado —el punto es que, se desconoce el tipo de abuso que tuvo en su casa o en ese lugar.

—¿Cuánto tiempo estuvo allí? — exige saber.

—El suficiente para que le agradezcas a ese ruso sacarla de allí —es la respuesta y no le agrada.

Cuanto más detalles tiene de ese ruso con genes asiáticos, menos interés tiene en dejarle a la niña. Ava no ha tenido la ayuda que se espera, psicólogos privados de medio pelo, que muy seguro no tienen idea de todo lo que ha vivido.

—¡Ni siquiera saben el tamaño del daño efectuado por su padre! —golpea con el puño el escritorio —¿Cómo me dicen que fue adoptada? Nunca le brindaron garantías...

—Insisto en que lo mejor es ir al diálogo con Borch —comenta el abogado en tono conciliador y sin sorprenderse del exabrupto de su cliente —ella fue puesta en lista para ser adoptada por extranjeros. Si él no la adopta, en este instante tú podrías estar sin saber nada de ella.

—Quiero tener una reunión con Ava, exijo la presencia de un psicólogo idóneo para ella —hostiga —Con esta información no quiero diálogo, deseo a mi sobrina a mi lado, exijo que le sean reparados todos los daños ocasionados.

—Jones...

—Si él quisiera lo mejor para ella como tanto alardea no pusiera tantos problemas para que yo la vea —reclama ——¡Obedece! —ordena golpeando el escritorio —necesito calmar mi agonía... Una niña dañada en manos de hombres solteros y criminales. —explica compungido —no me gusta nada de lo que he visto en los Borch. 

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