"Splash, splash, splash, splash!" Sakura cantó. Saltó en cada charco en su camino, vestida con su impermeable verde lima y botas de lluvia azul marino, con su paraguas de rana verde en alto sobre su cabeza. Deidara la siguió de cerca con un paraguas transparente que se abrió y descansó con facilidad sobre su hombro.

"Oye, no vayas muy lejos, ¡um!" él llamó.

"O ~ kay!"

Ella soltó una risita por cada charco que pisó manteniendo la distancia de Deidara. No pudo evitar sonreír por lo feliz que estaba retozando en el camino. Los dos iban de camino al pueblo más cercano para abastecerse de medicinas. Resulta que la enfermedad de Itachi se había extendido a los otros miembros. Sasori, que no podía enfermarse, estaba atrapado en la casa tratando de cocinar con un Tobi casi loco por el delirio que le decía qué hacer.

Deidara y Sakura lograron evitar atrapar la infección, y Deidara se enorgullecía de tenerlo durante unos minutos después de salir bajo la lluvia por nunca enfermarse en los últimos quince años. Sakura estaba completamente asombrada.

"Ne, Deidara-san, ¿Ya casi llegamos?" ella preguntó, veinte minutos por el camino.

"Diez minutos más, un. ¿Por qué? ¿Ansiosa por volver a casa, hm?"

"Estoy un poco preocupado. Quiero decir, ¿está bien que Sasori-san esté en la cocina con un Tobi enfermo diciéndole qué hacer?"

Sakura pensó sobre eso.

"Estoy seguro de que Danna estará bien. Lo peor que puede hacer es volar la cocina, hm. Y no creo que él sea tan estúpido". él dijo. Sakura se rió y siguió caminando en casi cada charco que vio hasta que llegaron a la ciudad. El cielo estaba lloviendo en este punto y la mayoría de la gente estaba fuera de las calles para refugiarse en sus casas. Los dos entraron a la tienda más cercana que vieron y rápidamente disfrutaron en el aire caliente del refugio temporal provisto.

"Solo medicina, ¿no?"

"¡Y jugo de naranja y miel!" Sakura felizmente provista. Deidara apartó ambas sombrillas antes de adentrarse en la tienda. Sakura lo siguió de cerca y agarró la manga de su capa para que no se perdiera. Una vez en el pasillo medicinal, Deidara se agachó para examinar los objetos. Sakura aprovechó la oportunidad para jugar con su largo cabello rubio. A él no le importaba.

"Deidara-san, ¿por qué tu cabello es tan largo?" ella cuestionó con curiosidad, "¡Va todo el camino hasta la mitad de tu espalda!"

Cogió una pastillita y la dio vuelta para leer la parte de atrás.

"Siempre he tenido tanto tiempo, un. Me gusta así. Se siente... familiar". Él respondió.

"¿Alguna vez has pensado en cortarlo?"

"Hm... nah. Parece demasiado trabajo". Él admitió. Se paró con un par de botellas de píldoras en la mano y se dirigió a la sección de refrigeración.

"Entonces, ¿podría cortarte el pelo?"

Ella lo miró con la cara más suplicante que pudo reunir. Él lo devolvió con una sonrisa burlona.

"¿Oh? ¿Podrías manejar tanta responsabilidad, hm?" ella preguntó. Sakura asintió furiosamente.

"¡Puedo!"

Deidara sonrió.

"Ya veo, hm. Pero tal vez te deje cuando sé que puedes manejar las tijeras correctamente". Él dijo. Sakura hizo un puchero, pero cedió fácilmente.

" !Bien, Pero tienes que prometerlo!" Exclamó mientras sostenía su dedo meñique hacia él. Él hizo lo mismo, enganchando su dedo con el de ella.

"Lo prometo."

Después de conseguir todas las compras, caminaron hacia la lluvia torrencial.

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"¡Estamos de vuelta ~!" Sakura gritó. Ella y Deidara se quitaron los zapatos y dejaron sus paraguas en la puerta antes de caminar hacia la cocina. Una vez que llegaron allí, Deidara dejó caer la bolsa de comestibles y la mandíbula de Sakura se encontraba abierta.

La cocina estaba completamente borrada.

La estufa parecía haber explotado y los armarios que la rodeaban habían quedado carbonizados. El líquido de aspecto extraño parecía gotear desde el techo y la encimera de granito estaba rajada por la mitad. Sasori no estaba a la vista, y Tobi yacía inmóvil, boca abajo, a poca distancia de toda la escena. Él estaba roncando.

"¡Mira, Deidara-san! ¡Te lo dije! Sasori-san- ¡LA COSA EN EL TECHO SE ESTÁ MOVIENDO!"

Desde ese día en adelante, Sasori no pudo cocinar. Nunca. De nuevo.