章 - 5.

— ¡Ja...!

— ¡Jae—ha!

Antes de que llegara a acercarse, una chica se arrodilló junto a él, con los ojos abnegados de lágrimas, y para su mala suerte, a Mei esa escena le dolió. Le dolió saber que aquel tipo la había olvidado con tanta facilidad.

— ¡¿Mei?!

La joven se vio obligada a aparcar ese dolor, cuando un cuerpo se tiró sobre ella y la envolvió, y juntos cayeron al suelo. Aquel golpe trastornó un poco su cabeza, pero no tardó en aclararse y reconocer la melena blanca del que un día fue su mejor amigo.

— ¡¿Kija?! —exclamó incrédula. De todas las personas que esperaba encontrarse allí, Kija era el último en su mente.

Él nunca abandonaría el pueblo.

El dragón blanco asintió varias veces, arrugando su rostro como un niño, mientras lloraba a moco tendido, muy ilusionado de poder volver a verla.

— ¡Mei! —volvió a exclamar en un llanto fuerte, apretando el cuerpo de su amiga con todas sus fuerzas.

La joven no pudo evitar conmoverse también. Le había extrañado. Había extrañado a Kija, y con todo el cariño que le tenía, lo apretujó también.

—Vaya, nunca pensé verte fuera del pueblo —comentó entre lágrimas, arrastrando los dedos por la espalda de su amigo llorón.

— ¡¿Por qué nunca viniste a verme?! —Kija no tardó en soltar su resentimiento. Sí, estaba muy resentido con su amiga por haber roto su promesa. Había estado tan extasiada con el mundo que se había olvidado de él.

—Ah, bueno... —Mei desvió la mirada, reviviendo aquella herida que le habían causado los del pueblo al alejarla por aquel motivo. La abuela... —Yo, pues... Lo siento, Kija, en verdad quería verte, pero... Sucedieron cosas, y en fin...

—Bueno... —Kija no se mostró complacido con aquello que para él no fue ninguna explicación.

— ¡Kija, nos vamos! —anunció Yoon y sin perder el tiempo corrió detrás de Hak, el que cargaba a Jae—ha. Yona se quedó atrás por un rato, pero al recibir una señal por parte de Kija que le indicaba que se adelantara, siguió a sus compañeros.

—Ve, Kija —Mei se alzó y se sacudió la ropa, viendo después a su amigo, aun en el suelo, al que le tendió la mano —Ja... Tu amigo se veía muy mal —por algún motivo no quiso hacerle saber a Kija que conocía a Jae—ha, porque eso significaría el tener que responder a preguntas que ya no tenían cualquier sentido.

Pretendió alejarse, pero Kija la retuvo sujetándola de la mano y se alzó, mirando ahora directamente a sus ojos. Mei era ligeramente más alta que él, tal y como lo había sido en su infancia. Darse cuenta de ese tonto detalle la hizo sonreír.

—Ven conmigo, Mei —le pidió su amigo con tono suplicante, viéndola con unos ojos cargados de sentimiento, y ella no se sintió capaz de decirle que no, porque también quería quedarse, aunque fuera solo por un rato.

—Está bien —asintió, y casi al mismo tiempo, ambos sonrieron como en antaño. La felicidad que sentían por aquel reencuentro era recíproca.

—Después de que Jae—ha se recupere, te los presentaré a todos —le dijo Kija después de que comenzaran a caminar agarrados de la mano. El dragón blanco hacía que sus brazos se columpiaran y su expresión encantadora causó que el corazón de Mei se calentara.

En verdad lo había extrañado. Demasiado.

—Sí, por supuesto —asintió, en verdad alegre por tener la oportunidad de conocer a las personas que le acompañaban, pese a que se sintiera recelosa por Jae—ha. Sin duda era una mala idea omitir el hecho de que lo conocía, porque sabía que en cuanto despertara le haría saber a todo el mundo y eso resultaría decepcionante para Kija, porque se suponía que Mei y él eran los mejores amigos y aunque habían pasado muchos años desde la última vez que se vieran, quería seguir manteniendo viva aquella amistad.

—Kija —habló después de tragar saliva y aunque quería mirar en otra dirección, no lo hizo. Le miró directamente a los ojos, haciendo que se detuviera —Tengo que decirte algo. La verdad es que yo ya conocía a Jae—ha de antes.

— ¿Eh? —Kija se quedó perplejo. No se esperaba semejante revelación y fue tan inesperada dicha noticia, que ni siquiera se paró a pensar en la historia que Jae—ha les había contado acerca de la mujer a la que amaba.

—Sí, lo conocí en Awa y, bueno, digamos que estábamos empezando una relación, pero se terminó muy rápido. Así que, en fin, fue algo sin importancia —aunque al principio le costó el mencionarlo, ya a la mitad se fue sintiendo más liberada. Sin duda no existía nada mejor que la sinceridad.

Kija por su parte, no pudo ni siquiera balbucear. Mei había tenido que decirle, para que él pudiera relacionar la historia de Jae—ha con la de ella. Que su amor resultara ser Mei era algo que nunca llegó a imaginar.

—Ah... —Se llevó su garra a la cabeza y se la frotó con nerviosismo —Ya veo.

—Sí, pero no fue nada importante —añadió Mei al notar el estado de su amigo y le dio una palmada en la espalda, espabilándolo —Venga, vamos a ver cómo se encuentra.

—Ah, sí —Kija asintiendo y siguió a Mei. Su mirada seguía el constante columpio de la unión de sus manos. Se sentía aturdido, como si le hubieran golpeado en la cabeza y su corazón bombeaba la sangre con fuerza. Era como los pálpitos que sintió el día en que conoció a Yona, pero en vez de en su brazo, los pálpitos sacudían su pecho.

Cuando llegaron a la habitación en donde el grupo se hospedaba, entraron en silencio y vieron que Jae—ha dormía luciendo algo más de color en su rostro, ya que antes estaba muy pálido. Yona dormía en el suelo, junto a él y en su rostro se notaban las marcas que habían formado las lágrimas.

—Ahora ya se encuentra bien —le informó Hak a Kija sin que él preguntara, a lo que el dragón blanco asintió, aliviado, pero aun aturdido y no pudo evitar fijarse en los labios de Jae—ha. Aquellos labios habían besado los de Mei y la idea de que hubiera surgido algo más lo tenía inquieto. No sabía qué pensar ni porqué estaba meditando tanto en el asunto.

Cuando Mei se sentó junto a él, Kija sintió una nueva punzada de dolor en su corazón. No le gustó verla junto a él.

Aunque Hak miró a la desconocida no dijo nada porque no quería molestar a Jae—ha ni a Yona.

Estuvieron en silencio hasta que Jae—ha abrió los ojos.

—No es propio de ti, ojos caídos —Hak no tardó en hablarle con seriedad.

—Lo siento, pero yo era consciente de...

Hasta que vio a Mei junto a él, mirándole, sus labios habían estado estirados en una sonrisa, sin embargo, el solo hecho de verla paralizó su rostro, pero no sus miembros superiores, los cuales utilizó para envolver a aquel ser que tanto había añorado. Su calidez, tacto y aroma hizo que un nudo se formara en su cuello. Fue tan impactante el verla allí, que estuvo a punto de llorar, y aunque Mei sabía que él podría no actuar indiferente cuando la viera, nunca imaginó que la fuera a abrazar de aquella manera, como si quisiera penetrar en su corazón y hacerse con él.

—Mei... —le habló a aquel espejismo que el supuso que había causado la droga que había ingerido —Mei... —la llamó desesperado, sabiendo que los efectos más tarde desaparecían, y ella con ellos.

—Jae—ha, tranquilo —tanto el sonido de su voz como el peso de sus manos posándose sobre sus hombros, hizo que Jae—ha abriera al máximo sus ojos. Mei le miró con dulzura —Tienes que descansar, así que quédate acostado.

— ¡Mei! —ignorando sus palabras, volvió a apretarla entre sus brazos y apoyó sus labios en su cuello, saboreando su piel al tiempo que se llenaba de su esencia.

Esa acción hizo que Mei se ruborizara porque no estaban solos y el tener la mirada de los presentes sobre ellos era de lo más incómodo.

—Jae—ha, en verdad necesitas descansar —volvió a separarlo de ella, tratando de que se recostara.

Pero él no necesitaba de más descanso, apenas la necesitaba a ella, y fue ardiente de añoranza que clavó sus labios en los de ella. Aquel contacto le inflamó el pecho, fue el remedio más potente para la cura del malestar que le había causado la droga.

— ¡Jae—ha! —Mei deshizo aquella unión de inmediato con brusquedad, teniendo muy presente la imagen de Jae—ha irrumpiendo en aquel lugar de mujeres — ¡No vuelvas a hacer eso!

Quiso alzarse e irse de inmediato, pero, aunque estaba débil, el dragón verde la retuvo del brazo con todas sus fuerzas.

—Yo no fui a divertirme con las mujeres —le dijo sin tapujos, sin ningún ánimo de prolongar el momento de decirle la verdad —Solo entré allí porque pensé que de ese modo podría convencerlo de que se uniera a la tripulación —señaló a Hak con el pulgar y él solo arrugó el ceño.

—No tienes que darme explicaciones —A Mei no podía importarle menos el escucharle, porque aquello ya era agua pasada y además siquiera le importaba ya —No pienses que estoy resentida o algo por el estilo, porque te equivocas.

Miró incómoda a todos los presentes, los que les observaban con atención. Incluso Yona ya había despertado y tenía una mano cubriendo su boca abierta. Menudo culebrón había montado allí.

—Ahora lo que tienes que hacer es descansar —le miró con calma, empujándolo con suavidad para que se acostara, a lo que él obedeció. Mei le tapó con la manta y luego comenzó a alzarse, pero Jae—ha volvió a amarrarle la muñeca.

—Descansaré, pero solo si tú te quedas aquí —dijo con una larga sonrisa que hacía parecer que se divertía, aunque en realidad el miedo a que se fuera le estaba consumiendo. Soltarla no era una opción.

—Si piensas que me voy a ir, no es así —Mei depositó su mano libre sobre la que Jae—ha usaba para agarrarla —Voy a quedarme porque hace mucho que no veía a Kija y tenemos muchas cosas de que hablar. De hecho, me ilusiona que yo no sea la única que haya vívido nuevas experiencias y visto otros lugares —miró a su amigo con una sonrisa sincera.

Él había estado carcomiéndose por los nervios todo el tiempo, sintiéndose incapaz de decir algo, así que la sola mención de su nombre le dotó de fuerzas. Fue con grande alivio y alegría que salió de aquella especie de agujero del que no lograba salir.

—Sí, Mei y yo nos criamos juntos hasta los trece años —el mencionarlo le llenó la mente de muchísimos recuerdos agradables —ella era mi mejor amiga, así que me dolió mucho su partida.

—Así que "era" tu mejor amiga —Mei arrugó los labios con tristeza. Aunque en parte era interpretación, no podía negar que le había dolido.

— ¡Sigues siéndolo! —Kija tomó la mano libre de su amiga y la envolvió con las suyas, viéndose tan feliz y puro como un niño.

—Gracias, aunque sé que no he sido una buena amiga —admitió, porque, aunque tenía sus razones, pudo haber ido en contra de todos e ir a verle, pero el dolor que los del pueblo le habían causado también fue un incentivo más para mantenerla alejada.

—No importa, Mei —Kija ni siquiera ya le daba importancia a eso, pues estaba demasiado feliz por haberla vuelto a encontrar.

—Gracias —volvió a agradecer y luego se fijó en Yona. Habían sido tantas cosas, que ni siquiera se había fijado en el color de su cabello; aunque también estaba el hecho de que había estado usando una capucha — ¿Acaso ella es...?

—Sí —afirmó Kija sonriente —Ella es la princesa Yona, la reencarnación del dragón rojo.

—Oh —Mei no se esperaba encontrarse con una chica que se viera tan inofensiva y mucho menos que fuera una princesa —Es un placer, princesa, yo soy Xiang Mei —inclinó un poco la cabeza, pero Yona negó con las manos de inmediato.

—No, no es necesario esas formalidades —sonrió amablemente y luego se alzó para sentarse frente a Mei. No pudo dejar de admirarla. Jae—ha la había descrito muy bien. Sin duda era hermosa, pero Yona no pudo dejar pasar por alto algo más. No era solo su belleza, Mei tenía algo más que asaltaba su atención.

Mei la observó curiosa al verla tan atenta en su persona, pero no tardó en darse cuenta de que no era la única que la miraba con detenimiento, a excepción de Kija y Jae—ha, todos en aquella sala la veían de ese modo.

— ¿No creéis que esta chica se parece muchísimo a Hak? —soltó Yoon, dejando florecer sus pensamientos al aire.

— ¿A quién? —cuestionó Mei pestañeando confusa ante la mención de ese nombre desconocido.

Entonces, la sombra de alguien se depositó sobre ella. Hak, se agachó junto a ella y se inclinó muy cerca de su rostro. Solo cuando sus ojos se reflejaron en los de él, Mei reconoció un enorme parecido. El color de sus ojos era el mismo, la forma de su nariz, el color de su cabello, incluso el grosor de las hebras. Eran como la misma cara de una moneda, excepto por los rasgos femeninos y masculinos.

— ¡¿Qué dices, Yoon?! —Kija se mostró escandalizado. No podía creer que Yoon soltara semejante disparate, o al menos se lo pareció porque no se había fijado hasta aquel entonces. Solo después captó en ellos las tantas semejanzas y no pudo evitar abrir la boca. Era demasiado impactante.

— ¿Acaso naciste en la tribu del viento? —cuestionó Yoon bastante interesado.

—Pues... Ni idea —Mei apenas encogió los hombros, mirando a Yoon —Yo fui a vivir al pueblo del dragón blanco siendo apenas una bebé, así que de mi verdadero origen no tengo ni la más remota idea.

Nunca se había preguntado sobre eso, pero tenía que reconocer que el enorme parecido que tenía con Hak era demasiado increíble como para ignorarlo. No podía dejar de verle sin pensar que él parecía un reflejo suyo.

— ¿Están acaso queriendo insinuar que Hak siendo mujer sería una belleza? —Jae—ha quiso hacerse el gracioso en aquella situación tan tensa, aunque no podía negar que él también estaba sorprendido, aunque lo que más ocupaba su mente era el encontrar la oportunidad de hablarle a solas y convencerla de que regresara con él. No podía perder semejante oportunidad de recuperarla.

—Ahora entiendo por qué se encaprichó tanto conmigo —Hak miró al dragón verde con una expresión de asco fingida y Mei no pudo evitar echarse a reír y Jae—ha no pudo evitarla mirarla y sentir como le envolvía. No iba a dejarla escapar. Eso nunca.

—Así que Hak se vería así —murmuró Yona observando a Mei de arriba a abajo y se fijó en sus notables pechos y en sus curvas. El desgraciado de Hak si fuera mujer sería todo un ícono de belleza y el pensarlo hizo que le mirara mal.

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