章 - 36. ♡Especial♡
—¿Está muerta? —un niño pinchó con la punta de un palo torcido a la joven inconsciente, y todos los espectadores se sobresaltaron cuando dio un pequeño salto, como si fuera un pez desesperado por oxígeno.
—Pobrecita —una joven rubia se agachó junto a Lixue y le tocó el hombro —Hey, ¿me escuchas?
Lixue alzó ligeramente la mano y volvió a dejarla caer, en un asentimiento, incapaz de pronunciar palabras porque tenía los labios pegados al barro.
—Cariño, ayúdame a levantarla.
—Oh, pero si está asquerosa —respondió el niño asqueado.
—No digas eso y ayúdame —le demandó su madre, a lo que el niño no tuvo más remedio que obedecer, y entre los dos despegaron a Lixue del suelo y la cargaron hasta la humilde morada, donde apenas vivían aquella mujer y su hijo.
Antes de tenderla sobre la cama, la mujer puso una manta, ya que Lixue en verdad estaba demasiado sucia. Después, la mujer pidió a su hijo que le trajera un recipiente con agua y con un paño que iba humedeciendo fue limpiándola.
—Gracias... —pronunció Lixue sintiéndose muy débil.
—Está bien, no te preocupes —negó la mujer, esbozando una sonrisa dulce —hijo, trae un poco de la cena de ayer, un vaso de agua y un poco de pan.
El niño no tardó en regresar con lo pedido, y en cuanto se lo dieron a Lixue, comenzó a devorarlo como una auténtica desquiciada. El menor soltó un sonido de admiración, mientras la mujer demostraba tristeza. Le dolía pensar en lo que habría sufrido aquella joven.
Después de saciada el hambre, se dejó caer sobre el lecho y no pudo evitar comenzar a llorar, sumamente agradecida por haber saciado su estómago vacío.
Tras una caricias y palabras de consuelo que le entregó la dulce mujer, Lixue se quedó dormida durante largas horas, y solo despertó al amanecer del día siguiente. Permaneció un rato mirando el techo blanco manchado por el moho, hasta que decidió que no podía permanecer ningún minuto más allí, ya que aquellas personas humildes ya tenían suficiente con cuidar de sí mismas.
En la acción de alzarse, se percató de que algo envolvía su mano y al girar la cabeza, se topó con el rostro hermoso de Kija, tendido sobre el borde de la cama, el que la sostenía. Verlo allí, causó que su corazón se conmoviera y no pudo evitar derramar un par de lágrimas.
—Lixue.
La joven trató de limpiarse las lágrimas de inmediato para que Kija no las viera, pero fue en vano.
—¿No te sientes bien? —Kija le puso la mano en la frente —Todavía tienes fiebre.
—Estoy bien, no te preocupes —aseguró con una sonrisa, pero Kija no la creyó en lo absoluto, así que no se lo pensó dos veces y la tomó en brazos —Kija, en serio que...
—No te preocupes, Lixue, deja que te cuide.
Con tan solo aquellas palabras y aquella dulce sonrisa, Kija se ganó el corazón de Lixue. Fue en tan solo cuestión de segundos que su corazón comenzó a acelerarse, saltándose unos cuantos latidos por el camino.
Aquel sentimiento la dejó muda, y en todo el trayecto a palacio, Lixue se riñó, en un intento por quitarse aquellas ideas de la cabeza, pero ya era demasiado tarde, ya había caído en las redes del amor.
Cuando Kija entró en el palacio, cargándola, los sirvientes y guardias le saludaron, sin poder esconder su curiosidad, y pronto comenzaron los chismes, y varias jóvenes decían que aquella desconocida era muy afortunada, y que ojalá fueran ellas las que estuvieran en su lugar.
—Oh, Kija —cuando Jae-Ha le vio, fue hasta él de inmediato, para poder observar mejor a la muchacha —¿qué le sucedió, jovencita? —le habló a Lixue con dulzura, sosteniendo una de sus manos.
—Yo... —Lixue se sintió colorar de la vergüenza. Había entrado en palacio luciendo de lo más desagrable, y Kija la estaba cargando en ese estado. ¡qué horror!
—Jae-Ha, ¿podrías pedirle a algunas sirvientas que se ocupen de asearla? —le pidió Kija, a lo que Jae-Ha aceptó de inmediato.
En cuanto dos mujeres la desnudaron, la metieron en una tina cálida y comenzaron a lavarla, haciendo que Lixue se sintiera en la gloria, pese a la fatiga y la fiebre, y mientras estaba allí, no pudo evitar admirar la enorme y lujosa habitación, y cuando las sirvientas le pusieron un vestido sencillo color azul cielo, no pudo dejar de admirarlo, pese a su sencillez, le pareció sumamente hermoso y le gustó su tacto en la piel.
Una vez pulcra y peinada, la acostaron en una de las camas para invitados; la mujer cama en la que se había acostado en toda su vida.
—Ahora mismo le traeré algo para que coma, señorita Lixue —le habló una de las sirvientas con dulzura, haciendo que se colorara.
—No soy ninguna señorita, apenas soy una vulgar campesina —admitió, y si no fuera porque ahora era una vagabunda, no se hubiera apenado.
—Es una invitada del señorito Kija, así que merece ser tratada con respeto —le aseguró la sirvienta, dándole una breve caricia en el dorso de la mano.
—Gracias, es usted muy amable.
En cuanto la mujer se marchó, Kija entró en la habitación, y de inmediato, Lixue sintió los latidos de su enamoramiento y quiso golpearse.
—Lixue, ¿cómo te sientes? —se sentó en el borde de la cama, cerca de ella.
—Ahora me siento mucho mejor, gracias a ti. Me has salvado la vida —pensó en tomarle la mano, pero no lo hizo porque quería evitar que su corazón enloqueciera todavía más.
—Lo siento por haber llegado antes —Lixue negó, diciéndole que él no era responsable de ella —ten, un amigo mío, Yoon, te ha preparado este té medicinal.
—Qué amable, dile que en verdad se lo agradezco —Lixue tomó el té sin quejarse, ya que estaba cálido y delicioso.
Al rato, llegaron las sirvientes, trayéndole un plato de comida que se veía de lo más exquisito, y en efecto lo estaba, y así, con el estómago lleno y con la ayuda del té medicinal, logró dormitar en paz hasta el próximo amanecer.
Era increíble despertar en aquella habitación lujosa, donde los rayos del sol parecían ser más luminosos. Sintiéndose cien por cien rejuvenecida, se alzó y se acercó a la ventana, desde donde admiró la hermosura del patio y jardines de palacio, donde pasaban las sirvientas y los soldados.
Lixue fantaseaba con la idea de que era una princesa, cuando dos golpecitos en la puerta la hicieron salir de su ensoñación, y dio permiso para que quién fuera, entrara.
—Buenos días, Lixue, me alegra ver que ya estás levantada —Kija la saludó con una alegre sonrisa y le tendió una bandeja en donde traía el desayuno; un manjar de reyes.
—Muchas gracias, Kija, por todo, pero, no te preocupes, prometo que pronto me iré.
—No tienes que irte, tanto Yona, como Hak, ya saben que estás aquí, y están de acuerdo en que te quedes.
—¿Qué? —eso la sorprendió demasiado. Los reyes eran sin duda de lo más amables —En verdad se los agradezco de todo corazón, pero no podría aceptarlo, ya que no me sentiría a gusto dependiendo de alguien más.
—Pero, por lo menos deja que te ayude a encontrar un trabajo —pidió Kija, en verdad preocupado por lo que le pudiera suceder.
—En ese caso, ¿crees que me dejarían trabajar como sirvienta, aquí en palacio? Yo soy experta en la limpieza y también se me da bien la cocina.
Sabía que no sería tarea sencilla, pero la idea de caminar por los pasillos de palacio le parecía un encanto, y sería mil veces mejor que estar soportando los reproches y golpes de aquel que en antaño consideró su padre.
—Le preguntaré a Yona —se ofreció Kija.
En cuestión de días, Lixue trabajaba como ayudante de cocina en el palacio, y de vez en cuando, de sirvienta para cubrir alguna suplencia. Era una vida muy movida y dura, pero no peor que su antiguo trabajo, ya que ahora sí podía dormir en condiciones y tenía dos días de descanso a la semana, en donde podía hacer lo que quisiera, como leer, escribir, dar algún paseo y charlar con Kija, con Jae-Ha y con varios amigos del primero, que parecían bastante interesados en ella.
Cierta mañana, Mei no pudo evitar sonreír con dulzura al ver a Kija pasear junto a Lixue por el patio de palacio, mientras conversaban de forma animada.
—Espero que Kija no se tarde mucho en pedirle en matrimonio —comentó Jae-Ha, que estaba junto a ella, viendo la misma felicidad.
—¿Tú crees que esté enamorado de ella? —le cuestionó bastante curiosa.
—No sé, pero es evidente que esa chica está coladita por él —dijo, como un experto en el tema.
***
—Ten, te hice estás galletas de castañas —le ofreció Lixue a Kija, y cuando él se prepaba para probar una, un ardilla aparecía en su hombro y se la quitó, devorándola en cuestión de segundos.
—¡Ao! —Kija le dio unas caricias a la ardilla en la cabeza, la que corrió por su brazo, yendo hasta la bolsa, de donde sacó otra galleta —¡Oye, Ao, que son para mí!
Lixue no pudo evitar reír y decir que la ardilla era un verdadero encanto.
—Siento que Ao os molestara—cuando Shin-Ah apareció de repente a su lado, Lixue casi sufre un ataque en el corazón a causa de la máscara que llevaba puesta.
—Ah, no... No importa —logró decir después de recomponerse —Es muy simpática.
—Sí, y muy glotona —confesó una chica que acompañaba a Shin-Ah del brazo, Yang Yang, su esposa —Kija, como no te des prisa, Ao se va a comer todas tus galletas.
—¡Oye, Ao! —Kija se distrayó un momento con la llegada de sus amigos, tiempo que Ao aprovechó para comer, dejando tan solo dos galletas —¡¿Cómo puedes comer tanto?!
Las chicas no pudieron evitar reír, mientras que Shin-Ah esbozó una sonrisa.
—No te preocupes, Kija, más tarde te preparo más.
—No, no te molestes —Kija había logrado asegurar las dos galletas, y en cuanto probó la primera, miró a la ardilla con el ceño fruncido, pues eran una verdadera delicia, y por su culpa solo se había quedado con dos.
—No me molesta, y también haré unas cuentas para Ao, Shin-Ah y Yang Yang.
—No, por mí no te molestes, además, últimamente he estado comiendo demasiados dulces —admitió Yang con cierta pena, rascándose la mejilla derecha.
Lixue, miró su vientre abultado y no pudo dejar de sonreír con ternura. Era maravilloso poder tener un bebé con el hombre que amas, y además, Shin-Ah, pese a no ser muy hablador, era sin duda una buena persona. No es que hubiera platicado ocasionalmente con él, pero su bondad era fácil de distinguirse.
—Por mí tampoco —negó Shin-Ah, de todos modos agradecido.
Por su parte, Ao le dijo que sí con su típico "pukyuu", causando un baile de risas.
—Bien, en ese caso, te preparé unas cuantas para ti, pequeña Ao —le pinchó las mejillas rechonchas con suavidad.
En eso, Yang se le acercó y le susurró al oído:
—Antes deberías enfocarte en ganarte el corazón de Kija.
Lixue se puso colorada y negó, diciéndole en susurros que estaba equivocada, pero Yang apenas le dio un par de palmaditas en el hombro derecho, deseándole buena suerte, y se retiró junto a su esposo y la pequeña Ao.
—Lixue, tus galletas estaban deliciosas, muchas gracias —le agradeció Kija con una sonrisa, a lo que ella apenas asintió, en verdad feliz.
Más tarde, llegó a pensar en que estaba equivocada respecto a querer esquivar lo que sentía. Era verdad que Kija era un descendiente de dragón, pero eso no quería decir que la fuera a rechazar.
Pensando en ello, se sentó en un banco del jardín, y cuando vio a Mei, la que Kija presentó como su mejor amiga, se atrevió a llamarla.
—Buenas tardes, señorita Mei —le saludó educamente.
—Nada de señorita, solo llámame Mei a secas —se rio la guerrera. —Eso es bochornoso.
—La verdad es que pienso lo mismo —ambas compartieron una carcajada.
Después, un breve silencio se manifestó en Lixue, el que notó Mei.
—¿Sucede algo?
—Sí, verás... —comenzó con nerviosismo —quería preguntarte si sabes si Kija está enamorado de alguien...
Mei no pudo evitar sonreír al ver el color en las mejillas de la joven.
—No, que yo sepa.
—Ah, me alegro, porque... yo me enamoré de él hace un tiempo —admitió sin tapujos, pero bastante avergonzada —y... bueno, al principio pensé que era absurdo que alguien como yo estuviera enamorada de él, pero... me gustaría intentarlo, pero no me atrevo...
—¡Tienes que armarte de valor y decirle lo que sientes! —le apoyó Mei en verdad emocionada con aquel asunto —Eso es todo en lo que te puedo ayudar, porque la verdas es que yo fui un desastre a la hora de ordenar mis sentimientos y me tardé —sacó la punta de la lengua, apenada.
—Bueno, está bien, iré y se lo diré, pero antes necesito un par de tragos.
—¿Pretendes confesarle lo que sientes estando borracha? No sé si sea buena idea... Es mejor que vayas sobria. Mira, allí está Kija —señaló al joven que caminaba a un par de metros frente a ellas —Va, ¡adelante! —le dio un empujón en la espalda.
—¡¿Qué?! —Lixue sintió que se ponía dura como una piedra, viendo con cierto terror al dragón blanco. El corazón se le iba a salir por la boca —¡¿Ya?! ¡No estoy preparada!
—Cuanto más te prepares, va a ser peor, así que, ¡adelante! —volvió a darle otro empujón.
Lixue quería hacerle caso e ir con todo, pero no podía moverse aunque así lo quisiera, y en cuanto vio que Kija la miró, se sintió desfallecer. En definitiva no estaba preparada para dejar que sus sentimientos se hicieran palabras. No estaba lista para un posible rechazo.
—¡Buenos días! —les saludó Kija con naturalidad, sin ser consciente del conflicto que Lixue estaba viviendo por su culpa.
—Oh... Hola... —habló Lixue como una tartamuda, forzando una sonrisa rígida.
—¿Estás bien? —en cuanto Kija le tocó, sufrió un tremendo escalofrío y las piernas le traicionaron, por lo que él la retuvo antes de la caída —Lixue, dime qué te pasa —le pidió muy preocupado.
—Ah... Qué patética que soy... —susurró tan bajo que Kija no la escuchó y por ello volvió a preguntarle qué le sucedía —Mira, Kija, ya sé que no soy una cosa bonita y bien hecha y que tengo mil defectos, y es por ello que no soy merecedora de ti, pero, a mi corazón eso no le importa y no deja de gritarme que quiere estar contigo. Kija, estoy enamorada de ti —confesó, alzando la mirada.
Aquellas palabras, causaron una especie de shock a Kija, pues no se lo esperaba. Hacía tiempo se había enamorado de Mei y por años la quiso únicamente a ella, así que, llegó a pensar que estaba destinado a no encontrar pareja, y que nadie llegaría a quererle de esa manera, sin embargo, Lixue había aparecido en su vida para decirle lo contrario, y Kija no supo qué cara poner al respecto. ¿Quería a Lixue? La quería, pero, ¿la amaba? Le preguntó al corazón, y este permaneció mudo, apenas sacudiéndose agitado, emocionado.
—Kija, recházame, si eso es lo que quieres —le dijo Lixue dado a su prolongado silencio y desconcierto, ocultando la tristeza —Pero, hazlo ya, por favor.
—Ah, no... —Kija logró salir de su ensoñación, aunque mostró confusión y cierta pena —Es solo que... No me lo esperaba, y... Lixue, yo...
No quería rechazarla, pero tampoco se veía en el derecho de corresponderla, pues su corazón en aquel momento era un caos.
—Déjalo, Kija, ya entendí —Lixue depositó una mano sobre unos de sus hombros al tiempo que esbozaba una sonrisa. Kija era demasiado amable para rechazarla —Gracias por haberme escuchado, nos vemos después.
—Ah, Lixue...
La joven se fue de forma apresurada, necesitada de estar sola, pero no sentía ninguna especie de rencor por el rechazo, ya que Kija era un verdadero ángel, y sabía que nunca la aceptaría sin compartir sus sentimientos, y le agradecía ese gesto, ya que eso solo la haría ilusionarse en vano.
Mei, la que testificó todo, no supo qué decir, apenas observó con preocupación a su amigo, preguntándose qué estaría sintiendo en aquel momento. Ojalá pudiera ayudarle a salir del conflicto que de seguro tenía revoloteando en el pecho.
Kija se pasó todo el resto del día pensando en lo ocurrido, y por la noche no logró dormir. Las palabras de Lixue bailaban en sus pensamientos, al igual que sus expresiones. En un intento por comprender qué sentía por ella, recordó cada momento que compartieron, pensó a fondo en su sonrisa, y terminó por sonreír también. Solo en ese momento, comprendió que la quería, pero por estar afianzado a sus antiguos sentimientos había dudado. Desde aquel primer encuentro, Kija la había querido. La desesperación que sintió cuando no supo de su paradero, fue por amor. Se enamoró de ella sin haberse dado cuenta y no entendió de esos sentimientos hasta aquella confesión y de meditarlo.
Es por ello, que al amanecer se alzó de immediato, y fue a la cocina a preguntar por Lixue, la que salió a recibirlo con cierto temor, aunque preparada para el rechazo.
—¡Lixue, te amo!
—Gracias, Kija... ¿Eh? —Lixue se quedó en blanco frente a la emocionada cara de Kija, el que le agarró ambas manos, haciéndola estremecer.
Fueron muchos los ojos que se asomaron a ver y a escuchar el increíble momento, guardándose chillidos de emoción.
—¡Lixue, yo también te amo! —volvió a repetir Kija, con el rostro cada vez más cerca y los ojos tan brillantes como estrellas.
Lixue volvió a sufrir un tambaleo en el pecho y abrió más los ojos, sufriendo los mareos de la emoción.
—Ah... Así que no me rechazas..
Kija negó con la cabeza de forma exagerada, producto de la emoción.
—Así que... Quieres estar conmigo y en un futuro casarnos y tener hijos...
Todavía no podía creérselo. Aquello era demasiado hermoso como para ser real, pero Kija asintió varias veces, hasta que Lixue se tiró a su pecho y lo estrechó con fuerza, chillando de felicidad. Un baile de aplausos les rodeó, además de felicitaciones.
Y ese fue el principio de su vida juntos; lo que conllevó a que se casaran, con el objetivo de amarse para siempre.
—Abuela, quisiera presentarte a mi esposa.
Meses más tarde, Kija y Lixue fueron hasta su aldea, no con el objetivo de pasar unos días, si no de quedarse a vivir allí. No había sido una decisión sencilla, pues dejaba en la capital a seres muy queridos, pero al final la añoraza de su pueblo, la abuela y los suyos le hizo regresar, y Lixue estuvo encantada de acompañarlo y encontrar en aquel lugar a una familia de verdad.
Años después, ya eran padres de cinco bendiciones, todos de ojos claros y cabello blanco, y vivían en paz y armonía.
Mei no volvió a ser madre, Yang tuvo trillizos (dos niños y una niña), y Yona tuvo cuatro hijos en total (tres niñas y un niño). Yoon terminó enamorándose sin darse cuenta de una de sus ayudantes, una chica sencilla, pero muy dulce, además de muy talentosa, y por su parte, Zeno disfrutó de la amistad que le prodigaban sus amigos y los niños, y no quiso nada más, y de vez en cuando miraba al cielo y sonriendo, sabiendo que por fin, un día, volvería a reunirse con Kaya, la luz de su corazón. Mientras tanto, disfrutaba de la influencia de los años en su cuerpo, apreciando cada señal de vejez.
//Y de esta manera termino los especiales de Kija, sé que fue algo sencillo, pero me gustó de todos modos y espero que a ustedes también. Muchas gracias a todos los que siguieron la historia hasta este punto. Un amplio abrazo.
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