章 - 35. ♡Especial♡

Kija decidió detenerse cuendo llegaron a una plaza donde un grupo teatral representaba la historia de Yona y los dragones, y le pidió a Lixue que se sentara junto a él en un banco de madera.

—Quería darte las gracias por recuperar el pan.

—Está bien —apoyó la mano humana sobre unos de sus hombros —¿no tienes hambre? He escuchado que en aquel puesto de allí venden unos bollos de carne que están deliciosos.

—No, estoy bien, gracias.

No tenía dinero encima, y lo que menos quería era aprovecharse más de la bondad de Kija. Él pareció leer esa razón en sus ojos, por lo que se alzó, y pese a que Lixue aseguró de nuevo que estaba bien, él regresó con dos bollos de carne recién hechos.

—Te dije que no quería —Lixue evitó mirar el rico alimento, porque solo su aroma ya le estaba haciendo la boca agua.

—Pero yo quería comprarte uno —se lo dejó en el regazo y se dispusó a comerse el suyo.

Lixue estuvo un rato fingiendo que no quería, pero no pudo negarse al apetito ni por cinco minutos. En cuanto dio un mordisco al esponjoso y cálido bollo, la joven sintió que se le escapaba el alma; y nada que decir del increíble sabor.

Estaba tan delicioso, que casi se lo terminó de inmediato y se chupó los dedos.

—Toma, yo ya no quiero más.

Cuando Kija le tendió la mitad de su alimento, Lixue dejó escapar sin querer un hilo de baba, el que se limpió de inmediato, sumamente apenada.

—No, estoy bien —negó, haciéndose la dura.

Sin decir nada, Kija dejó el bollo de nuevo en su regazo y miró hacia la obra de teatro, y Lixue hizo lo mismo, hasta que de nuevo el apetito fue más fuerte.

Kija no pudo evitar sonreír al escucharla comer, pese a que trató de ser lo más discreta posible, porque admitir que era una glotona no era algo precisamente femenino, aunque... ya era un poco tarde para eso. Nada más se conocieron, ella demostró que lo era.

—Debe de ser todo un orgullo ser uno de los herederos de uno de los poderes de los dragones —comentó Lixue al ver a un chico que representaba a Kija, derrumbando a varios enemigos con una garra de dragón de papel duro muy bien hecha.

—Sí, la verdad es que siempre estuve orgulloso de ello —admitió Kija.

—Pero, sé que no todo fueron rosas. Sé que tanto tú, como los otros dragones, Yona y Hak, habéis sufrido bastante.

Kija asintió, recordando todos los momentos duros que tuvieron que pasar, pero de todos modos, no hubiera escogido otra vida, porque conocerlos a todos era algo que atesoraba de todo corazón.

—¿En verdad tu brazo es tan fuerte? —preguntó curiosa, teniendo deseos de tocarle el brazo.

—Sí, lo es —admitió un tanto orgulloso.

—Me gustaría verte en acción.

—Quizás algún día de estos.

—¡¿En serio?! —los ojos de Lixue resplandecieron como dos joyas a causa de la emoción.

—Sí —asintió —de vez en cuando, entreno con Hak, y también con Mei, su hermana, así que podrías venir a vernos.

—¿Yo? ¿A palacio? —se señaló incrédula —Ni hablar, ¿cómo voy yo a entrar a palacio?...

—¿Por qué no? Eres mi amiga, así que está bien.

Lixue no pudo evitar sonreír y agradecerle por verla como tal. Que alguien como Kija viera en ella a una amiga, era realmente algo increíble.

—Gracias, Kija, eres una buena persona.

—Tú también.

Ambos se obsequiaron dos amplias sonrisas.

El ambiente entre ellos era sumamente placentero, hasta que el estómago de Lixue sonó reclamando más alimento. Ella se apenó con creces, pero Kija no se rio. Solo fue a buscarle dos bollos más, los que ella volvió a negar, pero se los terminó comiendo.

***

Había sido un rato agradable, pero Lixue regresó a su realidad cuando se encaminó a casa. Sabía que su padre estaría muy enfadado y temía que la fuera a golpear más que en las otras ocasiones, sin embargo, fue mayor el espanto, cuando se encontró con los dos únicos vestidos que tenía tirados en el suelo frente a la puerta, además de una pequeña bolsa donde tenía un par de monedas, y una manta mal doblada.

—¡¿Papá?! —propinó dos golpes en la puerta, demostrando mucha ansiedad.

Ya estaba pensando que su padre la había echado, pero en cuanto le vio aparecer tras la apertura de la puerta vieja, esbozó una sonrisa de alivio. Seguía teniéndole miedo, pero sería peor saberse sin hogar. 

—Vete.

—¿Eh?

Lixue sintió que se petrificaba al escuchar aquella orden.

—Vete. No me sirves para nada —le habló con desprecio, y antes que Lixue dijera algo, le cerró la puerta en la cara, dejándola sin habla.

Podría haberse puesto a gritar, suplicar piedad, pero sabía que su padre no entendía de esa palabra, y que si lo intentaba, lo único que conseguiría era terminar golpeada, por lo que, devastada, agarró sus cosas y se marchó sin un destino en mente. No tenía más familiares ni amigos en los que confiar, por lo que no tenía realmente un lugar al que ir. Por supuesto, pensó en Kija, pero nunca tendría la osadía de recurrir a él para pedirle auxilio.

Pasó el resto de la tarde caminando, y por la noche, se abrigó bajo un pedazo de madera que pertenecía a los restos de una antigua casa, en una calle abandonada. Desde allí observó el cielo estrellado, mientras daba bocados a un panecillo que había comprado antes de instalarse allí, y no pudo evitar comenzar a llorar, pero lo hizo en silencio, porque temía que alguien la escuchara y le hiciera daño.

***

Cuando Kija se topó con el padre de Lixue en el puesto en la mañana siguiente, de inmediato tuvo un mal presentimiento, aunque no quiso pensar lo peor.

—Buenos días —saludó al hombre con seriedad, porque no pretendía fingir que le agradaba.

—Buenos días, señor dragón blanco —le respondió con falsa lisonjeria —¿qué es lo que desea?

—Quisiera saber dónde está Lixue.

—Descansando —aunque quiza no fue su intención, se notó fastidiado con la pregunta —porque es lo único que sabe hacer.

—Pero, ¿no se encuentra bien?

—Así es, está enferma —su tono de amabilidad comenzaba a sonar inestable.

—Quisiera visitarla, ¿podría indicarme dónde está su casa?

—Está bastante lejos, en la punta de la ciudad, así que es difícil decirle. No se preocupe, dragón blanco, yo le diré que estuvo aquí. Tenga —le tendió un croissant —se lo regalo.

—No, no se moleste. Solo dígale a su hija que le deseo que se mejore.

—Así lo haré.

Kija se marchó dudando respecto a la veracidad de lo que aquel hombre le había dicho, así que se detuvo por un instante, y decidió entonces que no regresaría a palacio sin antes tratar de ubicar a su amiga.

Comenzó por preguntar a los tendederos que estaban afastados del puesto de pan, y tras varias indicaciones, llegó al hogar de Lixue; el que no estaba en realidad alejado. El aspecto exterior estaba bien, pese a ser una casa vieja, aunque la puerta necesitaba ser reformada. Tocó con el nudillo de los dedos y aguardó, después volvió a intentarlo y no recibió cualquier respuesta, por lo que comenzó a preocuparse, temiendo que ella estuviera realmente muy mal y hubiera perdido la conciencia, o algo todavía peor. 

Sabía que irrumpir en casa ajena estaba mal, pero no dudó en hacerlo con tal de asegurarse de que Lixue estuviera bien, ya habría tiempo para disculparse.

Se topó con el salón, el que no era precisamente grande, pero tampoco pequeño. Apenas había una mesa cuadrada y un par de sillas fuera de lugar; además de un mueble donde había una vajilla de barro a la que le faltaba un trozo. Buscando, se topó con la cocina, la que sí era diminuta, pero estaba dignamente ordenada y limpia; y por último llegó a la única habitación, la que era dividida con una cortina vieja, y en cada lado había una cama de soltero, y por la manta rosa, dedujo cual era la de su amiga, pero de ella no había rastro.

Como supuso, aquel hombre le había mentido y le había hecho algo a Lixue; quien sabe el qué. El solo imaginarlo le apretó el corazón, y salió de la casa de inmediato, camino a enfrentarlo una vez más, pero en esta ocasión no sería tan amable.

—¡Oiga! —gritó el hombre cuando Kija le alzó con su brazo de dragón por el collarín de la ropa —¡¿qué demonios le pasa?!

—¡¿Dónde está Lixue?! —gritó Kija, mirándole tan fiero como un dragón de verdad.

—¡Ya le dije! —exclamó con el temor evidenciado en los ojos.

—¡No está en casa, no mienta! —lo sacudió de forma amenazante.

Había mucho público a su alrededor, pero nadie osó intervenir, apenas testificaban lo que sucedía.

—¡Ya déjame en el suelo! ¡Me estoy ahogando!

—¡Hable de una vez o lo despedazo! —amenazó Kija, haciendo que el hombre estremeciera de terror.

—¡La eché de casa, porque no sirve para nada! —gritó alto y claro, sin importarle que tantos oídos estuvieran presentes.

Kija abrió la mano y dejó que el trasero del hombre cayera en seco. Desde la altura de su ser, lo miró con desprecio y se dio la vuelta, decidido a remover todo rincón del pueblo con tal de encontrarla. Tenía mucho que decirle a aquel hombre, pero sabía que no valdría la pena y su prioridad era encontrar a Lixue.

***

Tras haberse despertado y comido algo con el poco dinero que su padre le dio, Lixue vagaba por el pueblo e iba preguntando en los locales si necesitaban alguna empleada, y ya había obtenido varias negativas. Al parecer, no era tan fácil encontrar trabajo como supuso. Había pensado en volver a buscar a su padre y pedirle perdón, pero al imaginar cómo la trataría, desistió. Prefería intentar sobrevivir por su cuenta, y en caso de que en la ciudad no encontrara nada, siempre podía marcharse, aunque claro, sabía que allí afuera estaría más expuesta al peligro.

—Ah... Rayos...

Había comido tan poco, que el estómago le rugia como loco. Habían pasado ya seis horas desde que no comía y ya se estaba muriendo de hambre.

Fatigada por el caminar y el hambre, se dejó caer sobre una piedra grande que estaba tirada a un lado de un camino y se quedó mirando a la gente pasar. Cuando vio a un niño comiendo un bollo de carne, se acordó de Kija y comenzó a llorar. Volvió a pensar en recurrir a él para que le ayudara a encontrar trabajo, pero seguía negándose a hacerlo.

Una vez descansó un rato, se dispusó a volver a preguntar por trabajo.

—No necesito a nadie —le respondió el dueño de una frutería, mirándola como si fuera una pulga en el zapato —pero si tanto necesitas trabajo, tengo a un amigo que está buscando empleadas.

—¡Por supuesto que sí, dígame!

El hombre le indicó el local y Lixue se dirigió para allá más animada, hasta que se percató del lugar donde se encontraba. Era un lugar que cualquier mujer decente evitaba, porque allí bailaba la lujuria.

—Maldito... —masculló entre dientes, odiando al tipo que le recomendó aquel lugar, y regresó por donde había venido.

Cuando quiso darse cuenta, la noche había caído, y ella estaba en peor condición que la noche anterior, porque ahora ya no tenía dinero y el estómago no paraba de quejarse todo el rato, y le dolía.

Sintiéndose mareada, volvió a su rincón y se acostó sobre la manta, deseando poder dormirse pronto, porque de esa manera podría olvidarse del vacío en su vientre, pero por más que lo intentó, no logró conciliar el sueño. Necesitaba engullir aunque fuera un pedazo de pan o lo que fuera. ¡agradecería incluso las sobras!

Fue con mucho esfuerzo, que consiguió dormir, al fin.

***

A la primera aparición de los rayos solares, volvió a alzarse y fue en busca de trabajo o por lo menos de alguien que le tuviera piedad y le diera algo de comer.

Respecto al trabajo, recibió más negativas, y también le negaron comida, pero al fin, un niño que comía una tortita, le dio la mitad, y Lixue lo comió de un modo tan salvaje, que el niño se fue corriendo asustado, sin darle tiempo a darle las gracias.

Sin embargo, esa miseria, apenas cubrió el fondo de su estómago, y conforme caminaba, comenzó a sufrir de delirio. Balanceaba los pies y los brazos, viendo que a su alrededor toda forma se deformaba. No supo por qué, pero le dieron ganas de reírse, por lo que más de uno se alejó de ella al creer que estaba loca.

A aquellas alturas, sin importar la dignidad o el orgullo, se dirigía a palacio, dispuesta a arrodillarse frente a Kija para que la auxiliara, pero cuanto más se acercaba, más lejano le parecía.

—Ah...

Tropezó con la tierra húmeda y su rostro impactó contra él, y allí se dejó estar, porque ya no podía más. Había pasado tan solo un día fuera de casa, pero ya no podía más.















Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top