章 - 32. ♡Especial♡
—¡Qué ilusión! —Yang arrimó la cabeza al abultado vientre de su mejor amiga, mientras se lo acariciaba.
—Sí, mi pequeño pronto conocerá a su padre —Jae-ha estaba junto a su esposa y se le notaba bastante emocinado por el parto que se avecinaba.
Aunque Mei no tenía precisamente una expresión de alegría, porque le seguía temiendo al parto.
—Jae-ha, si me muero, cuida de nuestro hijo por mí —Mei tenía altos y bajos respecto a su nivel de dramatismo. A veces decía estar ansiosa porque llegara el nacimiento, y en otras, se ponía a llorar.
Detestaba el descontrol de sus hormonas, pero Jae-ha era muy compresivo y amoroso con ella.
—No digas tonterías, Mei. Eres muy fuerte, así que superarás el parto con éxito. Además —pegó la frente a la de ella —Yo no podría ser feliz sin ti, mi querida Mei.
—Cielos —Mei no pudo evitar el flujo de las lágrimas. Estaba demasiado emocional —No digas esas cosas en estos momentos, porque me desconpongo.
Yang observaba la hermosa escena en silencio, muy encantada.
Aquella noche, el palacio se puso patas arriba cuando Jae-ha fue avisar a la muchedumbre de que su mujer había roto aguas. Todos los dragones abandonaron sus lechos y la pareja real también. Hak se mostraba en verdad inquieto por su hermana y Yona trató de calmarle, asegurándole que Mei lo superaría, porque era la chica más fuerte que había conocido.
En el interior de la recámara, se encontraban tres sirvientas, la partera y Yoon, y sujetando de la mano a Mei, estaba su esposo, mostrándose confiante para darle valor a su mujer, aunque en realidad estaba muy preocupado por ella, al igual que por el bebé que aún no había nacido.
La respiración de Mei era muy fuerte y se veía el sudor recorriendo su piel como si acabara de darse un baño. Víctima del dolor atroz, apretaba mucho la mano de Jae-ha a cada contracción y echaba la cabeza para atrás, en busca del aliento que necesitaba. Era el peor dolor que había padecido hasta la fecha, y eso que ya había recibido un par de heridas a lo largo de su vida.
Mei, sufrió por horas, hasta que llegó el momento de pujar.
—Tú puedes, mi guerrera. Ya casi has terminado —le animó Jae-ha sin poder ocultar su preocupación por más tiempo.
Y aunque el dolor era intenso, Mei no pudo evitar esbozar una sonrisa que detonaba fatiga, pero también felicidad. No solo estaba sufriendo de aquel modo porque quisiera ser madre, también lo hacía por Jae-ha, porque quería verle disfrutar de su hijo.
En el pasillo, frente a la puerta de la recamara de Mei, los dragones se habían quedado dormidos en el tiempo de espera, excepto Kija, el que se mordía las uñas puntiagudas de su garra. Hak, tampoco había podido dormir, y había estado atento a cada sonido de dolor que provenía de la habitación. Yona, le había acompañado en la espera, siempre buscando animarlo, y Yang no paraba de caminar de un lado para otro.
En cuanto el llanto del recién nacido ocupó el ambiente, Hak se alzó de inmediato y Yona lo siguió, al igual que Kija y Yang. Los cuatro quisieron empujar la puerta para ver tanto a Mei como al recién nacido, pero no tuvieron más remedio que esperar a que les dijeran.
Unos minutos después, Jae-ha salió, y los cuatro dirigieron sus miradas al pequeño bulto que traía sobre sus brazos, envuelto en una tela azul cielo.
—Mei se encuentra bien —dijo antes que nada, notando la preocupación en el rostro de todos —Y el bebé también.
—Es un niño —Yang habló bajito conforme se asomaba a la criatura —Es precioso —tanta ternura le dieron ganas de llorar —Shin-Ah, despierta —fue hasta su esposo para despertarlo.
—Qué lindo —Yona no pudo evitar emocionarse y con mucho cuidado tocó la mejilla sonrosada de la criatura, la que hizo un gesto muy adorable con los labios.
—Por supuesto que lo es, es hijo mío y de Mei —Dijo Jae-ha alzando la barbilla, todo orgulloso.
—Es una suerte que no haya heredado tus ojos caídos —señaló Hak.
Mientras Jae-ha y Hak peleaban con la mirada, Kija miraba al bebé con los ojos muy amplios y brillantes, sumamente encantado. Se moría de ganas de tomarlo en brazos, pero temía hacerle daño con su garra.
—¡Es muy lindo! ¡Quiero tomarlo en brazos! —Zeno apareció de repente junto al bebé, tenía cara de haberse despertado ahora mismo, ya que aún tenía baba en la cara. Jae-ha le entregó a su hijo y sus ojos se iluminaron como el mismísimo cielo—Es en verdad muy lindo —le miró con mucho cariño.
Todos querían ver a Mei, pero Yoon no les dejó porque estaba débil por el esfuerzo y descansar era prioridad, así tuvieron que esperar al día siguiente para verla.
—Hermano —Mei estaba pálida, pero nada más vio a su hermano, pareció tener mejor color —Gracias por venir.
—No tienes que agradecerme nada, tonta —le dijo de forma cariñosa y le dio un beso en la frente —¿Cómo te encuentras?
—Bien, hecha un trapo, pero bien.
Hak no pudo dejar de observar al bebé que su hermana tenía en brazos, al que acarició suavemente la cabeza.
—Mi hijo no podría tener un tío mejor. Estoy segura de que va adorarte tanto como yo —aseguró, sonriendo.
—Y también será muy fuerte.
—Sí, porque tú serás su entrenador personal.
Ambos se miraron sonrientes, antes de despedirse, para que Yona pudiera entrar a verla, ya que Yoon les había pedido que entraran de uno en uno, para evitarle cualquier posible estrés.
—¿Cómo te encuentras? —Mei y Yona se apretaron en un abrazo.
—Bien, tranquila.
—Hak estuvo muy preocupado por ti.
—Qué lindo es.
Ambas se unieron en una risa tranquila, mientras observaban al pequeño que dormitaba en sus brazos.
—Estoy segura de que será un padre maravilloso —Mei estiró el brazo y acarició el vientre ligeramente abultado de la reina, la que asintió, esbozando una sonrisa.
—Sí, anoche me insistió en que me fuera a dormir a la cama porque estaba preocupado por mí.
—Como un hombre debe de ser —Mei asintió, orgullosa de su hermano.
—Pero, Jae-ha también estuvo muy pendiente de ti —le recordó Yona.
—Muy pendiente se queda corto. Jae-ha se comportó de un modo exagerado en todo mi embarazo. Ni siquiera me dejó entrenar con espadas de madera —Mei se estaba quejando, pero al mismo tiempo se moría de amor por su esposo —No sabes lo tanto que extraño combatir. En cuanto esté recuperada, le pediré a mi hermano que luchemos.
Yona no pudo evitar reírse.
—Justo el otro día, Hak me dijo que tenía muchas ganas de luchar contigo.
—¡Me alegra que ambos pensemos igual! —Mei estaba más que satisfecha.
Después de que Yona se marchara, vino Yang, la que no se cansó de elogiar al bebé y mencionar lo tanto que esperaba quedarse embarazada, porque hacía ya unos meses que ella y Shin-Ah se casaron.
Uno por uno, todos la visitaron, y aunque Mei estaba cansada, se sentía muy dichosa por tener amigos tan grandiosos. Todos eran una joya.
***
—Lo siento, no quise despertarte —Jae-ha había estado limpiándole el sudor del rostro con un paño húmedo.
—No, no importa —tomó su mano y la apegó a su pecho, mirándole con todo el amor que le tenía —Gracias por cuidar de mí.
—Mei, esto no es nada en comparación a lo todo que me has dado —miró a su pequeño durmiendo junto a su esposa. Era el regalo más grandioso que le habían dado, no solo porque llevaba su sangre, sino porque Mei era su madre.
—En eso tienes razón, parir a tu bebé fue realmente doloroso —hizo cara de dramática y Jae-ha pegó la frente a la suya.
—Lo sé, eso es lo único de lo que me arrepiento, de haberte hecho sufrir tanto —se apreciaba dolor en su voz. Hablaba en serio.
—No es tu culpa, además, ya pasó, y la recompensa valió todo lo que sufrí —Mei no estaba arrepentida ni nunca lo estaría.
—En eso tienes razón, pero no quiero volver a verte sufriendo de esa manera —acarició sus labios con el pulgar, causándole un cosquilleo que la hizo reír.
—¿Acaso me estás queriendo decir que no quieres más bebés?
—No, porque como dije, me angustié mucho cuando te vi sufrir.
—Hey —le apretó la punta de la nariz con dos dedos y le miró desafiante —Esto no fue nada. Recuerda que yo soy una guerrera, así que no te angusties.
Tiró del collarín de su ropa e hizo que cayera sobre sus labios. Hacía ya rato que le quería robar un beso.
Los días fluyeron con naturalidad, y en cuanto Yoon le dijo que podía abandonar el lecho, Mei quiso ir a entrenar de inmediato.
—¡Deja eso ahí, Mei! —exclamó Yoon, refiriéndose a la espada que ella tomó —Puedes salir de la cama, pero no puedes abusar. Vas a tener ser paciente, porque recuperarse de un parto lleva su tiempo.
Así que, con toda resignación, Mei se vio en la obligación de disfrutar de días tranquilos, donde se pasaba la mayor parte del tiempo sentada o en cama. Caminaba, pero poco, porque no podía abusar. Cuidaba de su pequeño y en los momentos que no sabía qué hacer leía o pasba el rato con Yona o Yang. Kija también venía a verla y chalaban como en su infancia, la que recordaban con mucho nostalgia.
Su vida había dado un giro radical, porque ella siempre creyó que se la pasaría vagando por ahí, sin atarse a nada, pero ahora se encontraba en el palacio de Kouka, con la mayor parte del tiempo con su bebé en brazos y en compañía de su esposo.
//Espero les guste este especial. Todas quisiéramos un esposo como Jae-ha, tan amoroso y atento 😊❤ aunque yo elegiría a Hak sin dudarlo, pero ya está ocupado por Yonita.
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