Veinte y dos.
-¡Oye, Hak!
El guerrero se detuvo y observó al borracho que le había llamado. Uno de los pocos que todavía seguían despiertos, consumiendo más alcohol como si su estómago fuera una bodega.
-¿Qué haces vagando por ahí con una bolsa? ¿Qué no estabas con esa hermosa mujer?
Hak sintió un pequeño temblor proveniente de la bolsa, como un respingo.
-Está durmiendo en mi tienda -habló con una grande sonrisa, presumiendo.
Un nuevo respingo por parte de la princesa. Hak fingió que acomodaba la bolsa en su hombro, dándole de ese modo una advertencia para que no se moviera en lo más mínimo.
-¡Ah, cómo te odio! -soltó el hombre en un reproche, ahogando su garganta con más licor. Después soltó un largo suspiro de placer mezclado con su fastidio -¡Ojalá estuviera tan fornido como tú! Pero es que es en serio, ¡a las mujeres solo les importa los músculos!
-¡Ah, cállate! -balbuceó un soldado joven que estaba junto al ebrio quejica, con la cabeza apoyada en un monte de ropa arrugada.
-¡A mí un niñato no me manda a callar!
Aprovechando la bulla que había iniciado, Hak se dirigió a su caballo, puso la bolsa en la parte trasera del animal y la ató con unas cuerdas, para que ante los demás pareciera cualquier cosa, excepto una persona.
-Cariño.
Yona no logró contener del todo sus ansías de husmear al escuchar aquella voz femenina tan cercana a ellos. A través de los huequecitos de la tela, logró divisar una presencia que parecía tener una figura delgada, pero que no logró hallar el rostro.
Hak dejó caer la mano sobre la bolsa, justo encima de la espalda de la princesa, fingiendo que se recostaba para así poder hablar con la muchacha que se había acercado mostrándose tan cariñosa.
-Hikari, ¿qué haces aquí? -cuestionó el guerrero con tono ronco.
Ya en aquel entonces Yona afinaba al máximo su audición, conteniendo la inmensa ansiedad que la minaba y que iba en creciente. Estaba que se moría por conocer a la persona que le hablaba tan confiazuda a Hak.
-No debiste dejarme sola en la tienda -lloriqueó la joven, agarrándose del brazo de Hak.
-Pensé en ir a darme un baño a un lago que está a unos cuatro quilómetros del campamento.
-¿Un lago? ¡Me apetece mucho un baño!
Yona hinchó los cachetes y apretó los puños. Si aquella tonta conversación proseguía no estaba segura de poder cumplir el silencio que le había jurado a Hak.
-De acuerdo.
La princesa sintió como dos personas ocupaban la espalda del animal y el trote iniciaba. No podía ver absolutamente nada salvo siluetas deformes, pero casi podía asegurar que aquella chica estaba frente a Hak, aferrándose a su figura. Solo no quería creer que él la miraba con un aire sobre protector.
Solo en ese entonces se dio cuenta de que habían pasado muchos años desde la última vez en la que se vieran. La idea de que su amor por ella ya no existiera formó un nudo en su corazón.
-Señor Hak, ¿no cree que es peligroso salir de la tienda?
Yona estuvo totalmente quieta ante la presencia de aquella voz desconocida.
-¿Peligroso? ¿Para mi Hak? -habló de nuevo aquella chica -¿Acaso no sabes lo fuerte que es?
"¿Mi Hak?" ¡¿Quién era esa chica?!
Yona no podía asegurar mantenerse cuerda hasta el final.
-Tranquila, Hikari.
Era insoportable que aquella chica hablará de Hak como si fuera algo suyo, pero era mucho peor cuando Hak le hablaba con aquel tono ronco.
-¿Y esa chica quién es? -preguntó otra voz de hombre que Yona desconocía.
Esa cuestión surtió un aceleramiento en su corazón. La curiosidad y el miedo se debatían. El sudor comenzó a acumularse a lo largo de su cuerpo. No podía controlar su alterada respiración.
-Soy la que un día será su mujer -presumió la desconocida.
Aquellas palabras calaron hasta lo más profundo del corazón de Yona. Se negó a aceptar aquella confesión. Hak no podía haberla olvidado. Hak no podía haberse enamorado de alguien más.
Su cabeza fue nublada por imágenes que representaban posibilidades donde otra persona figuraba junto a Hak. Otra mujer a la que amaba. Otra mujer a la que besaba. Otra mujer con la que...
-¡Oh, qué suerte tienes!
Las carcajadas de los soldados no alcanzaron los apagados oídos de la princesa.
No escuchó ni sintió nada. El caballo había comenzado a trotar una vez más, pero no se percató de ello.
-Princesa Yona, ya puede...
Los labios de Hak se paralizaron ante el rostro consumido por las lágrimas de la princesa.
Su pequeña figura se tambaleó al darse cuenta de que estaba en el suelo. Ya no había ninguna bolsa que la privara de observar lo que constituía el paisaje que la rodeaba. Un camino entre árboles y vegetación. Un cielo oscuro sobre su cabeza, y Hak. Allí estaba Hak, observándola con seriedad.
Apretaba con fuerza sus puños, tratando de acallar el dolor que se acumulaba en su corazón. Arrugó el labio inferior.
-¿Le sucede algo, princesa Yona?
Yona finalmente tuvo acceso al rostro de aquella muchacha. Su corazón se doblegó ante la belleza cristalizada en sus orbes verdes, que la miraban con un aire de sorpresa y preocupación. Su figura estrecha resaltaba aún bajo el vestuario de empleada.
Estaba junto a Hak. Aquella chica estaba parada junto a él. No se tocaban. No se miraban, pero aún cuando en aquella imagen no parecía haber señales de una relación amorosa, los ojos de Yona seguían derramando lágrimas. Su corazón se oprimía más y más.
-Princesa Yona... -Hikari no sabía qué hacer ante el silencio por parte de la joven.
Se acercó en un intento por consolarla, pero en cuanto alcanzó su hombro con la mano, el cuerpo ajeno estremeció en desagrado.
-Princesa Yona, no se preocupe, yo soy Hikari y estoy de su parte -le habló con voz suave, pero sin intentar acercarse de nuevo.
De repente un silencio sepulcral se instaló entre ellos. Hikari dejó caer su sonrisa. Sus piernas casi cedieron ante la imagen de Yona abalazándose sobre el guerrero y estrechándole entre sus brazos.
Su corazón se rompió en mil pedazos cuando vio los brazos de Hak envolviendola.
Sintiendo sus pies pesados como si estuvieran atados por grilletes, comenzó a alejarse.
Yona no quería admitir que era posible que Hak hubiera hecho su vida con alguien más. Que su corazón ya no latía con desmesura en su presencia. Que su ser no estremecía ante su contacto.
-Hak... -sus labios vibraron ante la presencia del aliento del guerrero. Se aferró a sus ropas en busca del contacto, pero éste no se presentó.
-Escuche, princesa Yona.
Yona no era capaz de escuchar. Hak se había alejado de ella. Se había negado a recibir sus labios. Por primera vez desde su reencuentro, Yona entendió que las cosas no eran las mismas entre ellos. De Hak sentía una especie de barrera.
-Hak, ¿es cierto? -sus manos, frías como hielo, apretaron las ropas de él.
-¿A qué se refiere? -preguntó él.
-¡¿Ya me olvidaste?! ¡¿Te enamoraste de esa chica?! -sus palabras salieron como una explosión de sus labios. Sus manos escalaron hasta el collarín de la ropa de Hak y tiró de él, forzándole a doblegar la espalda para estar a su altura.
Hak sintió una punzada en el pecho al depararse con el intenso dolor que residía en aquellos ojos violetas. Su ser estremeció ante la presencia de aquellos cabellos rojizos que se balanceaban con violencia a causa del sentir de su dueña.
Sus manos se ennudaron tras su nuca y plantó un beso en los labios femeninos. Su corazón era un martirio en aquel entonces. La confusión se acoplaba en su cabeza. No la recordaba. Yona era para él un misterio que le había acompañado desde hacía un años. Un misterio, que aún estando frente a él, seguía sin ser desvelado. Un misterio que causaba mucho en él. Que le hacía vibrar con locura.
Sintió de ella la sed. Sus labios se movían con desesperación, buscando consuelo. Eran los labios de Hak los que ocupaba. Era Hak. Hak estaba allí una vez más junto a ella. Eran sus brazos los que la protegían.
-Hak -susurró entre la unión que entre ellos existía, con el rostro enrojecido, padeciendo temblores por todo su cuerpo -Hak -aclamó con más necesidad.
-Espere, Princesa Yona.
Las manos del guerrero se posaron sobre los hombros de la chica, deteniéndola en su afán de seguir con aquellos besos cargados de la necesidad que por tantos años la habían estado consumiendo.
Entre la neblina que parecía cubrir su visión, Yona percibió aquella extraña sensación de que había algo distinto en Hak. Era como si no estuviera del todo cómodo su presencia. Por un instante le pareció que él la veía como a una extraña. Había cierta duda cuando sus manos la tocaban.
-¿Hak, sucede algo?
Él no pudo contener un estremecimiento cuando ella posó la mano sobre la suya.
Su corazón estaba exaltado en su interior. No se arrepentía de haber besado a la princesa, pero no creía que fuera correcto el seguir cuando ella desconocía la ausencia de sus memorias. Cuando no la recordaba a ella, ni a los sentimientos que comprendió que un día había sentido por ella.
-Princesa Yona, quisiera disculparme con usted por haber estado tantos años ausente. Sé que...
-Espera, Hak -le interrumpió Yona, apretando suavemente su mano -¿por qué me hablas tan formalmente? Hak...
En sus ojos azules parecía habitar un vacío que ella no lograba explicar.
-¿Es por esa mujer? ¿Acaso estás enamorado de ella?
-Se equivoca. No existe tal relación entre Hikari y yo. Apenas la aprecio como una muy buena amiga.
Aquellas palabras empujaron la piedra que aplastaba su corazón. Fue tanto el alivio que las lágrimas se desplomaron por su cuenta.
-Hak... -sonrió por un instante. Feliz con aquel reencuentro -¿En dónde estuviste? ¿Por qué no regresaste? -su rostro se deformó de la amargura -Fue horrible pensar que estabas muerto, que... No te volvería a ver nunca más. Yo... ¡Ah!
El guerrero se robó uno de sus gemidos al abrazarla repentinamente. Se vio en la necesidad de presionarla contra sí. De pegar su rostro a su cabello y consumir de su aroma. Necesitaba recordar a aquella muchacha. Ansiaba en tener de regreso sus sentimientos.
-Princesa Yona...
Su aliento chocó contra la coronilla de la joven, haciéndola estremecer. En la voz de Hak había anhelo.
-¿Hak? ¿Qué sucede?
Yona ansiaba comprenderle. Conocer la razón de su cambio. Su corazón retumbaba en la caja torácica.
Trató de observarle a los ojos. Descubrir aquel sentimiento tan vivo que le profesó en el pasado, pero Hak la apretaba con fuerza, en el deseo de seguir alimentándose de su aroma. Mantenía los ojos cerrados, perdido en su mundo.
La joven de cabellos rojos que en sueños surgía sin rostro, sin ningún nombre que pudiera mencionar, estaba allí, entre sus brazos. Su calidez era verdadera. No era ningún sueño. Aquella era la princesa Yona.
-Hak...
No le molestaba que le llamara. Que pronunciara su nombre veces sinfín.
-Princesa Yona, no imagina lo tanto que deseaba verla. Su imagen ha estado presente durante mucho tiempo.
Yona escuchaba atentamente, incapaz de comprender la razón por la que le hablaba con tanta formalidad. Era impropio de él. No era el Hak que conocía. No le había asaltado con ninguna broma.
En compañía de sus palabras, escuchaba las sacudidas de la manzana que en su pecho se escondía.
-Lo lamento, pero por más que me he esforzado por recordar, no he podido hacerlo. Princesa Yona, no recuerdo absolutamente nada.
-¿Eh?
Finalmente el abrazo se hizo más débil, permitiendo que la princesa despegara el rostro y pudiera apreciar a Hak a los ojos. Él tenía una expresión seria.
¿Absolutamente nada? Hak... ¿No la recordaba? ¿Hak la había olvidado?
Por un instante sintió que perdía contacto con la realidad.
-Todo este tiempo he deseado conocerla. A la dueña del cabello rojo que surgía en mis sueños sin rostro y sin nombre.
Yona no sabía cómo digerir
aquella información. Hak recién había aparecido después de tantos años, y su ser sufría un nuevo impacto.
-Lo has olvidado todo -murmuró para sí misma, tratando de entrar en razón.
Volvió la vista a él, al guerrero que seguía pendiente de ella, acariciando su larga cabellera desaliñada, observándola como si ella fuera la más hermosa visión.
//Actualizo rápido porque me lo piden ^.^
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