CAPÍTULO 33
El camino de regreso fue lento, y mucho más incómodo que la ida. Macy mantuvo la vista fija en la ventana, sin siquiera voltear hacia Ethan. Estaba tan agobiada, que ni siquiera tenía fuerzas para pensar.
Lilith se había encargado de terminar de arruinar su mañana, gritándolos por más de veinte minutos. Ethan contuvo las ganas de responderle, respirando profundo para no lanzarle un hechizo que la callase para siempre. Él sabía que caer en sus provocaciones empeoraría las cosas, e hizo lo posible por mantener la boca cerrada.
Lilith empujó a Ethan hacia un costado, acercándose a su hija. Le causaba repulsión verlos juntos, y saber que Macy cambió a Dylan por alguien mucho peor.
—Ven, Macy, nos vamos. —Lilith ordenó, tronando los dedos. —No permitiré que sigas al lado de este infeliz.
Macy se plantó firme en su sitio, negando. Ella tenía muchas dudas en la cabeza, pero sabía que su madre no era de fiar. Lilith solo actuaba en beneficio propio, y fingía preocuparse por ella cuando necesitaba algo a cambio.
—Yo no iré a ningún lado contigo, mamá. —Macy afirmó. —Ahora vivo en el castillo; regresaré con Ethan allá.
—¿En serio te irás con el asesino de tu bisabuela? —La voz de Lilith sonaba dolida. —¿Lo pondrás a él por encima de tu familia?
Macy rio con ironía, y se mordió el labio. La palabra de su madre no tenía valor para ella desde que se enteró que trató de abortarla tres veces, y que solo decidió tenerla porque le dijeron que sería la Aka Zaba. Lilith nunca la quiso, y le pareció hipócrita que fuera ella quien decía que la familia era primero.
—Yo ya tomé una decisión, madre. Espero que la próxima vez que nos veamos, no sea en estas condiciones. —aseveró. —Saluda a mis hermanos de mi parte.
Macy caminó hasta el estacionamiento de la cafetería, dando por terminada la conversación. Notó que Ethan la seguía, pero prefirió ignorarlo. Ella se abrazó a sí misma, decepcionada. Cada vez que creía que conocía a alguien en quien podría confiar, descubría algo que la hacía dudar.
Ethan sacó las llaves de su bolsillo, y abrió la puerta de Macy para ayudarla a subir. Él sentía su rostro sonrojado de la vergüenza, y no se atrevía a mirarla a los ojos. Ni siquiera sabía qué decirle para aliviar la tensión entre los dos.
—Lo lamento. —Ethan alcanzó a decir. —De haber sabido que Lilith vendría aquí, te habría llevado a otro lugar. No imaginé que las cosas terminarían así.
Macy emitió un leve ruido a modo de respuesta, notando la actitud evasiva del chico. Lo tomó con suavidad por la muñeca, y decidió darle una última oportunidad. No quería que su amistad terminase por las dudas que Lilith sembró en su cabeza.
—Ethan, ¿qué fue todo eso? —Macy musitó. —¿Qué tan ciertas son las cosas que dijo mi madre sobre ti?
Ethan sacudió la cabeza, intentando ordenar sus ideas. Él sabía que, tarde o temprano, terminaría teniendo esa conversación con Macy. Sin embargo, no se sentía listo. La culpa de lo que ocurrió todavía lo corroía por las noches.
—Sube al auto, por favor. —Él pidió en tono suplicante. —Te explicaré todo, pero no aquí. Hay demasiada gente.
Macy relamió sus labios, aceptando. Se abrochó el cinturón, y subió la ventana cuando Ethan arrancó. Ella observó el paisaje por casi una hora, preguntándose hacia dónde la llevaba. Él dio tantas vueltas por la ciudad, que creyó que manejaba en círculos.
—El castillo queda hacia el otro lado. —Ella rompió el silencio, viendo que tomaban una carretera opuesta a la que los llevaba a su hogar.
—No iremos al castillo tampoco. —Ethan mantuvo la vista fija en el camino. —No quiero que los vampiros escuchen nuestra conversación.
Macy no dijo más, y continuó observando por la ventana. Las dudas seguían mezclándose en su mente, empezando a ponerse nerviosa. Cada minuto se alejaban más de la ciudad, y de cualquier rastro de civilización. Entraron en un desvío solitario, sin nada más que árboles a su alrededor.
Ethan se estacionó a las afueras de un bosque, y apagó el auto. Se soltó el cinturón de seguridad, girando hacia Macy. Quiso tomarla de la mano, pero el pulso le temblaba.
La joven giró hacia él también, corriendo el asiento hacia atrás para verlo mejor. El aire frío de la mañana le secó la garganta, y carraspeó.
—¿Ya me dirás qué es lo que sucede? —Macy cuestionó, sin ocultar su incomodidad. —¿Por qué me trajiste hasta aquí?
—Macy, escucha. Hay muchas cosas que no sabes de mí, y creo que es porque no hemos tenido muchas oportunidades de conversar. —Ethan empezó. —Pero quiero que sepas, que no soy malo. Yo jamás he querido lastimar a los demás.
Macy calló unos segundos, sintiendo sus palabras como una confesión. Ethan siempre era bromista, y se reía la mayor parte del tiempo. Sin embargo, era la primera vez que ella lo notaba nervioso.
—Entonces, ¿eso quiere decir que mi madre tenía razón?
—En parte, pero las cosas no son como ella dice. —Asintió con pesar. —Yo nunca traicioné a tu familia, y tampoco quise que Darice saliera lastimada. Te juro que esa no fue mi intención.
—Ethan, yo te creo, y confío en que me estás diciendo la verdad. —Ella esbozó una sonrisa, intentado reconfortarlo. —Pero necesitas explicarme qué sucedió. Yo todavía no entiendo cómo empezó este problema.
Ethan volvió a agachar el rostro, viendo sus manos sudar. La semana en la que todo ocurrió fue la más larga y difícil de su vida. Ni siquiera cuando lo expulsaron de la escuela se sintió tan nervioso, como en ese momento. Todavía pagaba las consecuencias del error que cometió.
—Hace casi un año, la guardia real capturó con mi ayuda a un criminal muy peligroso, y lo mantuvo cautivo en los calabozos del castillo. —Ethan comenzó a narrar. —Él era muy fuerte, y Salvatore me pidió que le lanzara un hechizo que fuera capaz de debilitarlo lo suficiente como para poder atraparlo. Muchos guardias murieron antes de que yo interviniera.
Macy frunció el ceño, recordando la conversación que tuvo con Dylan meses atrás. Aunque nunca le dijo por qué lo sentenciaron, sí le comentó que mató a los guardias que trataron de llevárselo.
—¿Peligroso como Dylan cuando lo capturaron?
—Dylan no es nada en comparación con el criminal al que nos enfrentamos. —Ethan la vio a los ojos. —Los crímenes que cometió eran mucho peores que los de tu esposo.
Macy asintió con duda, tratando de darle sentido a sus palabras. Ella sabía que la guardia capturaba criminales constantemente, pero le sorprendió enterarse que él también participaba de las redadas.
—¿Eso quiere decir que el hechizo salió mal? —Macy consultó tras una breve pausa. —¿Rebotó o algo así?
Ethan negó, llevando la atención hacia su brazo. Se remangó la camisa, mostrando las cicatrices que se esforzaba en ocultar. Desabrochó los botones superiores, bajando el cuello de la prenda. Las marcas subían por todo su pecho, hasta la línea de la clavícula.
—El hechizo salió bien al inicio, o al menos eso era lo que yo creía. Practiqué por días para estar listo, porque era la primera vez que conjuraría algo así. —carraspeó. —Yo no tenía experiencia con hechizos tan poderosos, y pensé que lo mejor sería sacrificar un poco de mi alma para que funcionara mejor. No quería defraudar a Salvatore.
Macy tomó con delicadeza la muñeca de Ethan, y pasó un dedo sobre las cicatrices. Las líneas negras marcaban su piel pálida como si fuera un tatuaje, cubriendo casi todo su antebrazo.
—¿Salvatore sabe algo de esto? —Ella se preocupó. —¿Le dijiste que nunca hiciste un hechizo así? ¿O que volviste a corromper tus poderes para lograrlo?
—Yo le expliqué a tu bisabuelo que no tenía la fuerza necesaria para hacer lo que él me pedía, pero no me escuchó. —Ethan negó. —Salvatore me repetía que yo era lo suficientemente poderoso como para debilitar al criminal, y que confiaba en mí. Y fue por eso que resolví poner mi alma en el hechizo. Era la única forma de no fallar.
—¿Entonces...? —Macy continuó después de varios minutos en silencio. —¿Qué fue lo que sucedió?
—Además del hechizo, Salvatore me pidió que hiciera un neutralizador para asegurar que no escapara de su celda. Ahí fue donde comenzó el problema. —Ethan carraspeó. —A mí me expulsaron de la escuela antes que pudieran enseñarme cómo armar uno, y tengo prohibido tener contacto con cualquier persona de Fiamento. —mencionó. —Fue por eso que lo construí con la poca información que encontré en los libros de la biblioteca.
Macy se recostó en su asiento, más confundida que antes. Ella conocía a Salvatore, y sabía que podía llegar a ser bastante testarudo, pero se le dificultaba creer lo que Ethan decía. Su bisabuelo era un hombre muy sabio que jamás habría tomado una decisión como esa a la ligera.
—¿Y a Salvatore no se le ocurrió contratar a otro hechicero para que te ayudara? —curioseó con molestia. —¿O es que tú no le pediste ayuda?
—Lo hice, pero cuando a Salvatore se le mete una idea en la cabeza, es muy difícil sacársela. —Se encogió de hombros. —Él no quería contratar más hechiceros porque no confiaba en ellos. Desde que se espació el rumor de guerra, la lealtad entre especies comenzó a decaer. Es por eso que Salvatore solo confiaba en mí, porque sabía que no los voy a traicionar.
Macy asintió, creyendo que exageró al enojarse. Ella jamás consideró la posibilidad de una traición, y comprendió los motivos de Salvatore.
—¿Eso quiere decir que el neutralizador no funcionó? —Ella retomó el hilo de la conversación.
—Funcionó mal. —Ethan soltó un largo respiro, cansado. —Después que lancé el hechizo, los guardias lograron reducir al hombre, y le colocaron el neutralizador. Pero todo se complicó mientras lo llevaban a su celda en el calabozo. —Se aclaró la garganta. —El efecto del hechizo desapareció antes de tiempo, y el neutralizador se rompió.
—Y el criminal escapó. —Macy concluyó, tomándolo de la mano.
Ethan volvió a agachar el rostro, apenado y avergonzado. Aunque Macy no lo juzgaba, su error seguía pesando en su conciencia. Él se preguntaba a diario en qué falló, y pensaba que no se esforzó lo suficiente cuando hizo el neutralizador. Tal vez nada hubiera sucedido si se esforzaba más.
—Cuando él escapó, buscó la habitación de Salvatore, y mató a Darice mientras dormía como venganza. —Terminó de explicar. —Es por eso que tu madre, y muchos de los descendientes de Salvatore, me culpan por lo que pasó. Ellos creen que fallé a propósito para liberarlo, pero yo nunca quise que nada de eso ocurriera.
Macy se estiró para abrazarlo, sin saber de qué otra forma reconfortarlo. Podía oler la culpa que emanaba de él, y resolvió no hacer más preguntas. No quería agobiarlo más.
—Yo te creo. —Macy susurró en su oído. —Gracias por confiar en mí.
—Gracias por creerme. —Ethan esbozó una leve sonrisa. —No quiero que me temas.
Macy asintió tranquila, regresando a su asiento. Le alegraba haberle dado una oportunidad a su amigo de explicarse, y no guiarse de las palabras de su madre. Una vez más, Lilith le demostraba que ella no era de fiar. Su única preocupación era sembrar cizaña y causar enemistad.
—Será mejor que regresemos al castillo. —Ethan propuso, encendiendo el auto. —El camino es largo, y apuesto a que Salvatore debe estar esperándote para almorzar.
—Sí, tienes razón. —Ella se abrochó el cinturón. —Además, hay varias cosas de las que necesito hablar con él. Quería que lo buscara cuando nuestras clases hubieran terminado. —rio.
Ethan rio también, poniendo el vehículo en marcha. Sintió libertad de iniciar una nueva conversación, y encendió la radio. Disfrutó ver que Macy ya no estaba tan triste como en la mañana, y que la tensión entre los dos desapareció. Él tenía tan pocos amigos dentro del castillo, que quiso hacer lo posible por mantenerse cerca de ella.
Macy disfrutó el camino de regreso, recordando las largas charlas que tenía con Ethan cuando él la recogía de la escuela. En ese breve instante, se dio cuenta de lo mucho que extrañaba la amistad que formaron poco después de conocerse. Ella había estado tan sumida en su dolor por la ruptura con Dylan, que se olvidó del mundo a su alrededor.
—Si Salvatore pregunta, dile que practicamos levitar cosas. —Ethan bromeó, entrando al estacionamiento. —Él piensa que tú ya dominas los hechizos que me indicó.
—Descuida. —Macy sonrió. —Yo tampoco creo que él quiera enterarse todo lo que pasó hoy.
Ethan se estacionó con cuidado, y notó que el auto del costado tenía las luces encendidas. Él bajó primero, observando a Dylan activar su alarma. Parecía que él también acababa de llegar.
Macy bajó lentamente, procurando no golpear la puerta del otro auto. La puerta se le soltó de casualidad, azotándose al cerrar. Ella cerró los ojos un segundo por el estruendo, sin imaginar quién sería la primera persona que vería al abrirlos.
—¿Dylan? —susurró.
Los ojos de Dylan escanearon los rostros de Ethan y Macy por varios segundos antes de responder.
—¿Qué haces aquí? —inquirió, sin ocultar su molestia.
—Eso a ti no te importa. —Macy respondió, dura. —No tienes derecho a reclamarme nada.
Dylan asintió con molestia, y carraspeó. De todas las personas con las que Macy pudo salir, jamás creyó que sería Ethan con quien se iría. Él guardó sus llaves en su bolsillo, sintiendo que su presencia estaba de más.
—Tienes razón, no me importa. —Gruñó bajo, girando hacia Ethan. —Estaba a punto de subir a buscarte; tú y yo necesitamos hablar.
—Espérame en mi oficina. —Ethan mencionó. —Iré en un segundo.
Dylan se fue sin pronunciar otra palabra, ni hacer contacto visual con ninguno de los dos. Ethan pasó una mano por su cabello, sintiendo que ya había tenido suficiente drama por un día, como para tener que lidiar con Dylan también.
—Sabes, creo que yo también subiré. —Macy habló bajo. —A Salvatore no le gusta comer solo.
—Y Dylan odia que lo hagan esperar. —Él se acercó a ella. —Lamento que la salida no haya salido como pensé.
—No, descuida. —Ella esbozó una sonrisa. —No tuve oportunidad de decírtelo, pero gracias por el café. —Lo tomó de la muñeca. —A pesar de todo, me divertí.
—Tal vez podamos repetirlo cualquier día que tu madre no se encuentre en la ciudad. —Ethan rio, viéndola a los ojos. —Lilith tiene el don de arruinarle el día a cualquiera.
Macy sacudió la cabeza, divertida. Le dio un último abrazo a Ethan, y se dirigió a la salida. Tenía muchas cosas en la cabeza, y quería comenzar a discutirlas con su bisabuelo antes que se le olvidasen.
—¡Macy, espera! —Ethan la llamó, corriendo a su lado.
Macy se detuvo en seco, girando hacia él.
—Dime, ¿qué sucede?
—A Salvatore todavía le duele la muerte de Darice. Es por eso que ni él, ni nadie en el castillo, hablan sobre ella, o lo que pasó. —Él explicó rápido. —Te recomiendo que no le digas que tú ya sabes la verdad, ni que yo te conté la historia de su muerte. Mantengamos la conversación en secreto, por favor.
Macy percibió un leve nerviosismo en su voz, y supuso que se trataba por la culpa que él todavía cargaba. Colocó una mano en su hombro, asintiendo.
—No re preocupes, tu secreto está a salvo conmigo.
Ethan respiró aliviado, y caminó de regreso a su oficina. Subió las escaleras de dos en dos, preguntándose qué podría querer Dylan. Él se notaba tan molesto en el estacionamiento, que supuso que le reclamaría el haber salido con Macy. Dylan era alguien impredecible, y con un temperamento tan cambiante, que llegaba a asustarlo por momentos.
Ethan ingresó en silencio, viendo que Dylan se había sentado en el escritorio principal. Él estaba leyendo el libro que usaba para practicar con Macy, y pasaba las hojas con lentitud. Dylan elevó la vista cuando Ethan llegó, pero regresó rápidamente su atención al libro.
Ethan avanzo hacia él, jalando una silla para sentarse también. Se aclaró la garganta, tratando de captar su atención. No sabía cómo iniciar aquella conversación.
—Dylan, escucha. Antes que me reclames algo, quiero que sepas que nada pasó entre Macy y yo. —Él se apresuró a explicar, viéndolo a los ojos. —Nosotros solo fuimos a tomar un café como amigos.
Dylan rio con amargura, negando con la cabeza. Cerró el libro con fuerza, cruzándose de brazos. Era era una charla que no estaba dispuesto a tener.
—Macy y yo ya no estamos juntos. —aseveró, sin dar muchos detalles. —Legalmente no nos podemos divorciar, pero nosotros ya no somos pareja. No me debes ninguna explicación.
Ethan respiró aliviado, sintiendo que le quitaban un peso de encima. Él era consciente que Dylan lo aniquilaría en una pelea cuerpo a cuerpo, y resopló. Ya no quería más discusiones, ni malos entendidos, en lo que le quedaba de día.
—Entonces, ¿de qué querías conversar? —curioseó, tranquilo.
—Hoy hubo otro asesinato; los grifos mataron a otro maldito adolescente del Ridgerview. —Él gruñó, frustrado. —Era el hermano mayor de uno de los compañeros de Macy, o algo así. —Sacudió la cabeza. —Pasé toda la mañana en la escena del crimen, pero no pude averiguar mucho. Es por eso que necesito tu ayuda.
—No comprendo cómo podría ayudarte con eso. —Ethan se encogió de hombros. —¿Quieres un hechizo de camuflaje?
Dylan negó, levantándose de su asiento. Ethan era muy inteligente, pero le daba la impresión que, por momentos, él se esforzaba en parecer idiota.
—El sospechoso que tienen detenido en la comisaría, es un bufeo. —Dylan habló mientras caminaba. —Me van a dar una hora mañana para interrogarlo; así que necesito que prepares un suero de la verdad. Es la única forma de conseguir que hable, sin que lo tenga que torturar.
—¿Un bufeo? ¿Aquí? —Ethan se extrañó. —Esas son criaturas menores; es muy raro ver a uno fuera de Perú.
—Lo sé, y eso es lo que me preocupa. —Dylan golpeó la mesa con la mano. —Los bufeos y las sirenas siempre se han mantenido al margen en todas las guerras mágicas que ha habido. —Le recordó, inquieto. —Y, si ellos están apoyando a los grifos, quiere decir que se están formando bandos.
Ethan frunció el ceño, analizando la situación. Él ni siquiera había nacido cuando estalló la primera guerra, pero en la escuela le enseñaron lo que sucedió. Sin embargo, los tiempos cambiaban y los grifos podrían estar buscando ganar aliados. El conflicto que hubo entre los hechiceros y las ninfas, parecía una pelea de niños en comparación a lo que se avecinaba.
Ethan recordó las cláusulas del Pacto de Todas las Sangres, intentando animarse a sí mismo. Se negaba a aceptar que los seres marinos empezaran a involucrarse también.
—Dudo mucho que las sirenas quieran participar en esto. —Ethan razonó tras varios segundos. —Ellas no toman partido a menos que se sientan amenazadas. Y supongo que los bufeos piensan igual.
—Yo creía lo mismo, pero ese bufeo ha sido el primer sospechoso real que han capturado desde que comenzó este asunto de los asesinatos. —Dylan tensó la mandíbula. —Es por eso que necesito el suero de la verdad. Tengo que averiguar si él trabaja para Perso o no.
Ethan asintió, llevando la vista hacia su estantería. Los ingredientes se le estaban agotando, y él todavía estaba trabajando en un antídoto para la herida de Salvatore. El tiempo se le agotaba, en especial, porque no tenía ayuda. Salvatore se negaba a contratar a más hechiceros para que trabajaran con él.
—En este punto, cualquier poción que pueda preparar, quedará obsoleta. —Ethan se sinceró. —Pero si me dejas ir contigo, podré lanzarle un hechizo directo. Es más efectivo que el suero que quieres.
—Bien. —Dylan sentenció, caminando hacia la puerta. —Te necesito listo a las ocho de la mañana. Si demoras un minuto más, partiré sin ti.
—No te preocupes. Ahí estaré.
Ethan vio a Dylan salir, y se apresuró a cerrar la puerta con llave. Ya había tenido suficiente de los vampiros por un día, y no quería cruzarse con otro. Le escribió a la cocinera del castillo para que le llevase su plato a la oficina, y comenzó a revisar los libros que tenía. Los hechizos de la verdad eran sencillos de conjurar, pero él quería practicar. Estaba decidido a no fallar nunca más.
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¡Hola!
Aquí está el capítulo 33. ¿Qué les pareció? ¿Tienen alguna teoría?
Por cierto, por si se lo preguntaban, un bufeo es una criatura mitológica de Perú, que es básicamente un delfín rosado que tiene la capacidad de convertirse en humano y poder salir del agua para pasear por la ciudad. ¿Habían escuchado de esta criatura?
No sé si ya les había subido una foto de cómo imagino a Ethan, pero aquí les dejo una por si acaso.
No se olviden de votar, comentar y compartir para seguir creciendo.
Saben que los comentarios son muy importantes para mí porque así sé si les está gustando la historia. Además amo leer sus teorías.
Les dejo una imagen del cap.
Nos leemos pronto
Les mando un abrazote
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