CAPÍTULO 20

Macy despertó en una cama, sobresaltada. Se movió entre las sábanas, luchando por destaparse. Le costó identificar en dónde estaba, y casi no reconocía nada a su alrededor. Hizo brillar sus ojos, intentando aclarar su visión. Todo era confuso. 

Macy ahogó un grito, cubriendo su boca con ambas manos. Estaba en su habitación. Alguien la había llevado de vuelta a su casa. 

Ella estiró una mano para encender su lámpara de noche, buscando comprender lo que ocurrió. Le dolía la cabeza, y todo se mezclaba en su mente. Ya no sabía qué era real, qué era mentira, y qué era producto de su imaginación. Quizás, todo lo que pasó en las últimas horas solo fue parte de una pesadilla. Tal vez, la cacería aún no comenzaba. 

Macy avanzó lentamente hasta su espejo, examinando su ropa. Traía puesto un jean y una polera azul. No recordaba haberse cambiado, y el miedo volvió a embargarla. Las cosas se volvían más extrañas, y ya no sabía en qué creer. 

Un fuerte estruendo la sacó de sus pensamientos; similar al de un cristal rompiéndose. Notó que provenía del primer piso de su casa, y se apresuró a colocarse un par de zapatillas. No imaginaba quién podría estar ahí, y se escabulló; ocultándose tras la escalera. El eco de varias voces discutiendo se mezclaba con los golpes; como si hubiera iniciado una pelea. 

Macy divisó a Dylan en medio de la sala; y Lilith y Alastair estaban junto a él. Todo fue real. Ellos sí se conocían. 

—¿Cómo se te ocurrió casarte con mi hija, maldito bastado? —Lilith continuó reclamando entre gritos, arrojándole un segundo jarrón en la cabeza—. Esto no era parte del trato. 

—¡Fue Salvatore quien me ordenó hacerlo! —Dylan gritó, esquivando el golpe—. Él me dijo que mordiera a tu hija por segunda vez. 

—¡No blasfemes! —Lilith respondió enardecida, mostrando los colmillos—. El abuelo jamás haría algo como eso. Salvatore es de los primeros defensores de la pureza de la sangre; no es posible que haya permitido algo una unión tan asquerosa como esta. 

Dylan rio, retrocediendo un paso. Vio la televisión de pantalla plana romperse debido al golpe del jarrón, y se cruzó de brazos. Había odiado a Lilith desde el día que la conoció. 

—Aunque no lo creas, fue mi padre quien me ordenó casarme con Macy. —Dylan repitió, burlón—. ¿Acaso crees que querría emparentarme con alguien como tú por voluntad propia?

Lilith tomó un florero macedonio que atesoraba como centro de mesa, arrojándolo contra el muchacho. Detestaba la voz de Dylan, y su expresión de autosuficiencia. Pero, más que nada, odiaba enterarse que estaba casado con su hija. Ella tenía planes para el momento en que Macy asumiera como Aka Zaba. Y ahora todo se arruinaba debido a ese matrimonio. 

—Eres un maldito recogido que solo se ha aprovechado de nosotros desde que nos conociste. —Lilith lo insultó, lanzándole el control del televisor—. No has hecho más que engatusar a mi abuelo, y aprovecharte de mi hija. Pero yo sé lo que eres, Merrick. A mí no me vas a engañar... 

Alastair se apresuró a sostener a su esposa cuando la vio tomar un cerámico antiguo, inmovilizándola. Temía que pudiera arrojar más cosas, y que terminara destruyendo la casa. Le costaría una fortuna reponer todo lo que rompió. 

—¡Alastair, suéltame ya! —Ordenó, sacudiéndose—. Yo misma mataré a este bastardo. Este matrimonio se termina hoy. 

—Lilith, cálmate, por favor. —Pidió, luchando por contenerla—. Sabíamos que esto podía suceder, y lo aceptamos. Tienes que tranquilizarte. 

—¡No me pidas que me calme! —Explotó, iracunda—. Aceptamos que este malparido la mordiera porque Salvatore solo confiaba en él; pero no se suponía que se casarían. No permitiré que mi linaje se manche con un bastardo como... 

—¿Y tú piensas que esto es muy placentero para mí? —Dylan elevó la voz, cansado de sus insultos—. He hecho todo lo que me han pedido desde que comenzamos con este plan. Querían que ella se convirtiera, y lo hice. Querían que ella matara, y la convencí de hacerlo. Su alma ya no es pura; Macy es una asesina como nosotros.

—¿Y acaso esperas que te agradeciera por eso? —Lilith vociferó, soltándose—. Esa era tu misión, y ni siquiera pudiste hacerla bien. Eres tan estúpido, que no fuiste capaz de decirle la verdad. 

Dylan negó, cruzándose de brazos. Sabía a lo que se refería, y le molestó su cinismo. Lilith era buena para reclamar y culpar, pero no quería aceptar que ella también tenía la culpa de lo que ocurrió. 

—Yo le dejé en claro a Salvatore que no le diría a Macy la verdad—. Dylan habló entre dientes, cansado—. Tú eres su madre; tú la pariste. Eso es algo que solo te correspondía a ti. 

Alastair lo golpeó, cansado de aquella discusión. Él había invertido mucho dinero en la celebración de esa noche, e incluso viajó al extranjero para conseguir sangre con sabor exótico. Sin embargo, ni siquiera tuvieron tiempo de sacar los vinos que preparó debido al desmayo. La ceremonia se canceló, y los lobos tuvieron que ayudarlos a desalojar el lugar. 

Lilith inyectó a Macy con un tranquilizante especial, confiando en que ella no despertaría hasta el día siguiente.  La llevaron de regreso a casa, y enviaron a sus otros dos hijos a la casa de la niñera. Necesitaban quedarse solos mientras descubrían cómo lidiar con Macy, y no querían asustarlos. Gadreel era el único de sus hijos al que amaban, y no lo iban a exponer a escuchar esa pelea. Ya tendrían tiempo de despertar la malicia en él cuando fuera mayor; no cometerían con Gadreel los mismos errores que cometieron con Macy. 

Dylan los siguió en la camioneta, maldiciendo todo el camino. Cuando sembró en Macy la duda sobre si sus padres eran cazadores, fue porque quería despistarla mientras Lilith y Alastair se preparaban para contarle la verdad. Jamás imaginó que reaccionaría tan mal al saber que era la bisnieta de Salvatore. 

Alastair le permitió ingresar a su hogar, con miles de reclamos en la cabeza. Aunque podría recuperar en la fábrica de vinos el dinero que perdió, nunca lograría superar la vergüenza que pasó. Llevaba meses jactándose que era el padre de la futura Aka Zaba, y ahora, ninguno de sus amigos volvería a tomarlo en serio.  

—Por tu culpa, Lilith y yo quedamos en ridículo frente a toda la comunidad vampira. —Alastair reclamó, empujándolo—. Se suponía que presentaríamos a Macy como una mujer fuerte y decidida que sería capaz de llevar el peso de la corona. Pero ahora dudarán de ella gracias a ese maldito desmayo. 

—Debieron pensar en eso antes de enviarla a un campamento al otro lado del país, y dejarla a merced de un grupo de desconocidos en los que ni siquiera confiaban. —Dylan sacudió la cabeza, asqueado—. Ustedes son sus padres...

Un sollozo, casi imperceptible, lo desconcertó; y llevó la vista a la escalera. Macy estaba tirada en el piso, llorando. Maldijo internamente, intentando acercarse a ella. No sabía cuánto tiempo llevaba ahí, y esperó que no hubiera escuchado la conversación completa. Habían cosas que ella no debía saber. 

Macy se levantó como pudo al sentirlo acercarse, y pasó ambas manos por su rostro. Estaba temblando, y apenas si podía ver por las lágrimas. Toda su vida había sido una mentira; todo lo que vivió no fue más que una actuación. Sus padres pasaron diecisiete años engañándola. 

—¡ALÉJATE DE MÍ! —Gritó, sacudiendo la cabeza—. ¡NO SE TE OCURRA VOLVER A ACERCARTE A MÍ!

—Macy, tranquila. —Dylan pidió, bajando las gradas de la escalera—. Esto no es lo que piensas. 

—¡Es exactamente lo que pienso! —Macy se ahogó con sus palabras, aferrándose al barandal—. Ustedes ya se conocían. Todo fue una trampa. 

Lilith rodó los ojos, sin ánimos para aguantar una escena. Su hija era demasiado dramática, y la pelea con Dylan hizo que le doliera la cabeza. Sin embargo, debía seguir fingiendo frente a Macy. No podía quedar como la mala de la historia. 

—Macy, esto es un malentendido. —Lilith suavizó la voz, invitándola a bajar—. Yo te explicaré...

—¡CÁLLATE! —Macy sollozó—. ¡CÁLLATE PORQUE A TI TAMPOCO TE QUIERO ESCUCHAR! —Ella sorbió por la nariz—. ¿Cómo fuiste capaz de mentirme por tantos años?

Macy relamió sus labios, sin poder respirar debido al llanto. Se sintió intimidada al notar la forma en que la veían, y regresó corriendo a su habitación. Cerró la puerta con llave, y avanzó hasta su baño. Se lavó el rostro como pudo, asustándose al darse cuenta que sus ojos estaban hinchados. Tomó su celular con una chaqueta, dispuesta a saltar por la ventana. No quería continuar dentro de aquella casa. 

Macy aterrizó sobre unos arbustos, suprimiendo un grito de dolor. Se golpeó contra una piedra, pero sabía que no era grave. Se alejó lo más que pudo de ahí, cojeando. En ese instante, se sentía tan miserable, que solo quería desaparecer de la faz de la tierra. 

La joven sorbió por la nariz, tratando de comprender lo que ocurría. Él era su bisabuelo; Salvatore era un Brancchiatto, al igual que ella. Macy recordó cómo él se asombró cuando ella creyó que se apellidaba Walsh, y la expresión tan rara que hizo. Salvatore repetía que los apellidos no importaban, y finalmente entendía la verdadera razón. Ella no tendría que tomar el apellido de Dylan, porque ambos apellidaban igual. Ellos eran familia. 

Macy sintió un nudo en la garganta, y tuvo ganas de vomitar. Apenas caía en cuenta que Dylan era su tío abuelo, y que acababa de acostarse con él. Y no solo fue una, sino tres veces. Se sentía sucia y asqueada, y se odió a sí misma por haberse entregado a él. Macy le permitió tocarla, y accedió a cada uno de sus deseos porque estaba consumida por la excitación. Dylan siempre supo que ellos eran familia, y aún así aceptó seducirla por órdenes de Salvatore. Quizás, él ni siquiera la amaba, y su relación seguía siendo parte del plan que sus padres tenían. 

Lo peor de todo, era que realmente se había enamorado de él. Ella estaba enamorada de Dylan, pero sabía que su relación jamás podría ser. Eran familia directa, y por sus venas corría la misma sangre. Lo suyo era incesto, y no existía forma de negarlo. Macy sorbió por la nariz, desesperada. Se arrepintió de haber tenido sexo con él, y pasó una mano por sus ojos. Necesitaba olvidarse de él. 

Macy recordó la profecía una vez más, y se estremeció. Tal vez, era por eso que el oráculo le dijo que tendría un hijo que destruiría el mundo. Quizás, ese era su castigo por cometer incesto; engendrar una abominación capaz de desatar en caos. Ella secó sus lágrimas, decidida a comprar una pastilla cuanto antes. Macy jamás había menstruado, y sabía que era muy difícil que hubiera quedado embarazada de Dylan, pero no se arriesgaría. No permitiría que esa profecía se cumpliera jamás.

Macy revisó sus bolsillos, buscando algo de dinero en ellos. Encendió su teléfono, dándose cuenta que eran casi las dos de la mañana. Las llamadas perdidas comenzaron a llegar, y le extrañó que Jazmine le hubiera llamado más de quince veces después que se fue de su casa. Supuso que sería para disculparse por haber dejado a sus hermanos solos, y volvió a guardar el móvil. Ya tendría tiempo de conversar con ella cuando amaneciera. En ese instante, no quería hablar con nadie. 

La joven suspiró al pensar en sus hermanos, y las ganas de llorar regresaron. Si sus padres eran vampiros purasangre, sus hermanos también lo serían. Un leve escalofrío la recorrió, y miles de preguntan llegaron a su mente. ¿Alyssa y Gadreel sabrían que eran vampiros? ¿Ellos conocían a Salvatore? ¿Habrían probado ya sangre humana? 

Sin embargo, la pregunta más grande que tenía, era el por qué. ¿Por qué sus padres le mintieron durante diecisiete años? ¿Por qué le ocultaron que todos en su familia eran vampiros? ¿Por qué prefirieron armar un plan tan complicado en lugar de decirle la verdad? 

Macy continuó caminando sin rumbo alguno, sintiendo un par de lágrimas caer. Su vida era una mentira, y sus padres la habían manipulado a su antojo. Ella sollozó al comprender que Lilith y Alastair también la subestimaban, y agachó el rostro. ¿Cómo esperaban que asumiera un trono si nadie confiaba en ella?

Dylan continuaba llamando a Macy a través de la puerta, desesperándose al no escucharla. Pateó el pestillo con fuerza, rompiéndolo para poder ingresar. La habitación estaba vacía, y el baño también. Supuso que ella escapó al ver la ventana abierta, y maldijo. Todo acababa de irse a la mierda. 

—Macy se fue— masculló irritado, girando hacia Lilith y Alastair—. ¿Qué vamos a hacer?

—¿Vamos? —Lilith se burló, cruzándose de brazos—. Este problema lo causaste tú, y tú lo vas a solucionar. Búscala, y tráela aquí. Yo le diré la verdad. 

—¿Acaso no te preocupa que pueda cometer una locura debido a lo afectada que está? —Dylan recriminó, sorprendido por su soltura—. ¿No sabes lo que Macy es capaz de hacer?

—Lo único que me preocupa, es este asqueroso matrimonio al que la arrastraste a estar—. Ella espetó, haciendo sus ojos brillar—. Macy merece estar con un purasangre como ella; no con un bastardo recogido como tú. Pero ya tendré tiempo de encargarme de ti. 

—No me amenaces, Lilith— Dylan gruñó, irritado—. No te conviene tenerme de enemigo. 

Lilith soltó una carcajada, divertida. Él se creía más importante de lo que realmente era. Dylan no era más que un insecto en su camino. 

—Eres tan insignificante, que ni siquiera eso te puedo considerar. —habló con superioridad—. Ve por Macy, no tengo toda la noche. 

Dylan quiso responder, pero un fuerte mareo lo azotó. Se sostuvo de la mesa de noche para evitar caer, y la vista se le nubló. La cabeza comenzó a darle vueltas, y casi no podía respirar. Parpadeó varias veces para aclararse la vista, y todo a su alrededor comenzaba a tornarse negro. No sabía qué ocurría, y se asustó. Era la primera vez que le pasaba algo como eso. 

Dylan comenzó a ver algo poco después, dándose cuenta que se encontraba en un callejón. Un par de faroles alumbraban el lugar, pero era complicado orientarse. No comprendía cómo se teletransportó a algún lado de la ciudad en cuestión de segundos, e intentó girar la cabeza para ubicarse mejor. Pero no pudo. Su cuerpo ya no le respondía. 

Escuchó un ruido tras suyo, girando en esa dirección. Divisó a un joven acercarse con un perro rottweiler, y tuvo ganas de vomitar. Un horrible hedor a basura y carroña inundó su nariz, mareándolo. Él reconocía el aroma, y se alertó. Así olían los grifos. 

—Una chica tan bonita como tú no debería pasear sola por estos lugares. —El muchacho frente suyo habló, en un tono burlón. 

No soy de las que tienen miedo—. La voz de Macy respondió por él, altanera—. Lárgate de aquí. 

El joven rio, acariciando al perro. Susurró algo en su oído, y el animal se preparó para atacar. Sus ladridos resonaban en el silencio de la noche, y Macy retrocedió un par de pasos. Había algo extraño con el rottweiler. 

—Las noches pueden volverse muy peligrosas para los vampiros; en especial cuando son tan bellas como tú—. El joven soltó la correa del perro, riendo—. ¿Es que nadie te dijo que los grifos también salíamos a cazar?

Dylan sacudió la cabeza, logrando despertar de aquella visión. No tuvo tiempo de analizar lo que vio, y saltó por la ventana. Macy estaba en peligro, y necesitaba hallarla cuanto antes. Le costó diferenciarlo, pero el perro era un cerbero. Si no la encontraba pronto, el animal la haría trizas. 

Dylan sacó un anillo que guardaba en su bolsillo, colocándoselo. Esa era la otra mitad del collar que le regaló a Macy, y lo que le permitía mantener contacto con ella. Lo activó con una gota de su sangre, deseando que ella tuviera puesto el collar. Solo así la lograría encontrar antes que fuera demasiado tarde. 

El joven llegó a una calle estrecha, un par de cuadras antes de la escuela. El hedor del grifo se intensificó, mezclándose con el aroma de la sangre de Macy. El corazón  se le agitó de pensar que ella podría estar herida, y la vio oculta entre unos botes de basura. El perro seguía intentando morderla, y el grifo solo se reía. Por suerte, ninguno de los dos se había convertido. 

Dylan sacó una daga que guardaba en su chaqueta, y corrió hacia el otro muchacho. Debía deshacerse de él antes que las cosas empeoren, o intentara convertirse. Macy continuaba gritando en busca de ayuda, y eso le bastó para saber que seguía con vida. Él necesitaba salvarla, y pedirle perdón por todo lo que le hizo. No soportaría el dolor de perder a la mujer que amaba por segunda vez. 

Dylan atacó primero, apuñalándolo por la espalda. Debía destruir su corazón, pero clavó la daga muy abajo. El grifo se tambaleó, escupiendo un poco de sangre. Se entretuvo tanto viendo a la chica esconderse, que no sintió en qué momento llegó otro vampiro. 

—El perro guardián de Salvatore— se burló, viendo quién fue quien lo atacó—. Parece que hoy estoy en presencia de la nobleza. 

—Y parece que yo estoy en presencia de un donnadie. —Dylan gruñó, pateándolo—. Todos ustedes son reemplazables para Perso. 

El grifo rio, soltando un horrible chillido. Esperaba que alguno de sus compañeros lo escuchase, y acudiera en su ayuda. Perso lo recompensaría muy bien si le llevaba a la futura Aka Zaba, y al hijo de Salvatore. 

—El príncipe es libre— le recordó, intentando prolongar el tiempo—. Él aguarda por su venganza. 

—Dile que aquí lo espero—. Dylan mostró los colmillos, blandiendo la daga—. Yo no le tengo miedo, y tampoco necesito esconderme detrás de nadie—rio—. Dile a Iskandar que esta vez no tendré piedad de él. 

—Él vendrá; todos lo harán— el grifo confesó, riendo—. El Triángulo se levantará muy pronto y todos ustedes caerán... 

Dylan aprovechó que se distrajo hablando, y lo apuñaló en el pecho. Esa era la única forma de matarlo. Movió el cuchillo hasta abrirle las costillas, y le arrancó el corazón. Rio mientras se lo arrojaba al cerbero, consiguiendo distraerlo. 

El perro terminó de masticar el corazón, y avanzó en dirección al cadáver. Lo olfateó unos segundos, antes lamer su sangre. Se sentó junto a él, empezando a comer sus restos. Los cerberos no conocían de lealtad. 

Dylan corrió hacia Macy, abrazándola. La revisó con rapidez para asegurarse que no estuviera herida, y sacó un vidrio que tenía incrustado en el brazo izquierdo. Por suerte el animal no la llegó a morder, y volvió a abrazarla. Le alegraba ver que estuviera bien. 

Macy se sacudió entre sus brazos, sin dejar de llorar. Seguía asustada por el ataque, pero no quería que él la tocara. Después de todo lo que ocurrió, no dejaría que Dylan le volviera a poner un dedo encima. 

—Suéltame— pidió con un hilo de voz—. Dylan, suéltame, por favor. 

—Estaba preocupado por ti— él respondió, aferrándose a ella—. Tenía miedo que algo malo pudiera haberte ocurrido. 

Macy lo empujó con toda la fuerza que tuvo, consiguiendo ponerse de pie. Se limpió las lágrimas, y retrocedió. No caería en su juego otra vez. 

—Mientes... —murmuró, asqueada—. Tú solo te preocupas por mí porque Salvatore te obliga a hacerlo. No finjas interés. 

Dylan tomó el rostro de Macy entre sus manos, nervioso. Comprendió que ella escuchó la conversación completa que tuvo con Lilith y Alastair, y carraspeó. Necesitaba hablar con ella, y convencerla de que él le decía la verdad. Ya no quería ocultarle más secretos. 

—Macy, yo te juro que mi preocupación por ti es real. —Dylan confesó, acariciando sus mejillas—. Confía en mí, por favor. Déjame explicarte lo que ocurre. 

Macy rio con amargura, empujándolo de nuevo. Dylan era bueno para mentir y engañar, pero nada honesto salía de su boca. Él era incapaz de decir la verdad. 

—El día que nos conocimos, me dijiste que solo en ti podría confiar. —Macy le recordó, elevando la voz—. Pero tú has sido quien más me ha mentido, y el que más daño me ha hecho. Tu palabra ya no tiene valor para mí.

Dylan negó, buscando sostener sus manos. Era consciente que cometió muchos errores, pero sus sentimientos sí eran reales. Después de haber tenido aquella visión, ya no quedaban más dudas en su mente. Su conexión con Macy era real; ellos estaban destinados a estar juntos. 

—Lo nuestro es verdadero, porque yo también puedo ver a través de tus ojos, y sentir cuando estás en peligro. —Dylan confesó, sin importarle que ella lo viera vulnerable—. Macy, te amo.

Macy le tiró un puñetazo en la nariz, rompiéndosela al instante. Estaba confundida, dolida y asqueada; y lo último que quería escuchar era una confesión como esa. Quería que Dylan se callara para siempre. 

—¿Cómo puedes hablar de amor en un momento como este? —Le preguntó a gritos, golpeándolo—. ¿Cómo puedes decir que me amas cuando sabes lo que somos?

Dylan se sostuvo el puente de la nariz, evitando hacer un gesto de dolor. Ya había perdido la cuenta de la cantidad de veces que ella le rompió la nariz desde que se conocieron. Él se limpió la sangre con el dorso de la mano, buscando las palabras exactas para continuar. Se habían enredado en tantas mentiras, que no sabía por dónde empezar. 

—Esto no es tan grave como piensas. —Dylan se aclaró la garganta, retrocediendo un paso. 

—¡Eres mi tío abuelo! —Le gritó, furibunda—. ¿Es que todavía no caes en cuenta que lo nuestro es incesto?

—Macy, escúchame cinco minutos. —Dylan pidió, bajando la voz—. Solo eso necesito. 

Macy rio con amargura, negando. Le parecía increíble su cinismo, y se agachó para recoger una piedra. Se la arrojó con fuerza contra el pecho, pero él no se movió. Dylan no se esforzaba en esquivar sus golpes; como si esa fuera su forma de pedir perdón. 

—¿Fue por eso que me hiciste leer "Cien Años de Soledad"? —Macy inquirió a gritos—. ¿Esa fue tu forma de decirme que nosotros también cometíamos incesto? ¿Acaso nuestros hijos nacerán con colas de cerdo y las hormigas se los comerán?

—Macy, cálmate, por favor. —Dylan elevó ambos brazos como señal de paz—. Estás exagerando todo. Déjame explicarte, por favor. No estás viendo las cosas como son. 

—¿Qué me vas a explicar? —Macy explotó, sintiendo las lágrimas volver a caer—. ¿Que te acostaste conmigo sabiendo que éramos familia?

Dylan avanzó hasta ella con rapidez, acorralándola contra la pared. La sostuvo con fuerza de las muñecas, inmovilizándola. Ese era el único modo en que podría hablar con ella. Necesitaba explicarle la verdad antes que huyera de nuevo. 

—Tú y yo no somos nada, Macy. ¡Nada! —Dylan gruñó, viéndola a los ojos—. Nosotros no hemos cometido incesto porque yo no soy un Brancchiatto. 

—¿De qué estás hablando? —Macy titubeó, nerviosa—. ¿Por qué dices que no eres un Brancchiatto?

Dylan suspiró, tomando valor para lo que diría. Ya no iba a mentir; era momento de revelar su verdadera identidad. 

—Macy, yo soy adoptado. 


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¡Hola! ¿Cómo están?

Lamento la demora, pero aquí está el capítulo 20 

¿Qué les pareció? 

Pueden dejar sus teorías aquí. 

La pregunta de hoy es: ¿Qué opinan de Lilith y Alastair?

Espero estén disfrutando mucho la historia. Les dejo este meme del capítulo de hoy:

Dylan, después de la confesión que hizo

Saben que siempre  ando activa en redes sociales, sobre todo en Instagram, así que aquí se las dejo por si quieren seguirme. 

Me apoyarían muchísimo votando, comentando y recomendando la historia a sus amigos o en sus redes sociales. 

Les mando un abrazote. 
Nos leemos pronto. 

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