CAPÍTULO 01
─Me muero de calor─. Macy se quejó, recostando la cabeza sobre el asiento─. Y de sueño. Quiero regresar a casa.
─El aire fresco te hará bien─. Su padre respondió, observándola por el retrovisor─. Podrás descansar cuando llegues al campamento.
Macy rodó los ojos al escucharlo reír, y volvió a colocarse los audífonos. Subió el vidrio de la ventana, agradeciendo que estuviera polarizado. El sol brillaba con fuerza, y comenzaba a lastimarle la piel. Ella no sabía cómo soportaría un mes y medio en el bosque si el clima continuaba igual.
La joven había salido de vacaciones de verano dos semanas atrás, pero no pudo disfrutar nada desde eso. Sus amigos y ella organizaron un viaje de seis días a la playa; sin embargo, sus padres no le permitieron ir. Por mucho que les rogó, y les hizo mil promesas; su respuesta continuó siendo no.
Sin embargo, eso no fue lo peor. Sino, la noticia que su madre le dio dos días después. Ella la había inscrito en un campamento de verano, a cinco horas de distancia de la ciudad en que vivían. Lilith llegó a casa con un folleto del lugar, apenas explicándole de qué se trataba todo. Ni siquiera le preguntaron por su opinión antes de matricularla.
─Siempre quisiste ir de campamento─. Su madre le dijo, sonriente─. Finalmente podrás cumplir tu sueño.
─Eso fue cuando tenía ocho, mamá. Acabo de cumplir diecisiete─. Macy se quejó─. Te prometo que no volveré a insistir con el viaje a la playa, pero no me obligues a ir a un horrible campamento─. Suplicó.
Lilith rio, acariciando el rostro de su hija.
─Tú querías hacer un paseo de una semana; y tu padre y yo te permitiremos estar un mes y medio fuera de casa─. Mencionó, tranquila─. Piensa que, después de todo, tú saldrás ganando.
Macy se encerró en su habitación después de aquella conversación, molesta. Hacía mucho que las cosas con sus padres estaban mal, y sentía que cada día la comprendían menos. No la escuchaban, ni tomaban en cuenta su opinión para nada. Incluso, sus hermanos menores parecían tener más poder en las decisiones que se tomaban. De un instante a otro, ella pasó a ser un fantasma en su casa.
Macy trataba de refugiarse en sus amigos, pero los problemas no se detenían. Comenzó a sufrir de migrañas un par de meses antes de salir de vacaciones, y a nadie le importó. El dolor iniciaba de forma leve, extendiéndose con rapidez por su cabeza; como si alguien estuviera pellizcando su cerebro. Los ojos le lagrimeaban, y todo le daba vueltas. Vomitó en tres ocasiones, y se desmayó en una, debido a la intensidad. Pero eso no parecía ser suficiente para su padre. Alastair solo le dio una pastilla para la jaqueca, rehusándose a llevarla al hospital.
Al inicio, las migrañas solo le causaban sensibilidad a la luz y mareos; sin embargo, todo empeoró con el transcurrir de los días. Macy solía pensar que los oídos le zumbaban debido al dolor; notando una especie de murmullo lejano formarse en su cabeza. Le costó darse cuenta, pero ella descubrió que, el día que comenzaron las migrañas, también empezó a oír voces.
«Macy... Macy... ─Aquella voz gruesa la llamaba constantemente─. Macy, quiero hablar contigo.»
La joven pasó noches enteras llorando en su cuarto, creyendo que enloquecería en cualquier momento. No se explicaba por qué podía oír eso, ni como alguien parecía hablar dentro de su mente. Tenía miedo que las cosas se volvieran peores en el futuro, y no sabía cómo detenerlo. Los ataques se volvían más frecuentes, y ya había aprendido a identificar la secuencia. Primero la migraña, luego la sensibilidad a la luz y, al último, la voz.
Macy le explicó a sus padres lo que le sucedía en más de una ocasión, y ellos solo la miraban como si estuviera inventando todo. Ella quería ir con un psiquiatra, un neurólogo, o alguien que pudiera ayudarla. Las pastillas ya no eran efectivas y empezó a tener problemas para dormir. A Macy ya no le importaba el dolor; solo quería deshacerse de aquella irritante presencia en su cabeza.
─Por favor, llévame al hospital─. Ella suplicó el día que salió de vacaciones, frotando sus sienes─. La voz sigue hablando, y no logro que se calle. Tengo miedo─. Lloró desesperada─. Necesito que la saquen de mi mente.
Lilith abrazó a su hija, acurrucándola en sus brazos. Nunca la vio tan mal.
─Macy, tienes que calmarte─. Pidió entre susurros─. ¿Qué es lo que escuchas que tanto te asusta?
Ella frotó sus ojos, elevando la mirada.
─La voz dice que me necesita. Dice que tiene una misión para mí, pero yo no quiero─. Sollozó con fuerza─. Mamá, no quiero volverme loca. Ayúdame, por favor.
─Todo estará bien, mi vida. Te lo juro─. Lilith la meció en sus brazos─. Tú eres normal; todos mis hijos lo son. Pronto todo regresará a ser como antes─. Musitó.
Macy se colocó los lentes de sol, acurrucándose en el asiento trasero del auto. Aunque su madre prometió muchas cosas aquella vez, no cumplió ninguna. Jamás la llevó con un doctor, y le dijo que sus problemas se debían al estrés de estar en exámenes finales. Ella no volvió a insistir con el tema, y pensó que el problema se iría solo si también fingía que no ocurría nada. A pesar que eso no lo solucionó, sí aprendió una cosa. Aquella voz era capaz de responderle, y parecía tener vida propia.
Hacía varios días que Macy empezó a contestarle cada vez que le hablaba, creyendo que perdió la cordura del todo. Siempre le pedía que se fuera, y que la deje tranquila; pero la voz no quería. Ambos terminaban peleando, y él le repetía que tarde o temprano tendrían que hablar de la misión. Ella no entendía nada, y esperaba que terminase pronto. No toleraba escucharlo más.
Macy sintió la cabeza dolerle, notando que estaba por comenzar de nuevo. Cerró los ojos, y respiró con pesadez; irritada. Ni siquiera porque estaba fuera de la ciudad la dejaba en paz.
«No te duermas─. La voz ordenó, molesta─. Necesito conversar contigo antes que llegues al campamento. Esto no estaba en mis planes.»
─Nunca voy a hablar contigo─. Ella masculló─. Lárgate de mi mente.
Macy subió el volumen de los audífonos al máximo, tratando de ignorarlo. Él continuaba hablando, y ella hizo lo posible por concentrarse en la letra de las canciones. La música la distraía, pero no era suficiente. La voz provenía del interior de su cabeza, y no existía forma de callarla.
La joven logró dormir después de mucho, y descansó por más de una hora, antes que el auto se detuviera. Su madre la movió con suavidad, ayudándola a descender. Macy examinó el campo en que se encontraba, notando que su padre ya había bajado las maletas. Le dio la impresión que él era el más feliz de los tres por haber llegado allí.
─Parece que esta es la despedida─. Lilith la abrazó con fuerza y acarició su cabello─. Prométeme que te cuidarás y te portarás bien.
Macy esbozó una sonrisa, y carraspeó.
─No te preocupes, Mamá─. Comentó─. Sabes que yo siempre estoy bien.
─Te veo en mes y medio, mi pequeña─. Ella le dio un último abrazo─. Relájate mucho, y disfruta este verano.
Macy asintió, despidiéndose de su padre también. Los vio subir de nuevo a la camioneta, y alejarse del lugar. Suspiró, recogiendo su mochila del pasto. Por un instante, se sintió tentada a huir, y esconderse en cualquier otro lugar. La idea del campamento seguía pareciéndole horrible, y le irritaba desperdiciar sus vacaciones de esa forma.
«No te escapes─. La voz susurró sombría─. Algo malo podría pasarte si lo haces. Hay muchos enemigos cerca.»
La joven pasó saliva con dificultad, sin darse cuenta en qué momento le habló. Ella odiaba hacerle caso, pero tuvo miedo de sus palabras. Nunca lo escuchó tan serio, y resolvió quedarse. No comprendió a qué se refería con enemigos, pero tampoco quiso averiguarlo. Su vida ya estaba bastante mal como para querer agregarle algo más.
Macy tomó su segunda maleta, y se acercó a la mesa que acondicionaron como recepción, aguardando su turno en la cola. Revisó su celular una vez más, maldiciendo porque no tenía señal. Masculló algo indescifrable, deseando poder ver las fotos de sus amigos en la playa. Su mejor amiga le había prometido mantenerla informada de todo; en especial, de cada movimiento de James. Su novio.
James era nuevo en la escuela, pero le había gustado desde que lo conoció. Él cargaba con un aura misteriosa, que atraía a cualquiera que lo mirara. Hacía poco que empezaron a salir, y ese fue el principal motivo por el cual Macy quiso ir a la playa. Ella quería aprovechar el tiempo a solas con él, sin la presencia de los demás. No obstante, sus padres se encargaron de arruinar sus planes.
Macy jamás les contó que tenía novio, y prefería que las cosas se mantuvieran así. Lilith y Alastair actuaban de manera extraña cuando se trataba de chicos, y ninguno les parecía suficiente. Después de todos los desplantes y malas caras que le pusieron al primer novio que les presentó, ella decidió mantener su vida privada en secreto. Sus padres eran buenos, pero podían ser muy quisquillosos en algunos aspectos.
La única vez que ellos se pusieron felices de verla cerca de un chico, fue cuando se hizo amiga de Kadir; un muchacho que vivía a dos calles de su casa. Su madre siempre hablaba maravillas de él y su familia; sin embargo, Macy terminó esa amistad poco después de empezarla. Kadir tenía el ego por las nubes, y trataba a los demás como si fueran inferiores a él. Ella detestaba a las personas así.
La joven suspiró, pensando en los ojos verdes de James, y la forma en que combinaban con su cabello rubio. Se preguntó qué estaría haciendo en ese momento, o si se estaría divirtiendo en la playa. Usualmente, ella no era celosa; pero las dudas la carcomían. Gracias a ese campamento, no lo volvería a ver hasta que se reanuden las clases. A pesar que confiaba en él, le aterraba pensar que podría conseguir una nueva novia en las vacaciones.
─Bienvenida al mejor verano de tu vida─. Una chica rubia la saludó, sacándola de sus pensamientos─. Mi nombre es Gia, y soy una de las consejeras─. Se presentó─. ¿Cuál es tu nombre?
Macy se sobresaltó debido al entusiasmo de la chica, y escaneó el lugar con la vista. Vio a un joven pelirrojo al lado de ella, sonriéndole también. Leyó el gafete del muchacho, descubriendo que se llamaba Matthew. Le inquietaba la alegría que ambos demostraban, y creyó que debían estar drogados. Nadie podía trabajar en un lugar como ese estando de tan buen humor.
─Soy Macy─. Respondió tras una breve pausa─. Brancchiatto.
Matthew asintió al escucharla, tachando el nombre de la lista. Buscó la identificación que le correspondía, entregándosela junto con un sobre manila.
─Bienvenida, Macy─. Le sonrió─. Por favor, coloca en el sobre tu celular, audífonos, cargador, y cualquier otro aparato electrónico que hayas traído.
Ella levantó una ceja, confundida.
─¿Qué? ─Cuestionó─. ¿Estás hablando en serio?
─Son políticas del campamento─. Gia se apuró a contestar─. No se permite ningún aparato tecnológico. Además, ya te habrás dado cuenta que aquí no hay señal.
Macy negó, reacia.
─Mis padres nunca me dijeron nada de esto─. Mencionó, molesta─. No me pueden quitar el celular. ¿Qué pasará si lo pierden?
Matthew rio, levantando una caja que estaba en el suelo.
─Todas tus pertenencias se te devolverán al finalizar el verano. Cada sobre pertenece a uno de nuestros campistas, y todo se guarda bajo llave─. Los señaló en la caja─. Tú misma firmarás y sellarás el sobre. Nosotros no lo vamos a abrir.
Macy se cruzó de brazos, pensando en todas las películas de terror que vio. Siempre que algo así sucedía, las cosas terminaban mal. Ella no sabía si existía algún asesino serial en esa ciudad, y temía que algún ser extraño pudiera atacarla a mitad de la noche. Jamás había estado en un campamento, y el no tener su celular, solo la inquietaba más.
─Y, ¿si necesito hacer una llamada? ─Preguntó finalmente
Matthew rio, entregándole un plumón.
─Las llamadas tampoco están permitidas. Pero, si es algo muy urgente, hay un teléfono en la oficina principal. Solo lo utilizamos en casos de emergencia─. Explicó─. ¿No leíste el instructivo que entregamos después de la inscripción? ─Curioseó, divertido.
─Mis padres me metieron aquí sin siquiera preguntar─. Confesó, desconectando sus audífonos─. Apenas si me dieron un folleto donde decía la ubicación de este lugar.
─Es igual que a la mayoría─. Gia habló bajo, golpeando con el codo al chico─. Son muy pocos quienes están aquí por voluntad propia.
─No lo dudo─. Macy rio, empezando a sentirse en confianza─. ¿Llevan mucho trabajando aquí?
Gia asintió, pasando una mano por su cabello corto.
─Es mi quinto verano, y el cuarto de Matthew. Yo le ayudé a conseguir este empleo.
Macy asintió con sus palabras, agachándose para sacar el cargador de su mochila. Lo dobló con cuidado, metiéndolo al sobre, junto con los audífonos. Apagó el celular, guardándolo también. Escribió su nombre en la parte de afuera, y anotó todos los objetos que había dentro. Selló la bolsa, firmando el padrón que Matthew le alcanzó.
─¿Prometen que no se perderá nada? ─Preguntó.
─En todos mis años, jamás se ha perdido o malogrado algo─. Gia respondió orgullosa─. Tus cosas estarán a salvo en la bóveda de la oficina─. Aseguró.
Macy sonrió aliviada, entregándoles el sobre. Se colgó la identificación al cuello, acomodando la mochila en su hombro. Tomó la otra maleta que llevaba, disponiéndose a continuar su camino. Las cosas pesaban demasiado.
─Macy, espera─. Matthew elevó la voz, llamándola─. Cuando llegues con los demás, busca a quienes tengan el gafete del mismo color que el tuyo─. Indicó─. Ellos serán tus compañeros de cabaña.
La joven asintió, agradeciéndoles. Caminó lentamente, pasando la valla de ingreso con el nombre del campamento. Observó a gran cantidad de chicos de su edad, dando vueltas por el lugar. Contó cuatro cabañas a lo lejos, sorprendida de la gran amplitud del prado. Era inmenso.
Macy revisó su gafete, viendo que era anaranjado. Elevó la cabeza, apenas notando a otra chica con una identificación del mismo color. Se acercó a ella, observando con detenimiento su rizado cabello negro. Tenía la mirada perdida, como si estuviera realmente distraída.
─Hola─. Macy saludó, tratando de captar su atención─. ¿También irás a la cabaña naranja?
La chica bostezó, asintiendo.
─Espero que no llegue nadie más─. Comentó, frotando sus ojos─. Cada cabaña tiene espacio para diez personas.
Macy se extrañó por el comentario, sacudiendo la cabeza.
─¿No te gusta la compañía? ─Curioseó.
─Sufro de ansiedad, ataques de pánico y terrores nocturnos─. Explicó con rapidez, restándole importancia─. Puede ser incómodo tener que compartir la cabaña conmigo.
La joven rio por su comentario, pensando que no eran tan diferentes.
─No te preocupes, tengo el sueño pesado─. Bromeó, volviendo a colocarse los lentes de sol─. Soy Macy, por cierto─. Se presentó.
─Rhonda─. Ella respondió, extendiendo la mano.
Macy devolvió el saludo, dejando su mochila sobre el pasto.
─¿También es tu primer año aquí?
─Segundo─. Rhonda sacó una botella de agua de su bolso─. Mis padres insisten en que el aire fresco me hará bien; aunque yo pienso que descansar en casa me ayudaría más.
─Los míos opinan igual─. Ella bufó─. Y, ¿cómo es todo por aquí? ─Preguntó, cambiando de tema.
─La comida es horrible, pero los baños están bastante limpios─. La chica dio un sorbo a la bebida─. El instructor fue militar en su juventud, así que nos obliga a levantar casi al amanecer─. Se quejó─. Muchos de los juegos que hicimos el verano pasado, parecían entrenamiento.
Macy se cruzó de brazos, detestando a sus padres más a cada instante. A ella nunca le gustó despertarse temprano, y tampoco era buena en los deportes. Se cansaba con facilidad, y casi no tenía resistencia. Resopló, pensando en el chico de la entrada. Se veía demasiado joven como para haber estado en el ejército antes de llegar ahí.
─Vaya─. Comentó bajo─. Matthew no tiene cara de militar.
La chica rio, negando con la cabeza.
─Matt es consejero; se encarga de vigilar a los chicos. Y Gia nos ayuda a nosotras─. Explicó, acomodando su cabello─. El señor Stevens es el instructor. Tiene un carácter bastante pesado.
Macy pensó en preguntarle algo más, pero el fuerte sonido de un silbato, la interrumpió. Un hombre alto y fornido se detuvo al medio del patio, haciendo señas con las manos para que todos se acerquen. Ella obedeció, escaneando el rostro del señor. Tendría cuarenta y cinco años, pero su expresión molesta lo hacía parecer mayor.
─¡Campistas, tengan todos muy buenos días! ─El hombre habló con voz potente─. Soy Jason Stevens, y seré su instructor por las próximas seis semanas─. Explicó, colgándose el silbato al cuello─. Además, Gia y Matthew serán sus consejeros─. Los señaló─. Ellos están para apoyarlos en todo lo que necesiten.
Macy asintió de forma instintiva, levantándose los lentes. Giró levemente el cuello hacia la entrada al bosque, a casi un kilómetro de distancia. Divisó a un chico oculto entre los árboles, observándolos fijamente. Él estaba vestido de negro, pero no pudo distinguir ninguno de sus rasgos. Se encontraba demasiado lejos.
Macy se sintió tentada a acercarse más, y tratar de descubrir quién era. Le parecía extraño que alguien estuviera ahí, y muchas preguntas empezaron a flotar en su mente. Algo en aquel muchacho le llamaba la atención. Sin embargo, los fuertes gritos del instructor le hicieron sacudir la cabeza, volviendo a la realidad. Él continuaba hablando de lo que harían en el campamento.
─Al igual que en todo lugar, aquí nos regimos por reglas─. Stevens continuó, caminando de un lado a otro─. Todos nos despertamos a las seis y media de la mañana, y nos vamos a dormir a las ocho. La comida se sirve tres veces al día y en horarios fijos─. Avisó─. Además, nos dividiremos por colores. Los chicos irán a las cabañas azul y verde; mientras que las chicas se ubicarán en la roja y anaranjada.
─¿Esos serán los equipos que formaremos para todo el verano? ─Una chica preguntó.
─Esa es solo la distribución de las camas al momento de dormir. Para el resto de actividades, se formarán equipos diarios. Gia, Matthew y yo nos encargaremos de dividirlos según la naturaleza de cada juego─. Él respondió, recordando una cosa más─. Y, como último punto, deben saber que queda terminantemente prohibido ingresar al bosque. ¿Entendido?
Macy asintió de nuevo, tratando de encontrar al chico de ropa negra con la vista. Se sorprendió al ya no verlo entre los árboles, y giró en su lugar. Creyó que él debía haber caminado de regreso al claro, pero no estaba. Aquel muchacho solo desapareció, pero ella no pudo pensar en nada más. El instructor seguía gritando.
─Nuestro objetivo este verano es reconectarnos con la naturaleza, y dejar de lado la contaminación del mundo moderno─. Stevens anunció, sonriendo─. Sin más que decir, ¡sean todos bienvenidos al campamento de desintoxicación digital!
***************************************
¡Hola!
Aquí está el primer capítulo de Aka Zaba.
¿Qué les pareció? ¿Tienen alguna teoría?
Les dejo una imagen de cómo imagino a Macy
Espero disfruten mucho esta historia. No se olviden de votar, comentar y compartir para llegar a más personas.
Les dejo mis redes sociales en caso me quieran seguir. Siempre hago encuestas en IG después de cada capítulo.
Les mando un abrazote. Nos leemos pronto.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top