Visión celestial
Los ojos azul oscuro estaban totalmente fijos en el paisaje que pasaba lentamente por la ventana del autobús. Los árboles pasaban con rapidez con las farolas iluminando la noche y a la gente caminando.
La música resonando en sus orejas aislándolo de todo su alrededor. Siempre que tomaba el transporte público eso le ayudaba a evitar que cualquier persona le hablara, cuando Mirio tomaba el auto.
Habían comprado juntos un vehículo que solían usar cuando sus horarios coincidía pero que había sido un gran respiro en sus horarios apretados donde entraban temprano o salían muy tarde ya que su departamento estaba bastante apartado del hotel. En esa ocasión le había dejado el auto a Mirio, que había entrado desde la mañana al trabajo
Por lo que al salir del departamento abordó el autobús, rumbo a su trabajo. El autobús se detuvo en la siguiente parada, bajó la mirada hacia su móvil, cambiando la canción y revisando el mensaje que Mirio le había enviado sobre que odiaba al administrador por aquella paranoia de revisar varios cuartos del hotel a pesar de que lo había hecho hace unos días. Contempló el cielo estrellado mientras la nueva melodía llenaba sus audífonos.
Hasta que percibió por su mirada periférica alguien sentadose a su lado. Se encogió y miró hacia la ventana. Y uno de sus audífonos salió de su oreja y giró para ver la razón. Encontrándose con Nejire Hado con su audífono en la mano y una sonrisa en el rostro.
—¡Hado-san!—Habló aunque lo más correcto sería decir que tartamudeo su nombre.
—¡Que coincidencia encontrarte aquí! — Expandió su sonrisa.—¿Qué estás escuchando?
Y con la confianza arrolladora que le representaba se acercó más pegando su brazo contra el del cocinero y se colocó el audífono en la oreja. Se quedó quieta, escuchando la letra.
Tamaki no podía controlar los latidos estridentes de su corazón ante la cercanía de la chica y la plena confianza que parecía tenerle sin importar la distancia personal. La tenía casi encima y el calor abrasador se abría paso en su interior. Aún así se obligó a calmarse e intentar reconocer la canción que resonaba.
A sky full of stars -Coldplay
Su pecho resonó con mayor fuerza al escuchar la letra. Sus ojos de fijaron el rostro de la chica que veía sus manos y Tamaki sintió los aleteos en su estómago. Al ver los ojos azules que iban a la par con su cabello similar al cielo oscuro de esa noche. Y como sus ojos brillaban aún más fuerte que cualquier estrella. Aunque la realidad ella era un cielo lleno de estrellas. Cómo había iluminado el camino y la vida de Tamaki en el orfanato, aquella oscuridad que lo rodeaban y como ante eso, él le entregó todo lo que tenía. Se había enamorado de aquella chica en el orfanato.
Y realmente lo sabía, que él estaba dispuesto a hacer cualquier cosa por ella, que Nejire podía destruirlo o pedirle lo que fuera y lo haría. Por eso la había esperado todo esté tiempo y por eso había llegado a buscar a alguien para que fuera el Suneater que ella quería.
Observó los labios curvados, las mejillas blancas, sus cejas expresivas y sus ojos pasaron a mirar sus labios. Ella era simplemente perfecta.
Nejire era su cielo estrellado, una visión celestial.
—Que canción más bonita — Sonrió . — No hubiera imagino que escucharás este tipo de música, ahora puedo darme una idea de que tipo de persona eres.
Tamaki regresó de sus ensoñaciones al ver la mirada femenina fija en él. Se había dejado llevar, por lo que cubrió sus mejillas con su mano.
—¿Qué tipo de persona soy? — Repitió sus palabras.
Wonderwall comenzó a sonar en sus audífonos. Nejire aún tenía uno de la audífonos en su oreja.
—Romántica — Nejire lo observó entre sus pestañas con una sonrisa en los labios y Tamaki sintió su corazón saltar ante esa visión. — Sentimental y cálida.
Tamaki solo había visto los labios femeninos moverse cuando los latidos de su corazón no lo dejaban escuchar. Con claridad más que la canción que sonaba en los auriculares.
Hasta que una frase llamo su atención: "Dije que quizás ibas a ser quien me salve"
Regresando a aquellos días en el orfanato donde Mirio le dijo que se hiciera amigo de la chica nueva. Y Togata le atribuía el hecho de que ella se hubiera animado tanto. Pero el sabía la realidad, que ella lo había ayudado a él a salir de su propio hoyo.
El autobús se detuvo marcando que habían llegado a su destino y ambos descendieron. El hotel estaba a un par de cuadras. Caminaron juntos un par de metros antes de que el Amajiki se atreviera a hablar.
—¿Y eso que significa? —Dejo salir luego de unos segundos.
No sabía si el utilizar esos abiertos calificativos eran algo bueno o malo. Se preguntó que tipo de música escucharía.
Nejire de adelantó un par de pasos y giró para verlo de frente con una sonrisa juguetona en sus labios.
—Que eres mas interesante de lo que había considerado.
El Amajiki observó el cabello azul moverse por el aire y la manera en que jugueteaba con el. Y la sonrisa en su rostro. Su corazón de detuvo en ese momento y de pronto el color carmesí explotó en su rostro. No podía escuchar nada mas que las palpitaciones dolorosas de su pecho. ¿Cómo esperaba que se tomara esas palabras? Jamás se había considerado una persona interesante y menos alguien que valiera la pena el hablar con ella. Así había sido su vida siempre ¿Y ahora ella decía eso por su música?
La vio acercarse rápidamente hacia él, a una distancia peligrosa, parándose en puntas y levantado la mano con el dedo índice estirado. El dedo femenino tocó su nariz.
—Como justo ahora, tu cara esta totalmente roja. — Se acercó aún más con los ojos curiosos para apreciar la coloración carmesí y dio un paso hacia la derecha. — Y tus orejas — Hablaba tan animada como si hubiera descubierto algo maravilloso. — ¡Y tu cuello!
Él cubrió su rostro con sus manos, recordándose respirar adecuadamente. Intentando que su mente confusa y nebulosa se encargará de retener una idea y no solo fijarse en los dolorosos latidos. Iba a morir en ese momento.
Hasta que una gota en su cabeza lo hizo quitar las manos de su rostro y mirar hacia arriba. Gotas de agua caían del cielo que había sido obstaculizando por las nubes.
No había pronóstico de lluvia, por lo que ninguno había llevado paraguas ese día. Tamaki maldijo interiormente, aún estaban a una calle del hotel. Giró para refugiarse en el árbol cercano pero pronto una mano lo tomó de la suya, tirando de el.
—¡Estamos cerca, vamos!
Nejire tiro de él impulsándolo a correr tan fuerte como podía a pesar de que la gente se refugiaba en los negocios cercanos. La lluvia comenzó a incrementarse y ella solo atinó a reír, su risa perdiéndose contra el agua estrellándose con todo a su paso. Tamaki se dejó guiar con la mirada fija en la mujer que sonreía y giraba a verlo. Él observó sus manos entrecruzadas y la calidez de la mano femenina. Se sentía bien, tan cálida, como si una pieza perdida en el interior de él por fin encajara.
Hasta que la mano de Nejire lo soltó y se percató al ver la entrada del hotel refugiándolos. ¿Desde cuándo el camino del autobús al hotel le había parecido tan corto?
Esa era la primera vez.
Porque el tiempo con Nejire había sido tan corto. Ella se inclinó sujetando sus rodillas y aún así riendo, su cabello mojado cayendo por su hombro derecho y no dejaba de verlo. Él no quería que dejara de hacerlo.
—Al menos hemos llegado.
Tamaki hubiera querido que se perdieran en cualquiera otro sitio, donde solo estuviera ellos dos. Entraron al hotel dirigiéndose a la parte trasera donde estaban sus casilleros y él le ofreció una toalla extra que tenia. Siempre tenía bastantes, que le ayudaban en sus ataques de pánico cuando sudaba o necesitaba aislarse.
—Hey, quiero esas canciones, pásamelas a mi número.
Nejire le estiró un papel con un número escrito y un corazón en el papel, junto a su nombre. Tamaki lo tomó instintivamente. Ella se despidió para cambiarse en el baño a arreglarse para ingresar a su turno.
Y Tamaki de quedó de pie, observando la figura femenina perderse. Una sonrisa tonta en sus labios y esa sensación que solo la presencia de la fémina le dejaba.
—¿Por qué estás mojado? — La voz del Togata resonó a su espalda pero el Amajiki no giró. -¿Sucedió algo?
Para Tamaki Amajiki había sucedido tanto en tan poco tiempo y quería que se repitiera una y otra vez.
Nejire digitalizó su número de empleada en la máquina para registrar su entrada y se sostuvo de la pared recuperando el aliento. Había llegado a tiempo por suerte,.
Ryuko la había citado en la editorial para hablar de algunas correcciones menores sobre su libro. Cita que se alargó más de lo previsto por lo que terminó corriendo para llegar a su trabajo. La realidad es que quería cambiar algunas cosas en su libro. Una de ellas a Suneater, su físico. Ante su conocimiento de la persona en la cual se inspiró, era más claro y quería plasmarlo más de acuerdo a él.
Porque Shinso Hitoshi era bastante diferente a cómo había imaginado a Suneater.
No era algo malo, solo... diferente. Siempre al pensar en Suneater en el pasado visualizaba un hombre alto, de cabello y ojos negros penetrantes, piel blanca y con aquel aura amable, audaz y leal . De esa forma había plasmado al protagonista de su historia. Shinso a pesar de que no cumplía el físico y su personalidad era más elocuente, ambicioso y cordial de lo que esperaba. Le gustaba , porque ese era el Suneater con el que soñó tanto, ahora tenía un rostro. Su peculiaridad era aquella sombra debajo de sus ojos. Había querido hablar al respecto pero sus citas eran demasiado cortas para hablar de tantas cosas que quería. Aun así disfrutaba estar con él.
¿Cómo no querer al chico que la había salvado de su oscuridad?
Había perdido a su madre cuando aún era pequeña y unos años más tarde su padre había perecido, quedando al cuidado de su abuela y finalmente, como si fuera una especie de maldición, ella murió un año después, quedándose completamente sola. Sin nadie que la escuchará llorar y sobreviviendo de lo que le regalaban los vecinos. Hasta que el estado fue por ella y la llevó al orfanato.
Sintiéndose tan perdida, sola, hundida en esa agonía, de sentir que estaba maldita al perder a todos la gente que quería.
Hasta que la primera carta llegó y ella no sabía ni que esperar. Había recibido una mano amiga, quien con cada carta escrita y su pulcra letra la sacó de esa oscuridad, sanando cada herida. Y por primera vez en mucho tiempo no se sentía sola, sentía una dirección en su vida. Y por eso mismo había querido conocerlo, hasta que Suneater desapareció.
Al principio consideró que tal vez estaba ocupado, él si tenía una vida. Pero prontamente el tiempo paso y aquella justificación se transformó en preocupación al no saber de él en semanas. Hasta que luego de unos meses lo entendió. Que se había quedado de nuevo sola en el mundo.
Pero no podía volver a caer por lo que se emancipó tan rápido como pudo y salió de aquella cárcel que la consumía con la esperanza de alguna vez saber si vería a Suneater de nuevo. Tuvo muchos trabajos, desde mesera en diferentes lugares hasta asistente, ayudante o la chica de los recados. Hasta que consiguió un trabajo en una tienda departamental que le permitió pagar un lugar y dejar los lugares de acogida donde dormía por un bajo costo. Pasando hambre cuando el dinero no alcanzaba, siempre pensando que todo era mejor que estar ahí dentro.
Cualquier otra persona hubiera odiado a Suneater por dejarla. Pero ella no podría después de todo lo que la ayudó. Y todos esos años de mantuvo pensando si él estaría bien o si pensaría en ella. O si regresaba a ese parque podría encontrar una carta nueva. Pero no regresó, era demasiado doloroso. Porque a pesar de que eso la ayudó tanto, igual despertaba la añoranza. Y debía seguir, pudo pagar una renta y con dos trabajos más comenzó a comprar cosas de medio uso hasta que se estableció.
Ingresó al concurso de cuentos, en todo ese tiempo jamás dejó de escribir, puliendo su forma de hacerlo. Y ganó, atrayendo la atención de Ryuko, agente de Plus editorial.
Todo ese camino y lo que había logrado era por Suneater. Él la impulsó a seguir sus sueños, él fue su primer lector, el que le había dejado los comentarios más bonitos. Por eso sentía que lo menos que podría hacer era plasmarlo como era.
Esos pensamientos la invadieron todo el día, mientras lidiaba con clientes difíciles que le marcaban para exigir algo pronto. O con el administrador reprendiéndola por no llegar diez minutos antes. Ese día no iba nada bien y aferrarse a Suneater le ayudaba. Intentó mandarle mensajes pero su jefe estaba rondándola. Si la descubría con el móvil la sancionaría y pronto tenía que pagar la renta. Tenía que ser una empleada ejemplar.
Nemuri había sido un alivio en el día con esa personalidad contagiosa. Hasta que fue la hora de la comida y Kayama quiso salir antes. La recepción no podía quedarse sola así que primero salía una y luego otra.
—Me iré primero, regreso pronto, soporta un poco más. — Nemuri la saludó y salió del hotel.
La hora y media que tardó el descanso de su compañera transcurrió sin percances. Por lo que pronto su hora de comida llegó, dirigiéndose hacia su casillero. Se había llevado algunos onirigis con relleno de carne. Se suponía que serían su desayuno pero no había tenido tiempo de comer, por qué su estómago demandaba comida.
Abrió su casillero y se quedó observándolo unos instantes, parpadeando. Estaba su bolsa, la carpeta con las correcciones de Ryuko pero su bolsa de almuerzo no estaba. Revisó inútilmente y rememoró su mañana. Recordando la bolsa en la mesa donde tenía su comida y que la había dejado ahí cuando regresó por su perfume. Luego había visto la hora y finalmente salió corriendo. Dejando el almuerzo detrás.
No le gustaba el hecho de desperdiciar dinero cuando pudo haberlo ahorrado, pero suspiró rebuscando entre su bolsa para hallar su cartera pero tampoco estaba. El miedo la llenó al considerar que pudo perderla. Pero recordó que le había llegado el lechero antes de salir y la había sacado de su bolsa para pagar.
Estaba condenada, sin comida o dinero.
Se negaba a pedirlo, ni aún en sus peores días lo había hecho. Además que no podía pensar en alguien. Podría soportar el hambre hasta llegar a casa. Por lo que subió por el elevador de servicio hasta el techo del hotel. Algunos empleados iban ahí a fumar, ella solo quería mantenerse al margen.
Se acercó a la orilla observando parte de la ciudad que se veía desde ahí. Tomó asiento en ese espacio. El cielo estaba despejado, como si no hubiera habido una tormenta hace unos dias.
Cuando terminó mojándose junto a Tamaki Amajiki. Sonrió cuando el aire sacudió su cabello. Nejire era una persona sin filtros, mucho de lo que decía no lo pensaba, simplemente lo compartía. Por lo que cuando dijo que él era interesante lo pensaba de verdad. Conocer ese lado de Tamaki, tan romántico considerando que no podía ver a los ojos a la gente, había sido una sorpresa. Y más al descubrir su peculiaridad.
Que todo su rostro, orejas y cuello de tornaba de color carmesí.
Había sido un espectáculo aunque se preguntó la razón de tal nerviosismo. Estaban hablando normalmente o lo que se podía con él. Y se había sorprendido cuando en vez de ese gesto afligido que solía tener, encontró una sonrisa torpe en sus labios cuando se refugiaron debajo del hotel. Ese gesto y su personalidad dentro de la cocina realmente lo hacían ver... atractivo. Aunque no podía negar que esa actitud tímida era bastante interesante. Debía admitir que físicamente era atractivo pero el que su presencia siempre se veía opacada por la personalidad resplandeciente de Mirio no ayudaba a que alguien se fijará en él.
Su estómago se quejó a la par que revisó su móvil a pesar de que sabía que no encontraría un mensaje de Shinso. Estaba bastante ocupado y en tribunales no podía utilizar su teléfono. Lo guardó de nuevo y miró el cielo.
Hasta que vio a alguien acercarse, tal vez a fumar y el humo de cigarro no le gustaba. Miró curiosa de quién se trataba observando al hombre en el que había estado pensando y se sintió avergonzada, como si lo hubiera invocado.
—Hado-san.
—Tamaki ¿Qué haces aquí?
Él simplemente le enseñó el paquete de bento que tenia. Era de tres pisos, de varias cosas que se veían realmente bien, elegantes y muy elaboradas. No por nada era un cocinero. Ella simplemente se hacía un poco de arroz con rollos de huevo o algo así. Nejire tragó saliva, escuchado a su estómago suplicar por un bocado.
—Me gusta venir aquí de vez en cuando. ¿Y tú? — Tamaki de ánimo a preguntar.
De alguna manera se sentía más en confianza con ella. Al menos las palabras ya no se le atoraban.
—Es mi descanso y quise un sitio tranquilo. -Ella lo vio guardar sus cosas. -No, no te vayas.
Tamaki sintió su pecho estremecerse ante esa simple frase. Sabía que él estaba tomado mayores implicaciones, pero no podía evitarlo.
Volvió a sentarse y la observó mientras contemplaba el cielo, sin decir mucho.
—Puedes comer conmigo si gustas.
Nejire miró la gran cantidad de comida y luego vio al hombre con un gesto serio.
—No te preocupes, ya he comido, además eso es tuyo.
Tamaki la observó detenidamente y sonrió un poco.
—Debes pensar que es demasiado, pero se suponía que Mirio comería conmigo, pero ha salido a comer con el personal de mantenimiento. — Sacó unos palillos extra y se los ofreció. — Para cualquier cocinero es un placer que la gente pruebe su comida.
La Hado tragó saliva pensando detenidamente en sus palabras. Hasta que finalmente tomó los palillos, debía controlarse o se vería desesperada. Tomó un poco de pulpo con alguna salsa y se la llevó a la boca.
El sabor explotó en su boca y se llevó la mano libre a la mejilla, dejando salir un sonido satisfecho. Era tan delicioso, lo mejor que había probado en su vida.
—¡Es demasiado bueno! ¡Lo mejor que he probado! — Animada por ese sabor de atrevió a seguir tomado de los diferentes guisos.
Tamaki la vio tomar comida y dejar en claro su rostro de satisfacción en cada platillo. Y su incidencia con la comida lo llevó a pensar que realmente no había comido. Sabia los horarios de comida de los empleados del hotel en cada turno y no era posible que le alcanzará a comer y subir ahí. No quiso preguntar porqué el estuvo al otro lado de ese lugar donde no comía por qué el dinero no alcanzaba.
Se preguntó si tendría problemas de dinero, podría ayudarla si se lo pedía. Ganaba lo suficiente como chef principal.
El mismo comió escuchándola quejarse de los inquilinos que habían llegado y como el administrador la tenía checada por llegar tarde.
—¿Y porque llegaste tarde? ¿Tienes problemas con el transporte? — La realidad era que Tamaki quería ofrecerse de ser necesario.
— Oh no, es solo que pasé a un sitio antes del trabajo y se me fue el tiempo... razón por la que olvide mi almuerzo y cartera. — Nejire se cayó de repente al darse cuenta que había hablado de más.
Detuvo los palillos en sus labios y bajo la mirada avergonzada. Era demasiado mala para guardar secretos.
—¿Segura? Si tú tienes algún problema yo podría...
Nejire lo miró mientras sus palabras de perdían en el aire. Y como parecía algo tímido de terminar de hablar. O él era bastante perceptivo y notó que le mentía antes o ella era demasiado evidente. Aún así le dio ternura esa preocupación, apenas y habían hablado un par de veces.
—¡Si! No te preocupes, está todo bien, solo han sido descuidos míos— Se llevó un pedazo de carne a la boca y sus papilas gustativas festejaron. — Además así pude probar tu comida y entender porque tú eres renombre en el ámbito de restaurantes.
Tamaki de sonrojó, mirando a ver hacia otro sitio. Jamás aquellas palabras habían tenido el sentido que el que lo dijera Nejire. Recordó aquella pequeña interacción que tuvieron en el comedor común del orfanato cuando ella tomó puré de papa de su rostro y se lo llevó a la boca, soltando un cumplido. Su cara se tornó más roja.
—Comparto un auto con Mirio, la mayoría de las veces él lo usa porque su trabajo tiene horarios más estrictos — Él empezó a hablar pero sus palabras tomaron por sorpresa a Nejire. — Si esa situación se repitiera... podría ayudarte.
Él miraba sus manos, no podía verla a los ojos diciendo algo como eso. Pero cuando percibió el silencio levantó su mirada viendo los ojos dulces femeninos.
—Oh no, no te preocupes. — Ella se movió en su sitio un poco inquieta. — Ha sido una situación...especial. — Ella sonrió y sus mejillas se sonrojaron.
Y verla de esa forma emocionó al corazón vulnerable del Amajiki. Hasta que considero que aquello especial tenía que ver con involucrar a Shinso y la acidez bajó a su estómago.
—¿Especial? — Soltó sin muchos ánimos pero queriendo seguir la plática.
—Si, esto.... — Miro a ver a su alrededor, dejo los palillos a un lado y juntó las manos con emoción. — Yo... soy escritora, escribí un libro y... van a publicarme.
Tamaki sonrió, más que mostrar sorpresa, estaba enterado desde un mes atrás. Y más aliviado al saber que no se trataba de nada con referencia a Shinso, sino a algo de su libro.
—Eso es impresionante, es algo realmente grande.
Ella sonrió mientras se sentía avergonzada. No era algo que hubiera compartido con mucha gente. No tenía amigas y solo se lo había mencionado a Shinso quien la felicitó y le prometió cenar juntos una vez que estuviera listo su libro.
—¡Si, estoy realmente emocionada! Es lo que siempre he soñado....— Dejó las palabras al aire.
—Lo se... — Tamaki dejo salir sin pensarlo. Nejire lo vio con un rostro confuso. — Se lo que es tener un sueño y poder cumplirlo.
Nejire asintió, estaba tan cerca y quería que fuera perfecto. A pesar de que Ryuko que era especial le había asegurado que era prometedor...siempre había querido la opinión de alguien más. Y recordó el libro que Tamaki había estado leyendo en la cafetería la primera vez que hablaron. No era un libro popular, por lo que si lo estaba leyendo dejaba en claro que era normal el hábito de la lectura en él.
—Tienes que leerme! — Había sonado tan eufórica que no expresó lo que quería con las palabras adecuadas. — Quiero que leas mi libro.
Tamaki la observó detenidamente unos segundos hasta que dejó salir una sonrisa torcida de sus labios y sus ojos de volvieron cálidos.
— Seria un placer.
Nejire entreabrió los labios al escuchar esas palabras y sintió su rostro caliente. La forma en la cual él la miraba era tan intensa... como si de verdad lo pensara. O como si hubiera algo más implícito en sus palabras. Pero desechó aquella idea.
Estaba imaginado cosas, debía ser eso.
Visualizó el letrero de luces encima de aquel restaurante-bar de cortes de carne que a Mirio le encantaba. Razón por la que venían cada dos semanas luego del día de pago para celebrar, ¿que cosa? no sabía, era algo que él solía decir.
Celebrar que tenían trabajo, vida, un auto, o cualquier cosa que se le ocurriera.
Tamaki disfrutaba mucho la comida de ahí por lo que tampoco ponía resistencia. Eran buenos cortes de carne y había música en vivo. Era un ambiente agradable. Entraron encontrando el lugar lleno y Mirio farfulló, no estaba dispuesto a irse de ahí sin comer suficiente.
—Debemos esperar. — Indicó Tamaki.
—Puedo hablar con la mesera y... — Pero fue interrumpido por una voz alta.
—¡Mirio, Tamaki, por aquí!
Ambos hombres siguieron el sonido de la voz encontrándose a Nejire agitando la mano. Se acercaron para verla sola en una mesa con algunos cortes de carne, ensalada y guarniciones.
—¿Nejire, que haces aquí?
-He venido con las chicas de recepción pero -Infló los cachetes enfadada- Se han ido cuando su teléfono sonó, dejándome con esto esto, pensaba pedirlo para llevar pero aquí entran ustedes. – Ella hizo una seña invitándolos a sentarse. – El lugar está lleno y pueden sentirse conmigo.
Mirio sonrió abiertamente mientras tomaba asiento enfrente de la fémina con bastante confianza. Tamaki se quedó en su sitio dudando.
—¿Estás bien con eso, Hado-san?
Ella asintió y finalmente el Amajiki de sentó en la silla que estaba a su lado luego de dudar un poco. Estaba a su lado y eso lo ponía realmente nervioso. A pesar de que su interacción con Nejire había mejorado exponencialmente. De alguna manera hablar con ella se había tornado... bastante sencillo. Desde aquel encuentro en el autobús y luego en la azotea del hotel una semana atrás, había dejado de tartamudear.
Porque de alguna manera era como regresar el tiempo a aquellas platicas de extrema confianza entre ellos en cartas... pero ahora por la vida real.
—¡La carne aquí es deliciosa! — Nejire movió la carne que tenía cocinando y colocó más ante la llegada de ellos.
—¡Lo sé, venimos frecuentemente aquí! — Mirio puntualizó. -Y la piel es tan deliciosa.
Se percató de que no había en la mesa y levantó la mano para pedir una orden además de un par de cosas más. Mirio y Nejire hablaron sobre la carne durante el tiempo que tardó en traer la piel.
Mirio la colocó para cocinar y aprovechó a colocar un poco de carne en una lechuga con un poco de kimchi y se lo llevó a la boca. Movió las manos entusiasmado cuando todos los sabores se combinaron en su boca. Y finalmente dio un trago de Sake. Repitió la operación varias veces, sin detenerse, moría de hambre.
Nejire imitó lo que hizo y se llevó una mano a la mejilla entrecerrando los ojos.
Tamaki se percató de la energía similar que tenían. Ambos eran tan luminosos, expresivos y seguros. Era extraño verlos pero agradable. Se llevó un bocado a la boca y masticó.
La fémina tomó con sus palillos un poco de la piel que Mirio cocinaba y se la llevó a la boca.
—Oh, es crujiente por fuera y suave por dentro ¡Que bueno!
Mirio cruzó los brazos en su pecho orgulloso y asintió, eso era lo mejor de ese lugar. La vio tomar otro pedazo con los palillos, giró en su lugar y acercó el bocado a los labios de un sorprendió Amajiki.
—Prueba esto Tamaki, es delicioso.
Amajiki contempló el rostro femenino sonriente, sus labios realizaron una mueca tímida que era muy normal en él. Su corazón latiendo estridentemente y sin escuchar nada mas que su ritmo cardíaco. Sin embargo, abrió los labios ligeramente y Nejire introdujo la comida. Él masticó.
—Esta muy bueno...—Susurró dejando ver de nuevo su tartamudeo.
—¿A que sí? — Ella tomo varios pedazos de carne y de piel y lo colocó en el plato de Tamaki. —Come, come, yo invito.
Tamaki bajó la mirada tomando un poco de arroz con una cuchara y de lo llevó a la boca, haciendo caso a lo que ella decía. Sin poder tranquilizarse. No podía mirarla, estaba rojo hasta las orejas. Hasta que dirigió su atención hacia la derecha, donde estaba Mirio.
Encontrando al Togata con un bocado a medio camino de su boca, pero está abierta totalmente en señal de sorpresa. Y tal gesto lo hizo avergonzarse más, por supuesto que había visto eso.
Mirio estaba estático en su sitio ¿Qué demonios había sido eso? ¡¿Qué era lo que estaba pasando?! ¿Qué, cómo, cuando, porque? ¿Desde cuándo ellos eran tan cercanos? Se enfureció al entender que había mucho que Tamaki no le había contado. Sabía que era reservado, desde el contenido de las cartas, pero esto, esto, realmente estaba sucediendo algo.
El Togata siempre había visto a Tamaki alguien bastante valiente. A pesar de su ansiedad social había llegado a posicionarse como alguien importante en el mundo gastronómico. Si él quería algo, lo lograba. En esa perspectiva lo tenía o lo hacía, hasta aquel fatídico día donde él no había asistido a la editorial. A pesar de que sabía lo mucho que eso le importaba. Y desde ahí a pesar de que quiso tener esperanza, la nueva relación de Nejire con Shinso y el poco valor de Tamaki... lo llevaron a pensar que nada sucedería. Que su amigo se conformaría con estar en la vida de Nejire a pesar de solo ser un conocido.
¡Pero esto era totalmente diferente! Todo estaba saliendo realmente bien. Había cercanía entre ellos y si seguía de esa forma... las cosas cambiarían para bien. Porque si ella se había enamorado de Suneater, terminaría enamorada del verdadero Tamaki.
Una sonrisa sugerente escapó de sus labios y se llevó el bocado a la boca.
—He esperado tu mensaje, Tamaki.
Él pareció estremecerse en su sitio, porque si había pensando tanto en enviarle un mensaje. Había estado despierto aquella noche que le dio su número dándole vueltas a la idea de mandarle un mensaje pero nada vino a su mente. Y lo pospuso un par de días.
—Lo siento.
Nejire levantó una ceja y estiró su mano.
—Dame tu móvil.
Él simplemente obedeció evitando mirarla a los ojos. Nejire desbloqueó el celular, dirigiéndose hacia los contactos y viendo solo unos pocos contactos. Por supuesto que no era alguien sociable. Le dio en agregar y escribió su número. Luego sacó el suyo y copió el número del Amajiki.
Finalmente se lo devolvió y Tamaki sintió vibrar su teléfono entrando a WhatsApp y viendo una notificación. Pero su atención se fijó en el nombre que ella se había puesto.
Nejire-chan <3
Con un corazón al final.
"Amajiki-kun, ahí está de nuevo, estás totalmente rojo!"
Él alzó la mirada viendo a la chica sonreír. Y se cubrió el rostro con la mano, incapaz de poder controlarse.
Mirio observó aquel espectáculo tan divertido ante él, con una sonrisa en su rostro. No había dicho nada, solo de limitó a comer hasta estar satisfecho y se estiró, sujetando su estómago.
—Siento que estoy enfermándome — Habló fuerte para llamar la atención de ambos, con una mueca de dolor falsa.
—¿De verdad? Si hace un momento estabas bien. — Declaró Nejire al recordar verlo meterse otro bocado a la boca y tomar sake.
Mirio se quedó totalmente serio y observó su reloj en su muñeca.
—Oh vaya, que tarde que es, está todo oscuro, creo que no alcanzaré el autobús al trabajo.
Tanto Tamaki como Nejire observaron hacia los ventanales del lugar contemplando todo aún claro, el sol apenas estaba ocultándose.
—No tiene mucho que llegaron. — Mencionó Nejire.
—Ya terminó nuestro turno en el trabajo...— Agregó Tamaki.
Los dos miraron a un serio Mirio que intentaba buscar alguna forma de librarse eso. Hasta que una idea vino a su cabeza. Levantó la mano y señaló a espaldas de ambos.
—Bueno si ... ¡¿Qué demonios es eso?!
El Amajiki miró hacia atrás, gesto que imitó Hado sin ver más que la televisión y la gente comiendo. Cuando ambos regresaron su atención al rubio, su silla estaba vacía. Había desaparecido. Nejire miró a su alrededor pero no vio ni rastros de Togata.
El sonido del móvil de Tamaki lo alertó viendo una notificación de su amigo rubio. Lo abrió encontrando una única frase:
"Suerte, suerte!"
Tamaki de quedó de piedra al analizar sus buenos deseos. La pregunta era ¿Por qué? ¿Qué era lo que su amigo rubio estaba pensando? Tragó saliva encontrándose a una Nejire confundida.
—Creo que realmente se sentía mal.
Tamaki simplemente asintió, sin entrar en detalle. Sus latidos incrementándose estridentemente. Había estado tranquilo interactuado con Nejire en otro momento ¿Por qué esto era diferente? ¿Por Mirio y sus palabras? No sabía que decir o que hacer para no terminar arruinando eso. No es como que intentará ir más allá, solo le gustaba estar con Hado.
Sus pensamientos críticos fueron detenidos al escuchar la risa de femenina a su lado. Fijó su atención en ella, con la duda presente en su rostro.
—No es nada, es solo que...—Respiró profundamente. — Barbilla partida.
Tamaki siguió el dedo de la fémina. Observando a un hombre efectivamente con la barbilla partida. Eso detonó su recuerdo donde solían hablar del ojo crítico de Nejire y como terminaba visualizando cosas curiosas de la gente. El Amajiki de ese entonces había pensado en lo divertido que sería estar con ella cuando sucediera y seguir su línea de pensamiento. Jamás pensó que fuera posible pero estaba ante él.
Sonrió, era demasiado evidente.
—Es similar a una....—Tamaki tuvo una imagen mental.
—¡Papa!— Dijeron ambos al unísono.
Ambos rieron, ella más estridentemente y él ocultando sus labios con su mano.
Nejire lo contempló, con esa curvatura en sus labios y como de alguna manera había seguido la línea de su pensamiento. Regresó a unas semanas atrás, cuando había mencionado la ceja a Shinso y como el gesto en su rostro parecía tan... perdido, como si no supiera de que estaba hablando. Y ahí estaba el Amajiki, riéndose de la cosa más absurda y fuera de contexto, como si... la entendiera.
—He visto un par de esa forma en la cocina. — Agregó él.
—¿No te parece extraño? — Preguntó un tanto insegura.
Tamaki tomó un trago de sake y fijó su mirada en ella, como si no entendiera.
—¿Qué cosa?
—Sobre esto...
En el pasado su padre a pesar de seguirle el juego, le había dicho que era extraño que buscara defectos o como ella decía, peculiaridades.
—¿Sobre ver las peculiaridades?
Nejire abrió los labios sorprendida y Tamaki entendió que había hablado de más. Tartamudeó intentando pensar en algo pero nada vino a su mente.
—Si, sobre eso ¿Tú igual puedes verlas?
Él atónito simplemente asintió. Para ver algo así tendría que mirar a la gente a la cara y siempre lo evitaba a menos que fuera necesario. A ella la miraba bastante... aunque evitaba el contacto con sus ojos.
—Es tan curioso que lo entiendas, porque puede verse como si fuera una crítica pero yo... —Ella buscaba la forma de explicarse adecuadamente.
Shinso no había sacado el tema de nuevo desde el altercado en el restaurante y ella decidió mantenerlo a raya. Tal vez en el pasado le pareció gracioso pero en la actualidad no parecía cómodo con ese tema. Y era algo absurdo o eso se decía a si misma. Pero cuando el Amajiki río con ella... todo pareció tan sencillo y bien, que se sintió tan a gusto.
—Yo jamás pensaría nada malo de ti.— Agregó el cocinero.
Nejire lo observó detenidamente y sonrió sin poder evitarlo. Con esa sensación cálida de los ojos masculinos y como la alcanzaban.
Terminaron de comer con calma, con ella hablado de cosas absurdas, de lo que había sucedido ese día en el trabajo y de sus series favoritas. El tiempo se fue rápido que antes de notarlo la dueña del lugar le informó que estaban por cerrar. Al final Tamaki terminó pagando a pesar de que ella dijo que invitaba.
— Siento retrasarte, el tiempo pasó tan rápido.
— No ha sido nada, igual se me ha ido la noción del tiempo.
Él abrió su aplicación para llamar un taxi y esperaron fuera de la tienda, viendo los insectos volar encima de los faroles. A los minutos llegó el taxi y él abrió la puerta para que ella pasara y finalmente él entró. Sus casas estaba en la misma dirección por lo que acordaron compartir vehículo. Pasando primero a la casa de Hado.
Nejire salió del auto y cuando estaba por cerrar la puerta le sonrió, antes de entrar al edificio de departamentos. No era nada ostentoso pero se veía bien. El auto siguió y Amajiki se perdió en sus ensoñaciones de aquella noche y los últimos momentos que habían tenido juntos.
Eso era demasiado para él y su tímido corazón pero aún así...le gustaba tanto.
Cuando abrió la puerta de su departamento encontró a Mirio en la sala viendo televisión. Y como una sonrisa sugestiva salía de sus labios.
— ¿Todo bien?
Mirio realmente no debía ni preguntar. Podía ver la cara de Tamaki, ese gesto totalmente enamorado y sonador como diez años en el pasado. Pero así quería ver que decía. Los había dejado solos a costa de comer suficiente carne hasta reventar.
Tamaki se avergonzó, llevándose la mano detrás de la cabeza y asintiendo. Se sentía volar en una nube.
—La próxima vez asegúrate de tener el auto. — Sugirió el Togata.
El Amajiki no dijo nada más, llegó a su cuarto y se dejó caer en la cama con una sonrisa tonta en los labios.
Hasta que su móvil vibró en su bolsillo y lo desbloqueó para ver una única notificación. La presionó abriendo el chat correspondiente.
Nejire-chan <3
¿Has llegado bien?
Él contempló la pantalla unos segundos y finalmente respondió.
Tamaki
Si ¿Y tú?
Nejire-chan <3
Todo perfecto!
Duerme bien, nos vemos mañana.
Tamaki vio la pantalla fijamente hasta que el en línea de la mujer desapareció.
Definitivamente esa noche había sido perfecta.
¡Este ha sido de mis capítulos favoritos!
Como las cosas van girando en torno a Tamaki y los momentos entre ellos además que Mirio, Mirio me mata de risa al imaginarlo jajaja.
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