Sustituto de letras
Mirio Togata era una persona sincera, valiente y alegre, esos habían sido los adjetivos que lo representaban durante toda su vida. Siempre dando un consejo amigo cuando era necesario, ayudando a las personas sin compromisos con una sonrisa en el rostro.
Si eso fue así durante la gran parte de su vida ¿cuando se había convertido en un cobarde?
Huir de Nejire Hado había sido su finalidad durante toda la semana, entrando por el área de servicio especial de mantenimiento o descarga de los materiales. ¿Cómo podía pasar enfrente de ella luego del desastre del viernes pasado? De verdad había esperado que ante la negativa de Shinso y la necesidad de Nejire de conocer a Suneater, Tamaki terminaría asistiendo al evento. Su avance ese ultimo tiempo había sido significativo, hasta le había contado que había hablado con Nejire en la cafetería, por lo que eso no podía salir mal.
Pero toda esperanza se esfumó cuando al llegar al departamento en la mañana dislumbró la oscuridad en el cuarto de Tamaki y su rostro de augustia con negatividad. Lo cual confirmó lo que pensó que no pasaría; que el Amajiki no había ido y había dejado plantada a Nejire. Y el rostro afligido de su amigo le hizo ahorrarse las preguntas y olvidar el tema. El problema radicaba que trabajaban en el mismo sitio. Y Mirio le había jurado que Suneater asistiría.
Las cosas no podían ser peores, pero esa situación lo había superado. No podría seguir escondiéndose, por lo que ese día ingresó por la puerta de enfrente. Visualizó a Nejire con el teléfono en la oreja atendiendo el pedido de algún cliente. Togata se acercó apoyándose en la barra de la recepción esperando que la fémina terminara, jugueteando el adorno que tenían ahí. La Hado colgó el teléfono y sus ojos azules se fijaron por completo en el rubio.
—Mirio ¿necesitas algo?
El jefe de mantenimiento se rascó el cabello encontrando las palabras adecuadas ¿debería disculparse? ¿Por mentir o salvando a Suneater? Nada podía ser peor.
—He querido hablarte sobre lo del viernes —Miró la planta en el escritorio.
Nejire parpadeó un par de veces y él sentía que debía dejar de dar vueltas. Abrió los labios pero un sonido llamó su atención. Nejire se movió instantáneamente, tomando su celular de la bolsa de su saco, lo desbloqueó, deslizando la barra de notificaciones y dejó salir una risa, para finalmente teclear.
Volvió a reír y sonreír abiertamente, un comportamiento que le pareció tan curioso a Mirio.
—Lo siento, puedes seguir. —Nejire mencionó luego de guardar el móvil.
—No te preocupes, ¿una buena noticia, quizá? —Esperaba que la cuestión de la editorial de alguna forma se hubiera salvado.
—Oh no, solo ha sido un mensaje. —Sonrió nuevamente jugueteando con la punta de su cabello. —De Suneater.
Mirio se quedó en completo silencio, parpadeando un par de veces.
—¿Qué?—Pronunció sin entender ¿acaso sabía que iba a disculparse?
—¿Qué? —Nejire repitió confundida.
—¿Quién? —Mirio reformuló su pregunta.
—¿Quién? —La Hado volvió a repetir la pregunta, totalmente perdida.
Mirio se llevó los dedos al puente de su nariz respirando para reacomodar sus palabras y hablar adecuadamente.
—Creo que no nos estamos entendiendo... sobre lo del viernes...—Pero Mirio fue interrumpido.
—Gracias por eso —Nejire agregó con rapidez.
Togata no podía estar más confundido ¿gracias? ¿estaba siendo sarcástica? No conocía ese lado de la Hado, pero aún así debía disculparse.
—Más que gracias lo lamento, de verdad lo he intentado pero él simplemente no pudo presentarse.
—¿De que estas hablando? —Nejire lo vio con cara de incredibilidad.—Todo resultó bien.
—¿Qué?—Mirio vio el rostro sereno y sin molestia de la Hado. —Espero que su ausencia no te complicara las cosas el viernes.
—¿Quien?— Ella negó con la cabeza, totalmente aturdida por la sucesión de preguntas sin sentido. —No sé de que me estas hablando.
Mirio respiró profundamente, acomodando sus ideas. Se sentía realmente tonto por esa platica que se había limitado a preguntas sin sentidos y respuestas ambiguas, por lo que debía ser lo suficientemente claro para ser entendido.
—He venido a disculparme por la ausencia de Suneater el viernes en la noche. Sé que te prometí que iría pero ha tenido una emergencia.
Lo había dicho, eso era todo. No pensaba que una disculpa remediaría el daño. Nejire lo observó parpadeando un par de veces antes de dejar salir una risa divertida, como si las palabras de Togata hubieran sido tomadas en broma.
—Mirio, realmente tus palabras no tienen sentido, por que él si asistió.
—¿Quién? —Mirio se reprendió mentalmente por haber hecho esa pregunta tres veces en menos de cinco minutos, como si no pudiera decir nada mas.
—Suneater, me encontré con él.
Togata la contempló totalmente desconcertado ante sus palabras ¿encontrarse con Suneater? Rememoró el rostro abatido y sin ánimos de Tamaki de esa misma mañana, las ojeras presentes debajo de sus ojos los siguientes días, aquellos signos que él había dado por hecho que no había ido al evento aquel día. Pero ahí estaba Nejire, diciendo lo contrario.
¿Qué demonios era lo que había sucedido ese día?
Unas semanas atrás
.
.
.
Nejire cerró la contraportada del libro mirando al frente con una sonrisa resplandeciente en su rostro mientras observaba a la mujer rubia que estaba del otro lado de la mesa, quien la observaba con una ligera sonrisa en el rostro.
—¿Y que tal?
—Lo he leído en casa y siento que tiene bastante potencial—Sentenció finalmente la mujer rubia, generando que Nejire sonriera más ampliamente. —Propondré tu manuscrito en la siguiente convocatoria de Plus Editorial.
Nejire sintió la emoción llenarla ante esas buenas noticias, algo que había soñado desde edad temprana, el poder publicarse. Desde que su padre había muerto y terminó en el orfanato, pensó que su vida estaba acabada. Hasta que alguien llegó a animar su vida, y más aún, años más tarde cuando logró salir de ahí, en una competencia a nivel país sobre cuentos. Nejire terminó ganando y ese triunfo valió de que Ryuko centrara sus ojos en ella. Una reconocida agente que moldeaba a escritores principales antes de poder presentarlos con las grandes editoriales. Guiándola por el mundo editorial, ayudándola a darle forma a su idea hasta que finalmente estaba ahí, en ese momento. Ryuko había sido un gran apoyo, la mano amiga en ese terreno inexplorado de la publicación.
El llegar ahí, era en gran parte a su ayuda y debía agradecerle tanto.
—¡Es excelente! —Mencionó Nejire totalmente emocionada, con las mejillas sonrojadas. —La verdad es que la historia...esta basada en hechos reales y realmente quisiera ver el libro...
Un sonido entre burla y fastidio resonó en la oficina de Ryuko, logrando que tanto la rubia como la Hado miraran para encontrar el origen de tal sonido. Ahí, con los brazos cruzados, una mueca irónica en su rostro, observando directamente a Nejire sin apartar la vista Bibimi Kenranzaki.
La otra acogida de Ryuko, quien había llegado un par de meses antes que ella.
—¿Hechos reales? ¿Acaso sabes de lo que estas hablando? —La rubia con el cabello rizado se enderezó en su asiento. —Di eso enfrente de una editorial y te destruyen, esto —Señaló su libro. —No son hechos reales, no puedes esperar que nos creamos eso. —Soltó con voz burlona.
Nejire la miró con ferocidad, porque claro que eran rivales. Solo una podía publicar en cada edición con la editorial. Pero de alguna manera Bibimi le tenía resentimiento desde que la anterior convocatoria no pudo publicar su manuscrito.
—Son hechos reales, el intercambio de cartas, hasta algunos diálogos, no es invento mio.
Nejire Hado había tomado gran parte de la relación que había tenido con Suneater en el orfanato y le había dado vida y sentido en el libro. Eventualmente con elementos de la fantasía de la obra, pero a fin de cuentas esos eran hechos reales.
—¿Me estas diciendo que todo lo que pasa en este libro es real?
—No he dicho eso.
—¿Entonces a que te refieres que con que es real? ¿Qué es real en tu libro? —Se apoyó en la mesa, mirándola aún más intensamente.
—Suneater. —Pronunció su nombre, como hace tanto tiempo no lo hacia sintiendo sus labios hormiguear por aquel nombre familiar. —Él es real.
La Hado realmente quería creerlo, a pesar de jamás pudo verlo en persona y que él no respondiera su ultima carta, en el fondo se aferraba al hecho de que en realidad existía y estaba en algún sitio. Tenía cada una de las cartas que le había enviado con aquella letra pulcra, lo cual comprobaban que aquello que pasó en el orfanato no había sido un invento suyo.
—¿Él, real? —Bibimi rió al considerar el factor de romance en el libro de Nejire, del cual estaba al corriente por aquellas reuniones. —No utilices la terminología incorrecta alimentadas por tus fantasías, limitate a contar una historia y ya.
Nejire la observó mordiéndose el interior de su mejilla intentando controlarse de cruzar la mesa y golpearla fuertemente contra el escritorio. No traería nada bueno y más con esas buenas noticias, lo que menos esperaba era alguna clase de problema. Miró a ver a la mujer mayor de la habitación intentando evaluar su postura en esa discusión.
—Aunque no ha sido la manera de decirlo, Bibimi tiene un poco de razón, cuida muy bien la terminología que utilizas o podrías ser malinterpretada y más con los que evaluaran tu manuscrito. Limitate a decir que es un libro de fantasía y con eso será suficiente.
De alguna manera la Hado se sintió traicionada al entender que Ryuko estaba del lado de Bibimi, ambas estaban dando por hecho de que todo en su libro eran creaciones suyas. Haciendo eco a lo que en muchas ocasiones había pensado ante la ausencia de la respuesta de Suneater en todo ese tiempo. Dejándola sola y viéndose obligada a huir del orfanato, al entender que estaría sola en ese agujero, sin ningún apoyo o una mano amiga. Que la persona que más querida se había ido dejándola sola sin explicación, con una carta perdía en el limbo.
—Puedo traerlo.
Ryuko que se había perdido entre el manuscrito de su acogida levantó el rostro a la vez que Bibimi la observaba.
—¿De que hablas?
—Puedo traer a Suneater y comprobarán que es cierto.
Bibimi sonrió divertida y con malicia mientras apoyaba su rostro en sus manos, contemplando a su rival con la expresión seria en su rostro. Se veía afligida en su intento de demostrar que tenía la razón y esa era las cosas que más le desagradaban de la Hado. Porque ese mismo sentimiento de superioridad y de querer demostrar que tenía razón, habían llevado a Bibimi a la ruina. En la presentación de su libro con elementos históricos con los agentes de Plus Editorial, un año atrás luego de ser elegida por Ryuko, alzando la mano cuando terminó de exponer y le había preguntado sobre la concordancia entre una fecha y un objeto que según el año todavía no existía. Y tal fallo y varios más conforme a las fechas, que fueron señalados por Nejire la llevaron a que la editorial anulara su contrato.
Y por esa misma razón ahora Nejire estaba por presentar su manuscrito, para llenar su lugar. Lo cual la llevaba a pensar que todo esto fue a propósito.
—¿Acaso estas saliendo con él? —Preguntó totalmente inocente.
—Si, estamos saliendo. —Nejire habló antes de poder pensar en las consecuencias de sus palabras.
—Bien, tráelo a la presentación final, me muero por conocerlo.
Y sin más Bibimi se levantó, saliendo del salón y dejando a Nejire con Ryuko.
—Bibimi se ha extralimitado pero...la verdad es que el comprobar que Suneater existe, podremos utilizarlo como algo a nuestro favor en la publicación del libro, en cuestiones de publicidad.
Nejire le dio la completa razón hasta que la junta terminó. Hasta que de pie fuera de la oficina, mirando su reflejo en las puertas de cristal, las ideas vinieron a su cabeza. Había hablado por inercia y molestia por las palabras de Bibimi que no pudo controlarse, todo en un intento de demostrar que hablaba en serio. Pero había olvidado algo pequeño pero sumamente importante; que no había visto a Suneater en diez años, jamás se mostró ante ella. ¿Y ahora debía presentarse con alguien más y fingir que estaban juntos?
La Hado se dio cuenta como había terminado arruinando las cosas.
Por lo que le dio vueltas en la cabeza sobre que debería hacer mientras se dirigía a su nuevo empleo que solventaría sus gastos, como recepcionista en aquel hotel de lujo. Hasta que la mirada azul y la cabellera rubia de Mirio Togata, ayudante del orfanato tiempo atrás, había entrado ahí. No fue hasta que él se alejó, que las ideas vinieron a su cabeza, que posiblemente tendría una oportunidad. Si Mirio aún seguía en contacto con Suneater podrían verse luego de tanto tiempo.
Eventualmente el rubio le dio evasivas cada día, y ella esperó pacientemente antes del día del evento. Hasta que finalmente llegó y ansiosa por ver al chico que tanto había soñado en ese momento, permaneció en la entrada, esperando verlo. Los minutos iban pasando y la emoción cada vez se transformada en desilusión y un dolor punzante en su pecho.
Recordando aquella carta que jamás fue respondida.
Pensando en que si aquella vez, diez años atrás, cuando le sugirió que se vieran y Suneater desapareció. Se preguntó si aquella vez que pidió contactarlo fue de la misma manera y no quería verla, y Mirio fue lo suficiente amable para no decírselo pero dándole falsas esperanzas. Tal vez ella había malinterpretado las cosas con Suneater y lo que para ella fue todo, para él no fue nada. El pesar la sacudió y un nudo en la garganta se le formó al recordar aquella fatídico tiempo cuando esperó su carta durante meses, pensando que algo había sucedido, pero jamás llegó. Miró su falda roja de tablones que había elegido con cuidado y la blusa blanca a juego, se había arreglado para él, con unos zapatos rojos a juego. Debía verse ridícula el esperar a un fantasma.
Hasta que a su vista unos zapatos se detuvieron enfrente suyo y por inercia levantó el rostro. Sus ojos azules se elevaron dejando ver el pantalón de vestir negro, junto con un saco, camisa blanca y una corbata roja, hasta que sus ojos captaron su rostro.
—Siento llegar diez años tarde, Nejire.
El corazón femenino saltó fuertemente al contemplar el cabello morado despeinado, los ojos purpuras, la piel blanca que resplandecía por la luz que salía del edificio detrás de ella y una expresión totalmente seria en su rostro. Ahí estaba, el chico de las cartas, Suneater. Sus mejillas se sonrojaron y sonrió abiertamente.
—Suneater...—Logró pronunciar luego de salir un trance.
No podía creer que estaba ante él, que esto era real, que no había inventado todo en su cabeza.
—Nejire —La voz de Ryuko la sobresaltó. —¿Estas lista?
La Hado miró a ver a su agente detrás suyo y asintió, mientras volvió su mirada hacia Suneater, mientras lo tomaba del antebrazo, encaminandolo a la sala de reuniones. Donde por supuesto estaba Bibimi, que al verlos entrar se mostró realmente sorprendida.
—Lo he traído como había prometido. —Con una mirada de superioridad observó a su rival.
—Tú debes ser Suneater —Ryuko le sonrió en un breve saludo mientras tomaba asiento en la mesa que había en el sitio.
—¿Y cual es su nombre real? —Bibimi inquirió, entrecerrando los ojos, observando a la Hado.
Nejire abrió la boca y la cerró, todo había pasado tan rápido y a pesar de todo el tiempo hablando en cartas jamás supo alguna información personal de su amigo por correspondencia. Miró a verlo con temor, intentando ver si su rostro le daba alguna pista de adivinar su nombre, había gente que tenía cara de Juan o Pedro. Pero no había nada.
—Soy Shinso Hitoshi, un placer conocerlas, Nejire me ha hablado mucho de ustedes —Se inclinó ligeramente.
Nejire sintió el alivio llenándola cuando él tomó la iniciativa, viendo a Bibimi entrecerrar los ojos, dejando en claro que no se creía del todo esa interacción.
—¿Y realmente están saliendo o Nejire te pidió que te hicieras pasar por ese tal Suneater?
Claro que Bibimi tenía un ojo perceptivo, no por nada era escritora, que podía darse cuenta de las cosas o al menos el llevarla a sospechar. Nejire se movió inquieta, realmente quería golpearla.
—Estamos saliendo, de otra forma no estaría aquí. —Giró a ver a la Hado que tenía a su lado y le sonrió.
Nejire vio aquella pequeña curvatura en su rostro pensando en agregar algo más pero Shinso actuó antes. Tomándola de la mano y llevándosela a los labios. La Hado sintió su corazón golpear fuertemente su pecho ante ese acto.
—¿O acaso necesito algún otro acto para demostrarlo? —Tiró de Nejire para acercarla, levantando su barbilla y acercándose peligrosamente, dejando en claro que la besaría de ser necesario.
Los ojos de Shinso se desviaron hacía Bibimi, con el rostro totalmente serio y esperando una respuesta. Pero la mujer simplemente hizo una mueca y se sentó en su silla. Ryuko observó todo ese teatro y finalmente suspiró sentándose en su sitio. Shinso liberó a Nejire, la fémina sentía sus piernas temblar, logrando sentarse en la silla más cercana.
Justo cuando él estaba por sentarse su móvil sonó y se disculpó saliendo del salón, por cuestiones laborales. De esta forma la reunión con Ryuko dejando algunos comentarios a su manuscrito terminó antes de lo que esperaba. O al menos Nejire se encargó de apurarlo, porque su mirada no dejaba de dirigirse hacía afuera de la sala, viendo al hombre caminar mientras hablaba por teléfono.
Su corazón aún palpitaba nervioso ante ese acto impulsivo del chico, como estuvo tan cerca y como todo su cuerpo reaccionó a esa cercanía. Y porque no había sido suficiente de él, quería seguir hablando con Suneater. Por lo que una vez que terminó la reunión salió rápidamente de lugar encontrando a Suneater apoyado en la pared, esperándola.
Sonrió sintiendo sus mejillas doler mientras corría hasta quedar enfrente suyo.
—¿Ha salido bien?
—Todo excelente, gracias a ti.
Shinso miró a espaldas de Nejire observando a las dos rubias salir del edificio y le dedicó una sonrisa a la fémina. Miró su reloj que tenía en la muñeca para asegurarse de la hora. Había pedido permiso para salir antes de la oficina con tal de llegar a tiempo.
—¿Tienes algo que hacer ahora? —Nejire inquirió al ver como observaba su reloj.
—No, realmente.
—¿Quieres comer algo? Es lo menos que puedo hacer por prestarte a ayudarme.
Shinso observó a la mujer enfrente suyo, con los brazos detrás de su cuerpo y balanceándose. La había reconocido por su cabello largo y azul que Tamaki había mencionado. Se había prestado a seguirle el juego, a pesar de que Tamaki jamás mencionó nada de hacerse pasar como pareja, para ayudarla. Y considerando que ya había cumplido con su parte, por su amigo, no tenía razones para quedarse. Pero la forma en la cual las mejillas femeninas relucían con un tono rosado, terminó aceptando.
Además que sería descortés no aceptar, considerando que el verdadero Suneater la había dejado plantada diez años atrás. Fue por eso y no por lo encantadora que la había encontrado.
Terminaron en un puesto de hamburguesas cercanas a la editorial, Shinso no era muy partidario de la comida corrida, pero ella dejó en claro que eran sus favoritas. Por lo que terminó cediendo, viéndola animadamente pedir las hamburguesas y sentándose a comer en las mesas del local que estaban en el parque cercano. Ella le entregó una.
—Hamburguesa mexicana, con tocino adicional —Sonrió mientras tómala la suya. —Lo he recordado de nuestras platicas.
Shinso la observó morder la suya y llevarse una mano a su mejilla degustando su sabor. Hitoshi observó la suya y quiso torcer la boca, pero se contuvo. No le gustaban las hamburguesas mexicanas, realmente odiaba la comida mexicana, sus sabores fuertes y el chile que usaban era demasiado. Él había leído un par de cartas y en ellas no estaba esa información, por lo que a regañadientes tomó la hamburguesa y se la llevó a la boca. En el primer bocado la boca le ardió, por lo que tuvo que tomar bastante de su soda para descender el picor.
—Realmente en algún punto pensé que no existías. —Nejire agregó luego de terminar su comida. —Y hoy no pensé que aparecieras. —Jugueteó con el vaso de su soda.
Shinso dejó de lado la hamburguesa, agradeciendo que ella dijera algo. Si seguía comiendo le dolería el estomago.
—Tam...Mirio —Se corrigió al instante. —Me contactó luego de tanto tiempo y al saber que podría verte, enmendar mi error de años atrás, no dejaría pasar esta oportunidad.
Una de las cualidades de Shinso al ser un abogado y asistente de fiscal era la facilidad de la palabra que tenía. Por lo que elegía las palabras que sabía que ella quería escuchar.
—Siento involucrarte en esta situación. —Nejire jugaba con el popote de su vaso, nerviosa por primera vez en su vida.
—No ha sido nada, no te preocupes. —Ella no lo miraba pero él no dejaba de verla. —Discúlpame por mi actuar en la sala, fue impulsivo, no quería incomodarte, solo he actuado para desechar sospechas.
Nejire negó con la cabeza,
—No me ha incomodado, solo me ha tomado por sorpresa. —Sonrió ligeramente.
Ella se levantó dejando la basura en su lugar y Shinso la siguió disimulando el como se deshacía de su comida. Caminaron por el parque hasta llegar a la orilla y ante ellos se abría un barranco que dejaba a la vista las luces de la ciudad, una vista encantadora que hacía juego con el cielo nocturno sin estrellas. Nejire se sentó en la banca que estaba cercana y miraba fijamente a un punto inexistente. Hitoshi imitó sus pasos, preguntándose que debería decir en ese momento.
—¿No sientes curiosidad de porque te he pedido que vinieras de pronto luego de diez años?
Shinso la miró, ella aún veía al cielo y sonreía, esa pregunta lo tomaba de sorpresa, debido a que no sabía demasiado de aquella situación. Tamaki lo había explicado a grandes rasgos, mientras se tropezaba con sus palabras al estar nervioso.
—A decir verdad si.
—¿Y porque no preguntas?
—No lo se. —Realmente no estaba seguro de nada desde que la vio en la entrada de la editorial.
Nejire dejó salir una risa ligera mientras volteaba a verlo y luego regresaba su atención al firmamento negro.
—¿Acaso no sientes curiosidad? Realmente no te entiendo.
—¿Por que? —Shinso la miró sin entender sus palabras.
—Por que yo quiero saberlo todo de ti.
Giró su rostro para encontrarse con aquellos ojos purpuras, tan intensamente que Shinso sintió su pecho moverse incomodo.
—Sobre quien eres, que piensas y que es lo que te gusta.
—Nuestras platicas en cartas te han mostrado cada una de esas cosas. —Shinso temía decir algo incorrecto y de esta forma exponerse.
—Conozco a tu antigua versión, ahora quiero conocer a la actual.
Nejire estaba dejando salir sus palabras sin pensarlo, a pesar de que cualquiera se sentiría resentido por el corte abrupto de su correspondencia en el pasado, ella estaba realmente emocionada de estar ante él.
—La verdad es que...siempre soñé contigo, con conocerte, a aquel chico de las cartas, preguntándome como sería tu cara, el color de tus ojos, de tu cabello y ahora...estas aquí, enfrente de mi, a mi alcance. Por lo que...permiteme quedarme en tu vida esta vez.
Shinso siempre había estado solo, dejando de lado a su familia que jamás lo entendieron y solo esperaban mucho de él. A pesar de tener una gran facilidad con la palabra nunca tuvo una relación real con ninguna mujer. Y ahora estaba ahí, Nejire Hado.
Su corazón palpitó con fuerza al ver los ojos de la fémina y la forma en la cual lo miraba. Aquel brillo junto con ese calor e intensidad envolvente, como si fuera la única persona en su mundo, como nadie nunca lo había visto. Y recordó una frase en una de las cartas que Nejire le escribió a Suneater.
Ella le había contado que el ultimo regalo que su padre le había dado era una caja de música, el objeto más preciado que tenía pero que jamás había abierto, por la muerte de su padre. Y de ahí derivaba aquella frase que ella le dijo alguna vez.
"Suneater, tu eres mi preciada caja de música, tú melodía es la más hermosa que he escuchado en mi vida. Estoy segura de eso"
El rostro femenino era iluminado tenuemente por las luces de una farola cercana y la oscuridad de la noche dejaba entrever sus facciones profundas, sus ojos brillantes y sus labios rosados. Siempre había sido arrastrado sin rumbo por el mar de lo que esperaban de él, pero ella, en ese momento, lo veía a él. Y no le importaba perderse entre esas olas, si lo hacía con ella.
—Tú déjame entrar a tu vida.
Nejire sintió su pecho a punto de explotar y más cuando él tomó su mano, que estaba apoyada en la banca. Sintió el calor de su piel y la intensidad de la mirada purpura. Diez años habían pasado y la esperaba había valido la pena.
—¡Tamaki!
El Amajiki se sobresaltó al escuchar esa voz gritar su nombre, viendo a su amigo correr hasta su posición. Su rostro realmente angustiado, se preguntó si había sucedido algo grave con algún cliente.
—Maldita sea, Tamaki —Llegó a su lado y se inclinó un poco para recuperar el aliento. —He estado buscándote por todos lados.
—Un cliente quería hablar sobre un evento y....—Mirio movió sus manos silenciandolo.
—Nada de eso interesa ahora —Tragó saliva recuperando su voz. —¿Qué fue lo que pasó esa noche?
El chef miró a su amigo, con una expresión de pánico en su rostro. Semanas habían pasado de ese evento y de verdad pensaba que sería un tema que jamás traería a colación. El mismo no se sentía listo para hablar de su fracaso, pero por la manera en que estaba alterado su amigo, consideró que algo serio estaba sucediendo.
—Te dije que no podría hacerlo. —Jugueteó con la servilleta de tela que tenía en su cintura. —Aquella noche si estuve ahí, pero no pude acercarme, realmente lo intenté....—Su voz se apagó, sintiendo realmente. —¿Acaso algo malo sucedió con Nejire?
¿Acaso lo había visto esa noche huir? Era imposible, estaban lo suficiente lejos para que pudiera, pero el temor de equivocarse lo estaba martirizando.
—¡Todo esta mal, Tamaki! —Respiró profundamente y colocó ambas manos en los hombros de su amigo. —Tú no fuiste, pero Shinso si.
Tamaki sintió como la culpa y frustración que había sentido todo este tiempo se esfumó de repente. Había estado dándole vueltas a la cabeza al hecho de que se quedara plantada porque nadie fue, que cuando más necesitaba a Suneater este la había abandonado de nuevo. Pero el que Shinso estuviera ahí, mejoraba las cosas exponencialmente, nada podría salir mal de eso.
—Eso es realmente bueno.
—¿Bueno? Es algo muy malo.
—¿Porque? —El Amajiki no entendía a que se refería.
Su actitud alarmante y como pasaba su mano por su rubio cabello era extraño. Si Shinso había ido y la había ayudado con lo que necesitaba ¿porque eso estaría mal?
—Por que ahora Shinso y Nejire están saliendo.
Y entendió el pánico que Mirio sentía en ese momento y como todo estaba realmente mal.
Movía su pierna inquieta, mirando sus manos y luego a su alrededor para finalmente tomar un poco del agua que le habían servido, en un intento de pasar el nudo en su garganta.
—Siento la demora, he salido más tarde de lo que pretendía.
Tamaki observó a Shinso sentándose enfrente suyo, desabrochando el botón del saco que solía usar. Se sobresaltó al ser tomado de imprevisto, pero se recompuso al instante, dejando el vaso a un lado.
—No te preocupes, no he esperado demasiado. —La realidad es que llevaba dos horas sentado.
Lo había llamado apenas salió de su turno de la noche para encontrarse con el asistente de fiscal, pero él pospuso la reunión dos días después. Días que fueron un martirio para Tamaki pero entendía que de acuerdo a la agenda del Hitoshi, debía soportar.
—Bien ¿de que quieres hablar? —Aunque Shinso realmente lo sabía.
Le sorprendió que aquella platica estuviera tomando lugar un par de semanas después del evento, pero la voz de Tamaki al teléfono y su imagen de ese momento, moviendo su pierna ansiosamente y como no dejaba de tomar agua, lo dejaba en claro.
—Nejire ¿como es que están saliendo? —Escupió sin formular la pregunta como había estado planeando todo ese tiempo. —Esperaba que esa ayuda se resumiera a una noche.
Solo tenía que ir, ayudarla con lo que sea que necesitaba y perder contacto de nuevo.
—Simplemente sucedió, al conocerla....—Aceptó la bebida que el mesero le ofreció. —quise tenerla en mi vida y como tú no estas interesado.—Dio un sorbo a su vocka.
—¿Por que dices eso? —No sabía como podría intuir tal situación.
Jamás habían hablado de Nejire para que pudiera saberlo con precisión.
—Huiste. —Shinso separó el vaso de sus labios, hasta dejarlo en la mesa. —Aquella noche decidí ir al considerar que no asistirías y no me equivoqué, pasaste a un lado de mi, huyendo.
Tamaki tenía aquella noche nebulosa en su mente, por el ataque de ansiedad que había tenido y porque lo único que había estado pensando era en correr. No podía estar seguro pero considerando las palabras de Hitoshi, se sintió realmente patético de haber sido visto en ese estado.
—Solo he hecho lo que me has pedido, pero... —Bebió el resto de su bebida. —Ella realmente me interesa, lo siento.
Y sin más Shinso se levantó, dejando el dinero en la barra, saliendo de aquel bar. Dejando a Tamaki ahí, inmóvil y sin poder pensar en otra cosa más que él tenía toda la culpa.
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