El chico detrás de las cartas

Colocó cuidadosamente un par de hojas de albahaca en los canapés que tenia debajo, en forma delicada y exacta para que cada uno estuviera igual.

Giró para terminar de colocar unos tomates cherry en un pedazo de pan con una crema de la casa y finalmente colocó queso de cabra para coronar los último. Se enderezó limpiándose las manos con una toalla que siempre solía usar. Buscó con la mirada a los meseros y les indicó con el dedo para que pasaran por las charolas que estaban listas. Los vio llevárselos.

Había una conferencia en uno de los salones del hotel y había sido encargado algunos bocadillos para que los presentes, hombres importantes, degustaran mientras hacían negocios o inversiones. Esos eventos eran más sencillos por lo que debía surtir un poco, además del café que pueda haber. Dejó encargado la cocina a su sou-chef que estaba liderando los pedidos del restaurante y se dirigió al baño.

Se llevó la mano a su cuello acariciadolo, tenía un ligero dolor por estar inclinado tanto tiempo. Defectos de su oficio y por tener una posición un poco encorbada pero con dormir un poco o una crema que tenía en casa lo solucionaba. Se recordó que debería comer algo, siempre terminaba con las horas de comida desfasadas pero su trabajo era demandante. No había podido dormir adecuadamente por tener varias cosas en su cabeza. Y más precisamente de tener la constante presencia de Nejire Hado en el hotel. La chica que jamás pensó volver a ver pero que por cuestiones de la vida estaba ahí, trabajando en el mismo hotel, desde hace un par de días.

Su atención se fijó en una cabellera rubia que ingresaba con una escalera a uno de los salones de conferencia. Curioso por ver que si algo estaba mal se adentró a la sala de conferencias y encontró a Mirio encima de la escalera con la atención fija en el proyector mientras movía el aparato.

—¿Hay algo mal?

Mirio bajó la mirada hacia su amigo que estaba en el pie de la escalera y regresó su atención de nuevo a su labor. Al ser jefe de mantenimiento él solía coordinar al resto del personal de mantenimiento para arreglar, revisar o lo que se ofreciera en todo el hotel. Era algo extraño que él fuera a reparar las cosas personalmente, pero siempre solía revisar o considerando su naturaleza animada seguía yendo a reparar cosas por gusto propio. Pero entendía que en esos momentos estaba lo suficiente ocupado con papeleo para estar ahí.

Por lo que su presencia ahí era extraña.

—Me han pedido que venga a revisar personalmente. —Mirio encendió el equipo y la pantalla de adelante se tornó azul. — Ayer falló uno de los proyectores a pesar de que se revisó con antelación y para evitar cualquier percance...

Dejó la frase inconclusa pero Tamaki entendió. No podían permitirse otro error, menos cuando eso involucraba gente importante.

—Solo queda el sonido y ya está. —Habló más que nada para si mismo. —Y que tal vas?

—He terminado por ahora, solo la hora de la comida y si los de la conferencia se quedan a comer.

Mirio se quedó callado mientras terminaba de mover el aparato, limpiándolo con un pañuelo, retirando el polvo que tenía. Hasta que luego de unos segundos se animó a hablar para llenar el silencio que flotaba en la habitación.

—Quiero comer sushi, vi un nuevo restaurante que está cerca.

Tamaki asintió ante los planes de su amigo. Sería bueno relajarse, habían tenido días complicados en el trabajo. Además que Mirio estaba siendo pacifico con respecto al tema de Nejire. Una vez que salió corriendo días atrás del hotel la primera vez que la vieron en recepción, Mirio lo siguió dispuesto a arrastrarlo para que confesara. Pero en un ataque de pánico Tamaki le prometió que lo haría, que le hablaría, solo que le diera tiempo para prepararse. Y eso fue suficiente para el rubio.

Mirio contaba que así fuera, solo que por la naturaleza de Tamaki le costaría más tiempo el hablarle. Él estaba dispuesto a esperar para que por fin eso que había sucedido en el pasado volviera a suceder. El rubi guardó sus herramientas en el cinturón especial que portaba, dispuesto a bajar y revisar el audio.

—¡Ahí estás! Necesito hablar contigo—Mencionó una voz femenina con impaciencia.

Mirio observó la entrada visualizando el típico uniforme de recepcionista y la cabellera azul cayendo por su espalda. Parecía algo agitada por lo que imaginó había caminado rápido para llegar ahí. Esperaba que no hubiera más problemas en la salas de conferencia. Y desde arriba de la escalera observó a su amigo que estaba a un par de pasos.

Tamaki se quedó estático en su sitio, sosteniendo la escalera, él no había necesito voltear, reconocería su voz en cualquier lugar. Tragó saliva y observó sus pies con temor.

—¿Nejire? — Mirio la vio caminar hasta llegar debajo de él.—¿Qué sucede?

Togata comenzó a descender por la escalera dispuesto a llegar al suelo y quedar a la altura de su solicitante. Pero Nejire no podía esperar tanto tiempo.

—Necesito que me contactes con él de nuevo.

—¿De que hablas? —Mirio estaba a dos escalones de llegar al suelo.

—Suneater.—Nejire habló intensamente, diciendo el nombre que no había mencionado en tanto tiempo. —Yo lo necesito.

Mirio perdió el equilibrio en la escalera al pisar mal por la impresión de las palabras dichas por la fémina, se sujetó con fuerza y se quedó estático unos segundos, a que se estabilizara. Unos segundos más tarde alcanzó el suelo, encontrándose con los orbes azules femeninos contemplándolo con fiereza.

El rubio sintió la boca resecarse ante la intensidad de la mirada y petición de la chica, abrió los labios y los volvió a cerrar pensando detenidamente. Sus ojos viajaron hacia Tamaki, que estaba a unos pasos, completamente pálido y como si fuera a salir huyendo en cualquier momento. De hecho le sorprendía que aún siguiera ahí de pie. ¿Qué debería hacer? Se encontró con la mirada paranoica de Tamaki que le imploraban que no dijera absolutamente nada.

—Eso será un poco complicado, no he hablado con él en mucho tiempo. —Mirio intentó irse por las ramas, pensando que mucho tiempo podría interpretarse como unos segundos ya que Suneater estaba ahí de pie.

—Pero ¿lo conoces, cierto? —Nejire se acercó más hasta el rubio, lo cual lo puso inquieto. —¿Él es real?

—Si, él es real Nejire, siempre lo fue. —Mirio atinó a decir con seriedad.

Por supuesto que ella tendría esa incertidumbre, por la renuencia de Tamaki a nunca verla. Básicamente estuvieron hablando durante dos años y ella bien pudo pensar que hablaba con alguna clase de fantasma. Sabía que eso era responsabilidad de Tamaki, aunque tampoco podía culparlo. A él le había costado meses el lograr que él no le hablara tartamudeando.

—¿Y puedes contactarlo?

Togata la miró fijamente, desviando ligeramente la vista hacia Tamaki que simplemente desvió la mirada.

—Si, creo que puedo.

Nejire sonrió mientras daba media vuelta, saliendo de ahí dejando a Togata realmente contrariado sobre que hacer y a un Tamaki al borde del colapso.

Centró adecuadamente el plato que tenía enfrente, se acercó con una manga pastelera entre sus manos y realizó unas pequeñas vueltas hasta formar una espiral con el betún de chocolate amargo. Dio la vuelta para tomar la costra de queso holandés y colocarla encima del betún. Dio un paso hacía atrás, limpiando por inercia el plato.

Dejó salir un suspiro al observar su trabajo, con una sola duda rondando su cabeza ¿por qué había hecho esto? Claro que lo sabía, pero se negaba a aceptarlo o decirlo en voz alta. Pero la imagen femenina flotó encima del postre. Se había movido por inercia en la cocina, entregándose a ocupar su mente en crear aquel postre para ocupar y tranquilizar sus pensamientos, aquellos que no lo habían dejado desde hace unos días. Cuando Nejire se presentó ante Mirio para pedirle que la contactara con Suneater, el chico de las cartas.

La reacción al verla siempre era la misma, su corazón se agitaba con violencia pensando que se saldría en cualquier momento, sus manos sudaban sin control y sentía su rostro totalmente caliente. Incapaz de poder verla de frente. Había sido un cambio por completo radical desde su época en el orfanato donde solía verla de lejos, sin ser notado. Ahora la tenía a un par de pasos, preguntando por él. Tamaki pensó que colapsaría.

Y más si Mirio hubiera dicho que el era Suneater.

Pero Mirio lo salvó fingiendo demencia y que lo contactaría, tranquilizando a Nejire, pero atrayendo la mirada fuerte y con reprenda de Togata.

—Dime que sucederá.

Tamaki se había relajado un poco cuando la Hado salió de ahí, pero su corazón aún estaba por salirse. ¿Qué había sido ese cambio? ¿Porque ella quería verlo después de tanto tiempo? Mirio no preguntó y Amajiki tampoco sabía si quería saberlo. Pero solo sabía una cosa.

—Yo no...

—Ni lo digas, no empieces con eso, me lo has prometido.

—Es demasiado pronto

Mirio tomó las cosas que había llevado para el mantenimiento del salón y le dedicó una mirada cargada de mucho significado.

—No puedo seguir mintiéndole, ella lo necesita, tendrás que hacerlo.

Y sin más había salido de ahí, dejando por completo a Tamaki clavado en el suelo. Con las manos sudando y pensando en que debería hacer. Porque Mirio sabía que tenía razón, ella por alguna razón lo necesitaba, a Suneater. Su tono de voz dejaba en claro que era algo serio. Recordó cada una de las cartas recibidas y como él era su confidente todo ese tiempo ¿acaso todo este tiempo sin él...lo hacían extrañarlo? Tal idea desató una sensación cálida en su estomago y se cubrió el rostro con el dorso de su mano.

¿Ella quería verlo tanto como él durante tanto tiempo? No podía negar que el verla ahí, en la recepción había sido como ver al sol de frente, resplandeciendo con intensidad y envolviendo todo su interior con aquella calidez abrasadora, despertando tantas cosas en él que pensaba que iban a desbordarse. Había tenido tantas ganas de vomitar pero no de forma negativa, sino que todo lo que había sentido y almacenado durante todos esos años se habían potencializado al verla y querían salir y de alguna forma alcanzarla...

Pero no pudo moverse ni mencionar ni una sola palabra.

La dualidad sobre lo que su ser quería junto con su mente temerosa e insegura, eran una colisión constante en su cabeza que imposibilitaba que pudiera dormir. Y la única cosa que mantenía su mente en silencio o sin ningún pensamiento con el afán de concentrarse adecuadamente en lo que hacían su mano, era cocinar. Y ese día se había dedicado a hacer aquel postre.

Curiosamente aquel postre le recordaba tanto a Nejire.

Había plasmado todo lo que podría representarla desde la galleta crujiente, el bizcocho suave con el relleno que sabía que era su favorito, queso crema con fresa y con toques de azafrán. La cubierta de mousse de chocolate y el betún de chocolate amargo, para coronarlo con el queso holandés que alguna vez mencionó en sus cartas que había comido durante su infancia con su padre. Todo, todo en ese postre la representaba.

Por lo que su mente más que quedarse en silencio, había emulado todos sus pensamientos.

—Se ve estupendo.

Tamaki se sobresaltó encontrándose con la mirada azul del rubio que contemplaba el postre fijamente, con fascinación, como si quisiera descubrir en que consistía. Relajó su corazón agitado por el susto.

—¿Un nuevo platillo a la carta? —Mirio quiso saber.

—No lo hice por eso..simplemente quería despejarme.

Mirio lo observó un segundo, aquel gesto de su amigo de rascarse el cuello y desviar la mirada con dudas, era evidente que era lo que le estaba perturbando.

—Debo darle una respuesta mañana, no puedo esperar más tiempo.

Tamaki mordió el interior de su mejilla con nerviosismo, sabía que Mirio lo había cubierto durante unos días mientras pensaba que hacer al respecto, controlando a una Nejire ansiosa por saber que había pasado. La habían encontrado en la recepción en varias ocasiones preguntando al respecto y Mirio simplemente atinaba a decir que aún no pero que pronto le tendría una respuesta.

—¿Puedo probarlo? —Mirio inquirió, intentando deshacerse del ambiente tenso.

—Puedes llevártelo, he hecho un par más. —Tamaki señaló un par más, no sabía porque había hecho más, tal vez la costumbre de realizar varios platillos a la vez.

Mirio sonrió mientras tomaba el plato y salía de ahí, había demorado en regresar a la oficina y el administrador estaba insoportable con el mantenimiento de varias cosas en el hotel. Por esa misma razón sabía que no podía llevar comida o sería descubierto de su desviación. Caminó hacia los elevadores y presionó el botón para llamarlo.

—¡Mirio!

El rubio se detuvo hasta observar a Nejire aproximándose, sintiéndose ligeramente nervioso. Tal parecía que Amajiki por fin le había contagiado algo de todo ese nerviosismo. Aunque la verdadera razón era que odiaba tener que mentir, jamás lo hacia, le gustaba ser directo. Pero le estaba dando un poco de tiempo a su amigo.

—¿Necesitas algo?

—Me han llamado del piso diez, habitación 302, por un fallo en el aire acondicionado.

Togata frunció el ceño, no tenía ni un respiro. Sumergió la cuchara en el postre y se la llevó a la boca. Asombrado observó el postre y dejó salir una exhalación encantada.

—Vaya, es delicioso. —Justo cuando estaba por meter otra vez la cuchara observó a Nejire. —Tienes que probarlo.

La Hado pareció pensárselo unos segundos pero finalmente tomó la cuchara que le ofrecían, tomando una porción y llevándoselo a la boca. La explosión de sabores contrarios pero complementarios la golpearon. Se llevó una mano a su mejilla mientras cerraba los ojos y finalmente se relamió los labios.

—¡Que cosa más buena!—Exclamó con sus ojos iluminados, fascinada.

Mirio sonrió en forma de confirmación, sabía de lo que su amigo era capaz cuando se lo proponía, al menos en cuestiones de la cocina. Quería creer que fuera de ahí podría lograr grandes cosas. La realidad es que a pesar de esa personalidad ansiosa que siempre había tenido, acrecentada por el fruto del sentimiento de abandono en el orfanato.

—Si, nuestro chef es muy bueno.

El ascensor que Mirio llegó y abordó dejando a Nejire con el postre entre las manos, al menos podría tener un recuerdo de Suneater sin saberlo.

Su espalda descansaba en el la cama, el cuarto estaba por completo a oscuras pero aún así cubría sus ojos con su antebrazo. Suspiró pesadamente, intentando acomodar sus pensamientos.

¿Qué debería hacer?

Había salido del trabajo un par de horas antes que Mirio, al él verse obligado a quedarse en la noche por un problema con el aire acondicionado de varias habitaciones. Pero sus ultimas palabras habían sido claras "cuando llegue..." No necesitó decir más, sabía a que se refería, sabía que es lo que le esperaba cuando llegara. Y a pesar de eso, de la presión aplastante, no había podido decidirse.

Para cualquier persona esta decisión sería sencilla. El presentarse ante ella y ya. Las cosas saldrían bien o eso era lo que Mirio le había dicho tantas veces. Pero la realidad era otra, porque él había mentido, sobre quien era a través de las cartas. Además que Nejire llevaba algunas semanas en el hotel y él había estado enfrente de ella tantas veces, y no había dicho nada. Y esa cuestión despertaba dudas en su interior ¿Qué es lo que diría? ¿Qué es lo que pensaría? ¿Él era lo suficiente bueno para presentarse como Suneater?

En el pasado Tamaki se había aferrado, al salir del orfanato, que cuando fuera una mejor persona, cuando fuera alguien, respondería su carta. El problema era que a pesar de esos diez años transcurridos, de tener una carrera y un trabajo, Tamaki seguía sintiéndose tan insignificante. No podía hablar con claridad con nadie y cuando la veía se quedaba paralizado, incapaz de decir nada a pesar de que quería decir tanto. Él seguía siendo tan...decepcionante.

¿Qué pensaría ella de ver al confiado, seguro y alegre Suneater de las cartas....resumido a eso?

No podrían tener una platica normal, no podría ni mirarla a los ojos. Nejire esperaba a alguien serio, sensato, de personalidad fuerte, misterioso y seguro de si mismo. Él no encajaba para nada en esa descripción, era todo lo contrario. Ella misma se lo había dicho en repetidas ocasiones en cartas que le parecía tan interesante y seguro de si mismo, siempre diciendo que quisiera ser más como él.

Además estaba el hecho de que ¿Para que Nejire necesitaba a Suneater? ¿Que la había llevado a buscarlo luego de diez años? Su corazón lo golpeó cuando consideró la respuesta más evidente: un reclamo. Reclamarle por dejarla sola y jamás responder su carta, el que a pesar de que demostró cuanto le importaba esa amistad, él la había abandonado cuando más lo necesitaba. Eso era lo que más temía y que lo hacían retroceder tanto.

Era evidente que estaría enojada y dolía, él mismo lo estaría si la persona en la cual confiaba desapareciera sin dejar rastros. Siempre había intentando pensar positivo del hecho de reencontrarla una vez que salió del orfanato. Una vez que fuera alguien en la vida le respondería la carta para encontrarse. Se aferró a esta idea positiva para impulsarlo a seguir esforzándose. Pero su parte negativa siempre estuvo presente y se había disparado desde que la escuchó decir que quería conocerlo.

Que ella le tenía resentimiento por dejarla sola y que de haberla buscando, ella lo hubiera rechazado dolida y sin darle oportunidad de decir nada.

Y tal idea de él de pie, viendo el rostro de Nejire contraído por la furia o peor por aquel gesto sin vida que había tenido en el orfanato despertaba el pánico en su interior. Respirando con rapidez y sintiendo que se ahogaba, que la ansiedad lo consumía y que le costaba respirar. No podría soportar ese desprecio, no de ella.

La luz del cuarto se encendió y 'Tamaki entrecerró los ojos por el golpe fuerte en su rostro. Giró para recuperar la visibilidad mientras se quejaba.

—Que aspecto más lúgubre. —La voz de su amigo llegó desde su cama.

Eventualmente cuando sus trabajos mejoraron ambos se habían ido a vivir a un sitio mejor. Un departamento con dos habitaciones, teniendo un poco de espacio y privacidad, algo que no habían tenido en su anterior locación.

—Bien ¿todo bien? —Mirio se sentó en la cama de Amajiki con pesadez. —He tenido un día difícil por lo que es mejor terminar con todo esto ¿quieres llamarle o lo hago yo?

Tamaki observó los ojos azules de su amigo y tragó saliva, en un intento de pasar el nudo en su garganta. Mordía ansiosamente el interior de su mejilla intentando encontrar su voz. Podía escuchar los latidos desesperados de su corazón y como todo parecía consumirlo.

—Yo...no puedo Mirio, realmente yo no podría...

—¿De que estas hablando?

—No podría soportar que ella me mirara con desprecio por dejarla sola...—Observó sus manos con inseguridad. —Y que en diez años yo jamás...un amigo no haría algo como eso.

Mirio soltó una risa irónica pero se reprimió enseguida al ver el rostro mortificado del Amajiki, entendiendo que no había sido una broma y que estaba hablando en serio. ¿Amigos? ¿En que mundo abstracto y absurdo ellos entrarían en la definición de amigos? Pero el rostro de su amigo le dejaba en claro que de verdad, de verdad él creía eso. Realmente no debería ni extrañarse del hecho de que pensara de esa forma. Tal vez fue parte de su culpa el no hablarle al respecto o interceder en la relación de ambos hasta ese momento.

Pero todo había sido demasiado rápido. Las cosas no se suponía que sucedieran de esa forma. Lo ideal hubiera sido obligar a Tamaki a verse y ya con ese punto de partida las cosas saldrían fluidas entre ambos, sin interceder tanto. Sabía que debido a la personalidad aplastante de Nejire que había formado luego de un año de hablar con Suneater, no necesitaría intervenir, Nejire se hubiera encargado hasta que hubieran formarlizado su relación. Todo se fue al demonio cuando él no respondió la carta y ella desapareció.

Togata recordaba el rostro de Nejire al leer las cartas, dejando en total evidencia que lo que el chico detras de las cartas no le provocaba una simple amistad. Y el rostro ilusionado de Tamaki a leer cada carta y observarla en el comedor dejaba en claro lo que sentía, a pesar de que parecía que no se había dado cuenta. Las cosas no parecían tener un buen augurio. Pero había un punto más importante que tratar.

—¿Desprecio? ¿Por que dices eso?

—La dejé sola, ignorando su carta durante tanto tiempo.

—Ella no parecía enojada, sino desesperada por encontrarte. —Mirio se contuvo de decir de más.

No sabía la razón por la que Nejire necesitaba a Suneater, pero estaba segura que era completamente diferente a lo que el propio Tamaki creía.

—No puedes saberlo, pero no importa. No lo haré.

—No puedo asegurarte porque ella te esta buscando, pero debes recordar la razón por la cual empezaste a hacer esto, para ayudarla. —Mirio logró que Tamaki lo mirara. —Y ahora ella necesita tu ayuda ¿La ignorarás de nuevo?

Tamaki observó a la ventana que tenía a un lado, sabía que Mirio tenía razón. Todo esto, a pesar de que fue idea inicial de Mirio, había sido para ayudarla. A salir del estado deprimente en el que había llegado. Había intentado por todos los medios el que ella no se sintiera sola y que siempre tendría alguien a su lado. Y si lo necesitaba en ese momento...no podía dejarla a la deriva, no de nuevo.

Se levantó de la cama, rebuscando en uno de los cajones del escritorio que estaba cerca de la ventana, sacando la caja de cartas de Nejire, que había guardado durante todo este tiempo y que leía frecuentemente. Él se lo debía, porque a pesar de que ella le había mencionado que la había salvado de su oscuridad....la realidad que es ella había hecho emerger a Tamaki de la desesperación misma.

—Tienes razón.

Mirio sonrió emocionado al ver a Tamaki moverse, tomando el teléfono y tecleando como si escribiera, con las cartas en la cama, esparcidas. Togata jamás las había leído, por cuestiones de privacidad, aunque sabía un poco del contenido cuando Tamaki le contaba al respecto..

—Bien, puedo pasarte su número y...

—Te he dicho que no puedo hacerlo. —Tamaki lo observó detenidamente.

—¿Y como planeas ayudarla? ¿Enviando una carta?

Tamaki bloqueó su celular y después lo dejó a un lado. Se quedaron mirando las cartas en la cama durante un largo tiempo, hasta que finalmente un toque en la puerta principal llamó la atención de ambos.

—No puedo hablarle pero haré lo que sea necesario para ayudarla.

La mirada de Tamaki chocó con la de Mirio en un enfrentamiento de ideales y personalidades, hasta que finalmente la puerta se abrió revelando al recién llegado.

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