Efímero
Sus ojos azules contemplaron la pantalla mientras tecleaba la confirmación de una reservación y los informes que tenía pendiente sobre los clientes que debía hacer cada mes. Era fin de mes, por lo que había muchas cosas pendientes y cierre de mes, por lo que gran parte del día estuvo ocupada, con la mente intentando cumplir con todas sus obligaciones.
Fue hasta que dio enviar en el documento y dejó salir un suspiro cansado de satisfacción.
Había terminado y podía relajarse un poco, levantó las manos, estirándolas. Fue ahí que sacó su móvil de su bolsa, viendo un mensaje de Shinso sobre ir a buscarla ese día. Y eso desencadenó lo que había sucedido hace unos días, aquella picnic sorpresa que Hitoshi le había preparado, bajándole su convicción. Al presentarse enfrente de él tenía una sola idea: terminar esa relación al estar bastante segura de que él no era Suneater y que no sentía lo que debería sentir. Pero aquello...la había confundido y más con el hecho de que mencionó que alguien le había robado parte de las cartas que ella le envió.
Por lo que Nejire se acobardó sobre terminarlo, al menos hasta que estuviera totalmente segura. Tenía dudas que resolver y no quería actuar de forma premeditada, no en algo tan importante. Hado siempre había sido una persona bastante impulsiva en su forma de actuar y en sus sentimientos, dejándose llevar por el momento. Aunque...jamás había tenido una relación amorosa, hasta ese momento.
Por lo que enfrentarse a lo que estaba viviendo era completamente nuevo para ella. En su adolescencia no demoró tanto en aceptar que estaba enamorada de Suneater por cada palabra que le decía, por su forma de expresarse, lo dulce y seguro que sonaba en sus cartas y de su pulcra letra. De la manera en que parecía entenderla mejor que nadie y por compartir sus ocurrencias. Y sabía que si llegaban a verse en persona, dejaría muy en claro sus sentimientos o hasta lo besaría sin poder evitarlo. Pero un día eso cambió. Había dejado atrás la idea de Suneater, cuando él jamás respondió su carta, pero al entrar a ese hotel, apareció de nuevo en su vida, reviviendo todos aquellos sentimientos que había sentido intensamente. La había hecho inmensamente feliz...o eso era lo que creyó al instante.
Su deseo era estar junto a Suneater, eso era lo único que quería y había soñado.
Suneater era el chico para ella y defendió aquella creencia aún cuando no hablaron en todos esos años. Pero entonces llegó Tamaki Amajiki, aquel chef introvertido con ansiedad social y la hizo dudar. Dudar realmente sobre si Suneater era el hombre para ella. Porque se sentía más a gusto con Tamaki y él...la hacía sentir demasiado bien en todo momento. Y la pieza clave que acrecentó esa duda a llevarla a considerar terminar su relación, era que había estado lo suficiente segura de que el hombre en el baile era Amajiki. Y aquel hombre había confesado que era Suneater.
Lo cual solo sustentó más sus dudas en contra de Shinso de pensar que tal vez...él no era Suneater. Y su tiempo con Tamaki la llevó a pensar que él se parecía más al Suneater que había idealizado en su adolescencia. Tal vez idolatrar a Shinso y ver que en realidad no era así o que tal vez...él no era el chico que le mandó las cartas. Aunque...el hecho de que no lo fuera no tenía sentido. No podía pensar en como eso era posible.
Pero su verdadera preocupación era sobre que iba a hacer. No pudo terminar con Shinso por las dudas que estaban atormentándola. Antes de cualquier cosa debía aclarar tres cuestiones ¿qué era lo que sentía por Tamaki? ¿Qué era lo que él la hacia sentir? ¿Y ese beso...realmente había sido él? Todo eso no dejaba de darle vueltas y la única manera de determinarlo era hablar con Amajiki y averiguarlo.
Por lo que una vez que llegó Nagant y tomó su descansó se movió sigilosamente hacia la cocina. La realidad es que los días después del picnic no había podido ver a Tamaki, el trabajo y unas cenas importantes en el hotel se lo habían impedido. Habían hablado poco por el móvil y justo ese día no había recibido mensajes del Amajiki, que era el mensaje que estaba esperando, no el de Shinso.
Abrió la puerta trasera de la cocina, buscando con sus ojos curiosos aquella cabellera índigo y la figura del hombre. Siempre disfrutaba verlo con ese uniforme, le quedaba muy bien. Pero solo vio a su personal moviéndose de ahí para allá, con platillos en manos, con el fuego saliendo de la estufa. No estaba ahí. Al ir a la cocina siempre lo había escuchado gritar ordenes y en ese momento el que estaba gritando era el sou-chef. Regresó sobre sus pasos, tocando su barbilla con sus dedos ¿donde podría estar? No era su día de descanso. Sonrió mientras daba media vuelta, hasta el área de mantenimiento. Una vez ahí se asomó en la puerta, encontrando a Mirio totalmente inmerso en la computadora con un gesto enojado.
—¿Mirio?
Él despegó su atención de la computadora, presionando el botón de enter y su expresión se relajó en una ligera sonrisa.
—Nejire ¿algún problema?
Nejire solo había asistido ahí cuando lo necesitaban para algún arreglo de un cuarto.
—No, todo en orden, venía..por otra cosa —Jugueteó con su cabello. —¿Sabes donde esta Tamaki?
Mirio sonrió ligeramente un instante ante el interés pero pronto se quedó un poco serio y confundido.
—Oh, él enfermó ayer, estuvo lo suficiente mal en la noche por lo que se ha quedado en casa por hoy. —Miró su móvil para ver si no tenía algún mensaje de su amigo. —Pensé que lo sabías.
Nejire abrió totalmente los ojos por aquella noticia y la respuesta de la ausencia de mensajes del chef. Tomó su móvil tecleando un par de mensajes, pero el símbolo de visto no apareció. Sin decir más salió de ahí.
Mirio se preguntó si Tamaki no tuvo la suficiente consciencia entre la fiebre para decirle o quizá no quería preocuparla, pero el rubio se sumió en su trabajo de nuevo, previniendo que Tamaki podría tener una visita inesperada esa noche.
El sonido de la puerta lo obligaron a abrir los ojos, la toalla fría en su frente cayó cuando se levantó. Observó la hora en el reloj junto a su cama. Aún era de tarde y ¿él había dormido tanto? Podía recordar un poco las palabras de Mirio sobre quedarse en cama y descansar. Había obedecido al sentirse lo suficiente mal, pero ahora se sentía mejor. Tenía un poco de dolor de cabeza pero con una pastilla sabía que se iría. Además que necesitaba comer algo.
El día anterior simplemente llegó a casa, vomitando y con alta temperatura, por lo que no pudo hacer nada más que llegar a su cama y acostarse. Con un Mirio reprendiéndolo sobre haber ido al trabajo sintiéndose con malestar y que ese era el resultado de sobreesforzarse. Sabía que si seguía de esa forma no se curaría, por lo que durmió sin reparo.
La puerta sonando lo hizo reaccionar de sus pensamientos, levantándose con cierta pesadez y llegando hasta ahí, abriéndola. Ante él estaba Nejire con una bolsa en la mano, la vio abrir la boca y cerrarla, mientras se quedaba quieta. Ese comportamiento lo confundió ¿ella ahí? ¿y porque se quedó de pronto...? Una aire frio enfriando su cuerpo lo hizo ver hacia abajo y percatarse que no traía camisa, solamente unos pans que solía usar al dormir. Su rostro enrojeció estridentemente, mientras tartamudeaba sin decir una sola palabra y sin esperar, salió corriendo hacia su habitación, para colocarse una camisa.
Nejire sonrió totalmente fascinada por lo que sus ojos habían captado. El haber acudido ahi después del trabajo no la llevó a pensar que encontraría a Tamaki Amajiki desnudo de la cintura hacia arriba. Su estomago revoloteaba emocionado, era delgado, sin un cuerpo trabajado pero aún así...Nejire se sintió tan atraída que se estremeció de la cabeza a los pies. Había podido ver un poco de sus huesos pelvicos marcandos en su piel al tener el pantalón un poco abajo...cubrió su rostro avergonzada de estar fantaseando. Intentó recordar porque estaba ahi.
Él había dejado abierto, por lo que se animó a entrar, dejando las bolsas en la barra desayunadora, sacando lo que había llevado. Un poco de huevo, arroz, condimentos, vegetales...
—¿Qué haces aquí? —Tartamudeó Tamaki al volver, con una camisa debidamente puesta y los mismos pans. Se había colocado lo primero que encontró.
Ella le dedicó una mirada dura con un puchero en sus labios.
—Me he enterado por Mirio que estabas enfermo.
—Lo siento, no quería preocuparte. —Amajiki rascó la parte trasera de su nuca, con vergüenza.
Esa era la principal razón por la que el día anterior no le había dicho que se sentía mal...pero al llegar a casa no fue consciente de nada más ni de sus mensajes. Pero el verla ahí, era una total sorpresa, se sentía tan nervioso. No habían estado hablando demasiado y no habían estado solos desde que ella se quedó a dormir ahí. Y recordar eso lo hizo sentir mucho más nervioso.
—Al estar enfermo no has comido por lo que he venido a preparar algo. —Nejire terminó de sacar las cosas y tomó la primera sartén que vio. —Aunque...no puedo prometer demasiado, no soy tan buena cocinando.
—No tienes que hacerlo. —Mencionó Tamaki observando lo que había traído.
Ambos sabían que él perfectamente podría cocinarse algo mejor que cualquier cosa que ella podría intentar hacer aún con los ojos cerrados.
—Quiero hacerlo. —Ella atrapó su mirada un instante y él cedió, presionando sus labios con nerviosismo.
Nejire se puso manos a la obra, preparando el arroz, mientras batía los huevos en un bowl y parloteaba sobre lo estresante que había sido su trabajo ese día. El aceite brincó cuando ella vertió los huevos, exaltándose, Tamaki se levantó pero ella siguió en lo suyo. Amajiki se sentía tan...conmovido, su corazón presionando calurosamente en su pecho al verla ahí, cocinando para él. Durante varios años su vida se había basado en cocinar para otros y el que alguien le cocinara a él...era una sensación inexplicable.
Ella colocó ambos platos con arroz en el centro y encima de cada montón colocó un omelette de huevo, que partió por la mitad y este cayó como una tela, dejando caer su jugosidad. Colocó un poco de catsup y se lo ofreció.
—Podríamos comer en...—Él casi tomaba los platos con la intensión de ir a la pequeña mesa del comedor.
—¡No! —Nejire lo detuvo. —Necesitas descansar.
—Me siento mucho mejor. —Había tomado algo para la cabeza y se sentía repuesto.
—Insisto, no quisiera te enfermaras de nuevo. —Lo miró fijamente con preocupación, se arrepentía de no haber estado para él en todo el día, de haberlo sabido...—Ve a tu habitación y te lo llevaré.
Tamaki la miró unos segundos a la cara, antes de desviar la mirada de nuevo.
—¿Y tú...vendrás?
—Si eso es lo que quieres...—Nejire mencionó un poco nerviosa, de alguna manera Amajiki le estaba contagiando un poco ese nerviosismo que siempre tenía.
—Si.
Tamaki tomó ambos platos llevándolos hasta su habitación, mientras Nejire se ocupaba del té que había preparado, llevando ambas tazas y colocandolas en la mesa baja cerca de la cama. Sentía cierta satisfacción de decir que ya había estado en esa habitación antes y la manera en que su propio cuerpo se sentía relajada por el aroma del hombre y como acudía su pecho.
Tamaki tomó el plato observándolo detenidamente, con una sonrisa torcida en los labios. Nejire tomó el suyo y estaba por dar un bocado cuando lo vio de esa forma.
—Si no te sientes seguro comiéndolo, esta bien... siento no poder cocinar algo mejor.
Nejire había sobrevivido a base de platillos sencillos toda su vida o de comida rápida. Su estilo de vida de trabajar y aprovechar su tiempo libre para escribir la llevaron a no complicarse en la cocina y aprender a duras penas. Platillos que se preparaban en veinte minutos o menos. Y eso podría ser tan poco para él.
—No, no es nada de eso. —Indicó mirándola un segundo ante de volver a mirar el plato. — Es solo que...por un momento recordé que esto era lo que mi madre solía cocinar, el último platillo que recuerdo haber comido hecho por ella.
La fémina sonrió con melancolía, entendiendo el sentimiento a la perfección y ambos empezaron a comer.
—¡Es muy bueno! —Declaró Tamaki, mientras seguía comiendo, lo cual hizo sonreír a la fémina.
—La próxima vez que enfermes asegurate de decírmelo y estaré aquí para cuidarte. —Confesó un poco avergonzada. —Y lo cocinaré de nuevo para ti.
—No es necesario de verdad. —Tamaki masticó, sin dejar de ver su plato. —Lo que menos quisiera es que perdieras tu tiempo aquí.
Tamaki siempre era bastante negativo con sus pensamientos, lo que llevó a Nejire a fruncir el ceño.
—No estoy perdiendo nada, quiero estar aquí ¿tú me quieres aquí?
Él levantó su mirada y la observó directamente a los ojos.
—¡Si! —Confesó con mayor énfasis de lo que pretendía, tal vez porque en su cabeza solo resonaba la pregunta de si la quería...por lo que se sonrojó y desvió la mirada de nuevo.—Pero no quiero molestar y no habría mucho que hacer conmigo en la cama.
—Claro que si...podría preparar algo y...—Se lo pensó unos segundos. — podríamos hablar de cosas absurdas.
—¿Cosas absurdas?
—Si, de cualquier cosa que no te atrevas a decirle a alguien de frente o algo que no cualquiera entendería. —Sonrió mientras dejaba el plato en la mesa y tomó su taza, dando un trago. —Recuerdo...que antes de llegar al orfanato, pasaba gran parte de mi tarde viendo la televisión con mi abuela. Y había un comercial en especifico que...me encantaba. —Dio un trago a su taza.—Sobre una trenzadora eléctrica que venia con varios broches de colores y había uno de mariposa...y siempre quise uno.—Rodó su taza entre sus manos para calentarlas.—Pero jamás pude permitirme uno.
Sonrió un poco avergonzada, Tamaki dejó su plato en la mesa y tomó su propio té, dando algunos tragos.
—Tú turno. —Mencionó Nejire.
Él se lo pensó unos instantes, y dejó su taza al mismo momento que Nejire dejaba la suya.
—Suelo...tener sueños extraños. —Miró sus manos con fijación. —Normalmente la gente sueña con volar o ser alguien...pero yo sueño siendo cosas...
—¿Cosas?
—Si...como el acetato de una agujeta o la punta de una flecha. No sucede nada increíble pero me siento como aquellos objetos, al ser lanzados con el arco o la goma de un lápiz...ahora que estaba enfermo soñé con ser el mercurio subiendo por el termómetro. —Una vez que terminó de hablar observó a la fémina que lo miraba fijamente. —Lo siento, es extraño.
—Para nada, es solo que...—Nejire tenía una especie de familiaridad al escuchar esas palabras pero no pudo concretar en si que era lo que lo originaba. —No sueles hablar demasiado de ti mismo y...me gustó escucharte.
Tamaki se sonrojó aún más, mirando sus manos. Necesitaba que su corazón enloquecido se calmara.
Por su parte Nejire lo observó, encantada de ver aquel color en sus mejillas. Le gustaba tanto verlo de esa forma. Realmente se había preocupado al enterarse de que había estado enfermo, si ella lo hubiera sabido antes...por lo que se apresuró para comprar algunas cosas e ir a la casa directamente. Se recordó a si misma que ese día había querido verlo para poder definir lo que sentía por él y lo que le hacia sentir. Nejire podía apreciar el cosquilleo en su estomago, su corazón latiendo presionando su pecho de forma cálida y sus mejillas doler por tanto sonreír. Le hacia sentir demasiado, pero ella necesitaba estar completamente segura y confirmar una ultima cosa. Si él había sido la persona detrás del antifaz.
Respiró profundamente, con el nerviosismo latente, pero decidida a hacer lo que pretendía. Se acercó un poco más hacía él.
—¿Te encuentras mejor?
—Si, estoy recuperado.
—Pero...tú rostro se ve rojo, hasta tus orejas, como si tuvieras fiebre.
Tamaki mordió su labio inferior, no tenía nada de fiebre. Era simple vergüenza por estar a solas con Nejire, después de haberle declarado la guerra a Shinso sobre ir por ella. Sin importar nada y la manera en que ella le había cocinado ese día. Como si realmente se interesara por él. Y eso no dejaba de alterar su tímido corazón. Era tan feliz.
—No es nada.
Nejire levantó una ceja, colocándose de rodillas y acercándose hasta él, lo suficiente para que sus frentes casi se tocaran, para sentir el calor de la fiebre. Tamaki se quedó pasmado, con el corazón en la garganta incapaz de decir o hacer algo por la cercanía. Hado estiró la mano, tocando su frente.
—Yo quiero asegurarme...
Tamaki sintió su aliento acariciar su rostro y su mente se volvió nebulosa al recordar aquel beso del baile e incapaz de pensar como se había atrevido a besarla. Tragó saliva en un intento de pasar el nudo en su garganta. El sudor escurrió por la parte trasera de su cuello y sus labios temblaron, no debía hacerse ideas, no debía hacerse ideas.
Nejire comprobó que su temperatura estaba en orden, a pesar del rojo carmesí de su rostro. Sus ojos curiosos lo observaron a esa distancia y su mano se deslizó por su rostro, bajando por su sien, tocando su mejilla y quedándose ahí, dedicándole una sonrisa ligera. A pesar de su imagen calmada, Nejire sentía su propio corazón a punto de salirse de su lugar. Recordándose que necesitaba eso, que necesitaba comprobarlo. Estaban tan cerca que sus narices estaban tocándose y por un momento consideró que si él realmente le correspondía y quería eso, podría dar ese ultimo paso. Hasta que recordó que estaba tratando con Tamaki Amajiki, el chico que no podía sostenerle la mirada más de unos segundos antes de colapsar.
Sorpresivamente en ese momento sus ojos estaban atrapados por los orbes índigo que la contemplaban con tanta dulzura y calidez que Nejire sintió un golpe en su estomago. Lo suficientemente fuerte para darle el valor de actuar. Se inclinó y sus labios entraron en contacto, un simple beso. Tamaki tembló totalmente, a punto de perder la cabeza. Pero Nejire se alejó un poco antes de volver a acercarse y besarlo.
La electricidad colisionó cuando sus labios se encontraron, y Nejire se estremeció ante la médula, sintiendo los mismos fuegos artificiales en los labios. Se movió un poco para acercarse más, necesitada de ese contacto, profundizando el beso, moviendo los labios. Él se quedó completamente quieto, incapaz de poder pensar o sentir algo más que su corazón saliéndose de su lugar. Todo su interior colapsó, pero de alguna manera sus labios correspondieron el beso, moviéndose con torpeza. Eso fue suficiente para que el corazón femenino se alocara y Nejire se acercó mucho más, colocándose encima de él, con cada pierna a un lado de las suyas y yendo más allá. Demandando más con sus labios, rodeando su cuello y besándolo con gran intensidad.
Guiado por el huracán de emociones interno y su corazón en la garganta, Tamaki rodeó su cintura, atrayendola hacia él, presionándola contra su cuerpo, con todo su interior temblando. El beso torpe se transformó en uno más intenso y descontrolado, con ambos respirando como podían y queriendo aún más. Sus sentimientos encontrándose y colisionando, emanando toda la pasión que los envolvía.
Hasta que un sonido los hizo sobresaltar y alejarse, la mirada nublada de Tamaki ubicó su teléfono a un lado. Era una llamada y el destinatario dejaba en claro que era su sou-chef. Su mirada regresó hacia Nejire que lo miraba con los ojos entrecerrados, las mejillas sonrojadas y los labios hinchados. Y tal imagen le hizo entender que esto de verdad estaba sucediendo y no era un sueño. Por lo que ignoró aquella llamada y guiado por aquella calidez abrasadora asfixiante volvió a acercarse hasta ella, rozando sus labios una vez más. Pero su móvil volvió a sonar.
—Deberías responder, suena a algo urgente.—Indicó Nejire, con la voz un poco asfixiada.
Tamaki maldijo mentalmente y asintió, Nejire se apartó de encima y se sentó en el piso, mientras él tomó el teléfono y respondió, no sin antes mirarla una vez más. Realmente esperaba que esa llamada fuera lo suficiente importante.
—Hola ¿qué sucede? —Habló mientras salía del cuarto, hasta la sala.
Nejire se quedó sentada, llevándose la mano al pecho y sintiendo los latidos desenfrenados que confirmaban lo que había pensado. Que aquel de la fiesta y Tamaki eran la misma persona. Sus labios aún se sentían eléctricos. Cubrió su rostro con sus manos y se dejó caer en el piso, rodando en su sitio.
Realmente quería a Tamaki Amajiki.
Y no sabía como o de que manera, él era Suneater. Pero se encargaría de averiguarlo. Aunque no estaba segura de que fuera en ese momento. Solo quería repetir aquel beso un poco más, ya que no había sido suficiente. Se levantó con la intención de recuperar la compostura. Debía calmarse ahora que regresara. Por lo que caminó por el cuarto de Tamaki. No era suficientemente grande, era de un tamaño aceptable y debía admitir que era bastante organizado.
Contempló su estante con varios libros debidamente ordenados, pasando el dedo por el lomo. Encontró algunas figuras de acción, libretas con la palabra recetas en ella. Siguió caminando encontrando el escritorio y la computadora que tenía ahí. En estante de arriba estaban las fotos de ambos en la feria, lo cual la hizo sonreír. Y junto a ello la pulsera que compartían, ella la tenía en ese momento. Hasta que algo llamó su atención. Un brillo detrás del portaretratos, estiró la mano para tomarlo y la sonrisa en su rostro desapareció. Mientras una voz se repetía en su cabeza mientras analizaba el objeto en su mano, comprobando lo que temía.
Era el reloj de Shinso, aquel que le habían robado.
Sin poder evitarlo, abrió el primer cajón del escritorio, luego el segundo, encontrando lo que buscaba. Tomó uno de los sobres, el que estaba salido y extrajo el papel, para descubrir que era, aunque ya lo sabía. Se encontró con su letra y sus palabras, aquella carta que ella le había enviado a Suneater años atrás. Tomó otro sobre y otro, abriendo cada uno y encontrándose con lo mismo, eran sus cartas.
"—En estas semanas...entraron a mi casa y se llevaron varias cosas, no tengo un registro de qué ya que no fueran cosas grandes, sino cosas ambiguas como mi reloj, pero lo más importante es que se llevaron...varias de las cartas que me escribiste."
Tomó otra carta más y otra, en un intento de una pequeña esperanza de equivocarse, pero eran suyas.
"—Tampoco lo entiendo pero...tengo una teoría al respecto sobre porque lo han hecho.
—¿Por que? —Nejire preguntó con la confusión reflejada en su rostro.
—Por ti. —Mencionó Shinso, tomándola de la mano al estar tan cerca. —Alguien quiere llegar hasta ti. "
Las nauseas la sacudieron al tomar otros dos sobres mas y sus ojos seguían las palabras escritas en el papel mientras la ganas de vomitar se incrementaban. Él las había tomado, Tamaki...
Y justo en ese momento la puerta de la habitación se abrió, dejando ver a Tamaki con una sonrisa torpe en los labios. Que se paralizó y desapareció cuando vio a Nejire Hado con su cajón abierto y sobres en la mesa, sobres y sobres, que habían llegado al suelo. Y con una hoja en la mano.
Azul e índigo se encontraron.
Tamaki sintió la respiración atorarse en su garganta y su corazón golpeando con fuerza en su pecho.
—Yo...puedo explicarlo. —La verdad le había golpeado en el rostro sin preverlo, algo que Mirio le había dicho hasta el cansancio.
El pánico se adueñó de si mismo y sin saber como se adelantó un paso, con los dolorosos latidos golpeando en su pecho, por la manera en la cual Nejire lo observaba. Su rostro totalmente apagado, roto y...con repulsión.
—¿Qué vas a explicarme? —Nejire soltó la carta, encarandolo.
Tamaki sentía la ansiedad gobernando su cuerpo, los pensamientos negativos llenando su mente impidiendo que pensara y lo difícil que era respirar. Lo que había temido durante tanto tiempo estaba sucediendo, ella se había enterado de quien era...ella estaba pensando lo peor, lo odiaba, por mentirle, por verle la cara, él debía explicarle.
—Yo...las cartas... —Pero ninguna frase o explicación salia de sus labios, estaba ahogándose.
—¿Cómo vas a justificar el hecho de que eres un acosador?
Y aquellas palabras fueron como un golpe directo en la cara a Tamaki ¿un acosador? ¿él?
—¿Un acosador? —Tamaki intentaba pensar pero era casi imposible por los pensamientos negativos en su cabeza. —Espera, estas entendiendo mal, yo puedo...
Tamaki se acercó lo suficiente, con el miedo palpitante en cada célula de su cuerpo, de perderla cuando estaban cerca, de la manera en que un momento tan mágico se había convertido en eso. Eso debía ser una pesadilla, de esas que solían acosarlo en su adolescencia y de vez en cuando a esa edad. Él debía hacer algo, intentó sostenerla del brazo, pero Nejire se alejó con brusquedad.
—No te acerques a mi —Lo fulminó con la mirada. —Tú...no tienes nada que explicar, sé que es lo que has hecho, así que mantente alejado de mi, no vuelvas a hablarme o acercarte o yo...actuare en tu contra.
Y sin más lo rodeó, saliendo por la puerta. Tamaki la siguió por la casa, con su mente entumida y con las palabras atoradas en su garganta, balbuceando, con el miedo agonizante aplastandolo.
—Espera, Nejire, espera...—Su voz asfixiada sonó, con los tintes de desesperación.
La fémina abrió la puerta con su bolsa en la mano y justo cuando él iba a seguirla fuera del departamento, ella giró en su sitio.
—¡No vuelvas a acercarte a mi!
La forma en que había dicho esas palabras detuvieron en seco a Tamaki, quien se quedó completamente quieto para ver como la puerta se cerraba a las espaldas de la fémina. Y con su corazón latiendo en agonía, el aire huyendo de sus pulmones y él se hundió en el suelo, entregándose al ataque de ansiedad que nubló todos sus sentidos.
Mirio apagó el motor del auto, una vez que estacionó el auto en el estacionamiento del edificio donde vivía. Suspiró, le dolían los hombros por el exceso de trabajo de ese día y algunos inconvenientes con uno de las habitaciones donde se había dañado el aire acondicionado. Uno de sus empleados se accidentó así que al final solo estuvo él con un par más, lo cual tuvo que dividirse entre realizar los informes necesarios y el trabajo.
Tomó su móvil, revisando si tenía algún mensaje mientras subía la escaleras, no había recibido un mensaje de Tamaki por lo que no tenía una certeza de lo que encontraría al llegar. Estaba bastante seguro de que Nejire había ido a su tímido amigo. Por lo que le había enviado un mensaje, no quería interrumpir algún momento entre ellos y más cuando las cosas parecían ir muy bien, solo era cuestión de tiempo. Pensó en regresar sobre sus pasos e ir a algún sitio pero moría de cansancio y quería tomar una ducha, por lo que se arriesgó con la creencia de con la suficiente suerte pudiera llegar a su habitación. No es que pensara que estuvieran en algo intimo, con Tamaki eso era impensable, al menos por ahora. Pero quizá estuvieran en algo más.
Abrió la puerta del departamento encontrando todo a oscuras ¿acaso habían salido a algún sitio? Dio un par de pasos hasta que tropezó con algo, logró estabilizarse pero alcanzó a encender la luz. Encontrando a Tamaki en el suelo, en posición fetal y con la mirada totalmente perdida.
—¿Tamaki? —Se agachó de pronto. —¿Qué sucede? ¿Estas bien?
Tal vez la fiebre había empeorado pero entonces ¿ella no había venido? ¿Se había equivocado? Tocó su frente viendo que no tenía fiebre y lo ayudó a levantarse hasta que se sentó. Su mirada, el sudor en su rostro, su palidez, los ojos desenfocados y la expresión en su rostro dejaba en claro que algo estaba realmente mal.
—¿Qué sucedió?
—Ella encontró las cartas. —Su voz sin vida brotó de sus labios.
Mirio se había imaginado muchos panoramas, sin embargo, jamás pensó encontrarse con eso. ¿Cómo todo se había ido al carajo tan rápido?
Sus manos temblaban cuando bajó del auto, mientras las lágrimas escurrían por sus mejillas, había intentado controlarse pero apenas atravesó la puerta el mar de emociones de su interior se desbordó. Tomó el primer taxi que se atravesó sin un rumbo aparente.
Solo quería salir de ahí, alejarse.
Hasta que la idea de regresar a su casa la abrumó, no quería estar ahí, necesitaba estar en otro lado. En algún lado donde aquella sensación desagradable desapareciera, donde podría tener un poco de calidez o algo que la reconfortara, que le diera seguridad. Y de esa forma llegó a ese sitio, subiendo por las escaleras y con las manos sudorosas tocó tres veces. Fue en ese momento que pensó que tal vez no estuviera. Era tarde y tal vez seguía en el trabajo o algún otro sitio. Debió mandar un mensaje.
La puerta se abrió en ese momento, revelando a Shinso Hitoshi sorprendido por ver a Nejire fuera de su casa, con las lagrimas corriendo por sus mejillas. Ella se adelantó y lo abrazó como si buscara reconforte y aferrarse a alguien.
—Nejire ¿qué sucede? —Acarició su cabello cuando la escuchó sollozar.
No esperaba verla ahí y menos a esa hora, considerando que horas atrás él se había ofrecido para que se vieran saliendo del trabajo pero la fémina le canceló, diciendo que tenía cosas que hacer. Shinso no se atrevió a preguntar sobre que, considerando que ella no se lo había dicho. En el pasado Nejire solía ser bastante comunicativa con ese tipo de cosas, pero el tiempo que habían pasado separados la había hecho más...reservada. Aunque le atribuía demasiado eso al hecho de la aparición de Tamaki en la ecuación.
Por lo que con un malestar en el estomago imaginó el porque Nejire estaba ahi esa noche.
Aún así decidió no decir nada y aceptar lo que fuera a hacer. Shinso quería hacer demasiadas cosas, pero ya había hecho suficiente. Por lo que verla ahí, de esa forma, solo podía significar una cosa.
—Nunca creí que fuera él—Confesó Nejire alterada.
Shinso se quedó quieto un instante, procesando las palabras y sin querer, sonrió. Entonces ella lo había encontrado, su reloj. Su interior se agitó totalmente satisfecho al sentir el gran sabor de la victoria en su interior.
Y de esta manera él había ganado, tal como había previsto.
¡Y la historia ha dado un giro! ¿Lo venían venir? Dios, lo que me ha costado que este capítulo quedara perfecto, que se sintiera cada emoción y la desesperación...
¿Comentarios? Me interesa saber que piensan considerando que es uno de los momentos más claves de la historia!
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