13.

Alcalde suspendido Humbert AA.

Villa 0231, a 10 kilómetros de Centrea.


El sofá negro rechinó cuando la desaliñada figura de Humbert se recostó en éste. El hombre extendió su mano y movió su dedo índice. La gran televisión recibió el gesto y se encendió, dejando ver un canal de cocina. La cocinera hablaba en latín, pero Humbert le entendía perfectamente. Sin embargo, lo que quería ver en ese momento no era cómo hornear un pastel de moras alpinas.

Empezó a mover su mano de izquierda a derecha para cambiar de canales, hasta que se cruzó con el primer noticiero. Era el noticiero de canal 2 en su versión Europea, por lo que los presentadores también hablaban en el idioma latino.

Salve! —comenzó la presentadora con el saludo típico en latín, era una joven rubia de ojos azules brillantes—, espero que todos los televidentes hayan aprovechado la energía de la mañana para desempeñar sus tareas diarias en pos del crecimiento de Centrea. El día de hoy tendremos un cubrimiento especial de la Capital Mundial. Todo el mundo está expectante de las elecciones que tendrán lugar allí esta tarde y el Canal 2 les brindará toda la información directo a sus hogares y trabajos por todo el día.

Exactamente lo que quería ver Humbert, las elecciones de la ciudad que había liderado hasta hace un mes. Aquel suceso con los Aisce no hacía más que recordarle su miseria y su estupidez al haber realizado esa clase de trato con Magnus.

El día de su despido, cuando se vio totalmente relegado de su ciudad y del mundo, cuando Verónica lo acompañó pero luego huyó. Tenía totalmente prohibido salir o comunicarse con alguien fuera de la villa a la cual había sido confinado. A pesar de haber sido alejado por completo de la sociedad, le habían dejado la conexión eléctrica y televisiva y cada semana le llegaba un paquete de alimentos y objetos de saneamiento básicos. Su vida se había reducido hasta llenar únicamente aquellas paredes que lo rodeaban, porque fuera, era como si no existiese, todo el mundo lo olvidó como alguien "vivo" y funcional.

El Foro había aprovechado las elecciones de la Capital Mundial que ellos mismo dictaminaron para desviar la atención del público de Humbert; así, en poco tiempo la gente dejó de hablar de él y aunque nunca se enteraron de su paradero o sentencia, la población dejó aquellas dudas en un segundo plano hasta que, con el paso del tiempo, fue olvidado.

Ahora se la pasaba como un fantasma en la villa. De lo poco que se enteraba era por la televisión, después de lo ocurrido, sabía que lo más probable sería que Magnus se lanzara a la candidatura, por eso no se sorprendió cuando en las noticias hablaron de ello; pero cuando escuchó al reportero informar sobre el trágico evento de la muerte del vicealcalde Dorian la noticia lo estremeció en su cómodo sofá de cuero. Humbert ya tenía a alguien como sospechoso del crimen, pero él ya no era nadie para el régimen, así que jugaba con esos pensamientos en su interior.

»Existen cinco puntos de votación en cada Centro de la Capital Mundial y uno por cada barrio en los suburbios —continuó el reportero—, para facilitar a todos los ciudadanos el ejercicio de voto. Las urnas estarán abiertas desde las ocho de la mañana, hora local, y se cerrarán a las cuatro de la tarde. Los resultados se darán una hora después, en Centrea exactamente a las 12 de la noche, la hora de inicio de la vigésimo quinta celebración de la Renovación Mundial. Tenemos a Bill en el Centro Político, en el centro de votación número 1, donde los candidatos vienen a votar a primera hora.

Humbert se levantó y avanzó hasta la cocina; abrió la nevera de dos puertas y sacó el último almuerzo que le quedaba. Era domingo, y cada lunes era cuando llegaba la comida para toda la semana. Abrió la bandeja de cartón y encontró un sobre diluyente. De una alacena extrajo una jarra de vidrio y la llenó de agua. Abrió el sobre y volteó el contenido, un polvo de tonalidad rojiza, en el agua de la jarra. Después de revolver el contenido, éste se espesó y disminuyó su volumen. Seguía siendo líquido, pero era una masa dulce espesa que Humbert no disfrutaba, por lo que siempre dejaba ese almuerzo de últimas.

Agarró una cuchara y volvió a la sala. Había un hombre en la pantalla, hablando en español con uno de los ciudadanos haciendo fila para votar. Humbert revisó la hora en un reloj digital sobre el televisor. Quedaban cinco minutos para la apertura de urnas. Magnus o Hirue, era la decisión final.

Después del disparo a Dorian, el Foro se reunió con emergencia, en una sesión pública que se transmitió por internet, televisión y radio. No se podía dejar una victoria unánime a Magnus, porque iría en contra de la participación democrática. Después de dos días de debate público, en el que varios expertos fueron consultados, opiniones chocaron y acordaron, se decidió que el reemplazo de Dorian sería Hirue A2.

Vivo en la Renovación Mundial, voz pública en Europa de los ideales de la Renovación y primer alcalde de Centrea. Hirue sería el candidato perfecto según los expertos y el Foro apoyó la iniciativa. El hombre de 65 años (a Humbert le parecía demasiado, aunque él tuviera casi cincuenta) aceptó y se empezó a hacer pública su elección.

Humbert ya sabía que la pronta aparición de Hirue no haría la diferencia. Magnus ganaría a toda costa, lo conocía demasiado bien como para saber que ese sería el desenlace del día. Mañana sería la celebración de la Renovación Mundial y el mundo ignorará al nuevo Alcalde y celebrará a lo grande. Magnus tendría entonces vía libre para desempeñarse en su cargo, sin gente pendiente de su trabajo, todos estarían simplemente celebrando.

—El ciclo sin fin —suspira Humbert, hablando consigo mismo, respondiendo a sus pensamientos.

Tomó un poco del menjurje con la cuchara y se lo tragó. No sabía mal, para nada, pero Humbert no era un fan del dulce. La pantalla volvió a mostrar el noticiero, y la reportera y su compañero empezaron a hablar sobre las cualidades de ambos candidatos y de sus propuestas. Al cabo de un tiempo entró un hombre en traje de tweed y corbatín, debía tener la misma edad que Hirue.

—Hoy hemos traído a una mente sublime de la Capital Mundial. Charles A3, rector de la Academia en la Capital Mundial. Participó en la Renovación Mundial codo a codo con los Renovadores y fue elegido por su inteligencia para dirigir el centro académico más prestigioso del régimen. Buenas tardes Charles.

—Buenas tardes —respondió el hombre en español, pero luego corrigió y saludó en latín.

—Es un placer para nosotros tenerlo aquí en el estudio en Centrea.

—El placer es mío, deseaba desde hace tiempo volver a observar esta hermosa ciudad.

—Discutimos sobre la probabilidad que Hirue sea el nuevo Alcalde de la Capital Mundial. Lo invitamos para que nos dé argumentos objetivos sobre esta posibilidad.

El hombre se acomoda su corbatín, y Humbert respinga la nariz al verse. La ropa que él traía en ese momento está sucia y desaliñada, la mayoría de ropa que tenía estaba así. No tenía ganas de lavarla y mucho menos de planchar. Al fin y al cabo, nunca más podría volver a salir y nadie lo visitaba.

—Hirue entró a la candidatura en un momento muy inestable, la población de la Capital Mundial nunca había afrontado un... suceso de tal calibre y nadie conocía lo que el Foro haría a continuación —Vuelve a acomodarse el corbatín y continúa en un latín fluido—. La balanza se inclinó bastante para el lado de Magnus, no sólo por el hecho de ser oriundo de la Capital Mundial, sino por la influencia que ha ganado en la ciudad desde sus inicios. La probabilidad de Hirue se basa única y principalmente en el hecho de haber sido el primer alcalde de Centrea. Pero recordemos, que las elecciones son para la Capital Mundial, no para Centrea.

—Eso significa que las estadísticas apuntan a que Hirue pierda —preguntó el presentador.

—Más que estadísticas, porque no soy matemático, son las probabilidades basadas en el comportamiento social.

—Muchas gracias Charles por su intervención.

—Gracias a ustedes por invitarme —Se levanta de su asiento, se arregla su corbatín y sale por un costado del estudio.

—Vamos Charles —le dijo Humbert a la pantalla, en modo despectivo, hablando consigo mismo—, todos sabemos que tu apoyas a Magnus de aquí hasta el mismísimo noveno círculo del infierno.

Apaga el televisor y sube las escaleras hasta el segundo piso, dejando la jarra en la mesilla de centro. Avanza por un limpio pasillo blanco, caminando de manera desgarbada para un hombre de su edad, y llega a su habitación. Se sienta en el borde de la amplia cama, y coloca sus codos sobre sus piernas, apoyando las manos en el mentón, empezando a pensar en su inútil existencia. Vuelve a recalcar en su mente que ya ni siquiera tiene esa existencia, por lo que solo puede recordar el pasado, sin ansias de encontrar un mejor futuro.

Recordó el amplio departamento que tenía con vista al ya extinto Central Park. Aquel con la decoración minimalista, de un estilo muy similar a su actual villa. Vivía solo, pero no le preocupaba; la soledad era común en él, al menos la vista de las doradas hojas de los árboles en otoño del gran parque en el gris corazón de Nueva York le traía paz en un mundo que poco a poco se iba sumiendo en el caos.

Sintió su actual cama y le entraron recuerdos de aquel día fuera de lo común. Se había acabado de levantar, con un estridente pitido en su oído derecho. Tanteó con su mano su cara y su oreja, descubriendo que había dejado el comunicador en su oído y se había dormido con él puesto, ahora le entraba una llamada. Los comunicadores de esa época eran vanguardistas, no eran tan modernos ni compactos como los actuales, sino se parecía a un manos libres de la primera y segunda década del siglo XXI, la diferencia era que este tenía todo el teléfono en el artefacto, el cual rodeaba la oreja y termina en un audífono que se colocaba en el oído.

Se levantó con el pelo desordenado (también añoraba esa época en que tenía bastante pelo, no el poco que sin fuerzas crecía ahora sobre su cabeza) y oprimió el botón para recibir la llamada.

—Buenos días. ¿Hablo con el señor Humbert... —El exalcalde sacudió su cabeza al caer en cuenta que había olvidado su antiguo apellido.

—Así es —respondió Humbert después de haber dado un bostezo.

—Señor Humbert lo llamamos de la ARMI. ¿Ha escuchado alguna vez este acrónimo?

—N-no que yo recuerde.

—No se preocupe, es una organización que trabaja en secreto con grandes mentes para nuestros fines —La voz sonaba un poco distorsionada, pero Humbert no sabía si era por la precariedad del comunicador o porque intencionalmente distorsionaban la profunda voz.

—¿Qué clase de fines? Y, ¿por qué me están llamando?

—Usted es una de las mentes brillantes de la que le hablamos. Su puesto en el Congreso es importante, pero los ideales con los que ha trabajado y ha mostrado tener es lo que nos interesan.

Humbert suspiró ante el recuerdo de su trabajo en el Congreso. Sentía cierta nostalgia del lugar, y más que nada por la bella arquitectura del recinto, lo que más le gustaba de ese lugar; porque por dentro, el órgano político estaba podrido de ideas con intereses personales y movidas por el dinero.

»Si desea colaborar con nosotros se le dará toda la información en una reunión que tendremos con todos los convocados.

—S-sí. Me llamaría la atención —dijo al pensar con cierta alegría que esta voz era la única que había escuchado sus ideas y le habían interesado. Llegó al Congreso con ciertas falsas ideologías, las ideas que mostró en su campaña eran unas bien aceptadas, pero las reales por las que él luchaba e intentó promover en el Congreso eran mucho más radicales para la época y eran rechazadas impúdicamente en las plenarias.

—No necesitamos sólo "que le llame la atención" señor, necesitamos que se comprometa con impulsar sus ideas a nuevos niveles, para procurar por el avance de la humanidad y sacarla de este estancamiento y caos en el que diariamente caemos.

Las palabras sonaban tan complacientes y convincentes en ese momento que Humbert aceptó sin más miramientos. Le dijeron una dirección en Nueva York, un día y una hora. Después de esto, la misteriosa voz colgó y dejó al que sería exalcalde de la Capital Mundial anonadado sobre su cama, de la que se acababa de levantar.

Aquella extraña reunión se dio dos días después. Humbert se levantó ese día con un tic a causa de los nervios. El tic se convirtió poco a poco en el hábito que tenía de arreglarse su cabello, quizá porque aquel día y aquella reunión lo marcaron profundamente.

—Aquel día fue cuando te conocí —dijo el exalcalde Humbert a sí mismo, mirando el blanco techo de su habitación—. Ah, Magnus, ese día cambió mi vida totalmente. Y la del mundo, claro está.

La dirección correspondía a un edificio con arquitectura de los años 20, aquella dorada época para Nueva York. Tenía unas 15 plantas y por fuera parecía un edificio de habitaciones, por lo que cuando Humbert bajó de su automóvil último modelo, uno que levitaba sobre superficies especiales, le sorprendió que una reunión de aquella "organización" misteriosa tuviera lugar en aquel lugar.

Entró por una puerta de vidrio giratoria y se encontró con una recepción modesta pero en cierto modo elegante, con una pequeña lámpara de araña colgando en el centro del recinto. Le parecía ahora más un hotel que un edificio de apartamentos, solo faltaba un botones y un carrito para equipaje. Avanzó, acercándose a un hombre vestido de smoking detrás de un mostrador.

—Buenas tardes —dijo Humbert al señor, que parecía un recepcionista—. Vengo a la reunión de la AR...

—Pasillo de la derecha —dijo estirando su brazo derecho—, baje por el ascensor hasta el segundo sótano.

—M-muchas gracias —respondió Humbert, arreglándose su cabello negro. A continuación, avanzó hacia donde el hombre le había señalado.

El pasillo estaba iluminado por lámparas rústicas empotradas en la pared. Había frisos de relieve color mármol y un papel tapiz color vinotinto con diseños floridos minimalistas. Llegó hasta el ascensor, y oprimió un dorado y único botón al lado de las cobrizas puertas. Al cabo de unos segundos, las puertas se abrieron y revelaron una cabina de metal brillante y totalmente liso. Una luz blanca emanaba del techo y se reflejaba en las cuatro paredes. Humbert entró y oprimió un botón al lado derecho de las puertas. Una luz verde iluminó el borde del botón y las puertas se cerraron.

El ascensor empezó a descender y después de unos silenciosos segundos las puertas volvieron a abrirse, revelando una sala iluminada por una única lámpara. El espacio era bastante grande, más de lo que la luz iluminaba, por lo que había zonas negras que Humbet no lograba vislumbrar con claridad. Solo se veía una media luna de mesas, aproximadamente veinte con sus sillas, las cuales estaban iluminadas por la luz blanca. La mitad estaban ocupadas por hombres y mujeres de diferentes nacionalidades, edades y razas.

—Buenos días —susurró en voz alta Humbert.

—Buenos días Humbert —dijo una mujer de unos cuarenta años, con su cabello rubio recogido en una bola—, llegas a tiempo. Toma asiento.

Humbert asintió y avanzó hasta una de las sillas desocupadas, y se sentó al lado de un hombre alto y ancho, con la piel oscura y el cabello ausente.

—Buenos días. Mi nombre es Magnus —dijo a secas el hombre moreno con su voz grave. Ahí fue donde la relación entre ellos dos inició.

Cuando llegaron los demás convocados, la reunión inició. Dos hombre y dos mujeres —una era la que había saludado a Humbert— se levantaron y las pocas conversaciones que estaban siendo sostenidas se silenciaron.

—Buenos días a todos queridos amigos —inició un hombre de cabello negro bien peinado, con traje impecable y un porte inigualable—. Mi nombre es Felher 1, líder de la Asociación por la Renovación Mundial Inmediata, y tanto yo como mis otros tres compañeros, estamos muy complacidos porque hayan aceptado nuestro llamado. Esperamos que con ustedes, podamos hacer un nuevo mundo, uno que no caiga en el caos con cada opinión naciente. Un mundo que si no sea perfecto, sea ordenado.

Aquel día, 31 de Diciembre de 2024, el destino del mundo fue dictado por veinte firmas en un papel proclamando la ascensión del régimen mundial.

Salve! Son las cuatro y cincuenta de la tarde en la Capital Mundial. En Centrea falta un minuto para el inicio de la celebración de la Renovación Mundial y estamos a punto de conocer el nuevo Alcalde de la Capital Mundial. Tenemos a Bill frente a la tarima en la plaza central del Centro Político, donde en contados minutos, el presidente del Consejo Nacional Electoral proclamará el nuevo Alcalde.

—Buenas tardes a todos. Yo, Gerard 32, en poder de mi puesto de presidente del Consejo Nacional Electoral, y como representante del mismo organismo, doy por verificados los datos que se leerán a continuación sobre las elecciones al puesto de Alcalde de la Capital Mundial a los treinta y un días del mes de diciembre de 2045. Los datos serán propiedad pública desde las cinco de la tarde del mismo día, a su vez siendo los resultados expedidos por el CNE los oficiales para la proclamación del Alcalde de la Capital Mundial. El siguiente boletín es firmado a las cuatro y cincuenta de la tarde por el actual presidente del Consejo Nacional Electoral.

—Estamos a contados segundos de conocer el nuevo Alcalde de la Capital Mundial. No se despeguen del noticiero del canal 2.

—Los veinte millones, cuatrocientos sesenta mil, quinientos veinte cinco ciudadanos habilitados para votar a la fecha, se han dividido en los dos candidatos a elección. El primer grupo, cuenta con el setenta y ocho por ciento de los votos; mientras que el segundo cuenta con el once por ciento. Uno por ciento de los votantes no acudieron a las urnas para votar, pero este porcentaje ha sido declarado insuficiente para una votación inconclusa. Por tanto, el nuevo Alcalde de la Capital Mundial, líder del primer grupo, es Magnus A1.

Una cosa era saber que sucedería, pero otra muy diferente era escuchar la confirmación de las suposiciones. Humbert se levantó y se quedó observando la pantalla. Colocó su mano derecha en su corazón y susurró con preocupación:

—Que Dios nos ampare.


Hola a todos :v/

Soy el sexy escritor con un capítulo nuevo, retomando las riendas de la escritura y de nuestros pequeños (pero altos) personajes (aunque en esta no haya salido ningún joven "prota").

Yo, Sergio A. Mejía,  en poder de mi puesto de escritor en Wattpad y representando al concurso de fanfics de Destino S.A., doy por verificados los datos que se leerán a continuación sobre el ganador del concurso a los dos días del mes de diciembre del 2016. Los datos serán propiedad pública desde las siete y cincuenta de la noche del mismo día, a su vez siendo los resultados expedidos por mi los oficiales para la proclamación del Alcalde de la Capital Mundial, ejem, digo, del ganador del concurso de fanfics. El siguiente boletín es firmado a las siete y cincuenta de la noche por el actual escritor de Destino S.A.

Los tres fanfics presentados han sido leídos, votados, analizados, disfrutados, amados, odiados. Por tanto, el nuevo Alcalde de la Capital Mundial (que el ganador del concurso de fanfics pendejo), escritor del fanfic "Secretos", es MLOLivo.


A que me salió igualita la intervención que a Gerard 32 :3

¡Felicitaciones María! Amé tu fanfic. Les recomiendo a todos ir a leerlo porque es muy emocionante y asombroso. 

(No sé que tienen todos mis lectores que participaron con la muerte, alv >:v)

Tú eres la ganador del beio separador de Marcus, más la dedicatoria de este cap (que pondré luego de que hayas leído esto para que la sorpresa no se arruine) :3


A Andreitha y Yen quiero felicitarlas también, por los excelentes fanfics que hicieron y que me gustaron desde la primera letra hasta el punto final. Ustedes tendrán la dedicatoria de los capítulos que se vienen, uno para cada una.


Se despide el sexy escritor,

Sergio A. Mejía

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