Final.
Al abrir los ojos fue recibido por una blanca luz cegadora que era inconfundiblemente la de un hospital. Tan pronto como sus ojos pudieron enfocar algo, se dio cuenta que su mano derecha tenía una intravenosa y su izquierda estaba siendo sostenida por la cálida mano de Wonho, que dormía incómodamente apoyado en el costado de la camilla.
Su pecho dolió inevitablemente al verlo ya que sabía que Wonho había pasado por toda esa situación junto a él sin siquiera tener algo seguro a cambio, y seguramente también sufrió por sus actos. Entonces acarició su cabello suavemente, y aunque no era su intención, al sentir la caricia él se despertó por su tacto.
—Hyungwon... —le llamó el adormilado y emocionado Wonho al verlo despierto. —Gracias al cielo que estas bien. —dijo antes de levantarse con rapidez y abrazarlo.
Hyungwon sonrió, y por primera vez en su vida dejó que alguien le profesara cuanto amor quisiera sin impedirselo en lo más mínimo, pues ya no estaba dispuesto a limitarse.
—¿Qué me pasó? —preguntó con la voz ronca debido a su garganta seca.
Wonho suspiró y volvió a su asiento.
—Te pusiste muy mal. —susurró recordando el amargo momento que su querido Hyungwon tuvo que pasar. —Llevaste tu cuerpo al límite y colapsaste. El doctor dijo que fue un colapso mental por estar sometido a muchas emociones fuertes y estrés durante un largo periodo de tiempo... —explicó. —Dormiste por más 18 horas, y pasé la noche en vela por si al despertar te sentías igual de triste.
Eso explicaba por qué se sentía tan cansado físicamente, si había estado en una cama casi un día entero era normal que se sintiera mal, pero ¿Cómo se sentiría Wonho? ¿Siquiera comió o durmió en ese tiempo?
Su corazón dolió de pensarlo.
—Seguro estabas muy preocupado. —susurró. —Lo siento, no quise...
Wonho sostuvo sus manos tan pronto como escuchó la disculpa y lo interrumpió.
—No hay nada que disculpar. —respondió besando sus manos. —Ni siquiera quiero oír explicaciones. En serio, no es necesario...
El delgado no pudo hacer nada más que corresponder su sonrisa y suspirar.
—Gracias. —dijo con sinceridad. —Gracias por todo.
La sonrisa de Hyungwon y el agradecimiento repentino provocó que las mejillas de Wonho se tintaran de rosa. Esa era definitivamente una nueva faceta de su serio vecino, era extraña pero no podía decir que le disgustaba, al contrario. Se sentía increíblemente nervioso y halagado de tan sólo ver su sonrisa.
—Ni que lo digas... —dijo restandole importancia, y en ese momento pareció haber recordado algo. —Oh, tengo algo para ti. —dijo levantándose y yendo a una mesa de la esquina de la sala para recoger un hermoso ramo de flores en tonos pastel. —Sé que no es algo costoso y sinceramente tampoco es útil... —dijo con nerviosismo. —En realidad no es la gran cosa pero creí que...
—Son hermosas. —respondió extendiendo sus manos para recoger el ramo, mientras sus ojos se humedecían sutilmente. —Es la primera vez que permito que me regalen flores. —soltó una risita triste. —Desde que tengo memoria, cada vez que tocaba una flor se marchitaba. —susurró mientras acariciaba los petalos con dulzura. —Es un alivio poder recibirlas y apreciarlas de cerca. —una lagrima recorrió su mejilla y miró a Wonho. —Y es todavía mejor que tú me las hayas dado. Gracias...
Tan pronto como mencionó su última palabra, Wonho lo envolvió entre sus brazos con fuerza y el menor no se limitó los sentimientos esta vez. Lloró de felicidad, lloró porque se sentía libre y era tan difícil aprender a volar que se sentía la persona más feliz del mundo al tener a su lado a una persona tan maravillosa que le regaló un ramo de flores sólo porque pensó en él y le nació en el corazón.
—Por favor no me agradezcas. —le pidió Wonho mientras acariciaba su espalda con amor. —No estoy haciéndote ningún favor, sólo estoy haciendo lo que me nace del corazón. —susurró. —Me gustas, Hyungwon. Me vuelves loco... Desde la primera vez que te vi, sentí que quería acercarme a ti, amarte y protegerte de todo mal. Por favor, sé mi pareja. —dijo con la voz temblorosa. —Sé que tenemos un pasado difícil, pero te juro que si me aceptas y te quedas conmigo de ahora en adelante, te haré feliz todos los días de mi existencia, te desposaré y te haré sentir todo el amor que no tuviste antes. —dijo apretandolo todavía más. —Lo repondré todo, lo juro por mi vida.
Hyungwon lloró silenciosamente en el hombro de Wonho por un rato.
—Wonho... —le llamó.
El mayor sintió que Hyungwon estaba dudando así que decidió proseguir con las sinceras palabras que le nacían en el corazón.
—Quiero poder salir, y tomar tu mano mientras damos un paseo por el parque que visitamos una vez... —susurró. —Hacer picnics los fines de semana, o si prefieres podemos ver películas hasta que nos dé sueño. —besó su cabello y siguió acariciándolo. —Que me des tu opinión acerca de cuales cortinas quedan mejor en la sala de estar, que probemos una nueva receta en las cenas del viernes, que nuestras mascotas jueguen y duerman juntas todo el tiempo, y que me ames sin importar nada, así como yo lo hago. —en ese momento se separó y acunó el rostro de Hyungwon. —Te estimo, te admiro, y te quiero a mi lado el tiempo que estes dispuesto a quedarte. —dijo con la voz temblorosa mientras miraba sus ojos irritados. —Ni siquiera quiero atarte, sólo quiero que te quedes conmigo porque quieras hacerlo.
El delgado sonrió entre lágrimas, y debido al nudo de su garganta no dijo nada, pero asintió en varias ocasiones para dar a conocer su respuesta ante tremenda propuesta, e inmediatamente después fue consentido con una lluvia de besos cortos por todo su rostro que le provocaron cosquillas.
Ese mismo día, Hyungwon fue dado de alta del hospital y su vida de repente se sentía como una hoja en blanco en la que no sabía qué escribir. Volver a casa se sentía extraño, pero después de aceptar la propuesta de Wonho supo que no habría más momentos de soledad y tristeza a solas. Esta vez tenía a alguien con quien podía compartir sin límites su amor y su dolor, su tristeza y su alegría, su pasado y su futuro. Una persona con la que podía ser él.
Una maldición había sido desechada de él, y aunque no sabía muy bien en qué dirección caminar a partir de ese día, Wonho le dio una pista cuando al llegar a la casa del mayor para recoger a su perrito, lo recogió del suelo y lo cargó al estilo nupcial mientras ingresaba por la puerta, gritando tonterías como «Felicidades a los recien casados» que le provocó una risa intensa pese a su debilidad.
Entonces se dio cuenta que la luz que había visto en Wonho ya no era sólo una esfera que podía ver a lo lejos, era algo que lo había absorbido y que irradiaba la luz desde su propio corazón.
El amor y el odio, ambos son sentimientos extremadamente fuertes que no cualquiera puede asegurar haberlos sentido con sinceridad. Para Hyungwon, que había sentido y vivido ambos en carne propia, nada se asemejaba a llevar una vida tranquila sin esperar nada a cambio.
Nana le había hecho sentir odio y dolor, pero Wonho llegó con su sonrisa a balancear su vida de manera que lo único que le restaba era amar sin restricciones.
«Te amo para amarte y no para ser amado,
puesto que nada me place tanto
como verte a ti feliz.»
—George Sand.
Muchas gracias a quienes han llegado hasta aquí y han dejado su voto en cada capítulo de la historia, espero haberle dado un final que satisfaciera su corazón y el de los personajes que ya merecían ser felices juntos <3
Nos leeremos próximamente en un epílogo que promete ser dulce y así daríamos el cierre definitivo a esta historia que era una de las más antiguas que tenía en emisión.
Una vez más, gracias.
¡Hasta pronto!
🖤
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