Epílogo.

El sol volvió a salir para Hyungwon, y no se refería únicamente al sol de esa preciosa mañana de primavera, sino también a su vida que poco a poco fue obteniendo un poco de color desde aquella situación tan difícil que le tocó vivir.

Ya habían pasado cientos de amaneceres y atardeceres, pero lo que más amaba de ese hecho es que todos y cada uno de ellos fueron junto a Wonho, como en esa ocasión cuando al abrir perezosamente sus ojos se encontró con una dulce mirada que lo escudriñaba en silencio probablemente desde muchos minutos antes.

Entonces sonrió sintiéndose afortunado.

—¿Por qué me ves tanto? —preguntó empujando su pecho desnudo. —¿Acaso tengo algo en la cara? ¿Me dibujaste algún garabato?

Wonho se rió y lo abrazó para dejar un beso en su frente.

—¿Que tiene de malo con que vea a mi esposo dormir en mis brazos? —cuestionó casi ofendido.

Hyungwon no pudo evitar reirse de su dramatismo, pero su corazón se llenó de calidez por el nuevo título que había recibido desde un par de meses atrás, e incluso escuchándolo todavía se sentía tan irreal para él.

—Debiste hablarme antes, tengo muchas cosas que hacer hoy. —dijo intentando quitarse la sábana para levantarse. —Sólo tenemos este día para preparar todo antes del viaje con tus padres, así que... ¡Oye! —exclamó cuando los fuertes brazos de su esposo lo rodearon y lo devolvieron a la cama. —¿Qué intentas hacer, bribón? —cuestionó intentando zafarse de su agarre. —¡Tus padres vendrán a desayunar en cualquier momento! —le recordó en busca de una excusa para liberarse. —¡Ahora que vivimos cerca de ellos no intentes hacerte el gracioso y ponerme en una situación incómoda!

Wonho no le prestó atención a sus reclamos y simplemente comenzó a hacerle cosquillas por todas partes al cuerpo desnudo que no tardó en comenzar a retorcerse sobre la cama.

—¡No les abriré la puerta si vienen! —dijo sin detener las cosquillas. —Estoy ocupado devorandote. —en ese momento abrazó fuertemente el cuerpo del delgado por detrás y comenzó a hacerle cosquillas en el cuello con su nariz. —Ñam, ñam, ñam.

Hyungwon rió a carcajadas en medio de la abrumadora ola de cosquillas y su cuerpo se aflojó sobre la cama sintiendo el cansancio de la noche anterior y la liberación de adrenalina por las cosquillas.

El mayor se detuvo de molestar a su esposo porque no quería hacerle perder más el tiempo, pero cuando vio la piel de su cuello desnuda, pudo ver la cicatriz de aquella marca que antes había sido visible solo para él. Incluso aunque sólo se trataba de una cicatriz de hace unos años, todavía parecía dolorosa.

La veía cada vez que su cuerpo estaba desnudo y nunca le prestaba demasiada atención, pero en un día como ese que había empezado de la mejor manera, le fue imposible no recordar al Hyungwon que sufría una injusta soledad en silencio y compararlo con el Hyungwon que rió a carcajadas hasta llorar entre las sábanas de su intimidad.

Las cosas habían cambiado definitivamente y en su corazón deseaba que todo evolucionara para mejor.

Su vida era tranquila en el presente, él consiguió un empleo cerca de sus padres y se mudaron juntos a una nueva casa, Hyungwon siguió trabajando desde casa porque estaba acostumbrado a ello, y bebé y lulú vivieron felices bajo el mismo techo, compartiendo dueños, camitas, juguetes y croquetas.

Del pasado lo único que les quedaba en ese presente era el arbolito de limón que Hyungwon trajo de su antigua casa de alquiler para sembrarlo en la casa que estaban comprando juntos, porque de alguna manera algo tan agrio como un limón fue lo que realmente comenzó a unirlos y él quería recordarlo de la mejor manera.

Después de pensar en muchas cosas y quedarse quieto, Hyungwon le tocó las manos y las acarició.

—¿Qué ocurre? —susurró intentando darse la vuelta para verlo. —¿Acaso te golpeé sin querer? Si es así, no fue mi intención hacerte...

—No es eso. —respondió soltando un suspiro y abrazando su delgado cuerpo hasta que su corazón se reguló. —Sólo estaba pensando en lo feliz que me haces, es todo.

Dichas tales palabras dejó un cálido beso sobre la cicatriz de la marca y volvió a suspirar.

—A veces eres tan cursi que no te soporto. —dijo apartando sus brazos y poniéndose de pie, sorprendiendo a su esposo quien lo miraba anonadado desde la cama. —Odioso. —dijo justo antes de mostrarle la lengua y salir corriendo en dirección al cuarto de baño.

Inmediatamente Wonho se bajó de la cama y corrió detrás suyo para comenzar una nueva ronda de cosquillas que terminaría en una agradable ducha en la tina, pues aunque tenían poco tiempo para hacer las cosas necesarias para el viaje, como recién casados, perder el tiempo no era tan malo cuando estaban juntos y querían quedarse un poquito más ahí en el hueco de su intimidad, ya que todo lo demás podía esperar.

Dicen que en la vida sólo hay tres frases importantes para decir, y Hyungwon ya había vivido cada una en carne propia.

Las gracias se las dio a aquella persona que lo amó en vida y trató de protegerlo incluso después de la muerte. Aunque su relación había sido truncada muchísimo antes de un “felices para siempre”, estaba más que claro que él siempre ocuparía un lugar importante en el corazón del delgado.

El perdón se lo había otorgado a la persona que le había robado la felicidad durante muchos años, a quien le había quitado lo que más amaba, pero que a pesar de las diferencias y los errores, lo cuidó al punto de preferir admitir la derrota en una guerra para cual se había preparado por décadas, antes de permitirle hacerse daño a sí mismo. Nana siempre sería su madre en su corazón, y aunque probablemente nunca más la volvería a ver, desde lo profundo de su ser la perdonaba y deseaba que sus pecados fueran redimidos para que pudiera tener una mejor vida en el futuro.

Y por último, aquellas palabras que ya podía mencionar sin miedo eran exclusivamente para Wonho. Se las decía cada vez que sentía que quería decirlas, no podía guardarse tal cosa dentro de su pecho sin importar la hora y el lugar. Incluso cuando miraba como Wonho jugaba a hacer burbujitas en la tina, no se detuvo para decirlas...

—Te amo. —susurró con seguridad. —Te amo muchísimo.

Wonho se sorprendió de tal expresión de afecto tan de repente, pero no le desagradó en absoluto, más bien envolvió al delgado en su abrazo, lo atrajo hacia él y soltó un suspiro.

—Yo te amo más. —respondió.

Al escuchar esas palabras de regreso, Hyungwon se dejó abrazar por él y buscó sus labios para darle un beso tan suave que sentía como si su alma fuera acariciada.

Cada vez que Wonho lo tomaba en sus brazos, lo besaba o le hacía el amor casi podía confirmar que incluso llegaba a besar esa parte del alma que era sólo un rastro casi invisible de lo que una vez fue una maldición, que sólo pudo ser rota con la verdad y la ayuda de un amor incondicional que encontró por casualidad y que se quedó a su lado en medio del amor o el odio.


Una vez más les agradezco por acompañarme
a lo largo de esta historia y ahora sí es el final
definitivo para nuestro Hyungwon que por fin encontró la vida que merecía junto a la
persona que ama.

Para más historias pueden pasarse por mi perfil donde encontrarán una lista de historias con temáticas muy variadas e interesantes.

¡Nos leemos en otra historia!
Gracias por todo el apoyo
🖤

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