30.

Estar de nuevo en casa se sentía... Diferente. No sólo por la cantidad de información con la que tenía que acostumbrarse a vivir después de esa situación, sino porque todavía no había nada resuelto y si era sincero, el futuro seguía siendo un tema de preocupación para él.

Después de un tranquilo almuerzo junto a Wonho, mientras veía a los perros corretear por todo el patio, pasando entre medio de los limoneros que cada vez crecían más, una punzada en su pecho lo hizo estremecer y sudar frío de repente, llamando la atención de Wonho debido a su fuerte reacción, y a la mano que se posó en su pecho.

—Wonho... —le llamó sin poder verlo. —Creo que ya es hora. —le dijo refiriéndose a que podía sentir la presencia de aquella inesperada persona gracias a la runa que le había dibujado su abuelo.

El mayor se sorprendió en gran manera y balbuceó un par de palabras sin sentido hasta que pudo formar una oración coherente.

—¿Cómo que ya es hora? —dijo preocupado. —Apenas llegamos ayer, ni siquiera me explicaste qué es lo que ibas a hacer cuando ella viniera, ¿por qué vino ahora? ¿Sabe que lo sabemos todo?

Hyungwon se puso de pie e inmediatamente empujó a Wonho para que se fuera a su casa, cruzando el portón de la barda que rodeaba al patio.

—No lo sé, sólo vete. —dijo empujándolo una vez más. —Vete, llévate a los cachorros.

Wonho dio un par de pasos en la dirección indicada pero se detuvo al notar que la respuesta a uno de sus comentarios había sido evadido.

—Pero Hyungwon... —dijo volviendo a él. —¿Qué vas a hacer? —acunó su rostro y lo miró directamente a los ojos. —¿Vas a estar bien?

El delgado miró a su vecino de igual manera y sonrió levemente.

—Voy a estar bien. —susurró. —El abuelo ya me instruyó, y tengo runas, talismanes y todo lo necesario para enfrentarla, no te preocupes por mí... —en ese momento no se contuvo de dar un corto beso en sus labios que sorprendió al mayor. —Ahora ve. No lo diré otra vez.

Wonho tocó sus labios y sin poder procesar lo que estaba pasando, tomó los perritos y se fue a la otra casa como él se lo había indicado.

Unos momentos después, la puerta de su casa fue tocada y tan pronto como abrió recibió una nueva cachetada que le hizo arder el rostro.

—¡¿Crees que soy estúpida?! —le gritó. —¡Hay rastros de ese tipo por toda la casa! —dijo empujándolo por el pecho. —¿Algún día me harás caso y entenderás lo horrible que es eso que haces? Sólo eres un tonto que no sabe nada.

Hyungwon mantuvo la cabeza baja al escuchar a la mujer hablar, sin embargo volvió a levantar la mirada a los pocos segundos.

—En realidad... Ahora sé mucho, Nana. —respondió en un susurro. —¿O debería decir "tía"?

Con una rapidez increíble, Hyungwon sacó un talisman de su bolsillo y tan pronto como lo extendió entre sus dedos, el talisman se pulverizó y todo a su alrededor se llenó de oscuridad, como si se hubieran transportado a un vacío infinito, en donde todo lo que había era una pequeña bola de luz en el centro, que los iluminaba a ambos, y en ella se reflejaban los momentos bonitos que había vivido con Wonho, desde su perspectiva.

Hyungwon parecía asustado como cualquier persona estaría, ya que esa era su primera experiencia con la magia en carne propia y de forma consciente, pero al contrario, Chae Hana parecía estar molesta de haber sido tomada con la guardia baja, sobretodo porque sabía que la única magia que ella no podía detectar por su increíble nivel de habilidad, era la de su padre adoptivo. Y que Hyungwon tuviera uno de sus talismanes sólo significaba que él ya sabía todo, detalle a detalle.

—Así que esto es una extensión de dominio... —dijo Hyungwon tratando de procesar lo que había a su alrededor. —El abuelo me explicó que cada quien podría ver su interior de esta manera, pero no pensé que estaría tan oscuro aquí.

La mujer soltó una risa burlona.

—¿Por qué utilizas cosas que ni siquiera conoces? —preguntó molesta. —Además, ¿ahora si te convencerás de que tu alma está corrupta y por eso debes alejar a ese chico de ti?

El delgado miró la bola de luz que había entre ellos, y de alguna manera se veía como un pequeño sol brillante en medio de tanta oscuridad.

—No... —susurró levantando la mirada hacia ella. —Mi alma no está corrupta, sólo contaminada por la maldición que me has puesto. —masculló. —Wonho es la única luz que me salva, ¡Y tú quieres quitármelo! —su pecho dolió al gritar esas palabras. —Ya lo sé todo. Lo de mis padres, tu castigo, lo que me hiciste y también puedo suponer lo que ocurrió con mi anterior pareja. —dijo con dolor. —Pero no quiero reclamarte nada, sólo te pido que me quites esta maldición y me dejes ser feliz en esta vida. Yo... —suspiró. —Te perdono por todo.

—¡Estúpido! —le gritó con enojo. —¡¿Quien querría tu lástima?!

Hyungwon caminó lentamente hacia ella.

—Sé que el poder de la maldición es alimentado por el odio, el dolor y la tristeza que albergaba y que me obligabas a sentir. —dijo con determinación mientras seguía avanzando hacia ella lentamente. —Pero ya no siento nada. Ni siquiera en tu contra.

Al ver que él seguía acercándose, la mujer extendió una mano hacia él, de la cual brotó una luz escarlata brillante.

—Aléjate o te mataré. —lo amenazó.

En ese momento Hyungwon sintió la marca en su cuello arder en su piel a medida que se hacía visible la runa que la contenía.

—Te perdono. —le repitió. —Incluso si me matas ahora mismo.

La molesta mujer extendió la mano hacia él con la palma abierta y la luz escarlata brilló con más intensidad.

—¡Fuerzas que se evitan! —gritó como si estuviera activando algún tipo de encantamiento.

Pero antes de que el hechizo lanzara a Hyungwon un par de metros hacia atrás por una increíble fuerza invisible, él fue más rápido y tocó su mano dejando en su palma un nuevo talisman al tiempo que susurraba.

—Despojamiento. —fue lo que dijo.

Poco después el hechizo de Hana lo envió hacia atrás de un fuerte golpe, pero su talisman hizo efecto justo al mismo tiempo, y antes de que ella pudiera reaccionar, dos pequeños frascos cayeron al suelo, se rompieron en muchos pedacitos y su contenido brillante se vació, liberando una nube de niebla.

Entonces, dos sombras aparecieron y
el corazón de Hyungwon se estremeció.

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