20.
Tras que abrió los ojos, el punzante dolor en su cabeza se hizo presente con la fuerza de un martillazo, como un claro recordatorio de lo que había hecho la noche anterior. Beber era algo que se había prometido que no haría más, y fue justo lo que hizo, quizá por eso el karma le obsequió a cambio una resaca tan agobiante.
Era muy difícil definir cuántas y cuáles partes del cuerpo le dolían. Había una mezcla de sensaciones que lo abrumaban tanto que apenas podía respirar. Su estómago estaba sensible, no podía abrir sus ojos correctamente y su cuerpo en general se sentía cómo si había recibido una paliza. De repente, para ponerle la cereza a su pastel, sintió nauseas que no pudo contener por mucho tiempo, por lo que tan pronto como tuvo arcadas, buscó algo para vomitar y se dio cuenta que tenía un recipiente cerca, como si alguien lo hubiera preparado anticipadamente para él.
Vació su estómago, o más bien, lo intentó. Ya que no había nada en él.
Con su abdomen adolorido y su garganta lastimada, levantó la cabeza tratando de incorporarse a la cama, ya que básicamente se había lanzado sobre el recipiente. Pero cuando se dio cuenta, una cálida y gentil mano ya lo había ayudado a incorporarse y a tomar asiento en la cama.
Parpadeó un par de veces para tratar de identificar quien era la persona que tenía delante, ya que no tenía sus lentes puestos. Pero no necesitó mucho más para saberlo.
El olor de Hoseok era único.
Suave pero embriagante.
Un trozo de tela fría acarició su rostro y le dio una sensación certera de tranquilidad. Sus labios fueron limpiados con delicadeza y su cabello fue peinado con los dedos muy suavemente.
— ¿Duele mucho? —preguntó aquella conocida voz, cargada de preocupación.
Hyungwon negó para no preocupar más a su vecino por las tonterías que él hacía. Hoseok no tenía la culpa de sus ocurrencias, por lo tanto no tenía el deber de cuidarlo. Seguramente sólo estaba siendo una carga para él.
Aquellas amorosas manos acercaron a su rostro un objeto que no supo de qué se trataba hasta que volvió a abrir los ojos y pudo ver con claridad. Hacía mucho tiempo que no había usado sus lentes normales, pero en esa ocasión fueron muy útiles, no sólo para poder ver por fin aquel dulce rostro preocupado, sino también para emterarse de que esa definitivamente no era su casa.
Quiso decir algo o mucho, pero al final el malestar en su garganta pudo más y no fue capaz de soltar ni siquiera un susurro.
Wonho, quien vio claramente esa acción, simplemente suspiró recordando lo mucho que Hyungwon había llorado la noche anterior y el sufrimiento que había sentido respecto a algo que seguramente no era su culpa.
— Recuéstate... —susurró ayudándolo a acostarse en su cama— Traeré un poco de agua y un té caliente para calmar un poco tu malestar. Quizá después de eso se te abra un poco el apetito y puedas comer.
El menor ni siquiera lo miró mientras él decía esas cosas. No sabía con qué cara poder verlo, ya que a pesar de haber estado borracho, su mente todavía tenía vagos recuerdos de lo ocurrido, y no sabía qué tanto le había dicho a Wonho. Pensó en que su vecino seguramente estaba haciendo todo eso para después llevarlo a un psiquiatra o algo.
Tal como lo prometió, Wonho volvió con un montón de cosas.
Otra toalla fría fue a parar en su frente en busca de relajar un poco el dolor de su cabeza y la hinchazón de sus ojos, y mientras preparaba el agua para que Hyungwon se enjuagara la boca, una pequeña bola de pelos escaló hasta la cama y llegó a él, moviendo la colita alegremente.
— ¿Bebé? —preguntó con dificultad, apenas recordando que había dejado solo a su mascota en medio de su desesperación.
No es que el perrito no tuviera lo necesario en casa. Pues él siempre le dejaba preparado su dispensador de comida y agua, también su camita en un lugar cálido, y la pequeña puerta que daba al patio siempre estaba abierta para cuando quisiera hacer sus necesidades. Pero nunca lo dejaba solo tanto tiempo, y eso era lo que lo preocupaba.
— Oh, no. —comentó Wonho, agarrando a la bolita de pelos— Ella es lulú. —mientras sostenía la perrita en el aire, la giró para darle evidencia a Hyungwon de sus palabras— Tu bebé está fuera ahora mismo, haciendo sus necesidades en mi patio.
Soltó una risita que amenazó con derretirlo, al mismo tiempo que hacía doler esa zona en su pecho que deseaba que no existiera.
— No te preocupes... —respondió con un hilo de voz— Me di cuenta por el collar de todas formas...
Al percatarse de la estupidez que acababa de cometer, Wonho se avergonzó y no pudo hacer más que reír y rascarse el cuello, mientras un sonrojo se pintaba en sus mejillas.
De nuevo Hyungwon sintió aquel notorio dolor en el pecho.
Era tan fácil hacerlo feliz, y como daño colateral también era fácil enamorarse de él.
En ese momento habían tantas cosas que le decían que debía alejarse de Wonho, por ejemplo su sospecha de su lazo por consanguinidad, o simplemente el asunto de la maldición. Pero cada vez que lo veía sonreir de esa forma, o cuando recordaba vagamente lo mucho que se sintió protegido por Wonho la noche anterior, no quería separarse de él nunca más, aunque eso significara complacer a su propio egoísmo.
Sin darse cuenta, Hyungwon se había quedado viendo al rostro de Wonho con la mirada perdida, tan fijamente que sin quererlo, el mayor pudo ver en su alma todo el vacío y la culpa que el delgado llevaba consigo.
— ¿Te sientes mejor? —preguntó acercándose y sacándolo de sus pensamientos, justo después de dejar a la pequela lulú en el suelo— ¿Hay... Algo que quieres que haga?
El menor soltó un fuerte suspiro.
Esa pregunta definitivamente tenía una respuesta, pero no podía ser dicha en voz alta, por lo que optó por sacar a la luz aquel tema que había rondado en su cabeza desde que volvió a estar consciente.
— ¿Hay algo que quieras preguntar? —susurró devolviendo la pregunta y sabiendo que seguramente Hoseok tenía muchas preguntas por hacerle.
Por ejemplo, el asunto de la maldición, de su difunta pareja, el porqué de las flores marchitas o por qué nana se comportaba así con él. Había mucho por develar, sin embargo Wonho pensó por mucho tiempo, y lo único que vino a su mente fue algo que quizá no debió haber visto.
— Yo... —carraspeó la garganta— Por favor no te enojes conmigo... —el delgado frunció el ceño al escuchar eso y lo escuchó soltar un largo suspiro— Anoche... Cuando te traje aquí... —hizo una pausa— Te sentías mal e incómodo, así que me tomé la libertad de cambiarte de ropa y... —no fue hasta ese momento que Hyungwon notó que al menos sus prendas exteriores habían sido cambiadas, ya que las que portaba efectivamente no eran suyas— ¡No vi nada más, lo juro! —exclamó levantando la mano derecha en señal de juramento— P-pero... Vi que...
— ¿Qué viste? —preguntó el impaciente Hyungwon, casi rojo de la vergüenza y la expectación, ya que no tenía idea de qué pudo haber visto Wonho, si él no tenía nada qué esconder.
El mayor lo miró fijamente con una expresión de culpa que lo tenía inquieto.
— Bueno... Me hablaste de una maldición y cosas así anoche y... —soltó un suspiro sin saber cómo procesar todo— No voy a juzgar ninguna de tus palabras hasta hablarlo bien, pero... Realmente quiero saber si la marca en tu cuello tiene algo que ver con eso...
El silencio reinó después de aquella pregunta, y aunque eso sólo aumentó la curiosidad y la culpa de Wonho, el delgado se quedó pasmado en su lugar.
No fue hasta después de mucho tiempo que pudo tragar la saliva con dificultad para poder volver a hablar y hacer una pregunta más que importante:
—¿C-cuál marca? —cuestionó mirándolo a los ojos con una aterradora preocupación.
¿Qué fue lo que viste realmente?
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top