18.

Después de ese día, el ciclo volvió a repetirse. Hyungwon empezó a ignorar a Wonho de nuevo, pero contrario a otras veces por algún motivo, el mayor estaba actuando diferente. Era persistente en hablarle, en saber de él y básicamente en dejarle claro que por más que intentara alejarlo o ignorarlo, él iba a continuar ahí tan pendiente como siempre. E incluso más.

De vez en cuando lo saludaba en las mañanas, y todas las noches llegaba sin falta a la casa del delgado y aunque en un principio este intentaba cerrarle la puerta, no podía ganarle en fuerza física por lo que, con el tiempo, acabó cediendo, y se dedicaba a comer silenciosamente lo que sea que el mayor le llevara de cenar. A veces era comida comprada, otras hechas en casa, pero siempre se veía obligado a comer gracias a ese molesto vecino.

A Wonho no parecía importarle mucho el hecho de que Hyungwon no le hablara o no lo mirara, simplemente se sentaba en otro sillón y también comía en silencio. Entonces, cuando el menor acababa su cena, recogía todo y después de un "buenas noches" sin respuesta, volvía a casa.

La verdad es que esta actitud tenía al delgado totalmente desconcertado.

Cuando ignoras a alguien, es normal que pierda el interés y que incluso piense que eres un arrogante con complejo de superioridad, pero ¿por qué ese tonto vecino suyo parecía tener todavía más interés que antes?

¿Acaso se había encontrado con la única persona del planeta a la que le gustaba ser ignorada?

— Es que te juro que no lo entiendo... —le mencionó a sus arbolitos de limón, que crecían sanamente, con el trabajo adicional de ser terapia psicológica para un tipo solitario que hablaba con objetos inanimados como si fueran sus amigos.

Todavía molesto por los mil pensamientos que arremolinaban en su cabeza, se levantó de su lugar sacudiéndose alguna tierra suelta que se le había pegado en la ropa mientras regaba sus plantitas y finalmente, se fue.

Esa vez el día parecía tener un aura de soledad bastante pesada. Aunque quizá solo era así para él, pues ese día era precisamente un día que antes solía ser feliz. El dia del cumpleaños de su fallecida pareja.

En otros años, en esos días, y a esas horas, solía estar como loco comprando cosas, adornando o intentando hacer un pastel casero que en varias ocasiones acabó mal. Pero ese día, al igual que había sido desde hace un par de años atrás, ya no había esa algarabía.

Otras familias todavía suelen festejar esas fechas en conjunto, y rememorar todos aquellos buenos momentos vividos, pero él ni siquiera podía ser parte de eso, pues la familia del difunto creían que su muerte era culpa del delgado, y sinceramente él también estaba de acuerdo.

Si no hubiera sido por él y su horrible maldición, es probable que esa persona estuviera sana y feliz a esos tiempos, en lugar de estar en un lugar tan solitario con su nombre escrito en una lápida.

Soltó un fuerte suspiro sin darse cuenta que su vecino estaba observándolo desde la cerca que dividía ambos patios porque casualmente había salido a regar sus plantas también. Cuando por fin notó su presencia, fue tarde y no pudo esconder su expresión de tristeza, pero no tenía ánimos de estar serio por lo que decidió que simplemente ignoraría a esa persona de nuevo y no le impediría hacer nada de lo que quisiera hacer. Si le hablaba lo ignoraría, si lo seguía daba igual, si se burlaba de él estaba bien. No haría nada al respecto.

Después de verificar que su mascota tuviera lo necesario para estar bien mientras él se encontraba fuera, tomó sus llaves, su billetera, una de sus características mascarillas negras, y finalmente salió de la casa.

Su vecino, quien ese día parecía no haber ido a trabajar debido a un feriado local del cual él no se había enterado, estaba leyendo pacíficamente en el patio delantero de su casa, pero al ver al delgado pasar sin su cachorro, frunció el ceño temiendo que algo malo estuviera ocurriendo.

Wonho había aprendido mucho de Hyungwon pese a no ser una persona expresiva. Y si el delgado salía sin su perro y con esa expresión de pérdida en el rostro, algo extraño sucedía, por lo que temiendo que pudiera hacerse daño, lo siguió.

Hyungwon lo notó, pero tal como lo había pensado antes, no le dio importancia y se dirigió a la tienda. Al estar ahí compró un par de flores de la sección de floristería y después compró cerveza. Mucha cerveza.

El mayor estaba desconcertado de ver este comportamiento, pero igualmente lo acompañó comprando unas flores de las mismas, y ayudando al menor a cargar la cerveza que él había dejado deliberadamente sobre el mostrador aún después de pagarla. Wonho sonrió levemente al notar esa acción, porque casi podía escuchar la voz de Hyungwon regañándolo, diciendo: “Si vas a estar detrás de mí todo el rato, por lo menos ayúdame con la carga”, por lo que así lo hizo.

Al salir de la tienda, caminaron por varios minutos en los que ninguno dijo nada, pero pese al silencio, había algo que realmente estaba preocupando a Wonho, y es que el delgado había empezado a beber desde que salió de la tienda, caminando lentamente en dirección al cementerio de aquel pequeño pueblo, y mientras caminaba, lloraba en silencio con sollozos cansados.

Las ganas que Wonho tenía de abrazarlo y llevárselo de ahí eran enormes, quería hacer cualquier cosa para contentarlo y que dejara de llorar de esa forma, como si estuviera cansado de vivir. Pero no lo hizo porque sabía que igualmente el menor iba a resistirse, y también creía que lo mejor era que Hyungwon se desahogara correctamente de aquello que le hacía doler tanto el corazón, y fue en ese momento cuando Hyungwon interrumpió sus pensamientos y se fue corriendo hacia una lápida en específico, abalanzándose a llorar sobre ella sin consuelo.

— ¡Perdóname! —le gritó rompiendo en un llanto ahogado— ¡Y-yo no quise...! —sollozó— Perdóname... Perdóname...

Wonho tardó un par de segundos en procesar todo, y caminó lentamente hacia donde él se encontraba, pues se había quedado un par de metros atrás gracias a que el delgado corrió. Fue cuando se acercó que pudo divisar que la lápida contenía el nombre de un joven hombre que a esos años seguramente rondaría su edad. Por su fotografía podía juzgar que había sido una persona carismática y dulce, contrario a lo que Hyungwon era, pero no tardó en deducir quien había sido esta persona para él y por qué el delgado estaba tan roto en ese momento.

La fecha de la lápida marcaba como día de nacimiento, la misma fecha en la que se encontraban ese día.

Con el corazón adolorido miró como el delgado lloraba desconsoladamente sobre la lápida, acariciando la fotografía mientras balbuceaba algunas cosas dolorosas con dificultad gracias al dolor de su pecho y a los efectos del alcohol de las muchas cervezas que ya había bebido.

Iba a decir algo, pero realmente no sabía qué decir en esa situación, esa era la primera vez que veía a su vecino así de vulnerable por lo que se quedó en silencio más tiempo, y en ese momento observó como Hyungwon tomaba las flores que había comprado, con la intención de colocarlas junto al ramo que seguramente la familia del difunto había dejado, pero se detuvo justo antes de lograr su objetivo y volvió a dejarlas donde estaban.

Después de eso, se volteó para mirarlo.

— Dame más... —le dijo con la voz ronca, refiriéndose a las pocas cervezas que quedaban en la bolsa de la compra.

Wonho no pensó que le hablaría, y aunque sabía que seguramente el menor estaba adolorido, sintió que darle más alcohol no ayudaría en nada.

— Hyungwon, si quieres... —en ese momento fue interrumpido por aquella fuerte mirada que le brindaban esos rojizos ojos irritados. Vacíos.

Una mirada con sabor a dolor.

Realmente no sabía que más hacer al ver al chico que le gustaba de esa manera, por lo que sin más opciones acabó cediendo y dándole lo que pedía. Después de todo, en esa situación lo único que podía hacer era quedarse a su lado hasta que colapsara y llevarlo a casa a salvo.

Entonces se dio cuenta que él también tenía las flores que había comprado, en la mano, y decidió que las dejaría en la lápida del difunto, aunque no sabía si Hyungwon iba a molestarse por esa acción, porque después de todo, el delgado no quiso dejar las suyas ahí.

En silencio, avanzó hacia el lugar y con mucho cuidado depositó las flores junto al ramo que ya había, pero no fue hasta que lo había hecho que se dio cuenta que Hyungwon lo miraba con mucha tristeza y volvió a romper en llanto en consecuencia de lo que había hecho.

— ¿Chae? —le llamó preocupado de que pudiera haber cometido un error— Lo siento, yo no quise...

En ese momento, el adolorido Hyungwon tomó una de las varias flores que había comprado y extendió su mano para colocar la flor junto a las de Wonho, pero tan pronto como la depositó, aquella flor que había estado vívida y colorida, perdió su color y se marchitó instantáneamente envuelta en una fina capa de humo oscuro, y todo ante la sorprendida mirada de Wonho.

— Perdóname... —sollozó el delgado tocando nuevamente— por favor, perdóname ya...

El mayor miró fijamente al delgado y luego a la flor marchita.

— Chae... —habló sin poder salir de su asombro— ¿Q-qué ocurre?

Después de todo, hay cosas que no se
pueden esconder para siempre...

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