15.

Mirar al camino era extremadamente difícil para Wonho en ese viaje de regreso. Estaba oscureciendo y sabía que debía prestar atención al camino, pero tener a su querido vecino al lado, con una expresión tan simple como un folio en blanco era agobiante. Quería preguntarle si se sentía mejor o si quería cenar algo, pero al mismo tiempo sabía que nada de lo que dijera calmaría a esa compleja persona, así que no dijo nada.

— ¿Puedes detenerte? —pidió Hyungwon en un susurro sombrío.

Wonho casi se alegró de escucharlo hablar hasta que procesó las palabras que salieron de su boca. Quería que se detuviera, así que seguramente quería bajarse del auto e irse por su cuenta sabra Dios a donde, justo cuando estaba oscureciendo.

— ¿C-cómo? —cuestionó reduciendo la velocidad pero no deteniéndose del todo— ¿por qué? ¿Estás mareado? ¿Qué ocurre?

Hyungwon sabía que aquellas preguntas venían a raíz de una preocupación sincera, pero aún así no pudo evitar voltear a ver al mayor con una expresión fría. Quería poder ser realmente capaz de decirle todo a Wonho sin sonar como un lunático, pero su aspecto y toda su aura misteriosa no ayudaban en lo absoluto.

¿Cómo podría?

— Solo quiero que te detengas. —respondió con un nudo en la garganta.

¿Por qué no existía alguna forma de hacer que Wonho se diera cuenta de lo que ocurría con él? ¿Por qué no simplemente sospechaba de él? ¿Por qué no se alejaba aún con todo el misterio que lo rodeaba?

Estaba agobiado, y más que agobiado, cansado. Cansado de esa vida solitaria, de dañar con su amor y de herir a todos con su despectiva forma de ser.

Wonho entendió claramente su petición, pero contrario a lo que Hyungwon pensó, fingió no haber escuchado nada y en vez de detener el auto, aceleró. Al ver esto, Hyungwon se sintió molesto y lo miró fijamente.

— ¿Qué haces? —golpeó levemente su brazo para llamar su atención— ¡Te dije que te detuvieras!

Esta vez el mayor no apartó sus ojos de la carretera, solo miró al frente como si fuera sordo o como si no entendiera lo que el delgado dijera. Hyungwon comenzó a desesperarse al ver que se estaban alejando más y más del lugar donde quería bajarse, así que gruñó con molestia desmedida mientras insistía una y otra vez en ello.

— Ya déjalo, no voy a detener el auto aunque esté en el garaje de mi casa. —respondió finalmente el mayor, con un tono bastante seco y autoritario.

Hyungwon se sintió ofendido por su actitud imponente, y ya irritado por todo lo que había ocurrido, soltó lo que estaba pensando, aunque sabía que eso iniciaría una discusión.

— ¡¿Desde cuando crees que puedes decidir por mi?! —gritó airadamente.

— Desde que soy yo quien conduce y decidiste voluntariamente subir a mi auto, así que es suficiente. —respondió con el mismo tono que antes.

En ese momento estaban llegando justo frente a sus casas, entonces Wonho redujo la velocidad hasta finalmente aparcar frente a la casa de Hyungwon.

— ¿Suficiente? —soltó una risa sarcástica— yo voy a decir cuanto es suficiente de algo para mí, no tú. —en ese momento abrió la puerta del auto, salió y cerró de un portazo.

Wonho se apresuró a hacer lo mismo al ver que en lugar de caminar hacia la entrada de la casa, el delgado comenzó a caminar en la dirección por la cual habían venido.

— Entra a casa. —le demandó.

Hyungwon le ignoró y continuó caminando, hasta que escuchó pasos apresurados detrás de él.

— Deja de seguirme, es inútil. —le advirtió— que no te hayas detenido solo significa que iré a pie, no que vas a detenerme.

Metió las manos en sus bolsillos y siguió tan absorto en la mezcla de sentimientos que tenía que no se dio cuenta que sus palabras habían sido ignoradas nuevamente.

En realidad sentía que no era difícil de entender. Se sentía agobiado y quería ir al único lugar en el que podría desahogarse y obtener la paz que quería. En resumen, quería estar solo. Pero cuando creyó que por fin estaba unos pasos más cerca de su ansiado momento de paz, unas fuertes manos envolvieron sus piernas y antes de poder reaccionar, Wonho ya lo había levantado y se lo había puesto en el hombro como si se tratase de un trozo de tela cualquiera.

— ¡¿Qué haces?! —gruñó agarrando con fuerza la tela de la camisa de Wonho— ¡Bajame! ¡Déjame ir!

Tiró una y otra vez de la tela, dejando incluso un par de rasguños accidentales en la espalda del mayor, pero a pesar del forcejeo, Wonho aún lo sostenía fuertemente mientras caminaba como podía en dirección a la casa de Hyungwon.

— ¿Por qué eres tan terco? —preguntó finalmente al notar que Hyungwon seguía forjeceando aunque ya había perdido hace mucho.

— ¡¿Yo soy el terco?! —respondió alterado— ¡¿Qué parte de que soy un adulto y puedo irme a donde se me de la gana a la hora que yo quiera no entiendes?!

Wonho no dijo nada más hasta llegar a la puerta de la casa del delgado, donde lo depositó en el suelo para que se parara.

— Te recogí aquí, así que tenía que dejarte sano y salvo en el mismo lugar. —susurró mirandolo fijamente— por favor abre la puerta y entra, yo traeré a tu mascota.

Los ojos de Hyungwon se humedecieron mientras lo miraba fijamente. No sabía por qué quería llorar, quizá era por sus palabras dulces, quizá era por la molestia de impedirle buscar la paz, o quizá era por culpa de la mirada de preocupación que Wonho mantenía en el rostro.

— ¿Por qué te metes en mis asuntos? —respondió con un nudo en la garganta— tú no podrás darme lo que estoy buscando, así que ahora que ya me trajiste sano y salvo a casa, solo hazte a un lado, no intervengas más.

La fuerte mirada del mayor no se apartó ni un momento de él.

— ¿Qué es lo que quieres? —preguntó en un susurro— yo puedo darte lo que quieres sin importar lo que sea.

A esas alturas Hyungwon sintió que no podría soportarlo más, así que se dio la vuelta y después de rebuscar desesperadamente sus llaves en el bolsillo un par de segundos, intentó abrir el cerrojo un par de veces antes de que realmente pudiera meter la llave correspondiente. Pero fue justo cuando la puerta resonó victoriosamente en señal de que había sido abierta, unos fuertes brazos lo rodearon por la espalda, imposibilitando que diera el ansiado paso al frente.

— Yo también puedo darte lo que necesitas. —susurró contra su cuello— ¿por qué no me lo permites?

De repente, aquel agobio, el dolor, el enojo y cada una de las emociones que lo habían mantenido cansado, simplemente se disipó como humo en el aire y sintió su cuerpo ponerse tan liviano que sus piernas cedieron.

Wonho lo sostuvo fuertemente y ya que Hyungwon no tenía las fuerzas suficientes para ponerse de pie y afrontarlo, él se arrodilló para estar junto a Hyungwon en el suelo, sin soltarlo por ningún motivo. Era como si algo estuviera atravesando los pechos de ambos, algo que no podían ver pero podían sentir.

Un nuevo tipo de paz para Hyungwon.
Una sensación agradable para Wonho.
Un destino en común para ambos.

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