13.
Después de aquel día había algo extraño en él. Esa llama que sintió en el pecho parecía seguir ardiendo a pesar del tiempo transcurrido, y sinceramente tenía mucho miedo. Estaba asustado como un gato, dispuesto a sacar sus garras por sentirse amenazado por la avalancha de sentimientos.
¿Qué se suponía que debía hacer?
Definitivamente no quería volver a sufrir el dolor de otra pérdida, pero al mismo tiempo sentía un profundo odio por la situación, que ni siquiera sabía a quien dirigirlo.
Quería odiar a Wonho y tenía muchas razones para hacerlo. Odiaba ver su radiante sonrisa día con día, tan feliz como si nunca pasara dificultades. Odiaba su extrema amabilidad e insistencia, que no se alejara ni siquiera cuando se lo pedía. Odiaba su familia, a su padre que también era el suyo. Lo odiaba mucho. Eran dos personas probablemente nacidas del mismo progenitor, pero con caminos tan distintos.
El camino de Wonho estaba lleno de luz y mariposas, el suyo era oscuridad y espinas.
Todo en su mente era confusión, pero no había nadie con quien poder canalizar sus pensamientos, nadie aparte de su bebé, a quien sacó al patio esa mañana para que pudiera hacer sus necesidades.
Soltó un fuerte suspiro y miró al cachorro bastante ocupado en sus asuntos.
— Lamento molestar con mis inquietudes mientras evacúas... —susurró e hizo un puchero— pero, ¿tú sabes lo difícil que es lidiar con todos esos idiotas a diario? —se apoyó en la cerca de madera y miró hacia su plantación de limones, totalmente inmerso en sus pensamientos— lo peor es que nadie entendería las cosas si las comento...
En ese momento bajó la mirada hacia donde estaba su cachorro momentos atras, pero no había nada más que la pequeña evidencia de su evacuación. Entonces, rápidamente lanzó una mirada hacia el extenso patio, pero no tuvo que buscar demasiado antes de encontrarse con que el travieso había vuelto a cruzar la cerca por algún lugar que desconocía hasta el momento, y se había puesto a jugar con la pequeña lulú, que casualmente estaba en el patio también.
Quizo huir sabiendo que en un fin de semana era normal que Wonho estuviera ahí y jugara con lulú en el patio, pero antes de poder moverse, lo vio.
Wonho seguramente ya había notado su presencia, pero contrario a otras ocasiones, no estaba saludándolo enérgicamente. En cambio, sostenía un maletín deportivo y caminaba en dirección al garaje. Aunque prestando más atención se dio cuenta de que no estaba caminando, sino cojeando.
Algo se le estrujó en el pecho al notar la venda enrollada en la pierna de Wonho.
¿Estaba herido? ¿Qué le había ocurrido? Era su culpa, estaba seguro. Sabía que la maldición afectaría a Wonho en su día a día, ya había pasado por esa situación una vez y era igual, hasta que un día llegó algo irremediable y perdió a quien más amaba. Pero ahora también sabía que la mejor solución era estar cerca de Wonho, aunque si no tenía cuidado, la situación sería contraproducente.
Sintiendo una fuerte opresión en la garganta, reunió valor que no tenía y por fin habló.
— ¿Qué te ocurrio? —preguntó directamente sin ánimos de perder el tiempo con saludos y cuando Wonho lo miró, continuó— en tu pierna digo...
El mayor se detuvo un momento, en el cual guardó silencio.
— Oh, Chae... —susurró sorprendido— ¿Es conmigo?
Incluso para él era un poco difícil de creer que fuera quien tomara la iniciativa, pero aparentó estar tranquilo para no sonrojarse hasta las orejas.
— Bueno, los perros no van a contestar. —respondió con aires de arrogancia, señalando a los caninos que merodeaban por el patio del mayor.
Wonho los miró y sonrió.
— Tienes razón. —susurró volviendo a poner su mirada en él— Y esto no es nada, solo un pequeño golpe que recibí mientras trabajaba.
Al escucharlo, Hyungwon sintió un extraño dolor en su pecho.
— Te dije que tuvieras cuidado. —le regañó, invadido por la preocupación y el enojo.
El tono de su voz fue algo confuso para Wonho, sentía que en parte se preocupaba, pero por otra, parecía odiarlo hasta los huesos. Sin embargo él ya había decidido no decir nada, fue su culpa que su vecino pasara malos ratos.
Hyungwon había sido sincero desde el principio con él, era él quien insistía en hacer que las cosas sucedieran, por eso se estaba alejando.
— Bueno, tuve cuidado pero no puedo preveer los accidentes. —dijo restándole importancia al asunto.
Hyungwon soltó un fuerte suspiro.
— Parecen accidentes pero no todos lo son... —gruñó.
A pesar de estar a una cierta distancia, su gruñido fue lo suficientemente audible para Wonho, pero eso solo logró confundirlo más.
— ¿A qué te refieres? —frunció el ceño por ver la extraña expresión de Hyungwon como si se culpara de su herida— La vida es así y eso es solo un pequeño golpe, no te preocupes demasiado.
Se dio la vuelta con la intención de acabar con la tarea que había comenzado antes de que cediera otra vez a sus absurdos impulsos de querer abrazar a su vecino tal como lo había hecho días atrás. Pero cuando apenas dio el segundo paso, volvió a escuchar la voz del delgado.
— ¿A donde estas yendo? —preguntó casi con temor.
Wonho se quedó en su sitio un par de segundos y luego volvió a girar para mirarlo. Estaba muy confundido con sus reacciones.
— Pues... —hizo una breve pausa— iré a la playa que te mencioné la otra vez, y que rechazaste.
El delgado suspiró ante el innecesario recordatorio y aunque intentó ser cauteloso para no parecer tan extraño, por más que buscó en sus pensamientos no encontró otra manera de acercarse a Wonho. Si estaba cerca de él, entonces podría protegerlo.
¿Cuantos riesgos había en una playa? Demasiados como para quedarse tranquilo en casa y fingir que no estaba preocupado por él.
— Entonces iré contigo. —respondió lanzando la cautela a los vientos.
Ante la repentina auto-invitacion, Wonho quedó más aturdido de lo que estaba.
— ¿Uh? —fue todo lo que logró formular en medio de su aturdimiento.
Hyungwon se sintió minúsculo al intentar repetir lo que había dicho. Esperaba que una vez fuera suficiente para hacerle entender a Wonho, pero después de analizar sus palabras se dio cuenta de que había afirmado en vez de preguntar.
Definitivamente no iba a repetir eso, así que solo le restaba seguir su propio hilo de comportamiento para parecer normal dentro de lo poco que podía.
— Si me rechazas ahora, no saldré contigo nunca más. —respondió con su habitual tono de arrogancia, pero sintiéndose un idiota por dentro.
¿No saldré contigo nunca más?
¿Qué clase de tontería era esa?
¿Acaso él estaba pidiendo salir?
¿Acaso era un costal de oro para ser tan importante e indespreciable?
Tonto, tonto, tonto.
— ¿Cómo podría rechazarte? —susurró Wonho haciendo que su lucha mental se esfumara en segundos— Yo... —sonrió levemente— yo estoy feliz de que quieras acompañarme...
Y de nuevo sintió aquella llama arder en su pecho.
¿Cuanto tiempo más podría soportarlo?
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