10.
Mientras tecleaba en la computadora, suspiró. Le costaba un poco concentrarse porque al parecer Wonho se entrometía en sus pensamientos a cada rato sin que él pudiera evitarlo.
— Es tan odioso, ¿sabes? —le dijo a su mascota mientras se giraba en su silla de escritorio para ver al pequeño perro que mordía el tercer cojín que su dueño le había comprado en el último mes— Es como... ¡Ay, no sé! Siento que cree que puede ser perfecto frente a mi solo por que sí... ¿Qué derecho tiene? ¿Acaso cree que podría derretirme por él? ¡Hay hombres mejores! —bufó molesto por la discusión unilateral que estaba teniendo y luego suspiró— que si, que ya sé que todo esto fue mi plan pero... —masajeó su sien— me siento estresado a veces... —su semblante decayó— yo solo... quisiera ser normal...
El silencio reinó en la casa después de aquella lastimera frase, porque no había nadie que pudiera responder con un consejo o una salida a su situación y era en momentos como ese donde la abrazadora soledad amenazaba con destruir por completo su salud mental.
Sin embargo, el silencio fue roto por algunos toques en su puerta de los cuales no tenía duda sobre su origen. Tenía que ser Wonho sí o sí. Nadie lo visitaba y las personas que llegaban a esa casa seguramente llegarían por la puerta de enfrente, no por la de atrás.
Soltó un suspiro antes de ponerse de pie sintiéndose repentinamente aliviado del dolor que había sentido en su pecho momentos atrás y caminó descalzo hasta llegar a la puerta trasera de la casa.
— ¡Chae! —le saludó el animado Wonho, pasando a la sala sin siquiera recibir el consentimiento del huésped— ¿Qué estas haciendo?
Bajó a lulú de sus brazos y la dejó correr libremente hacia su compañero de juegos mientras él miraba a su alrededor como si quisiera entender el contexto de lo que su vecino había estado haciendo las últimas horas.
Hyungwon frunció el ceño ante tal confianza pero se contuvo a sí mismo, recordando que había un plan de por medio entre él y ese sujeto.
— Trabajando... —respondió casi dubitativo.
Al recibir esa respuesta, Wonho dejó de ver a su alrededor y clavó su mirada en el menor con el ceño fruncido a más no poder.
— ¿Trabajando? —cuestionó para asegurarse de que no había escuchado mal, pero Hyungwon asintió en respuesta sin entender aquella expresión de sopresa y confusión que mantenía el mayor— ¡¿En domingo?!
La expresión casi asustada de Wonho le dio tantas ganas de reír que casi hizo explotar una carcajada, pero afortunadamente se contuvo bastante bien y desvió la mirada a otro sitio para fingir.
— ¿Por qué no? —preguntó retomando su semblante serio y volviendo al escritorio— Así adelanto trabajo para tener tiempo libre.
Tomó asiento de nuevo en su silla y se recostó colocando ambas manos en su abdomen, tomando una postura bastante perezosa para finalmente mirar a Wonho que por algún motivo mantenía aquella expresión indescifrable. Era como si el mayor realmente no creyera que pudiera existir alguien que trabajara voluntariamente un domingo.
— ¿Tiempo libre para qué? —susurró cómo si supiera la respuesta y realmente quisiera confirmarla de los labios del menor.
Hyungwon se encogió de hombros.
— Pará trabajar más. —en ese momento la expresión de Wonho cambió de ser de sorpresa a la de una persona que había visto un bicho raro, entonces Hyungwon continuó— también para hacer las compras o simplemente hacer nada, es decir, me da igual. Los días son iguales para mi.
En ese momento retomó su trabajo, compuso su postura y continuó con el incansable tecleo que rompía violentamente la paz de un domingo.
— Oh vamos Chae, es domingo. —se quejó tocandole el hombro— Este lugar se vuelve aburrido y desierto en días como este, porque todos salen menos nosotros.
Al no verle problema a la situación, Hyungwon volvió a encoger sus hombros.
— Es justo lo que quiero. —afirmó— Es mejor trabajar en silencio y no con el ruido de la gente y los autos yendo y viniendo.
El mayor negó y tomó sus manos para que detuviera el tecleo que estaba poniéndolo ansioso.
— No, no, por favor acompáñame... —le pidió.
Al estar "inmovilizado" por su vecino, Hyungwon no tuvo otra opción más que mirarlo y soportar su carita de perrito regañado suplicante.
— ¿A dónde? —preguntó después de soltar un fuerte suspiro de resignación— recién anoche estuvimos...
— A la playa más cercana. —lo interrumpió— quiero experimentar un deporte muy curioso...
Hyungwon lo vio por varios silenciosos segundos.
— Pues ve tú. —le respondió liberándose del leve agarre— Yo no hago deportes. Creí que que notaba... —bromeó.
Justo cuando iba a iniciar con el tecleo, otra vez fue sostenido por las muñecas de ambos brazos y soltó un suspiro por aquel sentimiento que rozaba la molestia.
— Chae, por favor... —suplicó Wonho, sentándose en el suelo y apoyando la cabeza sobre las rodillas del menor, claramente sorprendiendolo.
Se quedó sin palabras por un largo rato al ver aquella escena que no sabía cómo interpretar. Le era difícil decirle que no a Wonho cuando él se comportaba así, pero tenía sus motivos y Wonho jamás podría comprender la angustia que le daba salir a un lugar público concurrido, sobretodo cuando tenía que portarse de manera irrespetuosa. No quería que él mayor fuera desestimado por la gente de su alrededor solo por juntarse con él, así que tomando toda su fuerza de voluntad, suspiró.
— No, yo me quedo. —respondió— sino es trabajando, entonces cuidando mis plantas.
Aquella respuesta sonó tan cortante que incluso se mentalizó que Wonho podría tener una mala reacción por causa de esas palabras, y eso, de cierta forma lo entristeció.
— Bueno... —respondió Wonho soltando sus manos tan lentamente que dolía, al tiempo que se ponía de pie con la mirada baja, hasta que al estar totalmente erguido, sus miradas se cruzaron y una brillante sonrisa apareció en el rostro del mayor– ¡Entonces yo también me quedo y vamos al cine en la noche!
El desconcertado Hyungwon no pudo ocultar la sorpresa que le dio el ver una reacción tan antinatural.
— No. —dijo sonando menos firme de lo que quisiera.
Sin embargo el sonriente Wonho ya se había dado la vuelta con aquella brillante sonrisa que podría dejar ciego a cualquiera.
— ¿Que si? ¡Me alegro escuchar eso! —exclamó haciendo caso omiso a sus negaciones— Partimos a las 6 entonces.
Hyungwon frunció el ceño dejando la tristeza de lado para ser reemplazada por un leve tinte de molestia por encontrarse con una persona tan atrevida.
— He dicho que no. —le repitió inútilmente.
El mayor ya se encontraba en la cocina mirando a su alrededor.
— ¿Tienes hambre? —preguntó, ignorando de nuevo sus palabras— Puedo preparar comida si me lo permites...
El menor soltó un suspiro fuerte.
— Wonho... —soltó casi gruñendo, pero al encontrarse con aquella cálida mirada, su pecho dolió. Ese tonto estaba siendo amable al invitarlo a salir, sin embargo cuando dijo que no, él también decidió quedarse y supo que quizá no todo se trataba de llevar una vida de lujos y viajes, tal vez y sólo tal vez aquel tipo que era su vecino podría estarse sintiendo de la misma forma que él. Solitario y abrumado por la soledad. Entonces no pudo hacer más que relajar su semblante, suspirar y de nuevo apreciar aquella cálida mirada para finalmente pintar una leve sonrisa en su rostro— por favor que sea algo rico...
Al escuchar sus palabras, el mayor sonrió con emoción y sin perder más tiempo, comenzó a moverse libremente por aquella cocina en busca de preparar algún platillo con el cual impresionar a su vecino.
Y mientras veía a Wonho sonreír, sin querer él también sonrió.
Que difícil era caer de cabeza en
un pozo del cual sabía que
probablemente no podría salir.
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