09.

No era de sorprender el hecho de que aquella salida extraña a la que no sabían si llamar cita fuera bastante silenciosa, sin embargo no parecía incomodar a ninguno de los dos. Simplemente caminaban uno junto al otro con las manos metidas en el abrigo por parte de Hyungwon y las de Wonho tocando cada flor bonita que veía por ahí.

— ¿Te gusta el lugar? —preguntó rebosante de energía— ¿verdad que está muy tranquilo a pesar de haber gente? ¿Eso está bien para ti?

El delgado se sentía extraño ante la lluvia de preguntas, no sabía si era por la radiante energía de Wonho, porque el lugar si le había gustado o porque se sentía extraño de que Wonho siempre estuviera viendo por su comodidad.

— Sí. —respondió sin ánimos de dar explicaciones y desvió la mirada a otro sitio para que el mayor no leyera en ella sus sentimientos.

Afortunadamente igual que siempre, una máscara cubría parte de su rostro y eso escondía mucho de sus reacciones.

— ¿Quieres sentarte? —preguntó Wonho después de otro largo rato de silencio.

Hyungwon asintió en respuesta y visualizó hacia la misma banca que Wonho había visto, pero en cuanto se dirigieron al lugar, una pareja llegó antes que ellos.

— Carajo. —masculló Hyungwon, más molesto por ver una pareja feliz que por quedarse sin asiento— ni modo, busquemos otro lugar, Wonho. —comentó para finalmente darse cuenta que el mayor no estaba a su lado. Frunció el ceño y miró a su alrededor— ¿Wonho?

En aquel momento sintió como unos fuertes brazos lo rodearon de la nada por la espalda y comenzaron a arrastrarlo hacia algún sitio.

— ¡Vamos Chae, encontré un lugar mejor! —comentó el emocionado Wonho sin darle tiempo a reprochar nada.

De un momento a otro se dejó caer asustando al menor que gracias a la posición, cayó de espaldas sobre Wonho en algún lugar. No entendía lo que estaba ocurriendo pero si podía escuchar a Wonho reír sin motivo aparente.

— ¿Qué ocurre? —preguntó sin procesar nada.

Wonho continuó riéndose, pero sin soltarlo.

— Bueno, no pensé llegar de esta forma pero la raíz de ese árbol tenía otro planes... —comentó un poco más calmado— mira donde estamos.

Hyungwon miró de reojo con el poco movimiento que tenía gracias a que estaba inmovilizado por los brazos de Wonho.

— ¿En el suelo? —preguntó casi con ironía, arrancando una nueva risita de parte de Wonho.

— Bueno, técnicamente sí pero podrías haberlo dicho de una manera más bonita, ¿no crees? —cuestionó en un susurro— algo como... En la grama de un bello lugar, con un cielo abierto donde pueden verse claramente las estrellas...

Apartó suavemente sus manos del cuerpo de Hyungwon, entonces dirigió su rostro hacia arriba para que pudiera ver el espectáculo que él también había visto.

El delgado se sentía extraño con el tacto de Wonho, es decir, la situación entera era extraña pero de alguna manera no se sentía mal. Era de cierta forma, reconfortante y aún más después de ver las estrellas. Él nunca salía de casa por su voluntad, pero después de años encerrado, ver el cielo de esa forma le pareció casi irreal.

— Wow... —comentó por lo bajo sin siquiera molestarse en apartarse del cuerpo de Wonho.

— Es increíble lo precioso que luce todo siendo reflejado en esa oscuridad misteriosa... —comentó Wonho llamando su atención.

— ¿Reflejado? —preguntó casi con diversión— querrás decir brillando en la oscuridad, ya sabes que según la astronomía...

Detuvo sus palabras al mirar por instinto a Wonho y darse cuenta que él estaba viéndolo fijamente.

— ¿Quien habla del cielo? —preguntó en un susurro que casi le derritió el pecho— yo hablo de tus ojos. —instantáneamente Hyungwon sintió el ardor hacerse presente en sus mejillas y agradeció que fuera de noche para que Wonho no lo viera de aquella manera— no importa cuanto trates de esconderlo, eres un humano Chae, sé que sientes todo tan claro y fuerte como yo lo siento... —el menor tomó asiento en la grama y Wonho imitó su acción— sé que lloras, que sientes dolor, alegría, preocupación... Y sé que debajo de ese cubrebocas que llevas a todos lados, también se pinta una bonita sonrisa que no quieres demostrar. No tengas miedo de sentir frente a mí, yo no voy a dañarte y sé que tú tampoco lo harás.

Hyungwon lo miró fijamente y guardó silencio por varios segundos.

— No tienes que estar tan seguro, apenas me conoces. —comentó apartando su mirada de él.

Wonho asintió a sus palabras.

— Quizá si, pero es lo que siento. —comentó revisando su pequeña mochila que traía consigo en busca de que sus cenas no se hubieran arruinado debido a la caída— espero no estar equivocado... ¿Quieres comer algo?

El delgado se lo pensó, pero al final aceptó la hamburguesa medio aplastada que Wonho le ofreció.

— Gracias. —susurró después de tomarla.

Inconscientemente empezó a quitar el cubrebocas que llevaba puesto, dejando frente a Wonho una vista realmente admirable. Los labios de su vecino parecían ser una cosa de cuentos de hadas, casi irreales. Muy lindos.

— Está un poco aplastada porque le caímos encima, supongo que estamos un poco pesados... —bromeó arrancando una leve sonrisa de parte del delgado que no dudó en apreciar durante el poco tiempo que duró.

Esa fue la primera vez que vio a Chae Hyungwon sonreír de forma tan tranquila y natural.

Apartó su mirada en cuanto vio que el delgado estaba viéndolo, pero grabó a fuego en su memoria aquella bonita imagen que quería recordar por más tiempo.

Ambos comieron en silencio, pero ninguno de los dos podía callar a sus corazones revoloteando en sus pechos debido a la situación. Aquel momento era sencillamente íntimo sin razón, así que lo estaban disfrutando, al menos hasta que Hyungwon vio su reloj.

De alguna manera sentía que ya había sido demasiada interacción por un día.

— Parece que se está haciendo tarde, los perros no pueden estar solos por mucho más tiempo, no quiero que se sientan solos. —comentó poniéndose de pie y limpiando su ropa que estaba un poco húmeda y con trocitos de grama.

El mayor asintió y se puso de pie después de recoger la basura y los desperdicios de su improvisada cena para finalmente depositarlos en su mochila.

Cuando levantó su mirada, notó que Hyungwon estaba arreglando el cubrebocas para volver a colocarselo, pero él se apresuró.

— ¡Chae, espera! —le llamó.

El menor se quedó de pie, mirándolo fijamente.

— ¿Qué ocurre? ¿Nos vamos? —señaló en dirección al lugar donde recordaba que habían dejado el auto.

Wonho asintió mientras sacaba el celular de su bolsillo.

— Si, solo... Me preguntaba si... —suspiró— ¿podemos tomarnos una foto?

Hyungwon frunció el ceño como si aquella pregunta fuera la cosa más ilógica que le hayan preguntado en la vida, así que tardó en contestar.

— ¿Por qué? ¿Para qué? —preguntó rápidamente, pero luego supo que quizá contradecir a Wonho significaba perder más tiempo valioso en el que no sabía como estaba su amada mascota, así que se retractó— bueno, no importa... ¿Donde?

No podía describir la forma en la que la cara de Wonho se iluminó ante una afirmación tan vaga, pero le cumplió el deseo.

Wonho le indicó el lugar que era un arco enorme decorado con muchas luces, que le daban a la estancia un aspecto casi mágico. Hyungwon obedeció y se fue hacia donde Wonho le había indicado sin siquiera enterarse de que el mayor estaba tomándole fotos distraído. Entonces, después de unos segundos, Wonho avanzó hacia él y tomó la selfie que más tarde sería su fondo de pantalla en el celular.

Ese día ambos volvieron a casa totalmente fuera de sí, sin creerse que habían salido con su vecino y que habían tenido una velada tan agradable como lo fue.

Wonho estaba loco por Hyungwon y Hyungwon estaba cada vez más asustado de volver a amar.

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