06.
Se había recuperado de aquello. No sabía cómo ni porqué, pero lo había hecho porque al final la vida seguía aunque no quisiera. Una noticia, o al menos una suposición de aquella categoría no era fácil de sobrellevar, pero era fuerte y casi inamovible o eso quería creer.
Ese día se levantó temprano, no porque tuviera algo que hacer, simplemente el día anterior había dormido tanto que su sueño se desvaneció en plena madrugada y el rugido de su estómago le reclamó alimentos que debía haber consumido pero que no lo hizo. Fue entonces cuando preparó un desayuno sencillo y decidió acompañarlo con limonada, como siempre hacía, pero esa vez no pudo evitar pensar en Wonho despues de recoger los limones necesarios de la bonita canasta.
Odiaba que fuera tan tonto por regalarle tantos limones, pues aunque había intentado consumirlos todos, algunos se estaban echando a perder tal como él lo predijo.
Suspiró, acabó con la limonada y recogió al pomerania del suelo simplemente para hacerle mimos por costumbre, pero entonces notó que ese precisamente no era su perro. Era lulú.
— Joder... ¿acaso me traje al perro equivocado? —se preguntó a sí mismo mientras miraba a la perrita con el ceño fruncido— mierda...
Sin importarle que nuevamente andaba con ropa holgada, pantuflas y la cara mojada porque no le dieron ganas de secarla después de lavarla momentos atrás, salió de la casa con un poco de cautela. Se puso un poco nervioso al pensar en lo que diría, por alguna razón se le hacía difícil ser descortés con Wonho, aunque no debería ser así.
Sus pensamientos ni siquiera acababan de buscar una solución cuando la figura que menos quería ver apareció frente a sus ojos con su perro en sus musculosos brazos.
No supo como reaccionar pero no fue necesario porque Wonho sonrió levemente y puso al pequeño en el suelo, quien no dudó en correr hacia su compañera de juegos.
— Tranquilo. Hicieron la travesura de cambiarse de casa apenas hace unos momentos. —susurró sin mirarlo.
El delgado asintió sin saber qué decir exactamente, pues ser descortés le pasaba factura a veces.
— Traviesos... —susurró viendo a los pequeños animales correr por el patio delantero de ambas casas.
Pensó en que recibiría la busqueda de una nueva charla por parte del mayor, pero para su sorpresa Wonho simplemente suspiró e hizo resonar las llaves de su auto en la silenciosa mañana de aquel tranquilo barrio.
— Hora de irnos, lulú. —soltó con seriedad llamando la atención de su perrita quien a pesar de su llamado se negaba entre quejidos, pues no quería separarse de su compañero de juegos— se me hace tarde, date prisa. —la regañó abriendo la puerta del auto.
Desafortunadamente su regaño logró el efecto contrario en su mascota quien buscó refugio escondiéndose detrás del pantalón de pijama de Hyungwon.
El momento se tornó incómodo de un momento a otro, Wonho debía irse a trabajar, la mascota no colaboraba y ambos sabían que Wonho no quería acercarse a Hyungwon por obvias razones, pues aunque su corazón quisiera intentar ser amable con el delgado mal agradecido, también tenía la dignidad necesaria como para alejarse cuando se lo pedían.
Ambos cruzaron miradas y todo lo que el mayor esperaba era que Hyungwon le diera la mascota para irse de una buena vez, entonces cuando vio que el delgado estaba recogiendo a la perrita en brazos, suspiró agradecido de que sus deseos fueron comprendidos por el menor, o eso pensó.
— D-déjala conmigo... —sugirió sin poder mirarlo a la cara debido a los pensamientos que cruzaron por su mente— yo trabajo en casa, tengo un perro igual, sé como cuidarlos... —explicó ante la fría mirada del mayor— seguramente la llevarás a un lugar al que no quiera estar y aquí al menos tiene a... —hizo una pausa para mirar a su mascota mientras decidía si mencionar su nombre o no— a mi perro... —completó finalmente— se ve que la pasan muy bien juntos, además hoy me apetece un poco de jardinería, sería el sueño de cualquier perro correr libremente por ahí en la naturaleza.
Se quedó en silencio esperando que su discurso fuera creíble y que no pareciera extraño sus repentinas ganas de ser amable, sin embargo Wonho parecía ser un ángel viviendo la tierra porque contrario a lo que pensó, el mayor sonrió casi contento por aquella propuesta.
Le sorprendió y le alegró tanto el repentino cambio amable de parte de Hyungwon que simplemente cedió y asintió como un bebé inocente sin conocer el trasfondo de aquello.
— ¿Tú de verdad quieres... —preguntó sin poder esconder su emoción, sabiendo que aquello podría crear algún tipo de acercamiento entre él y aquel serio muchacho que según él sólo necesitaba un poco de calidez.
Hyungwon asintió levemente a su pregunta aunque jamás fue completada.
— Yo la cuidaré. Ve tranquilo. —respondió.
Wonho suspiró como si todos sus problemas se hubieran esfumado simplemente con lo que estaba ocurriendo, así que se dispuso a irse, pero en ese momento recordó algo más.
— Oh, lo olvidaba... —comentó deteniendo sus pasos y girandose para volver a ver al delgado— ¿Cuanto te debo por esto? Puedo pagarte en efectivo o darte el desayuno, yo no soy un buen cocinero pero he aprendido algo, aunque si quieres puedo hacer ambos y...
— No es necesario. —lo interrumpió— es decir... Hablaremos de eso después, se te hace tarde...
Wonho asintió. El delgado tenía razón, se le hacía tarde y de cualquier forma no había nada de qué preocuparse, pues todo estaba bien su mascota quedaba en buenas manos. Entonces se subió al auto y después de despedirse haciendo sonar la bocina del auto dos veces, se fue.
Hyungwon miró fijamente al punto por donde Wonho había desaparecido. Seguía sin poder creer como es que existieran personas como él, así de dulces, así de amables, así con esa confianza y el corazón tan grande para disculpar aún cuando jamás se hayan pedido disculpas.
En resumen: así de problemáticas para él.
Wonho era el problema más grande de su vida en esos momentos. Se había mudado ahí buscando paz para su jodida vida y con lo único que se encontró fue con un tipo que podría derretirle el corazón a cualquiera y que muy probablemente también fuera su hermano de sangre.
Lo odiaba, de verdad sentía odio y enojo cada vez que miraba esa estúpida sonrisa boba en su rostro y tan solo recordar que era tan débil como para desmayarse solo por ver su propia sangre, quería hacerlo añicos.
Si quería vivir en paz por fin debía alejar al tonto de sonrisa bonita de su lado y hasta ese momento solo se le había ocurrido algo que resultaba atroz incluso para él mismo.
— Serás buena chica, ¿verdad lulú? —susurró acariciando el sedoso cabello de la perrita juguetona que estaba en sus brazos.
¿Estaba mal querer acabar con la
vida de alguien aún cuando juró
nunca más volver a hacerlo?
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top