05.

La presión en su pecho aumentó de manera brusca.

Él no se iba a morir... ¿Verdad?

No podía morir una persona más a causa suya. No podía pasar por ese dolor otra vez. Fingía odiar muchas cosas y otras las odiaba intencionalmente, pero no había odio más sincero en su corazón que el propio.

Odiaba cada maldita fibra de su cuerpo y la ironía de no poder amarse a sí mismo hacía que toda su vida se mantuviera en un maldito ciclo del cual no podía salir. Las personas que amaba morían a causa suya y se odiaba por eso, sin embargo creía que él no podía morir porque no se amaba y aquella parte era sinceramente imposible.

Ante sus propios ojos era alguien despreciable y si a eso le sumaba el hecho de que no estaba seguro de cómo funcionaba aquella estúpida maldición, todo lo que podía hacer era ahogarse en el dolor punzante de su pecho que le señalaba una y otra vez lo miserable que era su destino.

— No mueras, no mueras... —repetía en susurros suplicantes mientras examinaba el cuerpo pálido del mayor al cual le tomó un par de segundos llegar por la pesadez de su cuerpo debido a los nervios.

Tocó su rostro por primera vez y los sentimientos encontrados seguían presentes en todo su ser. Era la primera vez en mucho tiempo que volvía a tener contacto real con una persona, y más así de cerca. La piel del rostro de Wonho era sorprendentemente suave, ni siquiera parecía la piel de un adulto, pero estaba pálida delatando el estado de su dueño.

Miró rápidamente alrededor de la cocina y todo lo que pudo encontrar fue poco de agua fría que al parecer Wonho estaba tomando al momento de cocinar y no dudó en vertir un poco sobre el rostro del mayor en un intento desesperado por hacerlo despertar.

— No mueras, no mueras... —murmuraba mientras daba palmaditas en su rostro, totalmente asustado.

Pero para su fortuna, el mareado Wonho volvió en sí, totalmente confundido y sorprendido por la cercanía de su bonito vecino.

— Chae... —susurró intentando incorporarse.

Hyungwon sintió que volvió a respirar, pero podía notar el fuerte mareo de Wonho, así que no lo soltó.

— ¿Qué sucede? —preguntó preocupado— ¿sufres algún problema del corazón? ¿Alguna enfermedad que deba saber? Dime...

Miró fijamente a su vecino, sabiendo que quizá sus palabras eran demasiado entrometidas tomando en cuenta que cuando alguien tiene una enfermedad con la cual luchar de por vida, odia hablar de esos temas. Tal como pasaba con él, no podía ir por la vida diciendole a la gente que se comportaba como un imbécil para protegerlos.

— No... No lo sé... —suspiró sentándose por fin en el suelo— yo solo estaba cortando la verdura y... —en ese momento volvió a ver su mano, esta vez aún con más sangre que antes y su cara de nuevo palideció— ay no...

Entonces el cuerpo de Wonho volvió a desvanecerse y esta vez sobre él, asustandolo de nuevo.

— ¿La jodida sangre? ¡¿En serio?! —de nuevo volvió a mirar a su alrededor buscando algo que pudiera servirle, aunque esta vez con más dificultades debido a que su pequeño cuerpo apenas podía mantener la estabilidad después de que el peso de Wonho cayera sobre él— tranquilo...

Tomó una de las servilletas de la mesa y secó muy bien la herida de Wonho, que pese a no ser muy ancha, si era un poco profunda. Al ver con más claridad la herida, alcanzó un puñado de sal de la mesa y la puso justo donde la sangre brotaba, entonces en ese momento y debido al dolor, Wonho volvió a reaccionar.

— ¡No veas! —le ordenó cubriendo los ojos del mareado Wonho con una mano— cierra los ojos, necesito mis dos manos para curarte.

— Estoy mareado... —admitió— voy a acabar cayendo al suelo si cierro los ojos.

Hyungwon bufó con molestia.

— Tú solo hazlo. —volvió a ordenar, esta vez apartando su mano del rostro de Wonho para volver a su tarea.

El mayor cerró los ojos y se tambaleaba demasiado debido al mareo, pero en uno de sus tantos movimientos usó su mano libre para envolver la cintura del delgado, apoyar la cabeza en su pecho y suspirar.

Quizá sonaría tonto pero todos en algún momento nos hemos mareado de la vida y necesitamos un punto fijo al cual aferrarnos hasta que el malestar desaparezca y para Wonho, suspirar en aquel cálido pecho fue suficiente para volver a la normalidad, sin embargo Hyungwon tomó aquel acto de manera desagradable.

— Apártate. —ordenó una vez que cubrió la herida con algo, entonces cuando Wonho se apartó de él, se puso de pie con mucha molestia— nunca más vuelvas a acercarte a mi, Wonho.

Wonho lo miró con confusión.

— Lo lamento, yo estaba mareado y... —se agarró la cabeza al sentir un leve dolor como secuela de sus recientes desmayos— en serio lo lamento pero agradezco que...

— No agradezcas. —respondió cortante mientras recogía su perrito del suelo de la casa de su vecino— solo aléjate.

Ignoró toda el aura hogareña que había en aquella casa a medio arreglar y con su corazón destrozado salió de ahí reteniendo las lágrimas.

— Chae, yo en serio lo lamento... —escuchó a Wonho detrás suyo, siguiéndolo pese a su malestar— quizá fue muy atrevido de mi parte pero... No me pidas que...

Hyungwon negó de nuevo sin mirar atrás y se detuvo justo antes de cruzar la valla que dividía su casa y la de Wonho.

— He dicho que no te quiero cerca... —respondió esperando que su voz no sonara tan rota como él— y ve al hospital a que miren tu herida, quizá necesitas ayuda con eso.

Cruzó sin más palabrería, pero sentía que había dejado al otro lado un pedazo de él, quizá de su alma.

Revivir el miedo de pensar que alguien más había muerto por su culpa era agobiante, pero también lo era el hecho de haber sentido tanto cariño repentino por un desconocido que hasta hace unos momentos había creído que era un simple humano más. Pero que no lo era, estaba seguro de que aquella persona era algo más que otro simple humano.

Era...

— Chae... —escuchó detrás de la puerta trasera, donde estaba llorando en el suelo— sé que no quieres saber nada de mi, pero aún así dejaré tu comida por aquí, no quiero que te enfermes... Por favor, disfrútala mucho.

Su pecho dolía porque aquella persona era...

— ¿No pudiste irte lejos? —sollozó abrazando a su mascota— ¿no podías aparecer en otro puto lugar del planeta? ¿Por qué me haces esto?

Todo apuntaba a que aquel extraño por el cual empezaba a tener sentimientos extraños era...

Su hermano.

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