Capítulo 25: La dura realidad
Camino hasta mi casa después de mi encuentro casual con Aiden, encuentro que me dejará pensando por un buen rato, seguramente, y a mi trasero igual.
-Maldita sea...-digo por lo bajo.
Todavía duele un poco, pero cuando estuve con Aiden hice mi mejor esfuerzo por mantenerme estoico y no demostrarle dolor. Tengo mi orgullo, no iba a delatarme delante del imbécil.
En fin, llego a mi casa y abro la puerta. Parece estar vacía, así que no me molesto en decir nada y simplemente entro.
-Ya era hora de que llegaras.-me sobresalto al escuchar la voz de mi madre, debí fijarme mejor...
Ella está sentada en el sofá de la sala, cruzada de piernas como si me hubiese estado esperando durante un buen rato.
-¿Qué hay?-no sé me ocurre qué otra cosa decir, me siento incómodo por alguna razón. Tengo un mal presentimiento.
Mi madre toma un suspiro antes de hablar, puedo notar cómo su ceño se relaja y su mirada deja de ser tan severa.
-Ethan, tu padre y yo te queremos, lo sabes, ¿no?-asiento automáticamente, ya sé que me quieren, más de lo que deberían dicho sea de paso.
-Y sabes que siempre te protegeremos de la mejor forma que podamos, ¿verdad?-vuelvo a asentir, estoy comenzando a ponerme nervioso, ¿a qué quiere llegar?
-Ya no daré más rodeos, porque te noto algo ansioso. Ethan, no se si sea buena idea que sigamos viviendo en Charlestone
Ay no, otra vez esa conversación.
-Mamá, tienes que entender que...-ella levanta la mano, haciéndome callar en el acto.
-Déjame terminar...-cierra los ojos un momento, como si estuviera reorganizando sus ideas-desde que ocurrió la muerte de... Steve-ese maldito nombre de nuevo-tu padre y yo hemos hecho lo que creíamos correcto para mantener a salvo al único hijo que nos quedaba, incluyendo hacerle caso en sus caprichos y creo que ese fue nuestro error.
Abro los ojos en grande, eso no lo vi venir.
-Cometimos algunos... muchos errores creyendo que eso era lo mejor para ti, y eso debe terminar. Este pueblo no es bueno para ti.
No sé cómo debo sentirme con respecto a esto, estoy tan confundido.
¿Debería estar enojado? ¿Triste? ¿Feliz?
Feliz...
-No sé qué decir, mamá.-y es verdad, todo lo que mamá acaba de decir me tomó con la guardia baja.
-Ethan, no es necesario que digas nada. Entiendo que te sientas confundido y que incluso no estés de acuerdo, pero tu y padre queremos lo mejor para ti, y lo mejor es que salgamos corriendo de este pueblo.
-Esto es tan... -ella me interrumpe.
-Ya cometimos demasiados errores, es hora de corregirlos.
-Bien... entonces... ¿cuando nos vamos?
-Tu padre y yo no le hemos decidido aún, pero lo más probable es que nos vayamos después de que te gradúes.
-Muy bien, creo que iré a mi cuarto.
Me dirijo a las escaleras, necesito relajarme. Mi cerebro aún no procesa tanta información.
-¡Ethan!-me detengo abruptamente para escuchar lo que mamá tenga que decirme-Casi lo olvido, hay otra que quería decirte.
Esta vez hay algo diferente en ella, no la noto tan segura como antes. ¿Qué bomba me quieres lanzar ahora, mamá?
-Quiero que sepas que lamento mi reacción a lo de la otra vez-ah, era eso-, tal vez me asusté y por eso me alteré de esa forma.
-Era por eso,-me río un poco-no te preocupes, igual yo no debí comportarme como lo hice después, estuve mal. ¿Por qué te costó tanto decirme eso?
-Sabes que soy demasiado orgullosa para disculparme con facilidad.
-Lo sé, de alguien lo tenía que heredar.-ella rueda los ojos pero luego ríe un poco.
-¿No tenías que ir a tu cuarto, mocoso?
Asiento y con una sonrisa, voy hasta arriba.
Eso fue... interesante.
Al llegar a mi habitación, me lanzo a la cama e intento ordenar todas las ideas que tengo revueltas.
Se viene dolor de cabeza, otra vez.
No puedo dejar de pensar en el hecho de que mis padres me quieren sacar de Charlestone, cosa que pensándolo bien, tal vez no sea mala idea.
¿Venir a este pueblo a montar un teatro me ayudó con mis problemas realmente, o sólo hizo que fuera más fácil disimular los?
Porque los síntomas siguen ahí, no se han ido sin importar cuánto me haya esmerado en fingir que la estoy pasando de maravilla.
Los problemas de sueño, las pesadillas, la ansiedad, la culpa... toda la mierda sigue ahí.
Hice mi mejor esfuerzo en reprimir el dolor, reprimir lo que sentía... y la mentira no se volvió realidad, tal vez no fingí lo suficiente.
Tal vez largarme de este pueblo sea lo mejor, alejarme de este mundo falso que construí, de las estrictas normas religiosas, de los asesinatos, de Aiden.
Sí, la idea de alejarme de Aiden no me agrada nada, aunque ese tarado me haga enojar debo decir que me acostumbré a él.
Su forma de ser, su sonrisa sarcástica que me hacen hervir la sangre, el cómo le encanta burlarse de mí, las cosas que hace para ganarse el odio de todo Charlestone.
Todo en él me hace enojar y al mismo tiempo me gusta, un poco enfermizo la verdad.
En un inicio mi fijación en él era sólo física, pero luego se convirtió en otra cosa.
No creo que sea amor, no me imagino en una relación con Aiden, casados y adoptando hijos. Aunque no pueda dejar de pensar en él, no me parece que sea amor, debe ser otra cosa.
Y bueno, tendría que irme de este pueblo primero para poder salir con alguien que creerealmente me guste, otra razón más para no estar aquí.
Ya van varias...
Aunque la verdad, ¿todo fue malo?
Conocí a Isabel, alguien a quién realmente le tengo aprecio, incluso si no la he tratado del todo bien últimamente.
Irme de Charlestone significaría tener que dejar atrás a Isabel, cosa que no quiero, aunque para ser franco eso también sería lo mejor para ella.
Poder salir con alguien que no le mienta, ni la manipule, ni la use como fachada. Alguien que la quiera de manera auténtica y no fingida.
¿Debería decirle la verdad antes de irme? Sería lo mejor.
Saldrá herida y me odiará seguramente, pero es algo que me gané de todos modos.
Sí, se lo diré, al menos una vez debo intentar hacer algo bueno.
Miro hacia la pared y noto el día que es hoy, Domingo. Lo cuál significa misa.
Me levanto de la cama y voy hasta mi armario buscando algo que ponerme para esta noche.
Una camisa manga larga de color verde menta con botones y unos pantalones marrones, creo que con eso está bien.
Me pregunto si Aiden va a estar allí, usando ropa inadecuada para ese lugar y haciendo cosas que serían mal vistas, haciéndome enojar como siempre y dándome razones para ir a insultarlo y gritarle.
No puedo dejar de pensar en el imbécil hasta cuándo no quiero hacerlo, esto ya es preocupante.
Otra cosa que debería hacer es decirle a la policía sobre las palabras que me dijo la última víctima del asesino, contarles que Aiden es un psicópata, aunque para eso tendría que inventar una excusa creíble de cómo sé eso.
Incluso si Aiden queda descartado como el asesino, no queda descartado que pudo ayudarlo de algún modo.
Que los asesinatos empezaran justo después de que él llegó al pueblo, que la persona que cometió los asesinatos tenga el mismo color de ojos que él, y su condición mental, hay algo que no me cuadra en todo esto.
La información que encontré y la cuál tanto me hizo enojar, tal vez es el Universo echándome a patadas de este pueblo para que deje que hacer estupideces, pues no hay manera de que Aiden sea el asesino como venía creyendo todo este tiempo.
Ningún hombre puede serlo, pues la última prueba que fue encontrada indica que quién cometió los asesinatos fue una mujer.
Al menos conservo las esperanzas de que Aiden esté involucrado de otra manera, así lo podría destruir aunque no haya matado a esa gente él mismo.
Puede parecer que tengo una obsesión enfermiza con hacer añicos a Aiden... y puede que sea verdad, pero mi instinto no deja de gritarme que no baje la guardia con él, pues es malvado de alguna manera.
Como sea, me recuesto una vez más para relajarme un poco hasta que sea la hora de la misa.
...
7:00 p.m.
Estoy en la misa, sentado en un banco junto con mis padres. El Padre está dando su sermón como es habitual, mientras Isabel y los demás chicos del coro están parados esperando para empezar a cantar.
Isabel se ve particularmente hermosa el día de hoy, con un vestido sin mangas, de color lila que le llega a penas arriba de las rodillas. Sin maquillaje y con un peinado no tan arreglado. Un look un tanto más informal de lo habitual.
Lo curioso es que la forma en la que está vestida no es nada escandalosa, pero para los estándares de una sociedad religiosa y cerrada es... polémico.
A mi lado se sienta una anciana, con un vestido un tanto viejo, y no puedo evitar fruncir el ceño por algo que llamó mi atención.
Mis padres no parecen percatarse de la presencia de la mujer, su vista sigue fija al frente, en ningún voltearon a verla, ni siquiera de reojo.
¿No la notan? Qué raro.
-Isabel es una jovencita muy linda, ¿no crees?-tardo un momento en darme cuenta que me habla a mí, así que rápidamente respondo.
-Sí, lo es.
-Una muy buena persona, que merece a alguien igual de bueno.
¿Eh? Qué mujer tan extraña.
-Seguro...
-Lástima que la lastimarás, como lastimas a todos los que te importan.-dice la anciana.
Mis ojos casi se salen de sus cuencas cuando escucho eso.
¿Qué mierda...?
¿Por qué dijo eso? ¿Cómo puede saberlo?
Volteo a mirar a la mujer, quién me dedica una sonrisa y se levanta para caminar fuera de la Iglesia.
Me quedo en shock por unos segundos, pero rápidamente salgo de él y les dirijo la palabra a mis padres.
-Mamá, papá, me siento un poco mal, creo que voy a salir a tomar aire.-ni siquiera les doy tiempo de responder cuando ya me estoy dirigiendo a la salida, esa mujer me debe una explicación.
Cuando salgo a la Iglesia miro en todas las direcciones buscando a la señora, hasta que por fin la veo dirigiéndose a un callejón.
Callejón que yo sé que no tiene salida, pues conozco las calles de Charlestone tan bien como la palma de mi mano. Perfecto.
Corro en esa dirección y me adentro en el callejón, pero me sorprendo de lo que encuentro: nada.
La anciana no está.
La confusión que tengo ahora no tiene comparación, simplemente no entiendo nada.
Entré poco después de ella, no hay forma de que escalara tan rápido la reja que está al final del callejón, y menos sin hacer ningún ruido.
En ese momento mi mente une todos los cabos: que la anciana sepa cosas que no tendría que saber, que mis padres no se percataran de su presencia, que desapareciera así.
Sólo yo la vi porque no era real, la anciana no existía, era mi mente jugando me una broma pesada.
Mis ojos se llenan de humedad y mis piernas comienzan a temblar, caigo de rodillas y me pongo a sollozar.
Mi mente creó a una persona que no existe, y lo hizo con el fin de recordarme la basura que soy.
Esto no es...
Hago un par de arcadas, pero por suerte el vómito no sale, pues me lo trago antes de que eso pase.
No voy a arriesgarme a manchar mi ropa, no tengo ganas de darles explicaciones a mis padres.
Me levanto del suelo y me seco las lágrimas, listo para volver a la Iglesia.
Cuando llego me siento con mis padres y vestos me miran con preocupación.
-¿Te sientes bien?-pregunta papá.
Yo le sonrío-Estoy bien, sólo necesitaba algo de aire.
Ellos claramente no me creen, y voltean la vista al frente, pero cuando creí que el tema moriría aquí, mamá lo dijo.
-Luego hablaremos de eso.
Doy un bufido con molestia.
Fantástico, otra charla incómoda.
Volteo a ver dónde estaban Isabel y los chicos del coro para darme cuenta de que ella no está.
Volteo hacia mi madre y ella entiende rápido mi confusión.
-Isabel decidió volver sola a casa porque se sentía mal, sus padres quisieron acompañarla, pero ella dijo que estaría bien.
Asiento, comprendiendo lo que me dijo mamá. Luego me encargaré de ese asunto, por ahora mi mente está con el personaje ficticio de la anciana.
Nota de autor
Bueno, ya me estaba tardando pero aquí está, espero que disfruten el capítulo y les guste la sorpresa XD
Lean si les gusta.
Voten si quieren.
Comenten si les da la gana de hacerlo.
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