Capítulo 17: Manipulador
Esto no puede ser verdad.
—¿Podrías, por favor, repetirlo?
Ella suspira.
—Te pregunté si eres gay.
—¿Qué te hace pensar que soy gay?
—Ethan...
—Hablo en serio, Isabel, ¿qué te hace pensar que me gustan los hombres?
Ella desvía la mirada al suelo, de verdad no quiere hablar de esto.
¿Cómo lo supo? Fui muy discreto.
—Aiden.
Frunzo el ceño.
—¿Qué? ¿Qué tiene Aiden que ver en todo este asunto?
Soy capaz de estrellar la cabeza de ese imbécil contra el suelo si le dijo algo a Isabel.
—Ethan, yo...he notado que tú y Aiden tienen... cierta química.
Frunzo el ceño—¿Química?
—En tu fiesta de cumpleaños, varias veces me di cuenta de que tú y Aiden se lanzaban varias miradas, como si entre ustedes hubiera algo.
—Isabel, yo...no sé qué decir.
Ella traga saliva.
—Ethan, la respuesta que me des, no te juzgare. Tú conoces mi opinión respecto a ese tema, Dios ama a todos sus hijos, y no dejará de hacerlo por sus preferencias sexuales.
—Y tu de verdad crees eso.
Ella afirma.
—Hay pecados mucho peores como el asesinato, y aún así Dios los perdona.
Asiento dándole la razón. Eso es verdad.
—Sabemos que Aiden es bisexual, así que no sería descabellado que tú le gustaras, pero ¿qué me dices de ti?
—¿Qué quieres que te diga?
—La verdad, sea cual sea.
Agacho la cabeza, tratando de pensar una manera de salir de esta situación.
¿Qué le puedo decir?
De un momento a otro se me ocurre una idea, espero que funcione.
Empiezo a sollozar, como si tratara de reprimir el llanto.
—¿Ethan?—ella suena preocupada.
Y funcionó.
—Lo siento.—mi voz se quiebra.
—Ethan, ¿estás bien?
Y rompo en llanto.
—¡No! ¡No estoy bien, estoy enfermo!
Levanto la cabeza y la miro. No necesito un espejo para saber que mi cara debe de estar hecha un desastre.
El rostro de Isabel lo dice todo.
—Ethan, yo...
—La respuesta es sí, me gusta Aiden.
—¿Desde cuándo?
Desde que lo conocí.
—Creo que mi interés en él empezó pocos días antes de mi cumpleaños, y en mi mismo cumpleaños lo confirme.
¿Querías la verdad? Te daré la verdad, o al menos lo que me conviene que oigas.
Verán, podría decirle que mi interés en Aiden fue desde que lo conocí, pero eso la haría sospechar que me volví su novio por interés, lo cuál no me conviene.
En lugar de eso, la haré creer que empecé a interesarme en él poco antes de mi cumpleaños, es decir, cuándo ya éramos novios.
—Isabel, en serio lo siento.
Ella se acerca a mí para abrazarme.
—Ethan, tranquilo.
Continúo llorando.
—Te juro que estoy tratando de cambiar, sé que lo que soy está mal...
—No tienes que explicarme nada.
—Gracias por comprender, Isabel.
Apoyo mi mentón en su hombro, y aprovecho que ella no me ve para sonreír con satisfacción.
Eso fue muy fácil.
Después de que me calme, fui a mi casa.
Para resumir, logré convencer a Isabel de que siguiéramos siendo novios, con el argumento de que mi atracción por Aiden era algo pasajero.
Estoy seguro de que ella no me creyó del todo, pero tampoco insistió.
Debo decir que estoy orgulloso de mi desempeño ante la situación.
Es decir, Isabel descubrió que entre Aiden y yo había algo, y aunque al principio me alarme, supe usar la verdad (o mejor dicho, parte de la verdad) para librarme del problema.
Soy un excelente actor, cualquier que nos hubiese visto hubiera pensado que yo de verdad estaba destrozado. Isabel ni siquiera dudo cuando rompí a llorar frente a ella.
¡Denme mi puto Oscar!
Eso me da curiosidad, ¿de verdad soy tan bueno para manipular? ¿o es que las personas son tan fácilmente manipulables?
Sin importar de qué se trate, me ha servido bastante.
Y no dejaré de hacerlo hasta que vea que ya no me sirve, tan sencillo como eso.
Me lanzo sobre mi cama y, como es costumbre, me pongo a pensar.
Pude dejar que Isabel y yo rompieramos, no sería tan complicado conseguir otra novia.
Tal vez lo hice por comodidad, con Isabel fue fácil porque nuestra amistad fue casi inmediata y además estaba enamorada.
Y aún así tuve que esperar varios años para pedirle que fuera mi novia.
Qué tedio tener que repetir el proceso con una desconocida: buscar una chica a la que le guste, pasar tiempo con ella, ser su amigo, conquistarla, etc.
Con Isabel el proceso fue mucho más cómodo.
Aunque pensándolo mejor, tal vez ni siquiera tendría que gustarle a la chica, bastaría con hacerla creer que le gusto.
Y luego está Wilson, ya sabía que le gustaba desde hace tiempo, pero hasta ahora no me he puesto a pensar en qué hacer con eso.
Una persona enamorada es una persona útil, pero seducir a Wilson tal vez sea contraproducente.
La razón es más que obvia: no puedo arriesgarme a que Wilson sepa que no me gustan las mujeres, o al menos no ellas sólamente. En un pueblo tan pequeño como Charlestone, dónde el chisme se riega como si fuera polvo, hay que ser muy cuidadoso si quieres que tus secretos se queden de esa manera: en secreto.
Por eso seducir a Wilson sería un movimiento demasiado riesgoso.
Por el momento deberé dejar ese asunto sin atender.
En medio de mi aburrimiento, me acerco a la ventana y la abro.
Debo admitir que no me quejaria si de casualidad viera a Aiden haciendo ejercicio.
De verdad, la idea no me desagradaria en absoluto.
Siempre me ha gustado pensar que soy superior a otros de mi edad, en el sentido de no dejar que las hormonas nublen mi juicio, pero también tengo necesidades, qué les digo.
Tristemente Aiden no está en su habitación.
Tal vez se esté ejercitando en otro lugar de su casa, y si es así bien podría buscar verlo desde otro lugar, pero eso no es opción.
Porque eso sería llegar demasiado lejos por un poco de placer, y porque si Aiden me descubre, que es casi seguro, le daré material para hacerme enojar como al idiota tanto le gusta.
Cierro la ventana y vuelvo a mi cama.
Será otro día.
Cierro los ojos y trato de relajarme un momento.
Las clases empezarán pronto, lo cual es bueno.
Las tareas me darán con qué distraerme, algo que no implique vecinos atractivos y asesinos sueltos.
Río un poco. Cualquiera se asustaria si viera en qué ocupo mi tiempo.
La verdad, a mí también me preocupa un poco la manera tan relajada en la que me estoy tomando todo esto.
Qué más da.
Todo es un riesgo, si conduces corres el riesgo de sufrir un accidente, si fumas corres el riesgo contraer cáncer de pulmón, y pare de contar.
Si persigues a un asesino, supongo que corres el riesgo de convertirte en su blanco.
O que tu familia se convierta también en el blanco.
Abro los ojos como platos y me levanto rápidamente.
Mierda.
No había pensado en eso.
Perseguir al asesino no implica únicamente ponerme en peligro a mí, mi familia también lo está.
De un momento a otro empiezo a asustarme, ¿cómo no me di cuenta? ¿cómo no lo había pensado?
¡Mierda!
¿Cómo pude ser tan estúpido? Ahora tengo otra preocupación encima, esto es increíble.
En un intento por calmarme, me dirijo al baño.
Abro la puerta y entro.
Me dirijo al lavado y abro la llave, tomo algo de agua en mis manos y mojo mi cara con ella.
Inhalo y exhalo para tratar de tranquilizarme, y aunque sigo algo nervioso, al menos ya estoy un poco más tranquilo.
Cierro los ojos un momento y trato de despejar mi mente. No puedo perder la calma ahora, mi psique ya está lo suficientemente dañada como para dañarla más teniendo ataques de ira y pánico.
Lo de la fiesta en el bosque ya fue demasiado. Es increíble el poder que tiene ese aborto fallido para hacerme enojar, ni siquiera se esfuerza.
¿Por qué no soy capaz de mantener la calma cuándo lo tengo cerca?
Salgo del baño y me tiro en mi cama, doy un largo suspiro.
Qué día tan extraño tuve hoy, aunque tampoco es como si mis días fueran demasiado normales que digamos.
Me levanto y voy a la cocina, una taza de café me ayudará a relajarme.
Enciendo la cafetera, pongo el agua y el café en el filtro.
Espero unos momentos mientras el café se prepara. De verdad esto es un desastre.
Debí pensar en eso antes, pero estaba tan desesperado por recuperar la estabilidad del pueblo, que ni siquiera consideré las consecuencias de cazar a un asesino. Mis padres en un posible peligro, lo que faltaba.
En lo que pienso, veo cómo el café termina de hacerse, y desenchufo la cafetera.
Saco una taza y me sirvo en ella. Llenándolo hasta arriba.
Soplo un poco, y le doy un sorbo.
Escucho pasos venir y miro en esa dirección, veo cómo mi madre entra en la cocina.
Ella mira el café y parece sorprendida.
—Venía a preparar algo de café, pero al parecer tú te me adelantaste.
Me encojo de hombros—Necesitaba relajarme un poco.
Ella me mira con su típica preocupación maternal—¿Relajarte? ¿Qué sucede?
Me propuse atrapar al asesino sin tomar en cuenta las consecuencias, y es muy probable que ahora tú y papá estén en peligro por culpa de mi estupidez.
Ya sabes, cosas normales que los adolescentes hacemos cuando estamos aburridos.
Le sonrío para tranquilizarla—Estoy bien, pero ya me conoces, no puedo estar cinco minutos sin pensar mucho en algo.
Ella niega con la cabeza—No tienes remedio.
—En eso tienes toda la razón, ¿no te gustaría tomar café?
Ella asiente.
Me levanto a buscar una segunda taza, le sirvo hasta el tope.
—Gracias.
—De nada.
Ambos tomamos de nuestro café en silencio.
—Las clases empezarán pronto.
—Lo sé, hace un rato estuve pensando en eso.
—Es bueno, ¿sabes? Las tareas te darán algo que hacer. Alguien como tú, que piensa demasiado las cosas, no es bueno que tenga tanto tiempo libre.
—Estoy consciente de eso.
—¿Y no has pensado en qué vas a estudiar cuando estés en la universidad?
—Me llama la atención estudiar leyes.
Ella me mira con confusión.
—¿Quieres ser abogado?
Asiento.
—¿Por qué?
Pienso un poco en eso, en realidad hay varias razones.
Una de ellas es que los abogados son expertos manipuladores, y tengo que darle algún uso a mi particular talento.
Todo el mundo sabe que los abogados no son las mejores personas del mundo, y eso, de algún modo, me daría una forma de liberar mi oscuridad interna.
Obviamente eso no es lo que le voy a decir.
—No me gustan las injusticias.
Esa es otra razón, aunque parezca hipócrita que yo en particular lo diga, considerando que...
Bueno, no hay necesidad de dar tantos detalles.
—Entiendo.
Continuamos hablando de otros tantos temas.
Siempre me llevé mejor con mi madre que con mi padre.
Bueno, uno siempre se lleva mejor con uno de sus dos padres, supongo.
Físicamente, no me parezco a ninguno, pero en cuestiones de personalidad me parezco más a mi madre.
Ambos somos decididos en lo que hacemos, ambos inteligentes, ambos somos perceptivos y probablemente eso fue lo que pasé por alto cuándo me decidí a atrapar al asesino.
Bueno, se podría decir que aprendí de mis errores, ya que estoy dispuesto a lidiar, de alguna manera, con esos detalles de los que no me di cuenta antes.
—¿Y papá?—pregunto dándole otro sorbo al café.
—Durmiendo, ya lo conoces, cuando no está trabajando está durmiendo.
Río ante eso. Es verdad, papá nunca fue una persona demasiado activa. Otra cosa en la que diferimos, pues yo soy algo inquieto.
No es que sea hinperactivo, y de hecho me gusta tener mis momentos de relajación, pero sí soy más inquieto que mi padre.
Lo cuál podemos notar por el hecho de que me gusta salir a caminar para despejar mi mente.
—Volveré a mi habitación.
—De acuerdo.
Subo las escaleras hasta mi habitación, cuando llego cierro la puerta y me tiro en la cama.
Como es normal en mí, comienzo a reflexionar sobre lo que descuidé.
Debo arreglar esto.
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