Capítulo 16: Tenemos que hablar
Entro a la Comisaría, y, como es de esperarse, está llena de policías.
Como lo supuse, todo está a oscuras. Aún así, no puedo confiarme. En cualquier momento buscarán un generador, las cámaras volverán a funcionar, y estaré jodido.
Tengo que hacer esto lo más rápido que sea posible.
Aprovechando que nadie me mira, me desplazo lo más sigilosamente posible a dónde deberían de guardar los archivos.
Ventajas de ser delgado, es más fácil pasar desapercibido y ser silencioso.
No estoy nervioso, en realidad, estoy bastante más calmado de lo que debería para esta situación.
Da igual.
Veo una puerta, y mi intuición me dice que entre en ella. Le hago caso
Me meto en una habitación, en la que, supongo, deberían estar guardados los archivos.
Cierro con cuidado para no hacer ruido. Y me pongo a buscar.
Abro un gabinete para empezar a buscar.
Está demasiado oscuro, así que saco mi teléfono y enciendo la linterna.
Gracias a Dios que tengo teléfono a diferencia de varios jóvenes de la comunidad.
Ventajas de ser un santo, qué les digo.
Tan rápido como sea posible, comienzo a buscar entre las carpetas, cualquier información sobre Tamora.
Comienzo a perder la paciencia, hasta que veo algo que me puede ayudar.
Encuentro una carpeta.
Eureka
La coloco sobre un escritorio y comienzo a buscar información. La mayor parte son cosas que ya sé sobre Tamora, cosas sin demasiada relevancia.
Quién era Tamora, las cosas que hacía, a quienes conocía, bla bla bla...
Qué útil.
Hasta que veo algo que llama mi atención.
Frunzo un poco el ceño y lo repaso rápidamente.
Lo leo y no lo creo.
Esto es increíble.
Okay, esto no me lo esperaba.
...
Luego de analizar unos momentos lo que descubrí, salgo de la estación.
Voy caminando lentamente, por obvias razones. Me descubrirán más rápido si hago un escándalo.
Cuando estoy a unos diez metros, más o menos, de la estación de policía, escucho un sonido que me indica que ya pusieron en funcionamiento el generador.
Lo cual significa que ya las cámaras de seguridad funcionan. Y esa es la razón por la que no investigué más a pesar de haber podido, me habrían descubierto si me hubiese quedado más tiempo.
Si quiero que las cosas me salgan bien, a partir de ahora, debo empezar a actuar de manera más cuidadosa y aprender de mis errores.
He estado haciendo el ridículo, pero esa mierda se acabó.
Basta de ser impulsivo.
Basta de dejarme dominar por el pánico.
Basta de ser arrogante y asumir que mis planes saldrán bien, sólo para que me salgan mal después.
Basta de actuar como estúpido como lo he venido haciendo. Soy mucho más inteligente que eso.
Llegando a mi casa, lo primero que hago es subir a mi habitación y acostarme en mi cama.
Cierro los ojos y doy un suspiro.
Sonrío un poco. Por fin las cosas marchan bien.
Aunque tengo que decir que lo que encontré me tiene pensando.
Hugo y Tamora. Realmente nunca los conocí. Ellos no son las personas que pensé que eran.
Y apuesto que ellos murieron sin saber quién soy en realidad.
Stripper.
Tamora era stripper.
Según lo que leí, ella se iba a Nueva York dos veces al mes durante dos o tres días, con el fin de "llevar la palabra de Dios y tratar de salvar esa ciudad podrida".
Bueno, ya sabemos que ella también formaba parte de la podredumbre.
Quién hubiera pensado que la chica que solía desaprobar abiertamente ese tipo de cosas, las hacía lejos de la ciudad para que nadie lo supiera.
Ya no soy tan especial, Charlestone está lleno de falsos como yo.
Okay, ese pensamiento me hace sentir bien de alguna manera.
¿Por qué eso me hace sentir bien? No lo sé, pero lo hace.
Sonrío con ironía, definitivamente soy una persona complicada, no me entiendo a mí mismo.
Siento mi teléfono vibrar y lo saco de mi bolsillo. Desbloqueo el teléfono, el mensaje es de Isabel.
Frunzo el ceño en confusión, no recuerdo que tuviéramos una cita para hoy.
Leo el mensaje.
Isabel: Tenemos que hablar
¿¡Qué mierda!? ¿¡Como que tenemos que hablar!? ¿¡De qué!?
Cálmate, Ethan.
A ver, ella no puso ningún emoji como suele hacer, y eso significa que lo que quiera hablar conmigo, tiene que ser serio.
Aún así, no puedo alarmarme, saldré de esta situación. Sin importar de qué situación se trata.
Empiezo a escribir.
Yo: ¿De qué quieres hablar?
Ella no tarda en responder.
Isabel: Este tipo de cosas no se hablan por teléfono, Ethan, tenemos que hablar en persona
Mierda.
Yo: Está bien, ¿dónde?
Isabel: En mi casa, aprovechando que mis padres no están.
Yo: Isabel...
Isabel: No quiero tener sexo Ethan, esto es serio.
Yo: Como quieras, a todas estas, ¿por qué en tu casa y no en la mía?
Isabel: Necesito hacerte una pregunta, y prefiero que sea en mi casa porque no quisiera que tus padres escucharan la respuesta y salieras perjudicado.
Abro los ojos como platos. ¿Qué quiso decir con eso?
Yo: ¿Qué quisiste decir con eso? ¿Como que "perjudicarme?
Isabel: Mira, Ethan, es complicado de explicar, y no creo que por teléfono lo vayamos a resolver. Si quieres saber a qué me refiero, ven a mi casa.
Respiro profundo.
Yo: No vas a ceder, ¿cierto?
Isabel: No
Yo: Está bien, voy para allá. Espérame.
Isabel: Ok
Y la conversación concluye.
Apago el teléfono y lo vuelvo a meter en mi bolsillo.
Maldita sea.
Siemplemente, maldita sea.
Me levanto de la cama y me meto en el baño a arreglarme.
Me arreglo sólo un poco, estoy bastante presentable.
Cuando paso por la puerta de la habitación de mis padres, la toco un par de veces.
Espero un par de minutos. ¿Por qué tardarán tanto en abrir la puerta?
Seguro estarán durmiendo y los acabo de despertar.
Estoy a punto de tocar por segunda vez, cuando la puerta se abre.
Mi padre sale por la puerta, usando sólo un bóxer, su pecho está sudoroso y su respiración agitada.
Me sonrojo.
No estaban durmiendo...
Y yo no los desperté...
Dios, ¿por qué?
Okay, no soy ningún inocente, sé que los padres...hacen cosas cuando sus hijos no los ven. Pero aún así me da incomodidad y algo de asco imaginar a los míos en esa situación.
—Tengo que salir un momento, ya llegaré.
Él frunce el ceño.
—¿Ah? ¿Otra vez?
Su voz salió ronca. ¡Rayos! Debí esperar media hora al menos, esto es demasiado incómodo para mí.
—Isabel quiere hablar de algo conmigo. No me dijo qué es, pero dijo que tiene que ser en persona y ahora debo ir a su casa.
—¿Por qué su casa?
—Ella dijo que lo que me tiene que preguntar, debe ser en su casa porque sus padres no están.
Él parece asustarse.
—¿Porque sus padres no están? ¿No querrá...?
Niego con mi cabeza.
—No, le pregunté y dijo que no es por eso. Supongo que es verdad, si Isabel quisiera tener sexo conmigo, lo hubiera dicho.
—En la fiesta fue bastante directa.
Papá asiente lentamente en señal de comprensión.
—Está bien.
Él se voltea.
—Cielo, ¿qué hora es?
Mamá responde.
—¡Las 5:30!
Vuelve a mirarme.
—Procura volver antes de que anochezca.
—No tardaré.
—Bien.
Me alejo y empiezo a bajar por las escaleras.
Qué incómodo fue eso.
¿Cómo no escuché ningún gemido? Fueron muy silenciosos.
Tal vez deba seguir su ejemplo cuando me toque hacer lo mismo con Aiden.
Ruedo los ojos.
Controla tus hormonas, Ethan, se supone que eres mejor que eso.
Caminando por las calles, me empiezo a preguntar de qué querrá hablar Isabel.
La inquietud no deja de invadirme, a pesar de que sé que puedo resolver lo que sea que Isabel me quiera decir.
¿Hice algo mal? Procuré ser el mejor novio para ella, y hasta ahora juré que lo estaba logrando. ¿Qué error pude haber cometido?
Si no es por eso, ¿por qué sería?
¿Será que sus padres cambiaron de opinión respecto a lo nuestro? ¿Ya no quieren que seamos novios?
No, no creo. De todos los chicos en el pueblo, yo soy, por lejos, el indicado para Isabel. Sería absurdo que de un segundo a otro ellos me consideren indigno de ella.
Pero si no es eso, ¿qué es?
¿Sería posible que...?
No, eso no es posible, no hay manera. Ella no tendría cómo saberlo.
Quitando esas dos opciones, sólo queda una.
Abro los ojos como platos.
Espero que no se trate de eso, no sabría qué hacer si ella quisiera hablar respecto a eso.
Dios, me voy a volver más loco de lo que ya estoy, si es que eso es posible.
Cuando llego a la casa de Isabel, mi sorpresa no podría ser más grande, Aiden sale por la puerta.
¿Qué hace el imbécil aquí?
—¿Se puede saber qué haces tú aquí?—pregunto con más brusquedad de la que pretendía.
Como siempre yo tan tierno y adorable.
Él sonríe—Simple educación.
Frunzo el ceño.
—¿Educación?
—Verás, hoy recordé que no le había dado mis condolencias a Isabel por todo el asunto de su amiga.
—¿No es un poco tarde para eso?
Él se encoge de hombros—Supongo que sí, pero bueno, mejor tarde que nunca.
Alzo una ceja—Ajá, seguro que es por eso y no tienes otras intenciones.
Él ríe.
—Nunca confiaras en mí, ¿o sí?
Me le acerco hasta quedar frente a frente con él.
—Escucha bien, Aiden, porque no lo pienso repetir. El hecho de que ya no sospeche de ti respecto a los asesinatos, no quiere decir que confíe en ti o te crea incapaz de hacerle daño a alguien, ¿entiendes?
Su expresión se vuelve seria de pronto.
—¿Y si te dijera que tu desconfianza está justificada? ¿Qué pensarías?
Me encojo de hombros.
—Pensaría que mi intuición es excelente,—sonrío con algo de arrogancia—sin presumir, claro está.
Él sonríe una vez más.
—Como sea, ¿a qué viniste tú aquí?
—Eso a ti no te interesa.
—Como quieras, de todos modos ya Isabel me lo dijo, después de insistir un poco. Pero no te preocupes, sólo dijo que quería hablar contigo, pero no me dijo de qué.
—Yo tampoco lo sé, y a decir verdad, tampoco te lo diría de saberlo. Así que...
Él ríe.
¿A este tipo todo le hace gracia?
—¿De qué te ríes? ¿Por qué cada maldita cosa que te digo te hace gracia?
—Porque esa actitud agresiva que tienes conmigo pero no con los demás, me hace sentir especial sobre todos en este pueblo.
—Y eres especial, porque no es normal que cualquier persona se sienta orgulloso de ser tratado mal.
—Pero yo no soy cualquier persona, y tú tampoco.
Ruedo los ojos—Como sea, Aiden, adiós.
—Adiós, esperemos que tu fachada no quiera romper contigo.
Me encojo de hombros, mostrándole lo poco que eso me preocupa.
—Soy lo que cualquier padre quiere para su hija, si Isabel quiere terminar conmigo, ¿crees que me quedaría sin opciones?
Él se ríe a carcajadas, para luego irse caminando.
Lo que dije era en serio. Lo ideal sería que lo que tengo con Isabel durara lo más que se pudiera, pero si no, tengo de dónde escoger.
Después de todo, ¿qué padre no querría que su hija saliera con la perfección hecha carne?
Río un poco. Imbéciles
Me acerco a la puerta y toco un par de veces.
Espero unos momentos, los cuales aprovecho para pensar en mis posibles respuestas a lo que pueda decirme.
La puerta se abre, revelando a una Isabel con una expresión un poco neutral.
Ella sonríe un poco, pero es más bien una sonrisa forzada, de esas que esconden mucha incomodidad y nerviosismo.
—Me alegra que vinieras.
—Sí, bueno, si era urgente tenía que venir.
Ella asiente.
Se hace a un lado, invitándome a pasar.
Con un poco de comodidad, cruzo la puerta.
Con Isabel detrás de mí, me dirijo hacia dónde sé que está la cocina. Me siento en una de las sillas de la isla.
Conozco esta casa, he estado aquí varias veces.
Ella se sienta en el lado contrario, y me mira un segundo, como si estuviera pensando en qué decirme.
—¿Te gustaría un café?
—Sí, claro.
Ella se separa de mí y se dirije a la cocina a preparar el café.
Durante la elaboración, ella no me mira, incluso parece evitarlo.
La verdad es que yo también estoy algo incómodo, lo cuál no es normal.
La comunicación entre Isabel y yo siempre ha sido muy buena, no es común que haya estos silencios incómodos entre nosotros.
Cuando termina de hacer el café, lo sirve en dos tazas y me pasa una.
Soplo un poco y doy un sorbo.
Sonrío, café fuerte como me gusta.
Ella sonríe—El café fuerte es tu favorito.
Asiento—Tú definitivamente eres la pareja que cualquiera necesita. Las personas...suelen olvidar incluso qué día se conocieron. Pero tú, de alguna manera, sueles recordar estos detalles tan insignificantes.
Ella se sonroja levemente—Esos "insignificantes detalles" suelen ser más importantes de lo que uno pensaría. Por eso trato de recordarlos.
Asiento, dándole la razón.
—Isabel...¿de qué querías hablar?
Ella inhala y exhala, como queriendo calmar sus nervios.
Ella hizo la pregunta.
Dios, mátame.
Nota de autor
Okay, esto está fuerte.
¿De qué querrá hablar Isabel con Ethan?
Se los diría, pero no lo haré.
No se enojen conmigo, vida sin sorpresas no es vida.
Bueno, Tamora, ¿los sorprendió o lo vieron venir?
Si les soy sincero, lo de stripper fue algo súper improvisado jejeje.
Como sea.
Lean si les llamó la atención.
Comenten si quieren.
Voten si les da la gana de hacerlo.
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