❈༻༼28༽༺❈

❈༻"AHRCALIS: La Jinete Prohibida."༺❈
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༻.DRAKONÎAN: IMPERIO DE FUEGO.༺
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|CAPÍTULO 28|.
༼"Secretos y más secretos

❈᭄S H E R Y L. E L Y Z Z A B E T H
S O R R E N G H A I L L E.

Las barracas están casi llenas para cuando vuelvo por la noche, con el brazo derecho adoloridísimo en un cabestrillo azul marino que me convierte en un blanco aún más obvio, si es que eso es posible.

Los cabestrillos hablan de debilidad. De fragilidad. Dicen que eres un lastre
para el ala. Si me rompo así de fácil en la colchoneta, ¿qué va a pasar si me monto a un dragón?.

No se que carajos pasa conmigo, no ño entiendo...

El sol hace mucho que se puso, pero el pasillo está iluminado por el suave
resplandor de las luces mágicas mientras otras chicas de primero se alistan para dormir. Le sonrío a una que tiene una tela manchada de sangre pegada al labio hinchado, y ella me devuelve el gesto seguido de una mueca de dolor.

Veo tres catres vacíos en nuestra fila, pero eso no significa que esos cadetes
están muertos, ¿verdad? Podrían estar en el Cuadrante de Sanadores como yo
o quizá están en los baños.

—《¡Ya volviste!.》—Reyshel se levanta con un salto de su cama, ya vestida con
sus shorts y camiseta para dormir, y noto el alivio en sus ojos y sonrisa al verme. Veo que esta junto a una chica de cabello entre negro y morado, muy guapa, de hecho.

—《Ya volví. Perdí una camisa, pero ya volví.》—le digo con una pequeña sonrisa. —《Hola, soy Sheryl.》—me presento y ella me sonríe.

—《Lo sé, es un gusto, Sheryl, yo soy Violet Dhaeggers.》—se presenta y yo asiento.

—《Violet es mi amiga.》—dice y asiento. —《La cabrona se ha estado escondiendo de mi todo este tiempo.》—gruñe y yo me rio. —《Te pueden dar otra mañana.》 —dice mirandome, me da la impresión de que quiere abrazarme, pero al ver mi cabestrillo da un paso atrás y se sienta en la orilla de
su cama. Yo hago lo mismo en la mía, quedando de frente a ella. —《¿Cómo salió todo?.》—me pregunta.

—《Me va a doler durante unos días, pero estaré bien mientras lo tenga
inmovilizado. Sanará por completo antes de que comencemos con los retos
sobre las colchonetas.》—le digo.

Tengo dos semanas para averiguar cómo puedo evitar que esto pase de
nuevo.

—《Yo te ayudaré a vestirte.》—me promete.

—《Yo también puedo ayudar.》—dice Violet.

—《Mejor, somos 3 contra el mundo, tenemos que intentar no morirnos.》—dice Reyshel.

—《Yo no planeo hacerlo por un largo tiempo.》—dice Violet.

—《Haré lo posible por no morirme.》—sonrío pese al dolor en mi hombro y
brazo. El efecto del tónico ya pasó y me está empezando a doler horrible. —《Y yo te ayudaré en historia.》—apoyo mi peso sobre la mano izquierda, que se desliza bajo mi almohada.

Ahí hay algo.

—《Somos invencibles.》—declara Reyshel, que está siguiendo con la mirada a Khiarel, la chica voluptuosa que me presentó el primer dia, mientras pasa junto a nuestras camas.

Violet niega mientras ríe.

Saco un librito, no, es un diario, con una nota doblada encima que dice mi nombre, con la letra de mamá. Abro la nota con una sola mano.

Sheryl, mi pequeña:
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Esperé hasta leer las listas esta mañana y no estás en ellas, gracias a los Dioses. No me puedo quedar.

Me necesitan en mi ala, y aunque pudiera seguir aquí, no me dejarían verte. Soborné a un escriba para
que dejara esto en tu catre. Espero que sepas lo orgullosa que me siento de ser tu madre. Hay algo que no te he contado y se que suena estúpido hacerlo ahora mismo pero... encontrarás varios enemigos en el Cuadrante, y no solo por lo que los Sorrenghaille le hicieron a las familias de esos chicos, si no porque... uno de ellos, asesino a alguien importante para nosotros Slanderly Ehthan Sorrenghaille, tu hermano mayor.

Sé qué no debería decirte esto ahora pero... necesitas estar preparada, no todo es como parece, pero eres inteligente, tu sola te darás cuenta.

Agregué algo de mi sabiduría ganada a pulso por aquí y por allá, pero la mayor parte es suya, y sé que tu hermano hubiera querido que tú lo tuvieras. Él te hubiera querido viva.

Te quiere,
Collheen Khovalkev, tu mamá.
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Trago saliva para deshacer el nudo en mi garganta y dejo la nota a un lado.

— ¿Qué es?.》—me pregunta Violet.

—《Algo que era de mi hermano.》—las palabras apenas logran salir de mis labios mientras abro el cuaderno. El pecho se me aplasta y una oleada de pena me va llenando, tengo un hermano, o tenia, según dijo mamá. —. 《El libro de Slanderly Ehthan Sorrenghaille.》 —digo en voz alta,
leyendo la primera página, y luego paso a la segunda.

Mamá:
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Puedes estar tranquila, soy un Sorrenghaille, así que sobreviviré, pero supongo que debería dedicar este libro a mi pequeña hermana, Sheryl.

Sé que sobrevivirás, enana, siempre lo hacemos, somos guerreros desde la cuna. Quizá no tan espectacularmente como yo, pero no todos pueden alcanzar estos niveles, ¿verdad? Jsjs.

Ya en serio, esto es todo lo que he aprendido. Mantenlo a salvo. Escóndelo. Tienes que vivir, por nuestros padres, por nuestro legado.

Slanderly.
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Las lágrimas se me agolpan en los ojos.

—《Solo es su diario.》—miento, pasando algunas páginas. —《Murió hace 50 años.》—le digo.

—《Ay, lo…》—Violet se acerca, con los ojos llenos de compasión. —《Nosotros tampoco quemamos todo siempre. A veces es lindo tener algo,
¿verdad?.》—me dice.

—《Sí...》—susurro. Tener esto es valiosísimo, pero también, peligroso.

Violet se reclina en su cama, abre su libro de historia y yo vuelvo a la
historia de Slanderly, que comienza en la tercera página.

Sobreviviste al parapeto. Bien. Mantente atenta durante los próximos días y no hagas nada que llame la atención. Dibujé un mapa donde podrás ver no solo dónde están los salones, sino también dónde se reúnen los instructores. Sé que estás nerviosa por los retos, pero no deberías. Puede que parezca que eligen a los oponentes al azar, pero no es así. Lo que los instructores no te dicen es que deciden cuáles serán los retos desde una semana antes, Sheryl.

Cualquier cadete puede pedir un reto, claro, pero los instructores ponen oponentes buscando deshacerse de los
más débiles. Eso significa que cuando comience el combate real, los instructores ya saben a quién te
enfrentarás ese día. Este es el secreto: si sabes dónde buscar y puedes colarte sin que nadie te vea, sabrás con quién vas a pelear y así podrás prepararte.

Ahogo una expresión de sorpresa y me devoro el resto de la entrada mientras la
esperanza va floreciendo en mi pecho. Si sé con quién voy a pelear, podré
comenzar con la batalla antes de llegar a la colchoneta. Mi mente se pone a
trabajar y un plan empieza a tomar forma.

Dos semanas, ese es el único tiempo que tengo para conseguir todo lo que
necesito antes de que comiencen los retos. Todo está aquí.

Una sonrisa comienza a llenarme lentamente la cara. Sé cómo sobrevivir.

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Nunca has pensado que... estar en el lugar equivocado, en el momento equivocado, ¿es un suicidio?. Yo si, y pues...

—《¡Carajo!.》—exclamo entre dientes cuando la punta del pie se me atora en una piedra y me tropiezo entre la hierba alta que crece junto al río bajo la Academia.

La luna llena esta bella, e ilumina mi camino, pero eso implica que estoy
sudando sin control bajo esta capa para mantenerme escondida, por si acaso
alguien más anda aquí afuera después del toque de queda.

Por el río corre el agua que baja de las
montañas, la corriente es rápida y letal en este momento del año,
especialmente al llegar a la enorme picada del barranco. Con razón el de
primero murió ayer al caer durante nuestro tiempo libre. Desde el parapeto,
nuestro pelotón es el único cuadrante que no ha perdido a nadie, pero sé que es poco probable que eso dure mucho en esta despiadada Academia.

Me acomodo el pesado morral sobre el cabestrillo y me acerco al río, por la
ancestral arboleda de robles donde sé que una enredadera de bayas pronto estará en su punto. Cuando maduran, las bayas moradas son agrias y apenas se pueden comer, pero si se les recoge prematuramente y se les pone a secar, se convierten en una excelente arma en el creciente arsenal que he ido formando durante nueve noches de escabullirme. Esta es exactamente la razón por la que traje mi libro de venenos.

Los retos empiezan la próxima semana, y necesito todas las ventajas posibles.

—《Uno, dos, tres...》 —susurro, y encuentro exactamente el roble que necesito.

Sus ramas crecen a lo ancho y largo, algunas incluso se atreven a extenderse
sobre el río. Por suerte para mí, la más baja se puede trepar con facilidad, en
especial por la hierba que está extrañamente aplastada debajo de ella.

Una ráfaga de dolor me recorre el hombro cuando saco el brazo derecho del cabestrillo y comienzo a trepar a la luz de la luna y de mi memoria. El dolor
pronto baja hasta convertirse en solo una molestia, como ha pasado todas las
tardes cuando Reyshel me destruye sobre la colchoneta. La cabrona es demasiado buena. Espero que mañana
Nholan me deje quitarme al fin el molesto cabestrillo.

La enredadera se ve engañosamente parecida a la hiedra venenosa al subir por el tronco, pero he escalado este árbol las veces suficientes para saber que es el que quiero. Es solo que nunca había tenido que treparlo con una maldita capa. La tela se atora en casi todas las ramas mientras subo con movimientos lentos y firmes, dejando atrás la ancha rama en la que solía pasar horas leyendo.

—《¡Mierda!.》—un pie se me resbala en la corteza y el corazón se me detiene
por un instante en lo que encuentro en qué apoyarme.

Esto sería mucho más fácil durante el día, pero no puedo arriesgarme a que me atrapen.

La corteza me araña las palmas entre más alto voy trepando. Las puntas de
las hojas de la enredadera son blancas aquí arriba, apenas visibles bajo la luz
moteada de la luna que se cuela entre el dosel formado por los árboles, pero
sonrío al encontrar exactamente lo que estaba buscando.

—《Ahí están.》 —las bayas tienen un hermoso color lavanda porque aún no
han madurado. Perfecto.

Entierro las uñas en la rama que está arriba de mí y logro no tambalearme lo suficiente como para sacar un bote vacío de mi morral y destaparlo con los dientes. Luego arranco unas cuantas bayas de la enredadera hasta llenar el frasco de cristal y le vuelvo a poner la tapa. Entre estas, los hongos que ya recogí esta noche, y otras cosas que he recolectado, debería poder sobrevivir a todos los retos del próximo mes.

Ya casi termino de bajar del árbol, solo me faltan unas ramas, cuando detecto movimiento debajo de mí y me detengo. Espero que solo sea un ciervo.

Pero no lo es.

Dos siluetas con capas negras, que aparentemente es el disfraz de moda esta noche, caminan bajo la protección del árbol. La más pequeña se recarga en una rama baja y se quita la capucha para revelar esa cabeza con cabello rojo y rapada a la mitad que conozco tan bien.

Irinkha, la compañera de pelotón que casi me arrancó el brazo hace diez
días.

El estómago se me tensa y luego se me revuelve cuando el segundo jinete se
quita la capucha.

Dhrackarius Khovalkev.

Mierda...

Nos separan apenas unos cuatro metros y aquí no hay nada, ni nadie que
evite que me mate. El miedo me agarra por el cuello y aprieta con fuerza
mientras me aferro a las ramas que están a mi alrededor, debatiéndome si me conviene contener la respiración para que Dhraco no me escuche, aunque me caiga del árbol, o si me desmayo por la falta de oxígeno.

Comienzan a hablar, pero no alcanzo a escuchar lo que dicen por el sonido
del río. El alivio me llena los pulmones. Si yo no puedo escucharlos, ellos
tampoco me pueden escuchar mientras me quede donde estoy. Pero solo se
necesita que él levante la vista para que esté frita, literalmente, si decide
entregarme como bocadillo para su Roja Cola de Daga. La luz de la luna que
hace unos minutos agradecía ahora se ha convertido en mi mayor problema.

Lenta, cuidadosa y silenciosamente, me alejo del espacio iluminado por la
luna hacia la rama de más arriba para esconderme entre las sombras. ¿Qué está haciendo aquí con Irinkha? ¿Son amantes? ¿Amigos? Por supuesto que no es de mi incumbencia, pero no puedo evitar preguntarme si Irinkha es la clase de chica que le gusta ahora, de esas cuya belleza solo es superada por su brutalidad. Se merecen mutuamente.

Dhraco se da la vuelta, quedando de espaldas al río, como si estuviera
buscando a alguien y, claro, de pronto llegan más jinetes a reunirse bajo el árbol.

Todos están vestidos con capas negras y se saludan estrechando sus manos. Y
todos tienen reliquias de rebelión.

Genial...

Mis ojos se llenan de sorpresa mientras cuento. Son casi 20 de ellos, unos
cuantos de tercero y un par de segundo, pero todos los demás son de primero.

Conozco las reglas. Los marcados no pueden reunirse en grupos de más de tres personas. Están cometiendo un delito mayor solo por estar juntos. Obviamente es una especie de junta, y me siento como un gato aferrándose a las ramas llenas de hojas de este árbol mientras los lobos dan vueltas allá abajo.

Su reunión podría ser completamente inocente, ¿no? Quizá extrañan su
hogar, como cuando los cadetes de la provincia de Bhrisshac se pasan el
domingo en el lago cercano solo porque les recuerda al océano que tanto echan
de menos.

O quizá los marcados están haciendo un plan para convertir a la Academia y al Reino en cenizas y terminar lo que sus padres comenzaron.

Puedo quedarme aquí e ignorarnos, pero mi autocomplacencia, mi miedo,
podría acabar con la vida de muchos, si están planeando algo. Decirle a Dhareios es lo correcto, pero ni siquiera alcanzo a escuchar qué dicen.

Mierda. Mierda. Mierda...

Las náuseas me revuelve el estómago. Tengo que acercarme más.

Manteniéndome en el lado opuesto del tronco y sin salir de entre las sombras que me envuelven, bajo una rama con la velocidad de un perezoso, conteniendo la respiración mientras pruebo cada rama con un poco de mi peso antes de bajar por completo. Sus voces siguen ahogadas por el río, pero puedo escuchar al que habla más fuerte, un tipo alto de cabello oscuro y piel pálida, cuyos hombros ocupan el doble del espacio que los de cualquiera de primer año, y que está parado en posición opuesta a Dhraco y trae el rango de tercero.

—《Ya perdimos a dos de los nuestros.》 —dice, pero no alcanzo a escuchar la respuesta.

Tengo que bajar otras dos ramas para escuchar sus palabras con claridad. El
corazón me late como si quisiera escaparse de mis costillas. Estoy tan cerca que cualquiera podría verme si observara con atención; cualquiera menos Dhraco, porque está de espaldas a mí.

—《Nos guste o no, vamos a tener que mantenernos juntos si quieren llegar
vivos a la graduación.》—dice Irinkha.

Con un saltito a la derecha podría
devolverle esa cruel maniobra que hizo en mi hombro, le daría una patada veloz en la cabeza.

Es solo que en este momento valoro mi vida más de lo que quiero vengarme,
así que dejo mis pies donde están.

—《¿Y si descubren que nos estamos reuniendo?.》 —pregunta una de primero con la piel oliva, mirando a todos en el círculo.

—《Hemos hecho esto desde hace meses y nadie se ha enterado.》—responde Dhraco, quien se cruza de brazos y se recarga en la rama que está abajo a mi derecha. —《No lo sabrán a menos que alguno de ustedes lo diga. Y si dicen algo, yo lo sabré.》 —la amenaza es obvia en su tono. —《Como dijo Dhaemon, ya perdimos a dos de primero ante su propia negligencia. Solo quedamos 48 en el Cuadrante de Jinetes y no queremos perder a nadie más, pero así será si no se ayudan. Las probabilidades siempre están en nuestra contra y, créanme, todos
los del cuadrante buscarán razones para llamarlos traidores o para obligarlos a fallar.》—gruñe.

Los demás hacen un sonido de afirmación y la intensidad en la voz de Dhrackarius Khovalkev me deja sin aliento. Carajo, no quiero encontrar nada admirable en ese tipo, pero ahí está, siendo insoportablemente admirable. Imbécil.

No entiendo... ¿porqué este cambio? ¿Qué paso? ¿Es por lo que mi abuela le dijo? Juro por los ancestros que creí que era por eso, pero verlo aquí ahora... me pone a dudar, ¿que carajos esta pasando y que tiene que ver Dhrackarius Khovalkev con la traición de hace 50 años?.

—《¿A cuántos los han estado moliendo en los mano a mano?.》—pregunta
Dhraco.

Cuatro manos se elevan, ninguna de las cuales pertenece al rubio de los pelos
parados que está con los brazos cruzados y les gana en altura por al menos una cabeza a todos los demás, al cual reconozco, Lhuccien Rhomankov.

Está en el Segundo Pelotón, Sección Domador de nuestra ala y ya es el mejor cadete del año. Prácticamente cruzó corriendo el primer reto y destruyó a todos sus oponentes el día de evaluación física.

—《Mierda.》 —maldice Dhraco, y daría cualquier cosa por ver su expresión
mientras se lleva una mano a la cara.

El grandote, Dhaemon, suspira.

—《Yo les enseñaré.》—dice él. Ya lo reconocí. Es el líder de la Sección Ignis del Ala cuatro. Mi superior directo, por encima de Dhareios.

Dhraco niega con la cabeza.

—《Eres el mejor para la lucha de todos nosotros…》

—《Tú eres el mejor para la lucha.》—replica con una pequeña sonrisa uno de
segundo que está cerca de Dhraco. —《Eres un híbrido, mitad Dragón, mitad Jinete. Todos estos años han estado engañando a esos tontos de Althair en sus narices, hasta que ella lo descubrió. Eres poderoso, Dhraco, más de lo que muchos imaginan.》—dice el chico y eso me deja pensando.

Miro mejor al chico, es guapo, con la piel clara, coronada por una nube de rizos largos negros azabache. Sus facciones son lo suficientemente parecidas a las de Dhraco como para que pudieran ser parientes. ¿Primos, quizá?.

Pero creí que la familia de Dhraco había muerto, ¿entonces... que es esto?.

.

.

.

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❈༻༼✎NOTA DE AUTORA༽༺❈

¡Hola! ¿Como están?.

Les traigo un nuevo capítulo de esta historia, espero y les haya gustado.

¿Qué les ha parecido el capítulo?.

¿Qué opinan de lo ocurrido?.

¿Qué creen que pueda pasar ahora?.

¡GRACIAS POR LEER!.

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Breysis.P©️

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