Mañana, y donde vayas; contigo

Capítulo 66: Mañana, y donde vayas; contigo

—¡Lúa!

Pato, desde que escuchó el sonido de mi celular romperse, salió de la cocina enseguida, dejando los platos sobre la mesa.

»¿Q-Qué pasa?— cuestiona recogiéndolo del suelo. Yo, en cambio, estoy en la silla con un gran número de pensamientos negativos en la cabeza.

Tengo que tranquilizarme, respirar profundo y controlarme. ¡Si no lo hago, soy capaz de cometer una locura!

—Muchas cosas están ocurriendo, eso pasa— le tomo el celular de las manos.

La pantalla quedó echa pedazos. Le toco un extremo, cuando se congela y me manda a otro sitio. No responde.

»Maldita sea— después de tremendo golpe, era de suponer que se trabe —Pato, necesito tu celular.

—¿Me puedes explicar qué sucede?— pregunta pasándomelo —No me digas que discutieron de nuevo. ¿No se suponía que estabas reconsiderando hacer las paces? ¡¿Qué pasó?!

—No tiene que ver con Imri. Bueno, sí, pero no— marco el número del único que podría ayudarme, no me importa que sea a las malas.

Hmp, lo tiene agregado. Entre los contactos, me apareció el nombre de Fei después de escribir el número.

—Oye, ¿por qué quieres llamar a Fei?— me sacude los hombros —¡Lúa, necesito contexto!

—Tengo que ir al bosque, pero no puedo hacerlo sola después de algo que sucedió— detesto que mis decisiones dependan de las ganas de alguien más. Menos de una persona que nunca hace nada por mí —Debo ir de inmediato.

—Pero Fei está en Santo Domingo.

¿Y eso cómo lo sabe?

—No sabía que ustedes dos habían recuperado el contacto.

Primero me sorprende que lo tenga agregado, y ahora también sabe dónde está.

—¿Qué? ¡No!— niega rápido con la cabeza, quitándome el celular de las manos —Sí, admito que le devolví el «follow» en insta, pero eso no significa que hablemos— entra a la aplicación y pulsa el perfil de Fei, donde subió varias stories —Mira, esta la subió hace un par de horas.

El hombre subió un video en donde se muestra bastante divertido con un grupo de amigos, mientras almuerzan en uno de esos restaurantes «cariñosos» de la zona colonial; un sitio bastante histórico, y al mismo tiempo bien turístico. En el video, algo en específico llama mi atención:

—¿Y esa quién es?— hay una rubia que no le quita los brazos de encima. Ella se aprecia muy cercana con todos, pero más con Fei en especial.

—Ha de ser algún ligue, supongo. También me sorprendió.

—¿Ligue?— levanto las cejas. Pero si hace días me estuvo consultando sobre su relación —Que ligue ni que nada. Fei tiene novia, o lo que sea que sean ellos.

—¿Cómo?— se lleva la mano a la boca.

—Y peor, es una loba.

Larimar le aplastará la cabeza si se entera de que anda de permisivo con sus amiguitas, y no precisamente la de arriba.

Pienso que lo suyo se trata de permisos, porque hasta donde sé y no tengo idea de si cambió, Fei podrá ser lo que quiera, pero nunca un perro infiel.

—¿Vas a llamarlo de todos modos?— me pregunta Pato al verme marcar su número después de que le tomara el celular de nuevo.

—Él podrá estar en el mismo Haití, y tendrá que venir— no tengo tiempo para moralidades, planeo usar lo que tenga en manos

¿Soy mala? Lo siento. Las cosas salen como quiero cuando lo soy.

—¡Hey, Pato!— saluda enérgico. Escucho voces de fondo —¿Todo bien? Es raro que me llames.

—Hola, Fei. ¿Sigues en la capital?— mi tono macabro me delata —Debes estar divirtiéndote.

—Umm...— se queda callado por unos segundos —¿En serio le cogiste el celular a mi mejor amiga Pato?— la chica rueda los ojos al escucharlo —No te recordaba tan acosadora. Creí que sabías lo que significaba ser bloqueada.

¿Cómo que me bloqueó?

¡Él pudo hacerlo de sus contactos, pero ya quisiera yo hacerlo de mi vida! Fei nunca me dejará en paz, es hora de que yo tampoco lo haga.

—Quiero que vengas y me lleves al bosque. Algo grave sucedió y necesito estar allá.

—Ya te dije que no puedo. Ni siquiera ando en la ciudad.

—Sí, sé muy bien dónde andas y con quienes.

—Con unos amigos, ¿por?

—Y veo que te llevas muy bien con ellos, específicamente con la linda rubia a la que Larimar no dudaría un solo segundo en destrozar. Eso, después de que te asesine.

—¿Disculpa?— se puso serio. Ya no me habla con condescendencia.

—Larimar una vez amenazó con aplastarme la cabeza, y lo hubiera hecho de no ser por Imri. ¿Qué te espera a ti? ¿Eh, César?

—No me jodas, Estrella.

Y ahora me llama por mi apellido.

—¡Oh, oh! ¿Qué tal si lo hacemos más divertido? ¡Hay un lobo feroz que quiere conocer a la pareja de su cachorra adorada! Te daré una pista, ¡él siente bastante desagrado por los humanos!

—¿Cómo te atreves a extorsionarme?

—Ahora mismo no tengo de otra. Haz lo que te pido si no quieres que mi desesperación me domine.

—Ninguno de tus intentos de extorsión servirán conmigo. Primero, recuerda que soy un lobato, por lo que atacarme sería una ofensa directa hacia mi alfa.

»Además, entre hacerte caso a ti, que eres una ladrona de hijos; a mí, que soy un pobre e inocente hombre, ¿con quién Larimar se decantaría más?

Hizo un tremendo discurso solo para no hacerme un favor. Me ha dejado sin palabras.

—Así me pagas después de todo lo que he hecho por ti— es definitivo, ya estoy harta de él —¿Sabes qué? Espero que me hayas bloqueado para siempre, porque no quiero saber nada de ti. ¡Somos desconocidos a partir de ahora!

Como bien dicen por ahí: no recuerdo, pero tampoco olvido. Él nunca ha tenido la intención de ayudarme. Lo recuerdo muy bien; hace meses, ni siquiera se molestó en cantar en el cumpleaños de Ra.

No soy rencorosa, pero esas son cosas que uno toma en cuenta.

»Es un ingrato— rechisto después de colgarle y devolverle el celular a Pato.

Todo se pondrá mal si decido acudir al bosque por mi cuenta. Se supone que ya aprendí la lección, el que vaya les dará razones para juzgarme.

»¿Y ahora qué haré?— me siento en el sofá, apoyando la frente en las palmas de mis manos. Sin importar lo mucho que haya aprendido el camino para ir al bosque, simplemente no puedo darme el lujo de aparecerme sin más.

Planeaba usar a Fei como tapadera. Las cosas se iban a ver menos mal si lo tenía de acompañante.

—Umm— gimoteo con el mentón tambaleante.

Después de tanto tiempo, Imri desafió a su alfa solo por venir conmigo. Por un lado, no me agrada que peleé con su mamá por mi culpa, pero por otro... ¿No se supone que esto era lo que quería?

El sistema de ellos es diferente: obedece a tus alfas y mayores o sufre las consecuencias. Por ende, era entendible que, siendo alguien que se crió bajo un sistema tan rígido, se le hiciera difícil oponerse a ello.

Y lo hizo por mí.

Creo que comienzo a ceder.

»Ay, ¿en qué estará Imri?— lloriqueo de preocupación. Nunca estaría lo suficientemente enojada con él como para que no me duela imaginarlo con frío; preso por la diabólica de su madre —Maldita sea— digo con el mentón tenso.

Si tan solo...

—Tranquila, Lúa— Pato se sienta al lado de mí. Detesto lo llorona que soy cuando me enojo, ahora mismo tengo los ojos llenos de lágrimas, las cuales por suerte se quedan allí.

¡No quiero llorar, deseo incendiar todo! ¡¿Por qué mi cerebro no lo entiende?!

»Mira, Fei me escribió que vendrá dentro de dos horas— me enseña el mensaje.

«Dile a Lúa que llegaré en dos horas, que ya no joda».

Leo que dice.

—Como lo odio— chillo tapándome los ojos.

Sin embargo, lo necesito.

Diablos, en esta ocasión hubiera sido conveniente que estuviera embarazada. De esta forma, culparía al mini Imri por hacerme sentir este mar de emociones.

—Bien— me pongo de pie —Iré a prepararme.

No planeo llevarme nada conmigo. Después de todo, no me pienso quedar. Mi objetivo es uno y es traerme a mi familia de regreso.

—Yo también debería hacerlo— dice Pato, lo que me hace detenerme.

—¿Hacer qué?— arqueo la ceja.

—¿Crees que te dejaré ir sola?— cruza las piernas —Me propuse acompañarte. Sea aquí o en el bosque, no te dejaré sola. Iré contigo.

—Lo siento, pero no. Es peligroso— no sé cuál sea su reacción si ven a otra humana pisando sus tierras.

Con lo extremistas que son, va y piensan que estamos planeando una invasión. Dos huma-lobos son suficientes.

—Ay, por favor— se levanta —¿Qué podrían hacerme?

—No seas ingenua.

Ella lo dice porque hasta ahora ha conocido a los normalitos, y eso es mucho decir.

—Ando contigo. ¿No se supone que te convertiste en lo mismo que Fei?— también le conté sobre el origen del hombre —Debes tener los mismos derechos que los demás lobos.

Y, aun así, no obedecí el castigo. Me pregunto si el alfa estará enojado conmigo. Hasta ahora, además de Imri y el alfa Edry, él es el único que conoce mi posición.

Yo, como lobata, ¿debía quedarme? Mejor ni pensarlo.

—Las cosas no funcionan así— ni siquiera sé cómo funcionan —No puedo arriesgarte.

—Ya te dije, no me voy a separar de ti— entrelaza su brazo con el mío —Desde ahora y hasta asegurarme de que estés bien, seremos siamesas.

—Ay, ¡no seas fastidiosa, Pato!– rechisto yéndome a la habitación. Ella me cae detrás —Te vas a quedar. Punto.

—¡No hasta que dejes de somatizar tus emociones!

—¡Oye!— reprocho con los ojos achicados —Recuerda nuestro acuerdo. Nada de psicologizarme.

—Tsh— rueda los ojos —El punto es que mi misión consiste en estar contigo, incluso si me consideras fastidiosa.

—Ya te dije que no— tomo un abrigo negro del armario. La temperatura del bosque bajó bastante desde que entró el invierno.

—No podrás detenerme.

—Umm— arrugo el entrecejo —¡Patria!

***

—No puedo creer que al final hayas venido— gruño con los brazos cruzados.

Fei llegó, y por más que le insistí porque no viniera, Pato se subió en el vehículo. Ahora mismo, ella se encuentra en el asiento de copiloto, mientras que yo me sitúo detrás de la chica con la cabeza apoyada en el borde de la ventana.

Al principio, Pato se iba a montar conmigo, pero Fei se quejó diciendo que no era taxista y que una de las dos debía pasar hacia adelante.

Es obvio que ella fue la que terminó haciéndolo.

—Esa mirada tuya me mata— comenta el hombre. Él me mira por el retrovisor —Al final estoy aquí, ¿no? Ya deja de verme con intenciones sangrientas.

—Jum— le corto los ojos, desviando la vista hacia el paisaje.

—¿Viste el gesto que hizo?— le pregunta a Pato —Me mira con desprecio después de que haya manejado dos horas a causa suya, todo para que se reúna con alguien con quien duró apenas una semana enojada.

»No entiendo la desesperación. Recuerdo que una vez me llegaste a ignorar por un mes completo.

Ya veo por qué no se puede seguir siendo «amigo» de los ex. Te echan todo en cara.

—Bueno, siendo tú, a cualquiera le dan ganas de ignorarte— responde Pato —No le recrimines, se oye raro viniendo de ti. No olvides que eres su ex.

—¿Por qué aceptaste traerme?— cuestiono —Es obvio que tienes algún motivo egoísta.

Estoy rodeada de gente maquiavélica.

—Claro, siempre pensarás mal de mí.

—Como sea, gracias— suspiro —Debo llegar cuanto antes— sueno la nariz nada más de imaginarme lo que está pasando.

—Y ahora estás triste. No te entiendo.

—Culpa al mini Imri— me encojo de hombros. Ahora que mi prueba salió negativa, lo usaré libremente como excusa para mi comportamiento cuestionable.

—¿A quién?— detuvo el auto de repente.

—Lúa— me llama Pato con las cejas en alto.

—El mini Imri es el culpable de que haya sido mala contigo— me pongo la mano en el pecho —No quise extorsionarte. No sé qué me pasó— bato las pestañas para más credibilidad.

—¿Tú estás...?— se le cae la mandíbula de la impresión —T-Tú...

—Nunca dejarás de sorprenderme— con la cara juiciosa que me mira Pato —Oye, ¿por qué te detienes? Vamos, conduce— le da varios toques en el hombro.

—Vaya— vuelve a poner el auto en marcha —Bueno, felicidades, supongo.

«Feliz no bebé».

Es normal que esté sacado de onda. Al principio no lo recordaba, pero después de pensarlo, Fei sí me llegó a insinuar muchas veces la idea de tener hijos en el futuro. Nunca fue directo y con razón, siempre respondía con mucho desagrado.

En la actualidad me pasa lo mismo con Imri. La única diferencia es que este fue lo suficientemente valiente como para hacerme saber su posición.

«Ra fue traído con amor al mundo. Quiero lo mismo para otro hijo mío».

¿En serio le agradó que yo no estuviera embarazada?

¿Imri es capaz de sacrificar su deseo por mí? Él confía en que en el futuro cambie de opinión, ¿pero y si nunca lo hago?

Si lo pienso bien, sería egoísta tenerlo conmigo cuando yo no le puedo dar lo que desea. Tampoco sé si podría.

—Umm— me pongo la mano en el vientre.

¿Y si hubiera estado embarazada? Los bebés son lindos, de eso no tengo dudas. Ra todavía es un niño muy tierno, a pesar de lo berrinchudo que puede ser.

Un mini Imri, eh.

Todo el mundo dice que Ra es idéntico a Eveling y les creo. El pequeño no es que haya heredado mucho de los rasgos de su papá, por lo que sería lindo que el bebé que tanto desea, por lo menos se parezca a él.

Luego de un rato, llegamos a la entrada del bosque. Cuando vengo con Imri siempre tomamos el camino que conduce a la cascada, pero existen otros métodos más sencillos para nosotros los humanos.

Ahora bien, es increíble lo vigilado que está todo el territorio. Imri siempre me ha dicho que hay lobos observando en todas partes y que, por ende, puede haber en el lugar que menos espero. Sin embargo, la orden de Ariangely los hizo más evidentes.

—Guao, me siento como la prota del videojuego de mi hermana— comenta Pato mientras caminamos en medio de la maleza —¿Cómo es que Lara Croft puede usar shorts en medio de la jungla? Está loca.

—Te recomiendo rociarte repelente— contesto agitando el envase —Oye, tú. ¿Quieres?— le pregunto a Fei.

Él va delante de nosotras. El hombre optó por ponerse aquella ropa extraña de su manada.

Por más que diga que viste normal, a mis ojos se ve un poco ridículo. Es como si estuviera disfrazado de ellos.

—Ump.

Imagino que eso es un no. Fei anda bastante callado.

Estamos cerca del centro del territorio. A unos metros se ve a unos lobos vigilando el perímetro. Lucen atentos a cualquier movimiento, solo espero que no me den problemas.

—Hola— me dirijo al que parece ser el líder de ellos. Un hombre alto, de cabello rizado y ojos un poco rasgados. Por su forma de hablar, se nota que es el que está al mando. El hombre tiene una cinta roja bordada en el brazo derecho de su abrigo —Necesito acceder al centro.

—Hey, tú eres el cantante— le dice a Fei —¿Trajiste tu guitarra?

—Canta muy bien— dice otro.

—Oh— sonríe —Lo siento, chicos. Pero no vine a eso.

—Ya veo, viniste a ver a Larimar— me mira —¿Eres la mujer de Imri, no?

—Así es— por lo menos sabe quién soy —¿Me dejas entrar?

—Las órdenes no nos permiten salir, pero la alfa no dijo nada de los de fuera. Imagino que pueden hacerlo— su mirada recae en Pato —A ti no te reconozco, ¿quién eres?

—Viene conmigo— le rodeo el brazo —Es mi acompañante.

—¿Cómo pudo llegar tan lejos?— pregunta, alzando una ceja con incredulidad —A ver, ¿quién es el responsable de la división de más adelante?— cuestiona a sus compañeros, pero ellos niegan con la cabeza; dando a entender que no tienen idea —No puede ser que tenga que encargarme de todo. Escuchen, los humanos están prohibidos en nuestro territorio. Solo hemos mostrado consideración porque está con ustedes, pero no dará un paso más.

—¿Disculpa? Ya te dije, ella anda conmigo— contesto con el ceño fruncido.

—Las reglas son claras. Tú puedes pasar porque eres invitado de Larimar— señala a Fei —Y tú ni se diga— me dice —Pero nada de humanos de fuera sin el permiso del alfa.

—Déjame ver si entendí. Fei puede pasar porque está con esa tal Larimar, mientras que Lúa puede hacerlo porque es novia de Imri— dice Pato —Así como Fei, yo también soy una invitada.

Ella ha estado saliendo con Avys, ¿será que va a utilizarlo?

—Dime de quién y veré si me convence.

—¿Cómo que verás si te convence?— rechisto —¿Quién te crees?

—No tengo idea de cómo funciona la jerarquía, pero soy amiga de uno de los hijos del alfa— asegura Pato —Si quieren vayan y búsquenlo. Hablo de Rem.

Claro, Rem. Sería muy extraño que mencionara a Avys. Nada más ellos saben en lo que están.

—No podrás pasar hasta que venga y lo confirme— ve a su compañero —Busca a Delatín, y dile que una humana lo busca.

¿Delatín?

—Él está en el territorio del alfa Jarib— contesta su compañero —Eso se va a tardar, Bell. ¿En serio tenemos que ir a buscarlo?

—Por supuesto. ¿O qué? ¿Quieres que vaya yo?

—¿A quién le llamas «Delatín»?— cuestiono con una mueca —Él solo hizo lo correcto, no es justo que lo juzguen.

A pesar de que me enojó que haya metido a Imri, lo entiendo. Dudo que la alfa le hubiese creído si no tenía un testigo que confirmara sus palabras.

—¿Cómo confiar en alguien que fue capaz de traicionar a su propio hermano?— arquea la ceja —No necesito discutirlo contigo. El punto es el siguiente, y es que tu amiga no pasará hasta que Delatín venga por ella.

—¡Pero...!

—Lúa— Pato me jala del brazo hasta unos centímetros de ellos —Está bien, no te preocupes por mí. Ve con Imri. Yo me quedaré aquí hasta que la ternurita venga.

—¿Segura?— no lo hubiera aceptado si las cosas hubiesen sido diferentes.

—Yo me quedaré con Pato— se acerca Fei —De todos modos, Larimar no sabe que estoy aquí.

—Hum— me da pena dejarla, pero no tengo de otra —Nos vemos en un rato, ¿bien?— le doy un abrazo.

Antes de seguir mi camino, le dediqué una mirada asesina al lobo ese. Mínimo se cree el alfa o alguien más importante como para que uno le esté rogando.

Qué tipo ni más chocante.

Como me fui hace días, estuve un poco cohibida a la hora de buscar a Imri. Todos estaban en lo suyo, por lo que no sabía cómo acercarme a algún lobo para que me diera información sobre su paradero.

Fue así hasta que me topé con Marina. Ella, desde que me vio, me contó su versión de la historia desde la perspectiva de alguien que no estuvo cuando todo sucedió y me dio las instrucciones necesarias para encontrar a Imri.

No me acompañó porque tenía cosas que hacer.

—¡Eh, eh!— me detiene un sujeto, el cual estaba sentado en el suelo comiendo de un envase de sopa instantánea.

No había venido por este lado del bosque. Hay algo en el ambiente que lo hace sentir lúgubre. Incluso los árboles se aprecian más siniestros, con unas ramas secas y puntiagudas. Casi no hay arbustos, ni flores. Los cuervos son los únicos pájaros que surcan los cielos.

—¿Y tú quién eres?— por más que intente evadirlo, él no deja de interponerse en mi camino —No tengo tiempo para asuntos tontos, ¡apártate de mi camino!

—¿A dónde crees que vas? Las visitas quedaron prohibidas. Nadie tiene permitido pasar.

Y otro más que me hace el día imposible. En esta ocasión, el que impide mi paso es un hombre que se ve de más o menos la edad de Imri. Su cabello es ondulado y cobrizo, posee unos ojos cafés junto a una nariz aguileña que capta mi atención.

Su abrigo trae algo que lo diferencia de los demás, y es que tiene una tira roja bordada en el brazo derecho. Es parecido al que tenía el anterior sujeto.

—Estoy buscando a Imri. ¿No es aquí donde está?

—Él es la única razón por la que estoy de servicio— toma el envase de sopa que dejó en el suelo. Su voz es bastante grave —Regresa por donde viniste. No hay visitas para Imri— dice comiendo.

—No puedes impedirme ver a mi pareja. ¡No es justo!— esta gente me tiene al borde del colapso —¡Ni que fuera una cárcel!

—¿Y tú qué crees que es? ¿Un resort?

¡Estoy harta de estos lobos!

—¡No me iré de aquí hasta verlo!— grito furiosa —¡Quítate de mi camino!

—La alfa le quitó las visitas. No hay nada que se pueda hacer.

La alfa esto, la alfa aquello.

¡Ariangely está loca!

—¡Pregúntame si me importa!

Tomando impulso, empujé al tipo con el propósito de hacerme espacio e irme corriendo hacia el lugar. Sin embargo, no bien di un paso cuando él rápidamente me rodeó la cintura y me jaló a rastras; cargándome en el hombro mientras yo no dejaba de patalear.

—¡¿Cómo te atreves a ponerme las manos encima?!— grito a forcejeos —¡Bájame, ya! ¡Te acusaré con el alfa!

—Pesas bastante.

¡¿Cómo dijo?!

—¡Eres un...!

—Alex— reconozco la voz del responsable de todo.

Avys acaba de llegar. El hombre camina hasta acá con las manos en los bolsillos. Tiene la vista puesta en el abusador este.

¡Se aprovecha de lo débil que soy!

—Las visitas están prohibidas— le dice bajándome —Espero que lo tengas claro— choca el dedo índice contra mi frente, haciéndome caer al suelo debido a la falta de equilibrio que me ocasionó su «pequeño» golpe.

—¡No me rendiré!— insisto levantándome. Lo peor es que no le importa que sea mujer, es demasiado rudo —¡Imri!— grito su nombre con la esperanza de que me escuche.

—¿Quién fue que lo prohibió? ¿La alfa?— pregunta Avys.

—Así es.

—Entiendo— desvía la mirada a mi dirección —Esta mujer es mi cuñada. No seas malo con ella, ya ves que es humana.

¿Y qué me dice con esto? ¡No estaríamos en esta situación si no fuera por él en primer lugar!

»Imri no ha sido el mismo en los últimos días. Sé que su visita lo hará volver a la normalidad— suspira —Déjala pasar, ¿sí?

—¿Y qué hay de la alfa?

—No te preocupes por ella, me haré cargo de cualquier problema que surja— le da varios toques en el hombro —Hazme ese pequeño favor, ¿sí?

Y ahí está sonriéndole con la típica expresión de «niño bueno» que hace cuando quiere algo.

—No eres tú sin pedir favores comprometedores— suspira con los ojos achicados —Tienes quince minutos— terminó cediendo.

—No te debo nada— le susurro a Avys.

Ni porque me done un riñón me empezará a caer.

«Alex» me condujo hasta la ubicación de Imri. Ahora entiendo por qué los árboles poseen un aspecto distinto al resto del bosque, y es que lo que siguió a continuación fue una zona rocosa con muy poca vegetación.

A nuestro alrededor hay múltiples elevaciones. Nosotros subimos por unas pequeñas montañas, en donde hay varias cuevas sedimentarias con unas vibras de miedo.

¿Qué tan grande es el territorio de Emre?

—Oh, cielos— no puedo mirar hacia abajo. Nos encontramos a varios pies de altura, por lo que cualquier descuido será mi fin —Oye, ¿cuánto nos falta?

—Estamos cerca.

—Usss— agito las manos y luego me sobo los brazos tras recibir el impacto de la brisa invernal.

Hace mucho frío.

»¿En este lugar es donde apresan a los lobos rebeldes?— no entiendo por qué no hicieron lo mismo con Avys.

—No intentes hacer nada raro— responde entrando a una de las cuevas. Por fin hemos llegado.

No voy a esperar a que Alex me indique qué hacer. Necesito ver a Imri y asegurarme de que está bien. Así que, me adelanto al hombre con prisa. El ambiente está iluminado por un camino de velas colgadas en la pared. El suelo es rústico, al igual que la superficie interna de la cueva.

«Imri», es lo único que repite mi mente una y otra vez.

—En serio tienen una cárcel— mi recorrido finalizó. No tengo palabras para describir la expresión de mi rostro al ver los barrotes que separan el otro lado de este. No veo a Imri por ninguna parte, ¡¿dónde está?!

«¡Oye, cuidado!», gritó Alex viéndome acercarme a los barrotes.

¿Por qué tendría que tener cuidado?

—¡Im...!

Lancé un grito del susto cuando, en un parpadear de ojos, Imri apareció de la nada y estampó las manos contra las rejas. Él posee una apariencia diferente:

Tiene los globos oculares enrojecidos, mientras que sus pupilas lucen rasgadas. Sus orejas están levemente puntiagudas, y lo más desconcertante son sus colmillos, los cuales están enormes. Miro sus manos, y en ellas hay garras largas y filosas.

Su cabello también luce diferente. De unos rulos suaves y definidos, pasó a tenerlos encrespados y rectos.

No parece humano, tampoco lobo. Es una mezcla de ambos.

—Im, soy yo— la impresión me hizo alejarme, pero ahora me acerco sin el más mínimo de los temores. Podrá rugir una y otra vez, pero sigue siendo él —Lúa— le rodeo las mejillas con las manos; introduciendo los brazos entre los espacios de las barras.

—Lúa...— ha reaccionado. Sus ojos comienzan a aclararse, a la vez que sus colmillos, garras y orejas disminuyen de tamaño. Su apariencia regresa a verse más humana —¡Tú...!— sin embargo, vuelve a mostrarse como antes al ver a Alex —¡Dile a la alfa que venga!— solicita con una voz ronca, para nada parecida a la suya —¡Que me saque de aquí! ¡Nada impedirá que me vaya!

—Imri, debes tranquilizarte— señalo. Su apariencia está cambiando mucho, dándome a entender lo alterado que se encuentra.

—¡Sáquenme de aquí!— grita yendo de un lado a otro —¡Ya no le rindo cuentas a la alfa Ariangely! ¡Ella ya no es mi alfa!

Creí que Fabio exageraba, pero es cierto. Imri está fuera de sí. Por cada segundo que pasa, sus rugidos se hacen más sonoros.

—Abre la puerta— le pido a Alex —Déjame entrar.

—Él se está comportando de manera agresiva. Es peligroso.

—¿Quién crees que eres para suponer que me hará daño?

—Alguien que presenció en persona como le desfiguró el rostro a su hermano.

¿Así era como estaba cuando sucedió?

—Eso fue un accidente.

—Accidente o no, el daño fue hecho.

—¡Por favor!— clamo con los ojos llenos de lágrimas —¡Déjame entrar! ¿Tendría que ponerme de rodillas para que sea suficiente para ti?

—No me hago responsable de nada.

El hombre abrió la puerta. Las orejas de Imri se movieron desde que escuchó el sonido.

He aprendido a reconocer el lenguaje corporal de los lobos cuando se preparan para luchar contra alguien más. Alex cambió su postura en el mismo instante que retiró el candado. Él me permitirá entrar, más no le permitirá salir.

Ariangely es la única que puede hacerlo.

—¡Imri!— corro hacia el hombre antes de que dé el primer paso.

Con las lágrimas deslizándose por mis mejillas, lo abrazo con fuerza. Mis brazos rodean su torso, mientras mi rostro reposa en la parte superior de su pecho.

—Lúa...— pronuncia mi nombre mientras me corresponde el abrazo —Perdóname— susurra, con la voz quebrada. Siento cómo una lágrima impacta sobre mi cabeza.

Ni siquiera me di cuenta de cuando Alex cerró la puerta y nos dejó a solas. Toda mi atención recae en Imri, de quien sus ojos salen lágrimas.

Él se aparta de mí y se pone de cuclillas con la cabeza baja. Tiene las manos recargadas en sus rodillas; todavía tiene las garras fuera.

—¿Qué pasó, Imri?— hasta ahora, las dos únicas personas que me contaron cómo sucedieron los hechos, no estaban ahí. Necesito escucharlo del protagonista —¿P-Por qué estás aquí?— me coloco a su altura; arrodillándome frente a él.

Soy incapaz de imitar su postura por demasiado tiempo. Es más compleja de cómo se ve.

—Perdón, Lúa— repite con la vista en el suelo —Quise demostrarte lo mucho que me importas, pero fracasé— suena la nariz —Soy inútil.

—Todo esto pasó porque querías ir conmigo.

—Hace tiempo me propusiste vivir contigo, pero en ese entonces no estaba listo. Ahora es distinto— intenta secarse los ojos con el brazo —Yo... siento mucho decepcionarte, Lúa. No quiero que estés desilusionada, quiero que estemos bien. Q-Quiero...

—Imri...

Está llorando.

—No quiero perderte. No sé qué haría sin ti— sus lágrimas me rompen el corazón. Más que enojado por su encarcelamiento, le atormenta que yo lo deje.

No obstante, ¿cómo podría? Yo tampoco sé lo que haría sin Imri.

—Ya no llores, mi amor— le abrazo con fuerza. Quisiera frenar todos los malos sentimientos que nublan su mente —Como bien digo: si la montaña no va a Mahoma, él irá a la montaña. Estoy aquí, es lo que importa— plasmo varios besos en su frente —¿Con qué coraje Ariangely te pudo apresar en un lugar tan feo? ¡¿Qué le pasa?! ¿Por qué no hizo lo mismo con Avys si cometió una falta peor?

—Él no tenía intenciones de escapar, yo sí— dice en voz baja —Esta fue la única manera que encontró para que no me fuera.

—Escucha, voy a sacarte de aquí. ¿De acuerdo?— no me importa lo que tenga que hacer —No permitiré que estés encerrado otro día más.

—Ahora mismo lo único que quiero es que continúes abrazándome— apoya la frente en mi hombro —Quiero tenerte cerca.

—Imri— yo tampoco deseo dejarlo —Oye, ¿por qué tienes la mejilla roja?— la cercanía me permite apreciar su rostro con más detalle. La marca se asemeja a la de una mano. ¿Acaso lo abofetearon?

—Hmm...— se queda en silencio —¿Me permitirías...?— me hace un gesto, a lo que yo accedo.

Él se acomoda en el suelo, recostando la cabeza sobre mi regazo. Imri denota agotamiento, me pregunto si ha dormido bien en estos días.

—¿No tienes frío?— me quito el abrigo. Él solo tiene unos pantalones puestos.

Con delicadeza, le coloco la pieza alrededor de su torso desnudo. Luego, le acaricio el cabello mientras él me abraza con los ojos cerrados. Verlo triste me abruma; detesto que lo esté.

—¿Cómo sentir frío si estás aquí?— susurra con la cara pegada a mi vientre.

Su aspecto volvió a la normalidad.

No tenía en mente quedarme por mucho tiempo, pero cambié de parecer al tenerlo durmiendo en mi regazo. Tendré que dejar mi cometido para después:

Liberan a Imri, o toda la manada se enterará de lo que está pasando.

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Falta otro cap

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