Como a ti
Capítulo 34: Como el amanecer que aparece todos los días en las mañanas, como el sonido de las aves y el florecer de las flores, como el sol y la luna; como tú.
Han pasado tres horas y media, y para preocupación mía, Imri no ha vuelto.
Pato se marchó hace una hora para su casa, mientras que Rem se fue treinta minutos después porque debía regresar con Onil.
En el rato que he estado a solas, he pensado en un montón de cosas que, para ser sincera, siento que me convertirán la cabeza en un nido de gallinas.
Rem no quiso abundar mucho en el tema de su «venganza» contra su hermano, pero la cara seria que tenía me dice muchas cosas. Había resentimiento en su mirada, él no le tiene que envidiar mucho a Onilcito, ambos igual de rencorosos.
Ahora que lo pienso, por alguna razón siento que Avys es el hermano favorito de Imri, lo digo por la forma en la que lo describió y sus gestos al hacerlo. Entonces la situación vendría a ser un dos para dos, Onil no quería a Imri, y Rem no quiere a Avys. Lo curioso es que estos últimos son mayores que los dos primeros.
Por cierto, Imri no me ha mencionado cómo está su relación con Onil. No sé cómo están parados en su hermandad, lo único que sé es que por lo menos no lo odia. Y claro que me doy por servida con eso.
Hmm, entre el tema de Avys y el del alfa, no sé en cuál enfocarme primero. Ambas situaciones me parecen demasiado raras, quién sabe cuál resuelva.
Mientras repasaba los últimos acontecimientos, veía videos en el celular hasta que alguien tocó la puerta. Pensando en la posibilidad de que fuera Imri, me levanté rápidamente del sofá con una sonrisa en el rostro:
—¡Mami!— lo primero que vieron mis ojos, fue a Ra siendo cargado por un Imri que se ocultaba detrás de la pared. De inmediato lo tomé en mis brazos, mientras que mi novi-lobo salía de su escondite —Ya llegué— dice, al mismo tiempo que le lleno la cara de besos.
—No pasó ni un día completo y ya te extrañaba— lo abrazo más fuerte —Mi lobito lindo, prechoso— le mordisqueo suavemente la mejilla izquierda provocando que se ría.
—Ahí lo tienes— suspira Imri echándose en el sofá. Él sube ambos pies sobre la mesa y apoya la cabeza en uno de los cojines con cansancio.
—Amor, ¿por qué duraste tanto?— me siento al lado de él, colocando a Ra en mi regazo.
Se supone que Imri nada más fue a buscar al niño, me parece raro que se haya demorado en hacer la tarea tomando en cuenta que, en otras ocasiones, había durado menos.
Me caben dos opciones: Quería despejarse lejos de mí o simplemente se distrajo con algún evento del bosque.
Espero con creces que sea la segunda.
A ver, él no se ve molesto ni mucho menos fastidiado. Solo cansado, ¿pero por qué? ¿Será por el viaje?
—Ma'— Ra me topa para que le preste atención —Lobito mío, ¿onta?
—¿Tu peluche?— creí que no le gustaba lo suficiente, después de todo lo abandonó sin siquiera pensar en él.
Me llevé a Ra en la cintura a mi habitación, allí le busqué el peluche y dándoselo en las manos, volvimos a la sala. Imri está recostado en el sofá con los ojos cerrados.
No comprendo por qué está así.
—Mira, mami— me dice Ra, mientras que ambos estamos en el suelo. Él me está mostrando su peluche —Guaaa— simula que el lobito está gruñendo —Mira, yo— abre la boca —¡Graff!
Vaya, cada vez lo hace más alto.
—Ooh— aplaudo riéndome —¡Pero qué buen lobito eres!
—Mami— gatea hacia mí —Yo quielo se' lobo.
—Pero si ya lo eres— lo siento en mi regazo —Eres un lobo hecho y derecho.
—No.
¿No?
—¿Cómo que no?— levanto las cejas.
—¿Eh?
—¿Cómo que no eres un lobo hecho y derecho?
—Lobito Ra, no lobo— creo que ya entiendo a lo que se quiere referir.
—Bueno, si quieres ser un lobo como tu papá, primero tienes que sacar muy bien las garras— muevo las uñas —Tipo así: guau, guau— aunque creo que los caninos no agitan las manos de esa forma, serían los gatos, en este caso —No, no sería así— me coloco la mano en el mentón —A ver, primero, ¿qué hace un lobo ser un lobo?
—¿Eh?
—¿Por qué eres un lobo?
—Eh... ¡Graff!— ladra como respuesta —Yo quielo se' un lobo muy glande.
—¿Ah, sí? ¿Cómo quién?
—¡Abo!
Así es como le dice a Emre. Para Ra, él debe ser el lobo más grande y fuerte de la manada.
A mi celular me llegó la notificación de un mensaje de mi «buena» amiga Helena. Estaba claro que no dejaría pasar lo sucedido hace rato con Fabio, por lo que le escribí un «Tenemos que hablar, es importante; estoy enojada contigo», al que ella respondió con un signo de interrogación, seguido de una pregunta sobre el motivo de mi enfado.
La dejaré en visto.
Sí, quiero que note que estoy muy enojada.
¡Estoy tan enojada que podría gritar!
—¡Aww, bebé!— por alguna razón, Ra está mordisqueando al peluche del cuello, esto agitándolo de un lado a otro. Sé que debería quitárselo para que no lo rompa o lastime sus pequeños dientecitos, ¡pero mi cachorrito se ve muy adorable! —Solo ten cuidado, ¿sí?
Ay, ya veo que tendré que aprender a coser.
—Ma'— se saca el peluche poniéndolo en el suelo —Deja moldete ti— extiende los brazos viniendo hacia mí.
Guao, mi capacidad de traducción ha fallado. No entendí nada de lo que dijo.
—¿Qué me quieres dar un abrazo, eso fue lo que dijiste?— pestañeo varias veces.
—Moldete— afila los colmillos —Mi mami mía.
¡Sigo sin entender!
—Aah, que me quieres dar un beso— lo detengo agarrándolo de las axilas —¡Ra!— no me podré seguir haciendo la loca por más tiempo —¡¿Cómo que me quieres morder?!
Él está chocando los dientes como si fuera tiburón.
—Mami Lúa, mía— asegura moviendo los brazos para alcanzarme —Mi mami.
—Sí, claro que soy tuya, pero no por eso me puedes morder— corrijo acercándomelo, él se sienta en el hueco que dejan mis piernas cruzadas, abrazándome con la cara apoyada en mí —Bésame y abrázame, pero no me muerdas porque duele. ¿Va?— le doy un sin números de besos en el rostro como demostración —Ahora tú— coloco la mejilla frente al pequeño con la esperanza de que me haya entendido, ¿y si me muerde la cara?
—Hmp— Ra me da el beso, pero en vez de despegar la boca de mí, procedió a darme el beso más húmedo del mundo —Je, je, baba— ríe travieso.
—Hey— me limpio como puedo. Hay veces en las que no lo entiendo, esta es una de ellas —Si con esa estamos— lo agarro para atraerlo a mí, mordisqueándole nuevamente la mejilla sin importarme que lo termine babeando.
Espera un segundo, yo también lo estoy mordiendo.
»Así es como debes de morder, sin que al otro le duela— aconsejo dándome cuenta de mi pequeñito error. ¡Es que su cara es tan redonda y adorable que no lo puedo evitar!
¡¿Por qué los niños son tan mordibles?! Abrazarlos no es suficiente.
¿Será que Ra piensa lo mismo con las otras personas?
Na', él muerde demasiado duro como para que sea así.
—Mami 'mosa mundo— mis palabras favoritas, faltan las otras: —Te quiero mucho, mami— ahí está.
—Yo también te quiero mucho— le hago cosquillas con una gran sonrisa en el rostro —Te amo, mi amorcito lindo— lo pego a mi pecho para sentirlo más cerca —Te amo, te amo, te amo— lo apreté más fuerte por cada repetición.
Imri que estaba en el sofá, y al que creía dormido por su nula interacción con nosotros, se levantó tras mis palabras. Él me está viendo con los ojos achicados.
—Me iré a acostar un rato— avisa yéndose, sin siquiera esperar a que le responda.
¿Pero qué le pasa?
No podría estar más raro.
¿Y si tenía razón y no solo se fue a buscar a Ra?
—Bebé, ¿sabes si tu papá tiene sueño?— le pregunto acariciándole el cabello —¿O está molesto?
—¿Papa mole'to?— parpadea confundido.
Debería dejar de preguntarle cosas al niño que él no va a entender.
Ah, no puedo esperar a que crezca para que sea mi compañero de chismes. Nos imagino intercambiando nuestras opiniones con toda la humildad del mundo.
—No, claro que no— me pongo de pie, cargándolo en mi cintura —Dime, ¿tienes hambre?
—No, mami. Yo comí.
¿Eh?
¡¿Ra no tiene hambre?!
—¿Cómo así?— esto no puede estar pasando, mi cachorrito... ¡¿diciendo que no tiene hambre?! —¿Te sientes bien, mi amor? ¿Te duele la barriga?— le chequeo la frente y hasta los latidos del corazón, ¿y si está enfermo?
Viéndolo bien, ¿soy yo o está menos gordito?
¡Que no me diga que tendré que llamar a la secuestradora de esposos!
—Yo 'toy bien. Comí mucho— se da varias palmaditas en el abdomen —'Toy muy lleno, mami. Voy a plotar.
¿Tanto comió?
Bueno, se cancela la llamada.
—Ump, está bien. Dime, ¿qué quieres hacer?
Por ahora, me dedicaré a pasar el rato con mi bebé, ya después hablaré con Imri. No me gusta cuándo actúa así, me siento evadida.
Así que con eso en mente, entramos a la segunda habitación y nos acostamos en la cama. Ra, como siempre, está con la cabeza recargada en mi pecho; lo rodeo con mi brazo, mientras que con la otra mano sostengo mi celular.
Estoy buscando un buen cuento de lobos para leerle, pero no doy con ninguno. En la mayoría que he visto, los lobos suelen ser los malos de las historias, creo que incluso en las series animadas es así.
Los lobos nunca son vistos como animales buenos, conclusión que, por ahora, planeo evitar que Ra tenga. Al menos hasta que posea la edad suficiente para separar la ficción de la realidad.
Así como en la vida real, los lobos son lo máximo; tendrían que cambiar las cosas en la televisión infantil, ponerlos como lo que son realmente: seres leales y nobles.
—Cuenta la leyenda que hace mucho, mucho tiempo...— inicio a leer el cuento que encontré entre toda la basura que había.
¿Los tres cerditos? ¡Sah!, ¿Caperucita roja? Como bien dicen, el lobo siempre será el malo si Caperucita es la que cuenta la historia.
Me imagino todo lo que Ra tuvo que correr y saltar como para que se durmiera tras escuchar el cuento. La verdad es que me pareció bonita su explicación de por qué los lobos le aúllan a la luna, dizque por la amistad de uno de ellos con esta, el cual le prometió que mientras aullara nunca se sentiría sola.
Aw, qué bonito.
Eso si quitamos la parte de que mi peluda familia no le aúlla a la luna como creía. Hay muchas cosas que Imri me ha desmentido que ya ni sé en qué creer.
En lo que Ra dormía, me limité a observarlo. El niño fruncía los labios de vez en cuando a la vez que yo le acariciaba la mejilla con el dedo.
Su presencia me llena el corazón, me encanta verlo dormir plácidamente, es como si el tiempo se detuviera por unos segundos.
Me pregunto cómo estaremos en diez años, eso es lo primero que a uno le preguntan en aquellas charlas motivacionales o en las conversaciones reflexivas con amigos.
«De aquí a diez años, ¿dónde te ves?».
¿Estaré aquí, justo ahora...? ¿Observando a mi niño dormir con la misma sonrisa maravillada en el rostro?
¿Seré la adulta que quiero ser?
¿Imri y yo...?
¿Nuestra relación estaría más allá?
Lo primero es el hoy, de eso no tengo dudas.
Cubrí a Ra con la sábana y le acomodé la cabecita en la almohada. Por la expresión del niño, no creo que se despierte en todo este rato, espero que duerma por dos horas máximo porque ya cuando llegue la hora de dormir, será un peldaño hacer que se acueste.
Con toda la precaución del mundo, retrocedí de espaldas y cerré la puerta despacio. Quiero hablar con Imri e interrogarlo sobre su comportamiento.
—Oh, estás despierto— le digo entrando al cuarto. Él está bocarriba en la cama, giró la vista hacia mí desde que me sintió entrar.
—¿Y Ra?— pregunta sentándose.
—No bien le leí un cuento cuando se durmió— respondo colocándome al lado de él —Parece que tenía energía falsa.
Es como cuando uno pone a cargar un celular con la batería dañada: la misma se llena al tope en menos de dos minutos, pero luego desciende segundos después de encender la pantalla y el dispositivo muere.
—¿Energía falsa?— levanta las cejas.
—Pues daba la impresión de estar enérgico, pero solo bastó la cama y un buen cuento para que se durmiera. Ni siquiera estaba tan largo.
—Entonces Ra se durmió— me peina uno de mis mechones rebeldes con los dedos, echándomelo para atrás.
Imri se acerca a mí poniéndome las manos en las mejillas, él me besa los labios con un deseo que para ser honesta me asombra, tomando en cuenta la actitud con la que vino.
Me dejo caer despacio, y ya acostada, él continúa besándome, mientras se posiciona sobre mi cuerpo. Imri me toca la pierna, desplazando la mano hacia arriba; levantándome la falda en el proceso.
Este hombre me encanta tanto que no estoy en disposición de interrumpir lo que está pasando. Es mi deseo que me haga lo que quiera, porque sé que, sin importar lo que sea, me va a gustar.
Por lo que, Imri se quita la camiseta y en el momento que se desabrochó los pantalones, mi corazón latió fuerte.
—Eres especial para mí— susurra dándome un sonoro beso en los labios. Él desata los tirantes de mi vestido, haciéndose lugar entre mis piernas.
—Me gustas mucho— me bajo los tiros de mi brasier, para después entrelazar los brazos alrededor de su cuello, a la vez que él me besa sin freno.
Al sonido de nuestros jadeos, y ya estando más que lista para el siguiente paso entre tantas caricias, Imri provocó que la respiración se me parara por unos segundos en el momento que me tomó.
—Hmh— gimo con la respiración agitada. El sexo siempre será mejor cuando amas demasiado a la persona con la que estás haciéndolo, le añade un nivel de libido incomparable —Imri...— le gusta que lo llame, lo sé por el modo en que aumenta la intensidad cuando lo hago.
Cuando se está con alguien de esta manera, conocer sus gustos se convierte en una tarea importante para el placer de ambos.
En nuestro caso, a él le excita que pronuncie su nombre, igual que a mí me encanta pronunciarlo una y otra vez a medida que me hace suya.
—Imri... ¡Imri!— digo con los ojos cerrados a punto de llegar al éxtasis. Tengo una mano en su cabello, lo entierro más por cada tomada; ya la otra reposa en su espalda —Dime que soy tuya— le susurro al oído con la respiración entrecortada —Cada centímetro de mi cuerpo te pertenece. Aduéñate de mí con tus palabras.
Cada quien con lo que le excite.
—Eres mi mujer— afirma con una seguridad que me enloquece.
No soy capaz de ver el futuro, pero en diez años quisiera estar en el mismo lugar que estoy ahora.
Tanto metafóricamente hablando, como literalmente.
Ambos encontramos la coordinación perfecta, y al cabo de unos minutos, la desbordante cascada de emociones cayó sobre nosotros, culminando nuestro encuentro.
—Tendré que atarte a la cama— bromeo recostada en su pecho. Estamos desnudos bajo la sábana, compartiendo la misma temperatura corporal.
—¿Y eso por qué?— me mira extrañado.
—No te diré— le doy un beso en la mejilla —Te dejaré pensando.
—Te amo— me dice de repente.
Sí, es buen momento de decirlo después de pasar el rato más íntimo de todos, pero todavía no se ha marchado el temor en mí, detalle que no puedo controlar. Es como si algo me bloqueara.
—Eres todo lo que quiero— y claro que es verdad.
—Te amo— vuelve a decir con la mirada en el techo —Te amo, Lúa.
¿Y esto?
—Soy tu mujer y siempre será así.
—Y yo te amo— se voltea frente a mí, abrazándome por la cintura —Te amo con todo mi corazón, eres la mujer que más amo en el mundo entero, te lo diré hasta que las palabras pierdan sentido, y cuando eso pase, te lo haré saber de otras maneras; sea por dibujos o no— respira profundo —Te amo como amo el amanecer que aparece todos los días en las mañanas, te amo como amo el sonido de las aves y el florecer de las flores, te amo como amo el sol y la luna, te amo como te amo a ti. Te amo, te amo, te amo.
—Imri...
—Te amo como amo todo lo que me importa; te amo como nunca, y como siempre.
Yo...
Sus ojos están sobre los míos, ninguno de los dos aparta la mirada porque somos conscientes de lo importante que es este momento. El primero que la desvíe, pierde; así como perderá el que nunca lo hizo.
—Perdón... Perdóname, Imri— sin poder soportarlo más, los ojos se me llenan de lágrimas y un fuerte llanto se apodera de mí. Nunca nadie me había profesado su amor de una manera tan bonita. Sus acciones producen en mí una inmensa necesidad de llorar —Perdón— él me abraza, mientras lloro.
Más que triste, ¡me siento desesperada! ¡El tapón que siento en el pecho, que no me deja expresar lo que siento, no puede ser más insoportable! ¡Lo único que puedo hacer en estos momentos, es llorar y llorar como la buena llorona que soy!
—¿Por qué no puedes decirlo?— me pregunta teniéndome pegada a él. Imri no me ha soltado en ningún momento.
Ni siquiera tengo la respuesta exacta, todo se basa en el «creo».
—Nunca de los nunca he sentido por alguien lo que siento por ti— sueno la nariz, incluso me arde el rostro de tanto llorar.
—Te fue mal en tu última relación. En todo mi rato pensando, intentando llegar al motivo de esto, concluí que tienes miedo— me acaricia el rostro —La Lúa de tu interior, y la que muestras al mundo, son dos personas muy diferentes. Amo a las dos por igual, y por eso es mi deber comprenderte en cada una de tus facetas.
»Pensé en muchas cosas, lo admito, algunas no fueron muy buenas del todo. Confieso sentirme celoso y luego molesto, pero ya después me di cuenta de lo evidente: tienes miedo de enfrentar esto.
—¿Podrías abrazarme más fuerte?— lo quiero sentir más cerca.
Imri le hace caso a mi petición, él acomoda la mitad de mi cuerpo sobre su torso, para, de esa forma, abrazarme firme. Mientras que con la izquierda me rodea el cuerpo, con la derecha me acaricia el cabello de arriba hacia abajo con un movimiento constante.
—Vayamos despacio— me dice en voz baja —¿Qué tal si iniciamos con la primera sílaba?— no entiendo su propuesta —Hmm, primero vamos con «Te», ¿qué tal? Ya después me dices las demás.
—¿Te?— vaya —¡Te!— grito abrazándolo —¡Te, te y te!
—Jum— sonríe —Ya después me dices las demás, todo despacio. ¿Bien?
—Te— contesto cerrando los ojos, deseo prestarle atención a los latidos de su corazón.
Él es el hombre que amo, y dudo que algún día cambien estos sentimientos que tengo por él. Mi corazón eligió un dueño, y ese tiene nombre: Imri.
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Espero que te haya gustado el capítulo :D
Iba a poner un flashback al final, pero no lo quería dañar, así que se queda para el próximo. Es mejor así c:
Muchos sentimientos, eh
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